MASTER ARQUEOLOGÍA Y TERRITORIO

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada


NOTICIAS DEL MASTER

Visita a Almedinilla y Cueva de los Murciélagos de Zuheros

13 de marzo de 2009:  

 

“Lo que es bueno para comer,

es bueno para pensar”

Marco Gavio Apicio, De re coquinaria  ADVANCE \d 5

        

         Viernes 13 de Marzo de 2008. Como estaba previsto, partimos en autobús desde el Monasterio de  Cartuja,  pasadas ya las 8 de la mañana. El amanecer despejado y una temperatura agradable en esas tempranas horas del día aventuraban una espléndida jornada primaveral, bien acogida  entre los excursionistas, deseosos de olvidar ya el frío y la lluvia de un invierno impropio de estas tierras y que parece estar tocando a su fin.

         Nuestro primer destino sería Almedinilla, un pueblecito cordobés famoso hoy por su riqueza arqueológica. Ubicado en la Subbética Cordobesa se sitúa en una zona  rica en agua, con diversidad ecológica y temperaturas suaves, características que propiciaron un poblamiento desde época temprana.  La cita con nuestro guía había sido fijada a las 10 de la mañana, por lo que nos entretuvimos recorriendo el pequeño museo que alberga algunos de los materiales arqueológicos de la cercana Villa Romana de El Ruedo, nuestro próximo destino. Allí pudimos observar desde monedas  hasta los típicos adornos romanos, en los cuales el elemento fálico ocupa un destacado lugar.

            Emilio, nuestro guía, nos condujo puntualmente al interior de la Villa Romana de El Ruedo, descubierta en 1989 durante la construcción de la A-340. La villa mantiene una ocupación que va desde el siglo I al VII d.n.e y muy cerca se sitúa una necrópolis contemporánea a la villa y datable entre los siglos IV y VII . Lo primero que impresiona es el gran  horno que preside la entrada al recinto, reconstruido, y que formaba parte de un conjunto de hornos, que una vez documentados, se arrasaron para continuar el trazado de la carretera. Tal y como señalaron en sus obras los agrónomos latinos Catón, Paladio, Varrón o Columela, la villa romana se sitúa dominando un amplio territorio de cultivo, con curso de agua y con facilidad para las comunicaciones.  En la villa se diferencian  claramente dos partes: una “pars rustica” dedicada al laboreo del campo y almacenaje, y una “pars urbana”, que se conforma como una lujosa casa de tipo helenístico, estructurada en torno a un atrium central en el que todavía hoy se puede reconocer el  impluvium, pequeño estanque destinado a recoger el agua de la lluvía, que entra por  un hueco rectangular situado en el centro del patio (compluvium). Los suelos presentan en muchos casos ricos mosaicos con motivos geométriccos  pertenecientes a varios momentos del mundo romano mientras que  las paredes conservan la pintura al fresco que imita modelos arquitectónicos. Las dependencias privadas se yuxtaponen al ámbito público de la villa, donde destacan por un lado las estancias dedicadas al baño o sauna (caldarium) pero sobre todo la zona del triclinium, dominado por un ninfeo dedicado al dios Hypnos (dios del sueño), del que emanaban las aguas del río del olvido, las mismas que llevan nuestros sueños a un lugar del que jamás volverán. La excelente conservación de las estructuras, que en algunos casos conservan la marca de  imprudentes máquinas excavadoras, nos hace viajar en el tiempo a lujosos banquetes dónde los comensales disfrutaban de las más exquisitas recetas de Marco Gavio Apicio mientras sonaba el discurrir de las aguas que descendían del ninfeo, presidido por la estatua del dios, la cual podemos contemplar hoy en el Museo Arqueológico.

