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Cuaderno de Bitácora
Reflexiones sobre nuestro tiempo
Vivimos una época de cambios agitados. Un lánguido declinar se cierne sobre todo lo que conocemos y el advenir se torna inquietante. Pero el lenguaje nos salva de un naufragio. Nos concentra para irradiar, al tiempo que logra extraernos excéntricamente de nosotros mismos. Pensar el ocaso de nuestro mundo requiere este ocaso personal en favor de la palabra y de las luces de aurora que ella quisiera congregar.
 

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Marxismo. Definición y crítica de sus usos incorrectos
18 / 04 / 2020


Compruebo a menudo que surgen posiciones (sobre lo que ocurre o debería ocurrir en el futuro) “excesivamente híbridas”, es decir, inconsistentes, porque introducen elementos filosóficos contradictorios entre sí o desconocen elementos filosóficos de los que quieren, sin embargo, hacer uso. Razonaré sobre este uso incorrecto a propósito de posiciones que podríamos llamar "excesivamente entusiastas".

Introducción. «Par pitié, par amour, pour l’humanité, soyez inhumains!»

Kant quedó conmovido con el entusiasmo de la Revolución Francesa y llegó a deducir de ello que en el corazón humano hay labrados a fuego principios morales, es decir, principios que valen por sí mismos y no en virtud de un fin pragmático, una utilidad o un provecho. Desde que se escribió la Crítica de la Razón Práctica, sin embargo, han tenido lugar los acontecimientos más inmorales, tal vez, de la historia de la humanidad.

Ahora bien, el entusiasmo de la Revolución Francesa (que pretendía principios morales: igualdad, libertad, fraternidad) también condujo al Terror. Tanta fue la fe que la revolución puso en sí misma que creyó que los asuntos humanos se solucionan “a conciencia”, por la libre decisión, por la independencia de la Razón Autónoma. Todo lo que se enfrentase a esa “libertad” se convertiría en contra-revolucionario. El lema llegó a ser el siguiente: «Par pitié, par amour, pour l’humanité, soyez inhumains!» (¡Por piedad, por amor, por la humanidad, seamos inhumanos!). Habría sido maravilloso que Kant y los ilustrados hubiesen acertado. Pero, por desgracia, la historia no la hace fundamentalmente la Razón y la Voluntad Libre.

La determinación material de la conciencia y la voluntad. Otra idea introductoria: "fuerza ciega"

Si se comprenden las dificultades que tiene el ilustrado con sus principios morales, quizás se entienda que hay fuerzas ciegas capaces de echar por tierra a cualquier principio racional. ¿Qué es una “fuerza ciega”? Es una dynamis puramente inercial. Veamos antes qué es una dynamis y encontraremos que hay fuerzas ciegas y otras que no lo son (pueden ser incluso racionales).

Hay que distinguir entre dimensión “estructural” de la sociedad y “dimensión genética”. Esta última no es una estructura o un conjunto de estructuras. Es una dynamis, un dinamismo. Los dinamismos son invisibles, más que las estructuras, mucho más. Salga usted a correr (cuando acabe el confinamiento, claro) y podrá distinguir una cosa de otra, si recuerda esto que escribo ahora y me hace el favor. Su cuerpo, se puede decir, tiene una estructura, a saber, una forma, una com-posición, como quiera llamarlo. Un orden regido por reglas: eso es una estructura. Si lo tomamos así, como estructura, lo estamos viendo desde una óptica objetiva, propia de la ciencia. Pero lo que dice la ciencia sobre nuestro cuerpo no es falso. Es sólo parcial. Estábamos en que ha salido a correr. Su cuerpo está “corriendo”. Pero esto ya no es una estructura, ¿no? Yo no he visto a ninguna estructura moverse. Esto es una dynamis. Así que una estructura muy compleja como la de su cuerpo está “inmersa” en una dynamis. El correr es una realidad dinámica, un movimiento. Esta dynamis es “generativa”. Significa esto que no se limita a ser un “efecto” de la estructura (de su cuerpo). Cuando tiene lugar, ocurre que se adueña de ella y la pone a su disposición. La dynamis genera transformaciones estructurales, crea un proceso que mueve y trastoca las estructuras (las de su cuerpo). No lo hace al margen de éstas, por supuesto, pero, siendo su envés, llega a supeditarlas. La dynamis de su ejercicio físico toma para sí la estructura de su cuerpo y la envuelve, la transforma, la pliega de mil formas. La dimensión de "fuerza" (dynamis) es más real que la de estructura. Ambas van unidas, son haz y envés, pero lo que mueve es la fuerza.

