Guión para «corto» sobre la vida en la FTI


Monólogo en voz en off:

(Mientras realiza su reflexión se van mostrando imágenes de los lugares y situaciones que va mencionando)

Juan

Fue hace 4 años cuando comenzó todo y, como dicen los viejos (y la tele), parece que fue ayer. Pero es que es verdad, que parece que fue ayer. Cierro los ojos y parece como si hubiera sido esta misma mañana cuando rellenaba con inmensa ilusión esos formularios verdes tan complicados en los que escribía bien despacito y en mayúsculas claras que quería hacer «TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN» en la «UNIVERSIDAD DE GRANADA». Al mes o cosa así llegó la noticia que tanto esperaba y que casi no me dejaba pensar en otra cosa, pero que al menos me evadía del trabajo asqueroso que me estaba estropeando las vacaciones de verano. ¿Y todo esto para qué? Para poder realizar esa mezcla de sueño y obligación que me había marcado desde pequeño: ir a la Universidad. Sí, me habían cogido en «Traductores» y, en septiembre, ¡me iba pa' Graná!

Eso sí, antes de esta alegría, tuve que pasar por el tostón de la prueba de acceso (menos mal que ya la han quitado), de la que tengo que confesar que no recuerdo mucho; sólo que llegué tranquilo (el trago de la selectividad y la eliminación de España del mundial habían sido demasiado gordos como para ponerse nervioso ahora) y también que el examen lo leyó un gordo que parecía hablar ruso en vez de inglés, y que cuando acabé y pregunté en Secretaría cuándo saldrían las notas, me contestaron con eso que luego fui entendiendo, pero que en ese momento me dejó tirado por los suelos: con mucha mala foyá.

Mujer de secretaría:

(Haciendo un inciso entre la voz en off)

¡Aquí no se sabe ! Cuando salgan ya aparecerán en el tablón. Además, tú sabrás cómo has hecho el examen; si has aprobao o has suspendío.

 Juan:

(Continuación del monólogo en voz en off)

«Bienvenido a Granada y a la Facultad de Traducción e Interpretación», me dije. Pero me fui adaptando y le fui cogiendo cierta gracia, porque no había más remedio.

Pero lo bueno, lo de verdad, empezaba en septiembre: por fin era universitario y estaba en traductores, con todo lo que ello conllevaba y que me hacía flipar en cada instante desde que comenzó: vivir fuera de casa, independiente, en un piso con gente igual que yo, aunque cada uno con sus vivencias, sus experiencias, sus inquietudes y sus cosas; hacer lo que quisiera, como por ejemplo no fumarme mis porros de forma clandestina; y lo más importante de todo, ir todos los días a un lugar de donde sólo recibía estímulos para enriquecer mi mente.

(Se muestra una imagen con la cafetería llena de gente de la facultad)

No, aún no viene esa parte.

(El cámara corrige el plano y muestra una imagen del Hospital Real)

Me refiero a la Universidad como institución en general. Cada día que volvía al piso lo hacía con algún título nuevo de un libro interesante, un ciclo de cine, un artículo del periódico que había leído en la biblioteca y que me había impactado, una conversación súper interesante entre clase y clase, y miles de cosas más.

A veces me preguntaba por qué esta vida no había sido posible antes de la Universidad; si era porque la niñez y la adolescencia no era el momento, o porque no les interesaba (a los gobernantes) que fuera el momento, ¡no fuera a ser que supiéramos demasiado antes de tiempo!

Cómo no, también comencé a desarrollarme políticamente, a tener ideas sobre lo que quería en mi sociedad y lo que no, lo que importaba y quién importaba. Todo eso también se daba en la Universidad, y no faltaba a una charla, tertulia, movilización o acto similar.

Y lo mejor es que cada año esas cosas se iban repitiendo, pero cada vez con mayor intensidad y mayor profundidad.

4 años en los que tampoco han faltado las decepciones y la rabia porque hay cosas en esta Universidad que tanto podría y debería mejorar:

Ante todo, el planteamiento del programa. En primero, con la enseñanza de idiomas. ¿Cómo podemos quedarnos en la conjugación de los verbos cuando dos años más tarde nos exigían traducir informes sobre la peste porcina o interpretar al Presidente del Gobierno? Este fue el principal motivo para irme de Erasmus al año siguiente. Y ahí...

