Historia del Arte y Patrimonio
Jesús Miguel Muñoz Díaz

 

  • Introducción

«Cuando se inicia un viaje primeramente comprobamos si hemos subido al tren correcto. Sin embargo en la Historia del Arte pocos se cuidan de hacerlo, y se asombran cuando terminan en un callejón sin salida o arriban a una meta falsa»(1). Advertidos por las palabras de Otto Pächt, y aunque pudiera parecer evidente la relación entre la Historia del Arte como disciplina y el patrimonio histórico como un posible objeto de estudio de la misma, hemos querido hacer un pequeño bosquejo de la relación entre ambos conceptos.

Igualmente nos motiva a escribir estas líneas, la ausencia casi total de historiadores del arte en los órganos técnicos de decisión sobre conjuntos históricos, parques arqueológicos, conjuntos monumentales, museos u otras instituciones de carácter patrimonial; tales como delegaciones provinciales de cultura, gerencias municipales de urbanismo, oficinas de centros históricos, conjuntos arqueológicos, delegaciones provinciales de obras públicas, etc... Creemos firmemente que el papel del historiador del arte en la Tutela del Patrimonio cultural debe ser más activo, más allá de ser aquellos «quienes lanzan gritos de alarma que nadie escucha sobre la destrucción de monumentos y ambientes históricos y la dispersión de obras de arte perpetrada cada día por ambiciosos especuladores con la connivencia de necios gobiernos, o contra la parálisis que invade museos y galerías condenados a ser depósitos de obras de arte»(2).

 

  • Historia del Arte y Tutela del Patrimonio

Encontramos una gran variedad de artículos y contribuciones a congresos o monografías dedicados a analizar la relación entre Historia del arte y Tutela del Patrimonio(3). A nuestro juicio esto refleja una realidad con dos caras:

  1. Por un lado existe una conciencia clara entre los historiadores del arte, de que su disciplina tiene un lugar importante entre la multidisciplinariedad de ciencias y técnicas que se ocupan de la protección del patrimonio cultural. Dicho de otra forma, el historiador es consciente de que tiene algo que decir en los temas patrimoniales.
  2. Por otra parte, la inusitada profusión de escritos sobre la relación Historia del Arte y patrimonio, nos indica que también hay un cierto desconcierto sobre qué papel nos toca jugar en este ámbito. Encontramos en los artículos a que hacemos mención, dos constantes, un análisis del rol que puede jugar el historiador del arte, con el reconocimiento de algunas destrezas, pero también de numerosas carencias; y por otro lado una reivindicación de la legítima intervención de profesionales de la Historia del Arte en el ámbito patrimonial, dejando constancia de que dicha participación no está aún tan reconocida como debería(4).

En primer lugar definiremos la Tutela del Patrimonio como disciplina autónoma, seguimos en este punto a Castillo Ruiz(5), éste identifica el Patrimonio Cultural como el objeto de estudio o reflexión y a la Tutela o Protección del mismo como el ámbito disciplinar y científico que lo estudia. Atribuye el nacimiento de la disciplina al historiador del arte austriaco Alöis Riegl, en su obra Proyecto de una organización legislativa de la protección en Austria, publicada en 1902. Castillo identifica en este Proyecto, encargo de la Comisión Nacional de Monumentos de Austria, tres pilares básicos sobre los que se asienta la Tutela: su consideración como un proceso unitario y sinérgico, el interés público existente sobre los bienes (y por tanto la responsabilidad del Estado sobre su protección) y la fijación de unos valores subjetivos como activadores de la actividad tutelar.

El objetivo último de la Tutela del Patrimonio es dar cumplimiento a las exigencias demandadas por la sociedad a los bienes patrimoniales. El Patrimonio es hoy una seña de identidad, disfrutar del mismo es uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, la Tutela del Patrimonio se convierte así en un deber de la Administración. Castillo define la Protección o Tutela como un proceso unitario compuesto por 4 niveles interrelacionados:

  1. Conocimiento e identificación material y significativa de los bienes que integran el Patrimonio Cultural.
  2. Protección jurídica (determinación del estatuto jurídico de protección, creación de una estructura administrativa y dotación económica adecuada).
  3. Determinación de criterios y estrategias de intervención.
  4. Difusión o valorización.

En estos niveles de la Tutela del Patrimonio, confluyen otra serie de disciplinas con un largo recorrido académico que aportan sus herramientas y su tradición epistemológica (Antropología, Arqueología, Arquitectura, Bellas Artes, Biblioteconomía y Archivística, Ciencias Jurídicas, Geografía e Historia del Arte fundamentalmente; aparte de otra serie de ciencias y técnicas a las que se recurre para cuestiones auxiliares de tipo técnico: Química, Informática, Geología o Biología, por ejemplo) Pues bien todos estos ámbitos académicos buscan su «trozo del pastel», todos buscan su sitio en la Tutela.

