Desarrollo del deficiente visual

 

La deficiencia visual puede implicar restricciones afectivas, sensitivas, perceptivas, motoras y psicomotoras, cognitivas, sociales, educativas y relacionales, que perjudican el desarrollo normal de la personalidad, autoconcepto y autoestima, y merman el caudal de información, entorpecen el aprendizaje y el campo observacional.

 

Veamos ahora la estructura piagetiana del desarrollo del niño:

 

1. Período sensoriomotor (0 – 2 años)

 

         El desarrollo cognitivo del bebé con deficiencia visual es más lento, ya que no se produce la combinación del binomio visión–psicomotricidad y la coordianación óculo–manual.

 

         En el desarrollo psicomotor, estos bebés, suelen ser más tranquilos, indiferentes y pasivos, por la escasa curiosidad que les produce lo que les rodea, añadiendo a esto la dificultad de orientación espacial. Los retrasos motores se manifiestas desde sus primeros meses de vida, en el gateo, el andar, etc.

 

2. Período de las operaciones concretas (2 – 12 años)

 

         Este período se inaugura con la aparición de la función simbólica y el inicio de la interiorización de los esquemas sensoriomotores en forma de representaciones. Predomina la lógica basada en el dominio de las acciones interiorizadas que evolucionará, poco a poco, hasta culminar en el pensamiento formal, pero siempre sobre lo real.

 

         2.1. Subperíodo preoperacional (2 – 6 años)

 

         El niño pasará progresivamente de conocerse y dominarse, en su espacio y su tiempo, a conocer y dominar lo que le rodea, en su espacio y su tiempo. Inicia el juego simbólico, que le llevará al manejo de imágenes mentales y el lenguaje, aunque con ausencia de gestos y tendencia al verbalismo y la ecolalia. Destacamos las primeras operaciones intelectivas con conceptos, que pueden retrasarse hasta los diez años, en las que quedan debidamente asimilados, y la consolidación del dominio psicomotor, que definirá la base del lenguaje escrito.

 

2.2. Subperíodo de las operaciones concretas (6 – 12 años)

 

         Las operaciones cada vez más complejas de la inteligencia marcan el rumbo del desarrollo. Se produce el trasvase de la imitación directa a la diferida, de operar con objetos delante, a tenerlos sólo en la mente y dar los primeros pasos en el lenguaje escrito formal, siendo importante para el niño ciego el apoyo educativo especial.

 

         Hay que destacar que las posibilidades del procesamiento de la información, no disminuyen en el niño ciego.

 

3. Período de las operaciones formales (> 12 años)

 

         Este período es el de mayor trascendencia en el desarrollo intelectual del hombre, sobre todo, en los procesos cognitivos y sociales. Se inicia con un primer estadio, de preparación y estructuración de las operaciones formales, es una transición entre el pensamiento concreto y el formal, hasta consolidar este último.

 

         Algunas de las características de este período son: completar lo real con parte de lo posible, depurar el pensamiento proposicional, marcar la diferencia entre inteligencia práctica y especulativa, consolidar los períodos, subperíodos y estadios anteriores, etc.

 

         En este tramo evolutivo, los niños con visión y los ciegos no presentan diferencias significativas, siempre que tengan superados todos los períodos, subperíodos y estadios anteriores. Por lo anteriormente dicho, en este período se produce una igualdad en los procesos cognitivos. La igualdad no es tan clara en los procesos sociorrelacionales, debido a la inferioridad de posibilidades, la sobreprotección, la desinformación de los padres, etc.