(Sale una imagen en una fiesta llena de guiris, al estilo del anuncio del Bacardi Breezer)

Ahí no me quejo. Después de trabajar día y noche para mejorar mi lengua extranjera, sin transición alguna, me vi lanzado al segundo ciclo, donde ya la cosa va en serio: traducción científico-técnica, jurídico-económica-comercial; hasta ahí bien. Pero con esto de que la traducción y la interpretación sean materias multidisciplinares, lo que nos quieren convertir es en multicurrantes; porque, por si traductor e intérprete no fuera suficiente, ¡toma!, terminólogo y documentalista. Y esto de que sean materias aplicadas a la traducción, a los profes como que no les entra en la cabeza. No me digas tú que el proyecto de terminología que hicimos sobre las propiedades antifúngicas de los propóleos de la abeja, o qué sé yo, es lo que debemos hacer antes de cada traducción. Si eso es así, tal y como la pagan, me cambio directamente de oficio.

Pues bien, la aventura, con lo bueno y lo menos bueno, comenzó hace 4 años y parece ir llegando a su fin. Y yo no dejo de preguntarme: ¿qué voy a hacer ahora? ¿Qué va a ser mi vida sin «mi» regu a su fin, y yo no dejo de pregua por que hay cosas que esta Universidad que tanto quiero podr Universidad?

Escena en la cafetería

No está muy llena. Sólo algunas mesas ocupadas y 2 estudiantes en la barra esperando sus tostadas para llevárselas a la mesa. Juan aparece sentado en la mesa redonda de la esquina, tomando un café con leche y repasando glosarios. De pronto, aparece Laura que viene del laboratorio de interpretación.

Juan: ¡Eh, eh, Laura! ¿Dónde vas, que no ves a nadie?

Laura: ¡Hombre, Juan! Menos mal que te veo, que estamos más perdidos…

Juan: No, menos mal que te veo yo a ti, que desde que te «enclaustraste» en el laboratorio, no hay quien te vea el pelo.

Laura: Vaya. Pues ahora mismo salgo precisamente de practicar un ratillo, que el examen ya se acerca, y hay que hacer mucha cabina para estar suelta y perder los nervios.

Juan: ¡Ay, esa pedazo de intérprete que va a tener más trabajo en cuanto acabe! ¡Le va a sobrar por tos laos! Igualito que yo, que me voy a pudrir traduciendo, y eso si algún día consigo acabar las asignaturas de siempre.

Laura: Anda, anda, no te creas, que no es pa tanto; que por lo que dicen las profes, el mercado está muy reducido, casi se lo reparten entre cuatro intérpretes y, encima, como con la guerra y el terrorismo se están cancelando todos los congresos, la cosa está muy chunga.

Juan: Claro, y si encima ellos siguen trabajando fuera de la universidad, acaparándolo todo, ¡así vamos a tener muchas oportunidades los demás! ¡Que nos dejen a nosotros, que demasiá suerte tienen ellos ya de ser funcionarios!

Laura: Bueno, que precisamente de trabajo y futuro y esas cosas te quería yo hablar a ti. Ahora te cuento, espérate un segundillo, que voy a pedirme un café y te explico.

Juan: Venga, venga, tira que ya estás tardando.

Escena en la barra de la cafetería:

(El camarero, que no puede ser otro que Manolo, y Laura dialogan mientras se hace el café)

Laura: Buenos días Manolo. ¿Cómo estamos hoy? Anda, ponme un cafelillo con leche a ver si me despejo.

Manolo:

(Mientras va poniendo el café)

¿Qué pasa niña? ¿Es que ya te han entrao los nervios de los exámenes y estás que no duermes o qué? ¡A ver si acabas ya y te vas de aquí, y te pones a ganar dineros!

Laura: A ver si es verdad, Manolo. Que estoy deseando ya hacer los exámenes y acabar. Pero no te creas que es por las ganas que tengo de irme, que a mí me gusta mucho la facultad y el ambiente de aquí. Además, el trabajo está mu mal, y mientras podamos seguir haciendo cosas…

Manolo: Tú lo que tienes que hacer son unas oposiciones, aquí o donde sea; en la ONU si hace farta. Porque mira, si estás por tu cuenta, mira lo que le pasa al grifo:

(Le da o le quita al agua según va explicando)

Unas veces cae a chorro tieso y, entonces to mu bien. Pero, ¡Ay amiga! Otras veces sólo cae un goteo y un goteo, y eso no puede ser. Tú te haces funcionaria y mira: no cae ni a chorro ni a goteo, pero el caso es que siempre está cayendo.