Distinguidas las dos dimensiones, estructura y dinámica genética, se pueden realizar algunas observaciones sobre los tipos de fuerza.

Hegel creyó que la dynamis que conduce los destinos humanos (y hasta cósmicos) es el Espíritu, potencia racional que se abre paso en la historia. La dynamis aquí fue pensada como una fuerza lúcida o una razón dinámica.

[El espíritu no es un fantasma. Es justamente eso: "potencia racional", dynamis juiciosa y sapiencial. Porque hay uns ingente cantidad de espiritualistas de nuevo cuño que creen en cosas así como el amor, el odio y el diálogo. Eso sí que es espiritualismo. Ni el amor ni el odio existen. Existen fuerzas que mueven a actitudes que llamamos "odio", "amor" o "diálogo". Cuando nos dicen que han puesto una bomba por odio, nos están diciendo que no pensemos. Que no busquemos las fuerzas concretas que llevaron al acto terrorista, porque quizás nos encontramos que el terrorista actúa porque nosotros lo bombardeamos a granel]

Hegel, pues, entiende la dynamis como fuerza racional. Schopenhauer pensó la dynamis como una voluntad ciega, no inspirada por la razón: una pura inercia, sin fines y sin un sentido. Quiso decir con eso que bajo lo que existe, vemos y tocamos, lo que impulsa (como impulsa a todo ser vivo la lucha por la supervivencia) es un dinamismo no racional y no dirigido por un propósito o articulación interna. Va, para que nos entendamos, "a su maldito rollo". ¿Qué mueve a las hormigas a organizarse de ese modo? Una fuerza ciega, que es un instinto o una tendencia de naturaleza. Pero no tiene propósito. Esa fuerza sólo hace sobrevivir. Y sobrevivir no es vivir. Vivir es algo más alto, es existir comprendiendo y proyectándose. Bien, sustituya "voluntad" por "fuerza". Pues ya lo tenemos. Pensaba que somos conducidos intimamente por fuerzas ciegas (también les oponía a estas la razón, pero eso es otro asunto y nos llevaría muy lejos).

Son, creo, las dos concepciones más radicalmente opuestas de la dynamis. Teniéndolas en cuenta se pueden pensar variantes. Por ejemplo, lo que conduce la vida internamente para Nietzsche está del lado de Schopenhauer y frente Hegel. Sólo que Nietzsche corrige a su maestro. La dynamis no es, efectivamente, una razón en movimiento, sino una voluntad. Pero no es exactamente una voluntad “ciega”. Tiene un lucidez “pre-racional”. Es voluntad de poder, es decir, de crecimiento, de expansión, de aumento en riqueza vital [la voluntad de poder no tiene nada que ver con el dominio. Es eso justamente: impulso al crecimiento, expansión, riqueza, autosuperación. El Fhürer era imbécil].

El concepto de "marxismo" y la idea de "ley dialéctica" (aplicación de la noción de "fuerza ciega")

¿Y Marx? Se habla mucho sobre Marx, el capital, etc. ¿Cómo funciona en el contexto marxista esto de la "fuerza"? Marx, digamos, tiene dos opiniones simultáneas (y no incompatibles) al respecto:

