En memoria de mi amigo José García Sánchez,

asesinado en los atentados de Madrid el día

11 de marzo de 2004

 

 

 

 

 

 

Cuando un amigo se va

 

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
se empieza a revelar
el duende manso del vino.

Cuando un amigo se va
galopando su destino
empieza el alma a vibrar,
porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.


Alberto Cortez

Carta abierta a Jose

 

Hay amigos que se merecen que les dediquemos muchas líneas para que todos conozcan las excelencias de ellos. Lástima que esas líneas suelan ir acompañadas por el dolor, las lágrimas y la pena de no poder volver a verlos.

 

Es indudable que Jose era uno de ellos. El haber compartido cuatro años de profesión junto a él en la oficina de Narváez, me hizo valorar el trabajo, la entrega en el deber y la profesionalidad. En estos catorce años que le conozco me ha hecho valorar la amistad por encima de todo.

 

Es muy difícil definir cual es la línea que separa el haber simplemente conocido a Jose, por poco tiempo que haya sido, de la de la amistad.

 

Es casi imposible hablar hoy de Jose sin que un mar de lágrimas me inunden. Sabe que era él uno de los motivos principales de mis ganas de pisar Madrid a la mínima oportunidad. Por eso, después de diez años de haber dejado yo de trabajar para el Banco seguíamos siendo amigos: nos llamábamos, nos veíamos, nos escribíamos...

 

A mí me queda ahora el consuelo de Conchi, de Laura, de Marcos. Ellos serán ahora mi motivo. Por ellos querré seguir pisando Madrid. Por ellos mi corazón se duele. Jose nos sigue uniendo a estas dos familias tan distantes en el mapa, y tan cerca en los sentimientos.

 

Si somos capaces entre todos de recordarle, Jose no se habrá ido, seguirá entre nosotros. No vamos a echar por alto toda la amistad que él nos ha ido fabricando día a día.

 

Jose: mucho de mí murió contigo; mucho de ti se queda conmigo.

 

Con todo el amor, con todo el dolor, desde Granada, Javier, Ana, Anabel y Lidia

Tus familiares y amigos que no te olvidamos

Aquí nos conocimos, en la oficina de Bankinter de Narváez, 55

... en mi Madrid querido ...

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JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ
Un hombre hogareño al que le encantaba nadar
BANQUERO / 45 AÑOS / MADRID

Apenas tres meses antes, José trasladó su oficina habitual en Torrejón de Ardoz a otra sucursal de Bankinter en la calle Goya. Era el subdirector. Una persona normal y corriente que cada día cogía el tren en El Pozo. Para Marcos y Laura, sus dos hijos de 14 y 17 años, esta tragedia no tiene explicación. Conchi, su mujer, todavía no encuentra palabras para definir el sufrimiento que está padeciendo. Sus allegados le recuerdan como un hombre muy hogareño. Le encantaban todos los deportes, pero para él la natación era el deporte rey. Solía ir al polideportivo dos o tres veces a la semana y en verano siempre bajaba a la piscina de la urbanización para hacerse unos largos.

Una de sus aficiones favoritas era disfrutar una tarde tranquila comiendo unas tortillas de patata y jugando a las cartas. Excelente persona y entrañable compañero, según sus amigos, en los meses anteriores al atentado se había declarado, en tono de broma, «un hombre sin suerte». Le habían robado el coche en tres ocasiones, aunque finalmente lo había recuperado.