Observatorio del Patrimonio Histórico Español

OBSERVATORIO DEL PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL


L7

LOS VALORES IDENTITARIOS DEL PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL

María Isabel Cabrera García

Contenidos y objetivos

Vamos a ocuparnos de un tema complejo y actual que preocupa a la historiografía más reciente, la identidad nacional, el nacionalismo, una de tantas identidades colectivas que el ser humano comparte con millones de seres, pero también una de las que más fuerza y repercusiones tienen. Estudiaremos la importancia de la obra de arte en uno de los debates más controvertidos del mundo contemporáneo, el de la identidad nacional.

Nos proponemos por tanto con este trabajo varias cuestiones:

1- En primer lugar entrar de lleno en el tema de los valores patrimoniales y en concreto en el valor de identidad que tienen los monumentos y en general las obras de arte, el Patrimonio Histórico, analizando el concepto y el papel que ha jugado en nuestra historia reciente, llegando a dar lugar incluso, en un horizonte tan cercano como la Europa de las últimas décadas, a la destrucción y desaparición de obras de arte por su importante carga simbólica, en la convicción de que queda destruida la idea que representan, al ser asociados a una situación política o a una determinada colectividad.

La identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que se plasma su cultura: como la lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas de valores y creencias. Estos elementos los encontramos en todo grupo humano socialmente organizado...Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad. Por contraste el monumento histórico , por su presencia material y singular frente al carácter incorpóreo de los elementos culturales citados es especialmente eficaz como condensador de estos valores, es un objeto físicamente concreto que se reviste de un elevado valor simbólico y que asume el carácter esencial de la cultura a la que pertenece...

En palabras de Mayor Zaragoza:

“El patrimonio cultural es, en consecuencia, la expresión histórica de cada pueblo que evidencia su modo de ser y de actuar, su sistema de valores éticos y estéticos...un acervo espiritual sobre el que se afirma la identidad de un pueblo, identidad que constituye la raíz, fundamento y cauce de cada persona, colectivo y civilización” (MAYOR ZARAGOZA, Federico El patrimonio espiritual . Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando leído el día 2 de marzo de 1992. Madrid, 1992, p.18

El reconocimiento de este valor, hasta el punto de identificar a una cultura por el conjunto de sus monumentos, fue un proceso arduo y prolongado que culminó en el siglo XIX, recordemos que el pasado artístico se estima por primera vez como tal a partir del XVIII y a lo largo del XIX surge el relativismo cultural y la distancia histórica, junto a una nueva interpretación de la historia.

El pasado sigue teniendo hoy una enorme fuerza como fuente de identidad personal y colectiva. El patrimonio es una prueba evidente de la existencia de vínculos con el pasado, alimenta siempre en el ser humano una sensación reconfortante de continuidad en el tiempo y de identificación con una determinada tradición, destacando su papel de refuerzo de un sentimiento colectivo, actuando como aglutinador del sentimiento de la comunidad. De ahí su protagonismo en el discurso político, como eficaz vehículo propagandístico de un hábeas ideológico que transmitir a la comunidad.

2- Abordaremos por otra parte, los desarrollos una etapa también compleja y difícil del siglo XX -la segunda mitad- tratando de analizar la evolución experimentada por la identidad nacional.

Hacia la mitad de siglo finaliza una cruenta guerra mundial, asistimos a una difícil posguerra, al comienzo de la guerra fría y al proceso de disolución acelerado de los antiguos imperios coloniales. A propósito del tema del nacionalismo, la II Guerra Mundial iba a tener consecuencias profundas y decisivas. En principio, la guerra y todo lo que llevó consigo iba a contribuir a desacreditar el nacionalismo, pues dados los excesos cometidos tanto por el nacional-socialismo alemán, el fascismo italiano o el militarismo japonés era lógico que aquél se asociara con racismo, antisemitismo, represión, ocupación... Los acontecimientos habían puesto de manifiesto los riesgos de un nacionalismo tan radical, figuraba pues como la causa última y principal de la guerra.

El nacionalismo aparecía como una perversión, un fenómeno del pasado y por suerte en vías de desaparición, las propias publicaciones y estudios surgidos en la inmediata posguerra así lo plantean, convencidos de ello, a la vista de otro proceso que se inicia tras la guerra y que no es otro que la creación de organismos y organizaciones supranacionales que contribuían a fomentar un espíritu de colaboración internacional.

Estos acontecimientos permitían a más de uno pensar que por fin estaban siendo superadas las barreras nacionales en lo político, económico y social, era superada aquella etapa de efervescencia nacionalista que había dado lugar nada más y nada menos que a dos guerras mundiales además de a otros muchos conflictos locales.

Pero sin embargo debemos constatar otro importantísimo hecho cuyas consecuencias van a afectar muy directamente a nuestro tiempo y al panorama artístico y cultural actual proyectando el debate que nos ocupa hacia el siglo XXI —enriqueciéndose con términos como eurocentrismo, globalización, multiculturalismo...—. La II Guerra Mundial destruyó definitivamente el orden colonial, precipitó y aceleró el proceso de desintegración de los viejos imperios europeos que había comenzado ya en el periodo de entreguerras más o menos tímidamente, impulsó los movimientos de liberación nacional e independencia de los territorios colonizados por Europa y terminó por dar lugar en unos pocos años a la creación de un buen número de nuevos Estados nacionales en Asia y África. Así la confianza en el final del nacionalismo comenzó a ponerse en jaque sobre todo a partir de los 60. Proceso que tendrá un efecto dinamizador sobre los nacionalismos europeos contenidos o adormecidos pero presentes tanto en el bloque soviético como en Europa occidental, volviendo a poner el tema en el primer plano de la actualidad política y de la actualidad historiográfica en las últimas décadas del XX, como es de todos sabido.

3- En este contexto el punto más importante para nosotros en nuestra investigación será analizar cómo afectan estos desarrollos al panorama español en la segunda mitad del XX y especialmente después de la transición en la España de las autonomías.

Dentro de este contexto, nuestro país pasará por una situación particular y difícil, vivirá bajo el dominio de una dictadura que impondría los principios de un ultranacionalismo españolista que no conseguiría eliminar los sentimientos de identidad regionales surgidos hasta entonces . Por ello la democracia española, configurada por la Constitución del 78 daría lugar al Estado de las Autonomías . Pretendemos hacer un estudio pormenorizado sobre la cuestión de la identidad en relación con el tratamiento que se da al Patrimonio Histórico en cada uno de los Estatutos de Autonomía en aquellos años y proceder a comparar las conclusiones con las novedades que se están introduciendo en el proceso de modificación que están experimentando los diferentes Estatutos en esta la última legislatura.