Laura: Ya veremos lo que hacemos. Anda, dime que te debo…

Escena en la mesa de la cafetería:

Laura:

(Mientras posa el café sobre la mesa y se sienta)

Este Manolo, cada día está más volao.

Pues eso que te decía. Que mañana a las 12 hacen una charla o conferencia sobre las perspectivas profesionales después de la facu. ¿Te apuntas o qué? Además, como después está el barril, viene genial para enristrarlo todo.

Juan: ¿Cómo es eso? No me había enterao. A ver si puedo llegar a tiempo, que mañana viene mi novia desde Alemania y tengo que ir al aeropuerto a por ella por la mañana a las 10. Pero que si puedo, sí voy, que parece interesante. ¿Sabes quien la va a dar o algo?

Laura: De los nombres no me acuerdo, pero uno era intérprete en la Unión Europea, otro chico ponía que era traductor para los tribunales, y una chica que simplemente ponía traductora e intérprete freelance. Yo qué sé. Algo interesante contarán, y si no pues les preguntamos, que ya que vienen, habrá que aprovecharse, que yo estoy muy perdía, tío, y no sé que hacer ni pa donde tirar el año que viene.

Juan: Pues sí, sí. Algo interesante seguro que dicen. A ver si puedo y vengo, ¿vale? Lo chungo va a ser lo del barril después, que por la tarde a las 4 tengo el examen de jurídica de inglés y no es plan de estarse bebiendo al mediodía.

Laura: ¡Venga ya! Que por una cerveza que te tomes no pasa . Además ya sabes cómo es ese examen, que si lo coges de buenas apruebas, y si no, ya puedes hacer lo que quieras, que no te escapas.

Juan: Bueno, ya veremos mañana.

(Mientras comienza a recoger sus cosas para marcharse)

Por lo pronto nos vemos mañana en la charla. Será en el aula 15, ¿no? Me voy a ir que tengo clase, y para una que queda no la voy a perder.

Laura: Vale, tío. Pues ya nos vemos mañana. Tráete a tu chica al barril. Yo voy a ver si me meto de nuevo en el laboratorio.

Juan: Venga, nos vemos. Hasta luego.

(Se marcha por la puerta que sube hacia el hall)

Laura: ¡Hasta luego muchacho!

Al día siguiente, después del debate.

Escena en los pasillos de la Facultad:

(Salen Laura, Juan y Heike - novia de Juan - del auladel debate sobre «Perspectivas laborales y el papel de la Universidad», y dirigiéndose hacia el patio)

Juan:

… bueno sí puede que tengas razón; pero es que hay una brecha muy grande entre lo que te enseñan aquí y lo que necesitas saber una vez trabajando.

Laura:

Ya pero la Universidad no puede dártelo todo; con darte una buena base sobre la que ampliar conocimientos y adquirir experiencia, ya es mucho. Es como cuando te vas de casa por primera vez, tus padres, por muy buenos que sean, nunca te han avisado de todos los peligros ni te han dado todos los buenos consejos para enfrentarte a la vida adulta.

Juan:

Ya, pero no es lo mismo, tus padres te educan a la vida. Aquí, se supone que venimos a aprender nuestro oficio.

Laura:

Hombre, si fuera así, habría ido directamente de prácticas a traducir en una empresa. Para mí, la Universidad es mucho más que eso. Es como un foro donde no solamente recibimos sino que también construimos una educación colectiva y ésta se puede exportar a toda la sociedad. Esto también es parte de la formación universitaria, por ejemplo, saber lo que vales de cara al cliente, saber defender tu trabajo, el de tus compañeros, conocer la ética de la profesión. Todo eso son cosas fundamentales para promover una sociedad más justa desde nuestra profesión.

Juan:

Bueno, eso de promover una sociedad más justa, como que depende. Si estudias filosofía o incluso traducción te lo planteas; pero vas y se lo dices a uno que hace Informática o Caminos.