A) La realidad está movida por una dynamis racional, como decía Hegel, pero no en la forma de Espíritu, sino en la forma de una materia. Es una materia dinámica: el trabajo. Marx creía en esta dynamis interior a la materia. El trabajo es algo material, tangible. Pero cuando decimos "trabajo" el lenguaje nos puede engañar. Creemos que el trabajo es algo estructural o que es un objeto. No. Es dynamis: el trabajar. Y este trabajar dinámico está inspirado internamente por una racionalidad material: la lógica dialéctica. La lógica dialéctica envuelve a la Infraestructura, que está compuesta por “fuerzas de producción” y relaciones sociales. Lo que mueve finalmente a un mundo social son las "fuerzas". Si alguien le ha dicho a usted que, según Marx, son "los malos", los de "arriba" o una "confabulación mundial", dígale que no tiene ni idea de marxismo. Una fuerza productiva, por ejemplo, no es como una fábrica: es el fabricar (una dynamis). Y el fabricar no se ve, ni se huele ni se toca. Lo que mueve no es un señor llamado X o un grupo humano. Es un conjunto de fuerzas. La Infraestructura genera en su superficie una Superestructura ideológica, pero no interviene en el cambio de un tipo de sociedad a otra. El motor estaría en la Infraestructura.

Si un marxista le ha dicho que hay que ser "moral", dígale que no es un marxista. Lo que mueve la historia, según Marx, es pre-moral, pre-racional y, ante todo, pre-subjetivo: la fuerza de producción. Si le dice alguien que se pretende marxista que son los hombres los que hacen la historia, dígale que no es un marxista realmente, sino que cree ser marxista. Bien, ¿y cómo tiene lugar el cambio histórico de una sociedad a otra, de una Infraestructura a otra Infraestructura? Atravesando tres pasos (que son los que conforma una "tríada dialéctica"; una tríada dialéctica es una "ley". No es una intención de los seres humanos. Una ley, pero dialéctica. La historia, según el marxista, está conducida por fuerzas y estas fuerzas están orientadas internamente por leyes. Veamos cómo ejerce su poder esta ley (dialéctica):

Primer momento dialéctico: Unas fuerzas productivas están en armonía con relaciones sociales que ellas determinan. Por ejemplo, las fuerzas productivas del feudo y las relaciones sociales feudales, basadas en la relación señor/vasallo. En un momento determinado existen y no se contradicen, están en armonía.

Segundo momento dialéctico
. Las fuerzas productivas avanzan, se desarrollan. En su avance hacen obsoletas a las relaciones sociales y entran en contradicción con ellas. En el ejemplo: las fuerzas productivas feudales se amplían en la forma de la industria y del comercio, se van haciendo “capitalistas”; dejan atrás entonces a las relaciones sociales feudales, pues necesitan otras para mantenerse, que son las relaciones de la sociedad burguesa (basadas en otra esclavitud, la de la relación burgués/proletario). Este momento segundo es crucial. Se llama “contradicción” o “negación”. Es una negación del primer momento (que era de equilibrio entre fuerzas sociales y relaciones productivas) y es una situación de contradicción (entre ambas). La contradicción se va haciendo mayor hasta un momento en que no puede ser sostenida. Ahora se pasa al tercer momento de la tríada dialéctica (pero sólo cuando la contradicción sea insostenible. Estamos hablando de una ley, no de lo que quieran los seres humanos).

Tercer momento dialéctico
, pues. En este hay un cambio a otra sociedad con otro equilibrio entre fuerzas de producción y relaciones de producción (en el ejemplo, la instauración plena de las fuerzas productivas capitalistas y sus relaciones burgués/proletario). Y este momento tercero se convierte en un primer momento de otra tríada dialéctica.

"El capitalismo es su propio sepulturero"

Veamos ahora la ley dialéctica que, según el marxismo, conduce a la autodestrucción del capitalismo. El capitalismo, según esta tesis, es su propio sepulturero, como afirmaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. Esta otra tríada dialéctica sería la que conduciría al capitalismo hacia su propia auto-destrucción:

Primer momento dialéctico
: capitalismo en equilibrio. Es toda la etapa en la que las fuerzas productivas capitalistas crean unas relaciones sociales y las tiene bien atadas, por así decir. Digamos que hasta el siglo XIX.