Nosotros, por razones evidentes nos ceñiremos al caso de la Historia del Arte, procurando delimitar cuál es nuestro sitio y qué podemos aportar a esta Tutela del Patrimonio, caracterizada desde su gestación por ser un ámbito multidisciplinar (como lo era el estudio de la ciudad) Aunque las tendencias actuales nos llevan hacia la interdisciplinariedad (colaboración de las disciplinas) y la transdisciplinariedad (las barreras disciplinarias se diluyen y las disciplinas se entremezclan).

Entendemos la Historia del Arte como una Historia especializada, con un tradicional objeto de estudio como es la obra de arte, pero sin olvidar que su base es la Historia , su metodología y sus fuentes. Y sin olvidar sobretodo sus objetivos, el historiador del arte no se limita al análisis formal, crítica de autenticidad y catalogación de la obra de arte, su objetivo primordial, una vez depurado el conocimiento del objeto, es hacer Historiografía(6). Pero sin ceñirse ni mucho menos a la obra de arte, sino profundizando en las circunstancias que rodean su producción, relacionándola con otros objetos, con el artista y con el mecenas o promotor. Entendiendo, así mismo la obra de arte como agente y reflejo de su época. Retomando a Argan: «se hace Historia del Arte no sólo porque se piensa que se debe conservar y transmitir el recuerdo de los hechos artísticos sino porque se considera que la única manera de objetivarlos y explicarlos es historicizarlos. Por lo tanto la Historia del Arte es una Historia especial... pero no es una Historia diferente de las otras; la peculiaridad de su método no puede ir más allá de la elección de sus materiales y de la verificación de su idoneidad para ser empleados como materiales de una construcción histórica»(7).

Sin embargo, como ya apuntábamos anteriormente, el objeto de estudio de la Historia del Arte, ya no se limita a las obras de arte, se ha abierto a las artes decorativas, artes populares, a cualquier tipología arquitectónica (tradicional, industrial, etc...) así como al urbanismo. Por lo tanto, y sin miedo a equivocarnos, podemos decir que la práctica totalidad de bienes patrimoniales(8), son susceptibles de ser estudiados por parte del historiador del arte. Es evidente que el valor artístico es diferente del valor patrimonial, la sucesiva dilatación del concepto de patrimonio, que en principio sólo incluía bienes monumentales o histórico-artísticos, ha incorporado bajo el concepto de bienes culturales, otra serie de objetos valorados como patrimonio por su valor cultural, etnográfico, arqueológico, técnico,... nuevos elementos que debemos salvaguardar.

Por lo tanto podemos afirmar que el conocimiento y la interpretación histórica del bien cultural son el punto de partida para la participación del historiador del arte en la Tutela del Patrimonio. En las Jornadas Nacionales, «Historia del Arte y Bienes Culturales», organizadas por el Comité Español de Historia del Arte en 1992, ya se apuntaba en este sentido, las mesas redondas se titularon: Conocer para Conservar, Conocer para Intervenir y Difundir para Conocer. Se habla por tanto aquí de los cuatro niveles conformadores de la Tutela del Patrimonio (Conocimiento, Protección jurídica-Conservación, Intervención y Difusión)

Una vez establecida la base de nuestra participación, exponemos una reflexión de Giulio Carlo Argan al respecto, con la que comulgamos plenamente: «deploro el carácter excesivamente teórico y de difícil aplicación de los estudios superiores de Historia del Arte, poco vinculado con ese cuidado de las cosas que es el primer punto deontológico y metodológico de nuestra disciplina, pero no pretendo proponer la prevalencia del empirismo aplicado sobre la investigación científica; todo lo contrario. La investigación científica del historiador del arte tiene siempre como finalidad la conservación de las obras de arte, pero en cuanto este compromiso práctico realiza y verifica sus métodos propios de investigación científica»(9).

Argan cree firmemente necesaria la labor de nuestra disciplina en la Tutela del Patrimonio, pero eso sí, partiendo de la investigación científica. La crítica a la formación histórico-artística nos parece otro tino en las líneas de Argan, pese a que la denuncia data de 1979, esta descompensación entre asignaturas teóricas y materias de carácter práctico sigue totalmente vigente. Aunque que existe la asignatura de Técnicas Artísticas y Conservación de Bienes Culturales(10) y en algunas Universidades se planteen asignaturas sobre Tutela del Patrimonio o Museología, continúa habiendo una grave carencia de este tipo de contenidos. Se hecha en falta la implantación general de una asignatura sobre Historia de la Restauración monumental, que sería clave para conocer los primeros debates en torno al Patrimonio o una asignatura de Historia de la Construcción , que facilitara el conocimiento material del patrimonio arquitectónico. Esta carencia es aún más grave en la teoría, práctica y metodología de la investigación histórico-artística, aspectos totalmente marginados de la docencia, incluso en los cursos de doctorado.