Heike:

Pues, no te creas. Yo estudio arquitectura y en nuestro ámbito también se pueden cambiar muchas cosas como promover la bioconstrucción, ¿se dice así?, ¿sabéis?, para fomentar una construcción más sostenible o, no sé, realizar proyectos de colaboración con zonas rurales pobres. Cualquier área del conocimiento tiene forzosamente un vínculo con nuestra sociedad. Entonces, siempre hay un espacio desde el que se puede debatir.

Laura:

En el Foro Social Europeo, por ejemplo, el año pasado, había gente de todos los sectores: médicos, ecologistas, escritores, poetas, economistas, que se reúnen para ofrecer alternativas a la globalización económica desde su propia experiencia, su lengua y su cultura y eso en ámbitos muy diferentes: el desarrollo sostenible, el acceso a los medicamentos, a las tecnologías de la comunicación, la independencia de los medios ante el poder financiero.

(Llegados al patio)

Heike:

¿Qué es esto? Anda, no sabía que teníais un barril organizado. ¡Qué patio más bonito tenéis en esta facultad!

Laura:

¿A qué sí? El barril lo organiza ECOS, una asociación de estudiantes de la Facultad, para financiar el viaje a Londres para el próximo Foro Social Europeo. Vamos a interpretar de voluntarios allí. El año pasado en París, fue una experiencia maravillosa. Tengo muchísimas ganas de repetirlo.

Juan:

Sí, por lo visto, también hay una exposición de fotos del Foro del año pasado. Tengo mucha curiosidad. ¿Vamos a pedir una cerveza?

(La música cubre las voces de los personajes que se ven en la barra pidiendo algo y charlando. A continuación, la cámara sigue a Laura que sube la escalera del patio y se para justo antes de la puerta principal del Patio. Se da la vuelta y desde ahí le sigue la cámara con su mirada)

 

Monólogo en voz en off:

(La cámara va haciendo planos de la Facultad conforme el monólogo avanza)

Laura:

Parece que fue ayer cuando pasé por primera vez por las puertas de esta Facultad; cuando me perdí por sus cuatro pasillos y dos escaleras, cuando me emocionaba cada cartel de los miles que luchaban por un pequeño espacio en las paredes: intercambio lingüístico, cursillo de interpretación social, charla sobre la manipulación de los medios, barril para financiar la traducción de la guía de consumo responsable, Erasmus en Edimburgo, Bolonia, París, Bruselas, Heidelberg...

Hoy me da la sensación de que he pasado corriendo por estos cuatro años de mi vida, por esta puerta, por estos cuatro pasillos y dos escaleras, una y otra vez.

(Laura observa las personas que están en el patio desde arriba de la escalera)

Hoy aquí en este refugio de frescor y paz cada cara de esta dulce y pequeña comunidad me es familiar, las personas que ni siquiera llegué a conocer de verdad, las personas que siempre están en todo, las que pasan por desapercibidas, las que llenaron mi vida universitaria de ideas, de proyectos e ilusiones. ¿Acaso me estoy despertando de un sueño? No pensaba salir de aquí tan melancólica. Quizá sea porque la sociedad pretende imponer un camino establecido a los que salimos de aquí. Quizá sea porque intentan convencernos de que nuestro paso por la Universidad no tiene otra utilidad que la de ubicarnos en un mercado hostil. O quizá sea porque en esta Facultad hayamos realizado mucho más, algo que no tiene límite en el espacio ni en el tiempo; algo a lo que tenemos que ser fieles en nuestra vida como profesionales, como ciudadanos y ciudadanas, como hermanos y hermanas.

¿No sientes que desde aquí, dentro de ti mismo, puedes idear tu mundo y aportar tu granito de arena al mundo en el que vives?

Como la sociedad, la Universidad somos nosotros quien la construimos, quien la ideamos y quien la defendemos. Somos nosotros quienes la llenamos de vida con nuestra voz, nuestra risa y nuestro desengaño, y nosotros somos quienes debemos tender el puente entre la vida académica y profesional.

(Laura sale de la Facultad a la calle Puentezuelas y se da la vuelta para mirar una última vez)

Al salir de aquí, daré este paso desde el mundo académico hacia el mundo laboral y me llevaré conmigo las convicciones que forjé aquí, en esta Facultad; aquí, dentro de mi misma.

 

FIN.

 

Julie Boéri
julieboeri@yahoo.fr
Pedro Jesús Castillo Ortiz camaras1981@hotmail.com