 

            Con el mediodía nos trasladamos a visitar el poblado ibérico situado en El Cerro de la Cruz, que domina Almedinilla desde el Suroeste, ofreciendo una ladera de difícil acceso en su lado Norte. Emilio nos guió por un poblado construido a partir de grandes muros de contención que conforman las terrazas artificiales donde se sitúan viviendas y otras dependencias de trabajo. Es un yacimiento que presenta un excelente estado de conservación con muros que llegan hasta los 2 metros de altitud formados por un zócalo de piedra y una pared de adobe. El poblado presenta una estructura urbana compleja y organizada.

            Nuestro guía, que había  formado parte del equipo que excavó el yacimiento, se dedicaba ahora a una concienzuda conservación de ambos yacimientos aparte de llevar a cabo talleres de Arqueología Experimental. En este campo destaca su labor a la hora de la elaboración de mosaicos romanos para calcular el esfuerzo y tiempo empleado en su confección, la reconstrucción de algún horno en la misma villa o  la construcción de casas siguiendo el modelo de casa ibera del poblado, incluso alguno de nosotros experimentó el lanzamiento con honda ante la espantada general, debida a la imprevisible dirección que la piedra pudiese tomar. Seguramente, para los que nos dedicamos o vayamos a dedicarnos profesionalmente a la Arqueología, puede haber aspectos criticables en la labor de personas que no trabajan con una metodología científica, pero conocer a Emilio nos sirve para comprender lo importante que es para un yacimiento arqueológico  contar con gente que dedica una gran parte de su tiempo a la conservación y a intentar avanzar en el conocimiento del mismo, la mayoría de las veces de forma desinteresada.       

            El último destino en Almedinilla fue el Museo Arqueológico, el cual se estructura por plantas. La planta baja nos muestra la maquinaria antigua para la elaboración del aceite en uso hasta los años 70. En la primera se exhibe el material arqueológico recuperado del anteriormente citado poblado ibérico, además de algunos paneles informativos sobre la vida en este poblado y  un pequeño espacio que explica de una forma muy didáctica la metodología de la ciencia arqueológica. La segunda planta nos introduce en el mundo romano centrándose en la Villa romana de El Ruedo. Destacan las esculturas de dioses y héroes grecorromanos, entre ellos Hermes, Dionisos, Apolo, pero sobre todo Hypnos, dios del sueño, escultura que presidía la zona del ninfeo.

            Tras una agitada mañana, el hambre no se hizo esperar. Sin embargo podemos decir que no abandonamos la historia ni para el rato del almuerzo, ya que disfrutamos de un típico menú cordobés en un Restaurante situado en la antigua estación ferroviaria del término municipal de Luque, un buen lugar para los amantes de la naturaleza y del senderismo.

            Para la última visita del día nos trasladamos a Zuheros, contemplando unas magníficas vistas en nuestra subida a la cueva conocida como la de los Murciélagos. Rosa Lozano, bióloga, nos suministró las luces frontales para el descenso y nos guió hacia las entrañas de la cueva. Tras  resbalones, vértigos y algún chascarrillo llegamos a la zona que había sido ocupada desde el Paleolítico Medio hasta época Romana. Sin embargo, la Cueva de los Murciélagos es famosa por ser uno de los yacimientos neolíticos más completos de toda la península. Unos moradores que vivían en la entrada de la cueva en torno al VI y IV milenio a.n.e, que se enterraban allí y que seguramente utilizaban esta cueva como un lugar dónde llevar a cabo sus rituales. Y no debería parecernos extraño, ya que las formaciones de estalactitas, estalagmitas y gours dotan a la cueva de una belleza excepcional ,como vemos, por ejemplo, en la llamada Sala del Órgano. Por último pudimos observar algunos ejemplos de la fauna que habita en la cueva y que da nombre a la misma.

                  La llegada a Granada se produjo alrededor de las 20 de la tarde y el autobús nos dejó en el punto de partida. En resumen, una interesante, didáctica y divertida excursión que a todos os animamos a realizar.

Crónica de Fran Magán, alumno del Master Arqueología y Territorio