Resulta paradójico este desinterés por la investigación científica y la Tutela del Patrimonio cuando en la Ficha Técnica de Propuesta de Título Universitario de Grado de Historia del Arte, encontramos como perfiles profesionales los siguientes:

  1. Protección y gestión del Patrimonio Histórico-Artístico y Cultural en el ámbito institucional y empresarial.
  2. Conservación, exposición y mercado de obras de arte.
  3. Difusión del Patrimonio Histórico-Artístico.
  4. Investigación y enseñanza.
  5. Producción, documentación y divulgación de contenidos de la Historia del Arte(11).

La misma propuesta, señala 120 créditos ECTS de contenidos formativos comunes (obligatorios), sólo 18 de éstos se dedicarían al Patrimonio, 15 a la Historia y ninguno a los fundamentos de la investigación histórico-artística. «La enseñanza de las prácticas de tipo científico se basa en eso: conocer la química es saber cómo son los procesos químicos, no qué productos químicos existen. Es en el curso del aprendizaje de las técnicas de construcción del discurso histórico como se aprende ese mismo discurso, y no al revés; se aprenden, ciertamente, los hechos, pero sobretodo cómo se establecen los hechos»(12).

Recapitulando lo expuesto hasta ahora, tenemos una disciplina autónoma, la Tutela del Patrimonio, es una ciencia multidisciplinar. Entre las disciplinas que por justicia ocupan un lugar destacado dentro de la Tutela está la Historia del Arte, que fundamenta su participación en la misma, por ser la ciencia que tradicionalmente se ha ocupado del estudio e interpretación histórica de la mayoría de bienes culturales. Sin embargo los actuales planes de estudio de Historia del Arte arrojan carencias como la falta de docencia de Historia, y de materias más prácticas como la Tutela del Patrimonio o la investigación histórico-artística. A nuestro juicio son estas carencias las que hacen que nuestro papel en la Tutela del Patrimonio sea a menudo meramente testimonial o de cortesía.

Pues bien, una vez realizado el diagnóstico hemos de analizar de qué forma se materializa esta actuación del historiador del arte en la Tutela del Patrimonio. Lo haremos distinguiendo cada una de las fases que Castillo Ruiz distingue como niveles constituyentes del proceso que conforma la Tutela del Patrimonio:

1. Conocimiento e identificación material y significativa de los bienes que integran el Patrimonio Cultural:

El especial protagonismo del historiador del arte en esta fase ya ha sido comentado; como recién afirmábamos, el conocimiento y la interpretación histórica del bien cultural son el punto de partida para la participación del historiador del arte en la Tutela del Patrimonio. Dentro de este apartado se incluirían también las catalogaciones e inventarios patrimoniales, en los que tradicionalmente los historiadores del arte han participado significativamente.

2. Protección jurídica:

En esta fase el historiador que pretenda ser competente necesita profundizar en el conocimiento de la normativa sobre patrimonio, leyes nacional, autonómica y de sus respectivos reglamentos de desarrollo. Conviene también conocer la ley del suelo y ordenación urbana, y saber interpretar el planeamiento urbanístico. Igualmente debemos conocer la organización administrativa de las administraciones competentes en Cultura, así como la ley de Régimen jurídico de las Administraciones Públicas y el Procedimiento Administrativo Común, para poder entender cuestiones tan básicas como qué significa y qué efectos tiene la incoación de un expediente de declaración de Bien de Interés Cultural. A esto debemos unir la lectura de las Cartas, Recomendaciones y Escritos que los organismos internacionales han difundido, principalmente UNESCO, ICOMOS y Consejo de Europa.

Ciñéndonos a los ejemplos más cercanos, desde 1985 los servicios técnicos de las Delegaciones Provinciales de Cultura de Andalucía cuentan con una estructura básica de gestión y control, formada por un arquitecto, un arqueólogo y un historiador del arte. Sin embargo el acceso a puestos en la administración cultural para los historiadores del arte ha estado muy limitado, los arquitectos cuentan con un cuerpo facultativo desde hace años, por ello éstos y los licenciados en derecho que acceden a la función pública como administradores generales(13) o en otras escalas administrativas inferiores superan en número a los historiadores del arte; que prácticamente sólo han podido acceder a la función pública a través del cuerpo superior facultativo de conservadores del patrimonio histórico, o el de conservadores de museos, ambos de más reciente creación y dotados con muchos menos efectivos que los anteriores. No obstante, son cada vez más habituales los contratos de servicios a historiadores del arte para la documentación de los expedientes de declaración de BIC o inclusión de bienes en el Catálogo General del Patrimonio Histórico andaluz o para participar en otro tipo de proyectos o catalogaciones.

