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Cuaderno de Bitácora
Reflexiones sobre nuestro tiempo
Vivimos una época de cambios agitados. Un lánguido declinar se cierne sobre todo lo que conocemos y el advenir se torna inquietante. Pero el lenguaje nos salva de un naufragio. Nos concentra para irradiar, al tiempo que logra extraernos excéntricamente de nosotros mismos. Pensar el ocaso de nuestro mundo requiere este ocaso personal en favor de la palabra y de las luces de aurora que ella quisiera congregar.
 

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"Tercera persona". Totalitarismo analítico
02 / 01 / 2020


Todos hemos tenido esa experiencia, en horas bajas, de no poder pertenecer a nada, de estar como condenados a mirar la vida desde fuera. La psicopatología existencial está plagada de estudios de casos de ese tipo. Se trata de pacientes que muestran una incapacidad para comprender el sentido de una situación de manera interna, hundiéndose en ella. Una paciente de Minkowski dejó una carta antes de suicidarse. Decía allí que no soportaba más, que sabía que hay en el diccionario un término que significa "sentido" y que eso es lo que experimenta un ser humano cuando habita un mundo concreto, internándose en él, pero que a ella le resultaba imposible, que tenía que sustituir esa comprensión práctica (hermenéutica) por razonamientos que tocaban la cosa sólo exteriormente. "Así no se puede vivir".

La mitología actual, muchas veces promovida por un cierto transhumanismo, presupone la primacía de esta perspectiva, la perspectiva externa o de tercera persona. Se extiende en la literatura sobre el tema, en el cine y en el sentido común. Se trata de la idea de que la Inteligencia Artificial podrá crear humanoides que piensan, aman, tienen miedo a la muerte, etc. Eso es completamente falso. Ese supuesto está basado en una mentira o en una reflexión excesivamente parca y superficial. La discusión sobre esta problemática se detuvo a final del siglo XX y ya no prosiguió, instalándose esta necedad como exclusiva línea. Es falsa porque una máquina, por compleja que sea, sigue reglas (reglas que usan, transmiten, administran...) información. Y ese comportamiento de seguimiento de reglas sólo puede reproducir comportamientos humanos basados en la observación de "tercera persona", es decir, "desde fuera".

Máquinas así existirán algún día, pero no serán lo que se está vendiendo en círculos intelectuales y en la literatura o el cine de ficción. Pensar, tener expectativas, habitar, querer, detestar, anhelar.... todo eso implica la capacidad para experimentar situaciones desde dentro. Esos robots que han capturado la imaginación ni siquiera podrán suicidarse (lo harían si pudieran comprender, al menos, como la paciente de Minkowski, lo que les falta). ¿Por qué es importante esto? Vean por dónde va la cosa. En filosofía de la mente y en Inteligencia Artificial, se trabaja con el falso supuesto de que la perspectiva de tercera persona, que es objetivadora, cosificadora, matematizante, expresa el comportamiento humano. En psicología cognitiva, que se extiende también como el aceite, un supuesto análogo indica que el psiquismo no radica en procesos internos de comprensión sino en procesos de adaptación funcional al medio (externos, por tanto).

Tanto en la filosofía política habitual como en la política práctica lo que importa de los problemas es si se ajustan o no a procedimientos formales de decisión, de enjuiciamiento, de penalización o de permisividad, no los problemas considerados desde su trama interna. En educación importan poco los contenidos, cada vez menos, imponiéndose como clave de la calidad o excelencia el modo en que los contenidos son informados, reglamentados, subsumidos en reglas operativas .... En todos estos casos, y todos los semejantes a estos, se está empleando con exclusividad la perspectiva de tercera persona.

Avanzamos hacia una sociedad basada en la falsa y tácita conjetura según la cual el acceso al mundo se realiza desde la perspectiva de un espectador, nunca desde la de un ser que habita internamente en un mundo. Muchas enfermedades psicológicas actuales son producto de este "paradigma externalista". No habitamos. O corremos el riesgo de no habitar. Estamos tendencialmente frente al mundo, no en el mundo. De este principio muy general, subyacente a una multitud de ámbitos epstemológicos, políticos, sociales, educativos, etc. de nuestras sociedades avanzadas, se deduce ya un hombre-máquina.

El hombre-máquina no es el que construiremos, sino el nombre de un lugar abstracto, el que nosotros mismos ocuparemos si no nos percatamos de esta sutil lógica.