Segundo momento dialéctico
: las fuerzas productivas capitalistas empiezan a entrar en contradicción con las relaciones sociales (burgués/proletario). Por dos motivos fundamentales. a) Porque tienden a caer en crisis (el régimen de competencia que imponen no puede colocar toda la mercancía en el mercado. Esto se conoce más) y b) porque es el sistema productivo más cruel de la historia. Convierte al ser humano, que construye mercancías, en una mercancía, que es lo más bajo en que puede caer. Peor no podría ser otra situación humana. En ese extremo, por primera vez en la historia, la “conciencia” superestructural puede aspirar a una intervención (por ese extremo, sólo así). Sólo en ese momento. Esto es importante. En el momento de máxima contradicción. El proletario, en su radical postración, ya no puede sobrevivir y se levanta contra el burgués. Tiene que ser así porque, de lo contrario, esta tríada ya no es una ley dialéctica, sino lo que le de la gana al ser humano, y eso, según Marx, es un disparate. Revolución proletaria en ese extremo. La contradicción entre fuerzas productivas capitalistas y estas relaciones sociales “convulsas” se intensifica entonces hasta que llega un punto en que explota. Se da el paso al

Tercer momento dialéctico: instauración de una sociedad nueva, esta vez sin esclavitud, igualitaria y sin propiedad privada (sociedad socialista).

Este proceso dialéctico es la dynamis del trabajo humano, según Marx. Otra cosa son las estructuras que esta dynamis envuelve y lleva tras de sí (Infraestructura y Superestructura). Y es una dynamis “racional” porque está orientada hacia una superación necesaria de la esclavitud, de la relación amo/esclavo. Por supuesto, un marxista actual no estaría dispuesto a admitir esto. Pero es que hay que poner en duda que los marxistas actuales conozcan a Marx. Marx diría que el capitalismo actual se derrumba de modo necesario. El marxista sabe que el capital se precipita por la propia lógica dialéctica que lo atraviesa. Esa ley dialéctica "pide" la intervención humana en un determinado momento, el crucial. Pero sólo en ese momento, cuando se hace tan necesaria como aquello que mueven las leyes.

Confusiones habituales sobre la noción de marxismo

Sobre estas cuestiones, querido lector, hay hoy muchas confusiones. Una de ellas ya la hemos señalado: creer que se puede decir, dentro del marxismo, que lo que mueve el mundo son las "ideas". No; eso es antimarxista. Las ideas, todas las ideas, son "superestructura ideológica", que es la expresión de la Infraestructura material. Si alguien que sigue a Gramsci le dice que son las ideas las que mueven el mundo, dígale que no comprende al marxismo. Un marxista que renuncie al materialismo ya no lo es. Entonces, lo que mueve es la materia dinámica (el trabajo). Sólo que Gramsci dice que la "ideología" puede revertir efectos (desde la Superestructura) sobre la Infraestructura. Y que esa ideología puede ser moldeada relativamente. Relativamente: en el espacio que deja una Infraestructura, nada más. Eso no significa que la ideología se pone a dirigir el mundo, porque sería como poner el carro delante de los bueyes. Si quiere una profundización en la noción de "ideología", de cómo debería ser utilizada, tal vez le sirva el análisis que hago en otra entrada de este blog [Pinche aquí]. La única "idea" que puede transformar el mundo para el marxista, querido lector, es la del marxismo. Marx dividía en dos las formas de idear o pensar: la burguesa (que es ideológica) y la marxista (que es una verdad científica). Esto que estoy escribiendo ahora mismo, ¿es ideológico o es marxista? Este es un problema como para darle vueltas. Pero esto es otra cosa que debería saber. Cualquier filosofía admite que el resto de filosofías son filosofías, pero dice que incorrectas parcialmente o tal vez de modo completo. El marxismo no dice eso. Dice que el resto de pretendidas filosofías (las que no son el marxismo) no son filosofías, sino "ideologías". Si usted es marxista debería ir buscando argumentos para seguir justificando eso. Porque según esto lo que estoy escribiendo es ideología. Y lo que se hace en las universidades es ideología. Y todo es ideología. Excepto el marxismo. El que escribe ha tomado para sí ciertas ideas marxistas, pero lo de la dialéctica y esta cosa de que toda la filosofía no marxista es ideología lo considera abominable.

