EL
MALESTAR EN LA CULTURA
DATOS
SOBRE SU CRECIMIENTO ACTUAL
Los
trastornos mentales y conductuales son frecuentes: más
del 25% de la población los padece en algún
momento de la vida. Tienen un impacto económico sobre
las sociedades y sobre la calidad de vida de los individuos
y las familias. Los trastornos mentales y conductuales afectan
en un momento dado al 10% de la población adulta
aproximadamente. Alrededor del 20% de todos los pacientes
atendidos por profesionales de atención primaria
padecen uno o más trastornos mentales. En una de
cada cuatro familias, al menos uno de sus miembros puede
sufrir un trastorno mental o del comportamiento. Se ha estimado
que, en 1990, los trastornos mentales y neurológicos
eran responsables del 10% de los AVAD (Un AVAD puede concebirse
como un año de vida “sana” perdido) totales
perdidos por todas las enfermedades y lesiones. En 2000
ese porcentaje había aumentado al 12%, y se prevé
que llegará hasta el 15% en 2020. Los más
frecuentes, responsables por lo general de discapacidades
importantes, son los trastornos depresivos, los debidos
al uso de sustancias psicoactivas, la esquizofrenia, la
epilepsia, la enfermedad de Alzheimer, el retraso mental
y los trastornos de la infancia y la adolescencia. Los factores
asociados a la prevalencia, la aparición y la evolución
de los trastornos mentales y conductuales son la pobreza,
el sexo, la edad, los conflictos y desastres, las enfermedades
físicas graves y el entorno sociofamiliar. (Más
información se encuentra, por ejemplo, en: http://www.who.int/whr/2001/en/whr01_ch2_es.pdf).
Según la Organización Mundial de la Salud,
ya en su 55ª Asamblea del 2002, la depresión
es la principal causa actual de discapacidad. Más
de 120 millones de personas la sufren. De acuerdo con las
expectativas, una de cada cinco llegará a desarrollar
un cuadro depresivo en su vida. En Europa un 14% de la población,
junto a un 16% que padecerá trastornos graves de
ansiedad. Cada año se suicidan 800.000 personas.
En España es un problema de salud pública
y afecta a poco menos porcentaje de población que
en otros países de nuestro entorno, como Alemania
(10%), el Reino Unido e Irlanda (17% y 12% respectivamente)
o Francia (18%). En Estados Unidos estos trastornos afectan
aproximadamente a 19 millones de adultos. Los costes anuales
que allí suponen estas enfermedades absorben el 2,5%
del producto nacional bruto (es decir, 148.000 millones
de dólares). A menudo se llama a estas enfermedades
“enfermedades del vacío”, porque la mayoría
de ellas se expresa en personas que no poseen problemas
objetivos aparentes y manifiestan sentirse vacías.
Mesas redondas Ministeriales en la OMS elaboran con ahínco
un programa quinquenal de apoyo a los Estados Miembros encaminado
a mejorar su capacidad para reducir la carga que suponen
los trastornos mentales y promover la salud mental. ¿Se
exagera? ¿Se trata sólo de problemas siempre
presentes a los que hoy se les presta más atención?
Muchos informes, como el del equipo de Michelle E. Kruijshaar
(Boletín OMS, 83, 6, junio-2005, pp. 443-448) comprueban,
con asombro, que no se ha sobreestimado y que, incluso,
muchas comunidades ocultan cifras considerándolas
índice de casos leves.