Haciendo un paréntesis en este capítulo dedicado al Patrimonio Cultural en sentido amplio, nos referiremos a una de sus principales categorías, el conjunto histórico. Hoy en día el planeamiento urbanístico es el principal instrumento jurídico de protección de este patrimonio. Henares Cuéllar trata la participación del historiador del arte en la redacción de este planeamiento protector en varias fases:

  • Delimitación del ámbito de acción del plan. La delimitación perimetral se debe basar en criterios históricos.
  • Determinación de la protección de los bienes inmuebles singulares:

    1. Definiendo y elaborando el catálogo.

    2. Identificación de los objetos con su distinto nivel de protección.

    3. Determinación de aquellos bienes susceptibles de declaración.

  • Delimitación del entorno de los inmuebles singulares declarados dentro del ámbito del plan.

Además de fijar estos puntos, el Catedrático de la Universidad de Granada reivindica la presencia del historiador del arte en fases previas a la redacción del plan, como el diseño de la estrategia global del plan, o en tareas más específicas como el análisis de la evolución urbana, determinación de las tipologías espaciales y edificatorias o el estudio de los objetos que conforman la imagen de la ciudad(14).

3. Determinación de criterios y estrategias de intervención:

Entendemos como intervención un amplio abanico de posibilidades, principalmente las acciones de conservación preventiva y las restauraciones; aunque también el mantenimiento, la rehabilitación, reutilización (en el sentido de dotar de nuevos usos una arquitectura) y otras muchas intervenciones podrían ser tenidas en cuenta en esta fase.

Evidentemente es sobre la restauración monumental, sobre la que encontramos una abundante y apasionada bibliografía. Y decimos apasionada porque es un campo que sin lugar a dudas genera debate, muchas son las posibilidades de actuación ante un edificio necesitado de intervención y no existen unos criterios sólidos preestablecidos que indiquen cuál es el camino correcto a seguir. No existen porque cada construcción presenta distintas patologías, distintos grados de colapso, distintas problemáticas en fin y por tanto distintas soluciones.

Existe un consenso general sobre la necesidad de realizar unos estudios de carácter histórico, como paso fundamental, previo a la restauración. Como dice Antoni González para restaurar se necesitan cuatro ojos, los de la Arquitectura y los de la Historia(15). Esta necesidad de recurrir a la Historia la encontramos desde la Carta de Venecia de 1964(16) hasta la reciente Carta de Cracovia de 2000(17), pasando por la Carta italiana del Restauro de 1972(18). Es en este estudio previo, en el que se fundamenta la participación del historiador del arte en esta fase de la intervención (aunque en realidad regresamos en este punto al primer nivel, el del Conocimiento, la necesidad de conocer para poder intervenir)

En España, a pesar de la aceptación de estas normas de carácter supranacional, hasta avanzada la segunda mitad de siglo no ha sido habitual recurrir al historiador para realizar estos estudios. Si bien es cierto que a menudo los propios arquitectos restauradores, eran los mejores historiadores de la arquitectura de su época, tal es el caso de Vicente Lampérez, Velázquez Bosco, Leopoldo Torres Balbás, Félix Hernández, Fernando Chueca Goitia, Antonio Almagro o Rafael Manzano Martos.

Sin embargo esta documentación histórica, a pesar del unánime reconocimiento teórico, aún hoy, no se pone en práctica en todas las intervenciones. Realizándose principalmente en proyectos de restauración sobre monumentos significativos, o en obras de administraciones altamente cualificadas, como las intervenciones del Servicio de Catalogación y Conservación de Monumentos de la Diputación de Barcelona(19).

Cuando hoy en día estos estudios se llevan a cabo por historiadores, asistimos a una casi total marginación del historiador del arte frente a los profesionales de la arqueología, que ocupan un papel preponderante, justificado en parte por los estudios paramentales, nacidos de la mano de Roberto Parenti y conocidos como Arqueología de la Arquitectura. Algunos historiadores del arte conscientes del grado de conocimiento que aportan estos estudios, afirman que esta técnica puede también ser empleada por el historiador del arte; como escribe Fontenla San Juán: «aunque actualmente coexisten dos caminos, el estratigráfico y el histórico-artístico, particularmente creemos que ambos pueden ser recorridos por una misma persona: un historiador de la arquitectura que haya asimilado adecuadamente los instrumentos conceptuales de la arqueología estratigráfica de paramentos»(20).

Partiendo de una revisión de la disciplina, los estudios históricos, lejos de ser trabajos largos y farragosos, o meras recopilaciones de lo ya publicado, poco prácticos en definitiva para ser utilizados por un arquitecto que necesita respuestas específicas para preguntas concretas deben plantearse como un instrumento operativo para la reflexión. Existen numerosas clasificaciones sobre la organización de los análisis históricos previos a la restauración, a continuación exponemos el esquema del Servicio de Patrimonio de la Diputación de Barcelona, obra de Antoni González, lo elegimos por ser uno de los más coherentes y por venir sancionado por muchos años de puesta en práctica:

  • Estudio de las fuentes documentales referidas al monumento.
  • Estudio del monumento como fuente documental.
  • Estudio histórico-constructivo.
  • Estudio histórico-artístico.
  • Estudio de síntesis del análisis histórico(21).

