AUTOESTRÉS
El
fenómeno del estrés en las sociedades desarrolladas
actuales es ampliamente conocido. ¿Hemos meditado
lo suficiente sobre este problema? ¿No se habrá
transformado el estatuto del estrés? Tal vez ha dejado
de ser una consecuencia de nuestro modo de vida y se ha
convertido en un motor de los vínculos sociales.
Pensemos
en este análisis de P. Sloterdijk en El sol y
la muerte. Investigaciones dialógicas, Siruela,
Madrid, 2004:
Parte
el autor de una definición de “prebiscito”
de lo más interesante: “las votaciones diarias
de un pueblo acerca de las propuestas de excitación
que les son presentadas por los medios de comunicación”
(p. 78). Y es que, tomando un concepto económico,
las sociedades modernas se organizan como bolsas temáticas;
la opinión pública es un medio de desarrollo
de negocios temáticos, en una lucha de los medios
por lograr la máxima cotización de sus temas.
Esto fomenta los “temas escándalo”, y
cuando uno se impone, lo que implica el éxito del
medio que lo sacó a la luz, el resto de medios se
ven inducidos a repetir esta “propuesta de excitación”:
“hasta llegar al punto en el que una sociedad completamente
monotemática aparece sincronizada al compás
de una misma y única excitación” (79).
En realidad estamos ante una técnica de integración
nacional, de la totalidad. Desde aquí, lanza la siguiente
tesis: “las sociedades modernas ya no pueden ser entendidas
(…) bajo el punto de vista de una síntesis
conformada mediante información o a la luz de comunidades
de valor y estructuras de sentido distribuidas por canales
políticos y morales. Me parece mucho más plausible
considerar los cuerpos sociales vertebrados por los grandes
medios de masas como conjuntos dispuestos a autoestresarse”.
Hoy,
tal vez, hay que interpretar la síntesis social a
la luz del fenómeno del estrés. La sociedades
ya no se construyen bajo un techo simbólico o político,
sino a partir de la coparticipación en las actividades
de una comunidad dispuesta a autoexcitarse. Aquí
es donde lo semántico y lo estresante, lo energético,
se entrecruzan, en la forma de una mímesis de la
excitación promovida por los medios de comunicación.
Esta excitación da lugar a una manía persecutoria,
a una paranoia, que está a la base de la síntesis
de las naciones modernas. Y la globalización puede
ser entendida como “la traslación de un sistema
sincronizado basado en el estrés a una escala universal”
(85).
[Proporcionado
por el prof. Óscar Barroso]