BESTIARIO
DE AMOR Richard de Fournival Miraguano Ediciones, 1996 Libros de los Malos Tiempos ISBN: 84-85639-12-X |
Inmerso plenamente en el
género de los bestiarios medievales, es el de Fournival quizás el más lírico
y bello. Escrito a mediados del s.XIII sustituye la enseñanza moral o
religiosa anterior por un anheloamoroso no exento de ironía. Edición ilustrada. |
La edición española incluye el
siguiente prólogo de Ramón Alba:
«Desde que el Movimiento
Surrealista irrumpió allá por los años veinte en los cenáculos de vanguardia,
llevando consigo un pesado árbol genealógico, se hizo evidente que una
tradición oculta, una corriente subterránea, ha venido negando y socavando la
civilización occidental. Fue el Surrealismo quien opuso a lo racional lo
maravilloso, quien ha reclamado frente a las ciencias exactas las tradiciones
herméticas (alquimia, cábala, etc.), quien ha levantado junto al tiempo
cenital de la vigilia el espacio lunar del sueño... Ha sido, en suma, quien
abolió la Modernidad.
De esa tradición soterrada, de ese frondoso ramaje de
ciencias perdidas, saberes menospreciados o técnicas olvidadas, no resulta
difícil extraer un hilo conductor, una substancia base que todo lo informa y
que sirve de raíz nutricia: el pensamiento analógico. Frente a la tradición
diurna del racionalismo, el Movimiento Surrealista ha recogido (aunque
utilizando su propia terminología: automatismo psíquico, azar objetivo, etc.)
un método tradicional de pensamiento basado en la analogía, en la semejanza
fortuita, en la proximidad imaginaria, y ajeno por tanto a las trabas lógicas
de la causalidad. Este poético "pensar lo maravilloso" recreaba en
cierta forma la actitud vital del alquimista, del mago, del astrólogo, del
místico...
Pero estas dos tradiciones so siempre se han enfrentado; la
supervivencia de ambas incluso permite suponer un cierto carácter bifronte al
conjunto que, según las épocas, se vería más o menos acentuado. Tal es el
caso de los Bestiarios medievales.
Hermosos híbridos de conocimiento y poesía, los Bestiarios
han cumplido un importantepapel en la historia de esa cienco que luego se llamó
Zoología. Parten de una fuente bíblica primordial (común, por otra parte, a
toda la cultura de Occidente), a la que es preciso añadir la tradición
científica de la Antigüedad clásica (Aristóteles, Plinio, Solino, etc.),
que generan el texto inicial, el «Physiologus», de indudable origen
alejandrino, que suele datarse como del siglo II y cuya difusión a lo largo
de toda la Eda Media fue verdaderamente excepcional. De este primitivo
bestiario (así llamado impropiamente, pues incluye también un lapidario y un
tratado de las aves) existe una excelente versión castellana de Nilda
Guglielmi, en cuya introducción quedan reflejados todos los problemas de
datación, fijación del texto pritivo, atribuciones, etc., suscitados por el
«Physiologus».
A partir del siglo V, la traducción de este texto del
griego al latín y a otras lenguas (se conservan versiones armenias,
siríacas, etíopes, árabes, etc.) da origen a una numerosa familia de
manuscritos, cuya difusión posterior, al incorporar materiales de muy diversa
procedencia («Etimologías» de San Isidoro, «Hexameron» de Ambrosio, etc.)
dará lugar a un género nuevo. Esta tradición copista, especialmente
floreciente en Inglaterra, se continúa hasta los siglos XII y XIII, que ven
nacer los manuscritos mejor ilustrados. El paralelismo con el arte románico,
que desarrolla entonces un hermoso bestiario esculpido, ha sido resaltado en
numerosas ocasiones.
Una primera versión en lengua vulgar es la de Philippe de
Thaon, un clérigo de origen francés que vivió en Inglaterra en la primera
mitad del siglo XII, que compuso una versión rimada de más de tres mil
versos. A partir de aquí, el orden es difícil de establecer: a lo largo del
siglo XIII se suceden la versión en prosa de Pierre de Beauvais y las rimadas
de Guillermo el Clérigo y Gervasio, aunque a todas ellas el respeto de la
tradición las hace semejantes.