Todos ellos son pasos que un historiador del arte correctamente formado y especializado en la materia, puede recorrer, González también incluye en otra fase del estudio previo el análisis sociológico, es decir explorar la significación actual de la obra. Tarea que el propio historiador puede ejercer, pues nuestra disciplina cuenta entre sus corrientes teóricas con la Sociología del Arte.

Una vez analizados los estudios históricos previos, el otro paso que, dentro de la Restauración Monumental , debe contar con la presencia del historiador del arte, es el momento de reflexión. Partiendo del análisis histórico y del análisis estructural, llega la hora de reflexionar sobre qué criterio de intervención adoptar, teniendo siempre en mente los valores patrimoniales, como elemento fundamental a salvaguardar y potenciar. «El historiador debería aquí representar la conciencia histórica y crítica que por razones evidentes de formación hace frecuentemente fallar a los demás técnicos»(22). A nuestro juicio, este es el momento más claro, en que los profesionales del patrimonio deben actuar como un equipo. El historiador debe poner sobre la mesa los resultados de su trabajo y debatir con arquitectos y demás profesionales, qué tipo de proyecto requiere el monumento. Losada Aranguren afirma que el rol del historiador del arte en la conservación del patrimonio vendría definido por la palabra criterios, entendidos éstos como el conjunto de normas que conforman el código ético de la actuación patrimonial(23). Este modus operandi , descargaría de responsabilidad al restaurador, que no puede ser juez y parte, facilitando soluciones consensuadas, enriquecidas por el debate y la crítica. Hoy, en la práctica totalidad de los proyectos de restauración, el arquitecto toma nota de la documentación histórica, pero es él y sólo él quién decide cómo intervenir.

Hasta ahora dentro de esta tercera fase de la Tutela del Patrimonio: determinación de criterios y estrategias de intervención, nos hemos centrado en la restauración monumental, pero todo lo dicho es también perfectamente aplicable a la restauración de bienes muebles, o a las actuaciones en patrimonios no monumentales; así como a otro tipo de actuaciones como la conservación preventiva, la rehabilitación urbanística o el mantenimiento de edificios. Y es que un mantenimiento adecuado (que incluya la sustitución de elementos puntuales, y la observación sistemática y toma de datos de modificaciones geométricas) pese a ser de menor lucimiento que una gran obra de restauración prolonga enormemente la vida de un edificio(24). Debemos de felicitarnos de que sea en esta línea de la actuación discreta, en la que se trabaja en hitos patrimoniales como la Catedral Mezquita de Córdoba, su arquitecto-restaurador, Rebollo Puig, afirma: «Creemos que la voz cantante la debe de llevar el monumento. Nuestra misión fundamental es: dejarle hablar, ayudarle a expresar, a dar lo mejor de sí mismo»(25).

Hemos visto hasta ahora cuál es el protagonismo del historiador del arte, a continuación expondremos qué conocimientos complementarios son necesarios para aquellos que desde nuestra disciplina quieran dedicarse a este campo. Además de conocer las leyes de patrimonio y la normativa internacional, es requisito indispensable acudir a las Cartas del Restauro italianas, o como plantea Pedro Navascués conocer la Historia de la Restauración (desde el debate entre escuela restauradora y conservacionista, hasta las tendencias actuales) También un campo de estudio al que se la ha prestado nula atención desde la Historia del Arte es la Historia de la Construcción , fundamental para adentrarse en la Arqueología de la Arquitectura , y para lograr una completa aprehensión del monumento. También es necesario un cierto cambio de actitud ante el objeto, como dice Agustín Azkarate urge desacralizar el objeto, que no existe en sí mismo como un estilo congelado en el tiempo sino como la materialización de una evolución histórica fragmentada que necesita ser biográficamente restaurada(26). En el caso de los bienes muebles sería preciso profundizar en el estudio de las técnicas artísticas. También es necesario un conocimiento somero de los factores físicos, químicos y biológicos que inciden en la degradación de los materiales constituyentes del patrimonio, así como de los instrumentos de análisis y diagnóstico más comunes para evaluar el estado de conservación de los bienes y de las medidas articuladas por la conservación preventiva para paliar su deterioro.