El marxismo ha experimentado transformaciones desde que surgió. Si lo desea, puede echarle un vistazo a un vídeo de una clase en la que intenté hablar de las principales formas de marxismo hasta la actualidad. Era para personas no iniciadas antes en filosofía. No exige conocimientos previos [Pinche aquí]

Una de las confusiones más habituales en el contexto de estos problemas consiste en mezclar marxismo e Ilustración (como movimiento filosófico). Les pondré un ejemplo.
Jorge Moruno escribe, de modo entusiasta (lo cual, como digo, es mejor que ser escéptico):

[El artículo completo puede leerlo aquí]. “El progreso humano no nace de la bondad ni del funcionamiento intrínseco del capitalismo, que solo le interesa la tecnología si le sirve para reducir el trabajo pagado, de ahí que en el siglo XIX insistiera en usar a mujeres para sirgar los canales en lugar de caballos porque salía más barato. La historia avanza cuando existe una posición de poder que permite decir ¡no! ahí donde la necesidad obliga a tener que decir sí, forzando así al capital a tener que abandonar “su zona de confort” e impulsar una transformación del tejido productivo”

Es respetable toda opinión, pero no por eso se debe estar de acuerdo. Con esta posición no se puede, sin embargo, estar de acuerdo o en desacuerdo; simplemente es un lío tremendo y es expresión de la confusión actual, como digo. Lo analizo con buena fe, no vaya alguien a mosquearse. “El progreso humano no nace de la bondad”. ¿De la maldad, entonces? Bueno, puede querer decir “de la bondad del capitalismo”, pero es que en el capitalismo no hay ni bondad ni maldad, sino una fuerza ciega (la del capital) y una fuerza dialéctica inherente al mundo social que articula y que lo conduce a su autodestrucción, como hemos visto. Seguramente se refiere a que el capitalismo es bastante opresivo y que tiene su dinamismo interno propio: “funcionamiento intrínseco del capitalismo”. Vale, dicho así, ya estamos en Marx y estamos hablando de capitalismo. Ahora bien, a renglón seguido afirma: “La historia avanza cuando existe una posición de poder que permite decir ¡no!” ¿A qué se refiere? Esto es completamente contradictorio con el punto de partida marxista, pues para éste, como hemos visto, no es la conciencia lo que mueve la historia, sino la dialéctica inherente a la producción, al trabajo. Se referirá, por tanto, a ese momento especial de la historia en el que las auto-contradicciones del capital son tan extremas que conducen al proletariado a levantarse revolucionariamente. De acuerdo. Pero esto, en el marxismo, no ocurre cuando el ser humano quiere o determina (decir ¡no! ahí donde la necesidad obliga a tener que decir sí, forzando así al capital). Eso sería un decisionismo y Marx no es decisionista. Él habla de leyes. De leyes dialécticas. El momento en el que la conciencia proletaria se rebela es aquél en el que las contradicciones (segundo momento dialéctico) son ya extremas y el ser humano ha sido rebajado a lo más miserable de su condición, convertido en un objeto mercantil. No se puede superar al capitalismo sin pasar antes por un extremo sufrimiento, esto hay que saberlo, que no todo tiene que ser fantasía porque estamos confinados. Extremo sufrimiento. No así de una forma ligera, porque quedamos a fumar un cigarrillo y salimos a hacer "manis". No. ¿Quiere decir esto que estamos ya ahí, en ese extremo de la contradicción propia del capitalismo? Ni mucho menos. No estamos ahí. Y nos falta muchísimo. Primero tiene que terminar de globalizarse el capitalismo. En segundo lugar tendrá que suceder que el capitalismo se instaure a sí mismo completamente, es decir, que reine por igual en el mundo entero, en todos los países. Eso implica que los paises menos desarrollados se desarrollen también de forma capitalista hasta el punto en que lo están las naciones más capitalistas de la Tierra. Y para eso, para que África, por ejemplo, tenga una bonanza de vida como la de Europa (pues eso es lo que genera también el capitalismo antes de empezar a contradecirse a sí mismo), tendría que pasar al menos un siglo. Así que todo esto es, como se ve, un galimatías. No se puede estar con Marx y diciendo estas cosas.

