Intervención

 

         Se ha demostrado gratamente, que los tratamientos psicopedagógicos que se llevan a cabo con el niño autista funcionan. Por lo tanto, la integración del niño autista es una realidad.

 

         A la hora de diseñar la intervención, hay que tener en cuenta todos los datos obtenidos en la evaluación y dos factores sin los cuales la intervención fallará. Estos factores son:

 

*     La estructuración de la intervención, de modo riguroso, debe plantearse la definición exhaustiva de todos los elementos integrantes del proceso enseñanza–aprendizaje: los recursos didácticos, la temporalización, la evaluación durante el proceso, etc. Si la planificación es buena obtendremos mejores resultados.

 

*     La coordinación de todas las personas que, de un modo u otro, son partícipes de la educación del niño autista.

 

El programa de intervención

 

Los objetivos de la intervención deben estar guiados por criterios de relevancia, adaptación al desarrollo normal, funcionalidad y validez social. Además, la intervención debe ir dirigida a los dominios deficitarios del niño, que son el lenguaje y la interacción social.

 

El maestro, a parte del papel fundamental que desempeña, debe conseguir que el niño autista lo acepte como tal. Por eso, debe partir de una asunción de principios educativos comunes, con una atención individualizada y que parta del conocimiento profundo de cada niño. Con lo cual, se ve imposible la realización de “paquetes educativos” general para todos los niños autistas.

 

El papel de los distintos agentes educativos

 

*     La escuela: Tradicionalmente los niños autistas han estado en centros privados; pero, tras el cambio legislativo en educación, estos niños han ido entrando en la escuela pública de manera sistemática. Las distintas posibilidades de integración en esta escuela cuenta con ventajas e inconvenientes y dependerá, en gran medida, de las características del niño y del centro escolar.

 

*     Los padres: Puesto que los padres desempeñan un papel fundamental en la educación, debemos motivarlos, y en algunos casos, quitarles la sensación de culpabilidad que tienen al sentirse responsables del patrón anormal de interacción que el autismo instaura dentro de la familia. Por otra parte, la participación que pueden desarrollar hay que señalarla en dos niveles:

 

1.     En el Hogar: Cuando no funcionan las estrategias de enseñanza informal, los padres, se quedan sin repertorio conductual de interacción, creando problemas motivacionales. Por lo tanto, debemos trabajar la probable culpabilización que sufren y evitar las conductas extremas: la sobreprotección y el rechazo.

 

2.     Técnicas que se empleen con el niño, tanto para favorecer la generalización de aprendizajes, como para que puedan manejar conductas que aparezcan específicamente en el hogar.