4. Difusión o valorización:

El patrimonio cultural es una construcción social, no existe per se , el patrimonio es tal, en cuanto es valorado por los ciudadanos y su interés viene justificado por la función social que cumple, posibilitar el reconocimiento de la identidad y obtener conciencia de un pasado colectivo. Facilitando así el acceso a la cultura, reconocido en nuestra Constitución como un derecho fundamental. Tiene paralelamente una evidente función educativa, como sanciona la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico en su artículo 5: «el patrimonio ofrece una materia privilegiada de explicaciones y comparaciones del sentido de las formas y multitud de ejemplos de su utilización. En consecuencia, la imagen y el contacto directo cobran de nuevo una importancia decisiva en la formación de los hombres. Interesa, pues, conservar vivos los testimonios de todas las épocas y de todas las experiencias»(27).

La difusión, un estadio a menudo ignorado, se convierte por tanto en el nivel decisivo que da sentido a todas las acciones anteriores de la Tutela del Patrimonio. Como se expone en el Preámbulo de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía «la mejor garantía de su conservación y enriquecimiento será una adecuada difusión»(28).

Se trata de difundir el conocimiento sobre los bienes culturales, y si los historiadores del arte son los principales agentes que participan en el conocimiento de las diversas realidades patrimoniales, quiénes mejor que ellos para difundir entre la sociedad este conocimiento. ¿Qué sentido tienen las investigaciones sobre patrimonio, si a posteriori no se difunden mediante publicaciones o conferencias? No se trata sólo de difundir investigaciones o de promover la creación de una conciencia patrimonial, se trata de poner en valor el patrimonio dándolo a conocer. De difundir igualmente actuaciones de restauración, políticas en materia de bienes culturales. Las vías son múltiples, exposiciones, publicaciones, simposios, centros de interpretación, musealización del patrimonio, rutas culturales, reutilización del patrimonio abandonado, páginas web, etc.

Queremos concluir este trabajo dedicado a la relación entre el historiador del arte y el patrimonio histórico, hilvanando y haciendo nuestra la reflexión de dos historiadores del arte. Reivindicativos sobre nuestras aptitudes, pero al mismo tiempo autocríticos sobre nuestra falta de dinamismo: «quizá se pueda reprochar a los historiadores del arte el haber mantenido hasta ahora un cierto distanciamiento de estas cuestiones. Si esto es cierto, entonces nos encontramos ante un terreno virgen que ha de ser explorado y es mejor que se haga por quienes tienen la formación adecuada para ello pues, en caso contrario, seguro que se hará y, si se hace mal, no habrá entonces razón para la queja»(29). Y es que «una Historia del Arte que no sea capaz de dar respuesta adecuada a las exigencias sociales de cada época ha de considerarse caduca»(30).

 

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(1)PÄCHT, Otto: Historia del arte y metodología. Madrid, 1993; p. 9.

(2)ARGAN, Giulio Carlo: Historia del arte como historia de la ciudad. Barcelona, 1984; p. 65.