Para decir estas cosas hay que admitir que se es “ilustrado” y entonces no pasa nada. El ilustrado sí que está convencido de que la historia la hacemos “a conciencia”, "racionalmente”, "intencionalmente" (muchos presuntos marxistas son, por tanto, ilustrados antimarxistas). Pero eso significa (para el ilustrado) que todas las fuerzas ciegas pueden ser domeñadas por la razón. ¿Son las fuerzas ciegas del capital domeñables racionalmente? Pues si uno es ilustrado responde que sí. Si es marxista, responde que no. Pero no se puede responder que sí y que no. Porque se está en un punto de vista ilustrado o se está en un punto de vista marxista (no hay mediación, son opuestos; se dirá que Marcuse, Adorno, Benjamin -los de la Escuela de Francfort- eran mitad marxistas, mitad ilustrados. No. Fueron, al inicio, marxistas; después evolucionaros a una posición ilustrada, afirmando que lo que mueve el mundo es la racionalidad, pero un tipo de racionalidad, la instrumental; y añadieron que el capitalismo es una "expresión" de esa racionalidad).

Este análisis sólo quería mostrar cuál es el reto actual más importante en el contexto de las intenciones de "revolucionar el mundo". Debemos empezar a tomarnos la filosofía más en serio. Hasta ahora la filosofía no ha recibido el crédito suficiente. Si queremos “cambiar el mundo” hay que empezar, a mi juicio, teniendo una “idea del mundo” a través de la filosofía y no dejarle estas cosas a los expertos o profesionales. En caso contrario el entusiasmo nos puede conducir a la ilusión y a la fantasía, a las buenas intenciones, a intentar que, humanamente, nos aproximemos y hagamos fraternidad. Eso es, ciertamente, lo mejor que se puede hacer. Y con toda la intensidad de la que seamos capaces. Ahora bien, sin ingenuidad. Para decir seriamente qué debemos hacer tenemos que darnos un tiempo y leer la filosofía (aunque sea por encima) de lo que estamos defendiendo (bastaría con eso). Porque sin ella nos contradecimos sin darnos cuenta. Hay que saber qué es el marxismo, qué es la Ilustración, qué es el existencialismo, qué es la fenomenología.... Saber qué posiciones filosóficas existen, al menos las más importantes. Porque estas posiciones filosóficas no son meras abstracciones. Han sido labradas a buril, con sudor y lágrimas. Cada posición filosófica ha tenido que combatir con la mayoría de las demás, ofrecer razones de por qué las otras filosofías no marchan y, en el seno de ese esfuerzo, introducir lo que se piensa. Todas las filosofías han hecho esto, este batallar, llevan algo heróico en su devenir. El gigantesco trabajo filosófico de siglos nos ofrece ciertas garantías de que si tomamos una corriente concreta en serio, hemos de seguirla hasta el final, con todas sus implicaciones, porque esa filosofía está muy bien trabajada ya. Y si no se está de acuerdo con ella, entonces es necesario argumentar y posicionarse a través de un esfuerzo filosófico, contribuyendo al cambio de las ideas.

Es necesario que los contenidos de las filosofías más importantes de la historia y, en ese contexto, las contemporáneas, se introduzcan de tal modo en el sistema educativo que a la salida de la vida universitaria todas las personas, todas, manejen con soltura su elementos primordiales. No hace falta para eso que todo el mundo se especialice. La especialización tiene sus propios problemas. Hace falta tan sólo que las nociones arquitectónicas del pensamiento filosófico (ser, ente, estructura, génesis, fuerza, fuerza ciega, superestructura ideológica, esencia, accidente, razón.....) y las claves fundamentales de las principales corrientes (ilustrada, marxista, fenomenológica, romántica, idealista, materialista, existencialista, dialéctica/no dialéctica, etc) se manejen con soltura. Así de rotundo. Del mismo modo que aprendemos los rudimentos de la matemática, de la química y de la física, el sistema educativo tiene el deber de proporcionar los rudimentos de la filosofía.

[Entrada relacionada: El concepto de "ideología" y sus usos incorrectos]