Hacia la mitad de este siglo, aparece también el texto de
Richard de Fournival, «Le Bestiaire d'Amour», que supone una renovación
sustancial del género y cuyo éxito puede deducirse en razón de las
numerosas imitaciones: francesas (la «Respuesta de la Dama», el «Dicho de
la Pantera de amor», de Nicole de Margival, la «Retaguardia de Amor») e
italianas (el «Bestiario toscano», las «Flores deVirtud», ...).
Todavía
en este mismo siglo XIII ven la luz el «Speculum naturale», de Vincen de
Beauvais, y el «e Propietatibus reurum», de Barthélemy el Inglés, que son
sin duda las obras más importantes de un cierto período enciclopedista y, en
consecuencia, los más completos repertorios de fuentes, aunque la segunda
obra tenga un carácter más vulgarizador. También es preciso citar el
«Libro del Tesoro» de Brunetto Latini. (En un rápido repaso se echan
también falta el «De animalibus» atribuido a Alberto Magno y el «Libro de
las Bestias» de Ramón Llull.)
En esa tradición bifronte, el «Bestiario de Amor», de
Richard de Fournival, representa un caso insólito. Surgido a mediados del siglo
XIII, una vez que la tradición del "amor cortés" ha fijado
exactamente sus convenciones líricas, significa una ruptura capital en el
esclerotizado género de los Bestiarios: la enseñanza moral o religiosa, propia
hasta entonces de ellos, se ve sustituida por un anhelo amoroso, de cuyo
significado último no resulta posible excluir un cierto matiz irónico...
Muchos son los hallazgos que una atenta lectura del texto
puede deparar, desde una teoría de la memoria que haría las delicias de los
surrealistas por lo que conlleva de "automatismo psíquico", hasta una
gradación de los contenidos simbólicos que, sin llegar a limitar con los
terrenos literarios de la metáfora, permite emparentar los mecanismos creativos
de Fournival con la fórmuila del "bello como...", propia de André
Breton. Pero de todos los hallazgos posibles, ninguno tan atractivo como el
placer de la lectura.
Por lo que al autor respecta, la reciente edición francesa
de "Bestiarios de la Edad Media" (Bestiaires du Moyen Age, ed.
de Gabriel Bianciotto, París, 1980) proporciona las siguientes noticias:
«Hijo de un médico de Felipe Augusto, cirujano él mismo, Richar de Fournival, por su situación eclesiástica, no parecía destinado a una carrera de trovador y teórico del amor cortes. Canónigo, y más tarde, a partir de 1240, canciller del capítulo de la iglesia de Nuestra Señora de Amiéns, se le vuelve a encontrar como canónigo en Rouen y como capellán de un cardenal, su muerte sobreviene como muy tarde hacia 1260. Es también el autor de una veintena de canciones y de diversas obras de inspiración cortés; ante el éxito de su «Bestiario de Amor» en prosa, dará también una versión versificada. Esta obra deja sólo entrever la amplitud de su cultura científica y filosófica, que se ha manifestado en diversas obras en latín, entre las cuales se encuentra un tratado de alquimia (se le ha atribuido, sin mucho fundamento, un escrito pseudo-ovidiano, convertido en un clásico de la Edad Media, el «De Vetula»).»
Sin duda, la composición de un
tratado de alqumia y del «Bestiario», como en el caso de Ramón Llull, obedece
a motivaciones distintas de las impuestas por la época y, probablemente, mucho
más profundas.
Pero el atractivo de la belleza y el difícil equilibrio
logrado no permitían suponer una larga supervivencia a la tradición
analógica. Poco a poco, lo científico fue deslindando sus territorios de lo
poético, y se fue arrinconando al pensamiento analógico en el subsuelo de la
historia, en el envés de la trama. Para nuestra desgracia, los Bestiarios hoy
sólo pueden leerse como una curiosidad o como un poema.»