(3) AA.VV.: El historiador del arte, hoy . Salamanca, 1997; AA.VV.: Historia del Arte y Bienes Culturales. Sevilla, 1998; ANTIGÜEDAD DEL CASTILLO OLIVARES, María Dolores: “ Historia del arte y ciudad: reflexiones sobre la intervención en los cascos urbanos” en AA.VV.: Arte e identidades culturales: Actas del XII Congreso Nacional del CEHA ; pp.: 377 . Oviedo, 1998; ARGAN, Giulio Carlo: Historia del arte como historia de la ciudad . Barcelona, 1984 ; BORRÁS GUALÍS, Gonzalo: Cómo y qué investigar en historia del arte , p. 155-166 Barcelona, 2001; BORRÁS GUALÍS, Gonzalo: “A modo de presentación: El papel del historiador del arte en la conservación y restauración de monumentos y obras artísticas” en Artigrama , nº 6-7; pp.: 7-11. Zaragoza, 1991-1992; BORRÁS GUALÍS, Gonzalo: “La historia del arte en la encrucijada” en Artigrama , nº 10; pp.: 45-53. Zaragoza, 1993; CALDERÓN ROCA, Belén: “La participación de la Historia del Arte en la conservación del patrimonio urbano: un reto para el presente” en Boletín de Arte , nº 23; pp.: 383-404. Málaga, 2002; CASTILLO RUIZ, José: “La relación Patrimonio arquitectónico–territorio: un reto para el historiador del arte” en Historia del Arte y Bienes Culturales , pp. 28-31. Sevilla, 1998; FERRERAS ROMERO, Gabriel: “Las relaciones de Historiadores del arte y demás especialistas de la conservación y restauración” en PH , nº 9; pp.: 42-43. Sevilla, 1994; FONTENLA SAN JUÁN, Concepción: “ La Historia del Arte, una ciencia al servicio del conocimiento del monumento” en AA.VV.: Arte e identidades culturales: Actas del XII Congreso Nacional del CEHA ; pp.: 453-462 . Oviedo, 1998; FONTENLA SANJUÁN, Concepción: “El historiador del arte ante una actuación en el patrimonio construido” en El Historiador del arte, hoy , pp. 165-173. Salamanca, 1997; GARCÍA CUETOS, Mª Pilar: “El papel del historiador del arte en los procesos de intervención en el patrimonio” en Historia del Arte y Bienes Culturales , pp. 56-62. Sevilla, 1998; GOY DIZ, Ana: “El papel del historiador del arte en la conservación del patrimonio construido como conciencia cultural del pasado histórico de un pueblo” en El Historiador del arte, hoy , pp. 175-184; HENARES CUÉLLAR, Ignacio: “La historia del Arte como instrumento operativo en la gestión y protección del Patrimonio Histórico” en CASTILLO OREJA, M. A. (ed.): Centros Históricos y conservación del Patrimonio, pp. 79-91; Madrid, 1998; HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Ascensión: “ ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? (Algunas reflexiones acerca de la relación entre la Historia del arte y el Patrimonio cultural)” en Artigrama , nº: 15; pp.: 543-564. Zaragoza, 2000; LOSADA ARANGUREN, José Mª: “Teoría y praxis de la conservación: el rol del historiador del arte” en PH , nº: 28; pp.: 69-72. Sevilla, 1999; MARTÍNEZ MONTIEL, Luis Fco.: “Por amor al arte. Un reto para nuestra disciplina” en Historia del Arte y Bienes Culturales, pp. 44-47. Sevilla, 1998; MORALES MARTÍNEZ, Alfredo José.: “El historiador del arte ante la actual problemática del patrimonio cultural” en El Historiador del arte, hoy , pp. 119-132. Salamanca, 1997; MORENTE DEL MONTE, María: “Patrimonio histórico e Historia del arte. Una invitación a la reflexión” en Boletín de Arte , nº (17); pp.: 93-106 . Málaga, 1996; MUDARRA BARRERO, Mercedes: “Jornadas Nacionales: Historia del Arte y Bienes Culturales” en PH , nº: 1; p.: 4. Sevilla, 1992; ORDOÑEZ VERGARA, Javier: “Historia del arte y Patrimonio (I). Una aportación metodológica desde la Historia del Arte a la actuación sobre Patrimonio Histórico” en Boletín de Arte , nº 16; pp.: 101-112. Málaga, 1995; ZALAMA, Miguel Ángel: “El historiador, la Historia y la restauración” en RIVERA BLANCO, Javier (coord.) Nuevas tendencias en la identificación y conservación del patrimonio; pp .: 157-174. Valladolid, 2003.

(4) A nuestro juicio esta escasez de historiadores en la protección del patrimonio se debe tanto a la Administraciones competentes en la materia y a los profesionales que sí intervienen habitualmente en el patrimonio (arquitectos principalmente), como al propio gremio de historiadores del arte, que todavía no se han interesado como deberían en especializarse en cuestiones relativas a la tutela patrimonial.

(5) CASTILLO RUIZ, José: “El nacimiento de la tutela como disciplina autónoma: Alöis Riegl”, en PH , nº 22, pp.: 72-76. Sevilla, 1998.; CASTILLO RUIZ, José: “ Los fundamentos de la protección: el efecto desintegrador producido por la consideración del Patrimonio Histórico como factor de desarrollo” en Patrimonio Cultural y Derecho , n º 8; pp.: 11-36. Madrid, 2004. José Castillo sigue en este punto a diversos autores italianos, principalmente a DI STEFANO, R.: Il recupero dei valori: centri storici e monumenti. Limiti della conservazione e del restauro . Nápoles, 1979; y a SCARROCCHIA, Sandro: Alois Riegl: teoria e prassi della conservazione dei monumenti . Bolonia, 1995.

(6) BORRÁS GUALÍS, Gonzalo: “La historia del arte en la encrucijada” en Artigrama , nº 10; pp. 45-53. Zaragoza, 1993; p. 48.

(7) ARGAN, Giulio Carlo: Historia del arte como historia de la ciudad . Barcelona, 1984; p. 16.

(8) Exceptuamos de entre la amplia secuencia de bienes patrimoniales en los que es legítima la presencia del historiador del arte: el patrimonio inmaterial (susceptible de ser abordado por la Antropología Social ), el patrimonio documental y bibliográfico (Biblioteconomía y Archivística), así como parte del patrimonio arqueológico (Arqueología)

(9) ARGAN, Giulio Carlo: Historia del arte como historia de la ciudad . Barcelona, 1984; p. 83.

(10) Sobre esta asignatura Alfredo J. Morales afirma que ha sido resuelta por las distintas universidades españolas en las que existe una licenciatura en Historia del Arte de forma muy variada, pero generalmente insuficiente. Es más, en algún caso podría decirse que ha sido todo un fiasco . En MORALES MARTÍNEZ, Alfredo José: “El historiador del arte ante la actual problemática del patrimonio cultural” en El Historiador del arte, hoy. Salamanca, 1997; p. 122.

(11) Ficha Técnica de Propuesta de Título Universitario de Grado en Historia del Arte , según R.D. 55/2005 de 21 de Enero en http://www.ub.es/ub/europa/documents/directrius/historia_art.pdf

(12) ARÓSTEGUI, Julio: La investigación histórica: Teoría y método. Madrid, 1995; p. 39.

(13) Este cuerpo facultativo de la administración está abierto a cualquier licenciado, arquitecto o ingeniero, sin embargo su temario se estructura principalmente en base a temas de Derecho Administrativo y Constitucional, por ello la mayoría de funcionarios que integran el mismo provienen del Derecho.

(14) HENARES CUÉLLAR, Ignacio: “La historia del Arte como instrumento operativo en la gestión y protección del Patrimonio Histórico” en CASTILLO OREJA, M. A. (ed.): Centros Históricos y conservación del Patrimonio . Madr id, 1998; pp. 88-91.

(15) GONZÁLEZ-MORENO NAVARRO, Antoni: “Los clarines del miedo (Cada monumento tiene su lidia)” en III Simposi sobre Restauració Monumental . Barcelona, 1993; p. 400.

(16) Art.9...La restauración estará siempre precedida y acompañada de un estudio arqueológico e histórico del monumento. En http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/VENECIA.pdf

(17) Art. 3... Este proyecto de restauración debería basarse en una gama de opciones técnicas apropiadas y organizadas en un proceso cognitivo que integre la recogida de información y el conocimiento profundo del edificio y/o del emplazamiento. Este proceso incluye ...la identificación del significado histórico, artístico y sociocultural. En http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/carta_de_cracovia.pdf

(18) La redacción del proyecto de restauración de una obra arquitectónica debe estar precedida de un estudio atento del monumento, elaborado desde distintos puntos de vista (que tenga en cuenta su posición en el contexto territorial o en el tejido urbano, los aspectos tipológicos, las apariencias y cualidades formales, los sistemas y caracteres constructivos, etc.) tanto con relación a la obra original, como también a los posibles añadidos y modificaciones. Parte integrante de este estudio serán las investigaciones bibliográficas, iconográficas y de archivo, etc., para recabar todos los datos históricos posibles. En http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/ITALIA_2.pdf

(19) Hoy denominado como Servicio de Patrimonio Arquitectónico Local, comenzó a funcionar en 1915, bajo la dirección de Jeroni Martorell. En la actualidad Antoni González-Moreno Navarro es el arquitecto responsable de su gestión.

(20) FONTENLA SAN JUÁN, Concepción: “ La Historia del Arte, una ciencia al servicio del conocimiento del monumento” en AA.VV.: Arte e identidades culturales: Actas del XII Congreso Nacional del CEHA. Oviedo, 1998; p. 458.

(21) GONZÁLEZ-MORENO NAVARRO, Antoni: La restauración objetiva (Método SCCM de Restauración monumental) Barcelona, 1999.

(22) FERRERAS ROMERO, Gabriel: “Las relaciones de Historiadores del arte y demás especialistas de la conservación y restauración” en PH , nº 9. Sevilla, 1994; p. 42.

(23) LOSADA ARANGUREN, José María: “Teoría y praxis de la conservación: el rol del historiador del arte” en PH , nº: 28. Sevilla, 1999; p. 69.

(24) AROCA HERNÁNDEZ-ROS, Ricardo: “¿Por qué el Patrimonio debe ser conservado?” en Cuadernos de Restauración del Instituto Juan de Herrera , nº 10. Madrid, 2003; p. 7.

(25) REBOLLO PUIG, Gabriel: “Restauraciones en la Catedral Mezquita de Córdoba. Estado de la cuestión” en II Bienal de Restauración Monumental, p. 267. Vitoria, 2004. En http://www.catedralvitoria.com/pdfs/publicaciones/2_7_15.pdf

(26) AZKARATE GARAI-OLAUN, Agustín: “Intereses cognoscitivos y praxis social en Arqueología de la Arquitectura ” en Arqueología de la Arquitectura , nº 1 . Bilbao, 2002; p. 59. En http://www.ehu.es/arqueologiadelaarquitectura/documentos/1103734765intecog.pdf

(27) Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico . Amsterdam , 1975. En http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/DECLARACION_DE_AMSTERDAM.pdf

(28) Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía . Sevilla, 1991. En http://www.parlamento-and.es/pdf/conocer_mas/leyes/ley-1-91.pdf

(29) LOSADA ARANGUREN, José María: “Teoría y praxis de la conservación: el rol del historiador del arte” en PH , nº: 28. Sevilla, 1999; p. 72.

(30) BORRÁS GUALÍS, Gonzalo: “La historia del arte en la encrucijada” en Artigrama , nº 10. Zaragoza, 1993; p. 50.