EL ESTUDIO DEL ASENTAMIENTO: LA EXCAVACIÓN SISTEMÁTICA DE PEÑALOSA

 

Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén) ha sido elegido como yacimiento clave para la investigación en esta primera fase, ya que había sido la base para toda el desarrollo historiográfico en relación a la Edad del Bronce del Alto Guadalquivir en los últimos veinte años. También se había convertido en uno de los pilares fundamentales sobre los que se sustentar las hipótesis explicativas sobre la argarización del Alto Guadalquivir, fundamentadas, por un lado, en los materiales obtenidos a través de una metodología inadecuada o el expolio incontrolado y, por otro, en una excavación nunca publicada.

El yacimiento de Peñalosa se haya ubicado en la margen derecha del río Rumblar, dentro del término municipal de Baños de la Encina. El poblado se asienta sobre un espolón de pizarra en forma de lengua, con pendientes pronunciadas, estando enmarcado por el arroyo Salsipuedes y el propio río Rumblar. Se alza, por tanto, sobre dicho río, cuyo valle está inundado actualmente por las aguas del embalse del Rumblar.

Tras un reconocimiento previo de la zona se hacía evidente la necesidad de una actuación arqueológica debido a la importancia que le conferían no sólo la tradición historiográfica ya referida sino, en primer lugar, su localización en uno de los núcleos mineros más importantes del sur de Sierra Morena en relación al cobre; en segundo lugar, las buenas posibilidades de documentación espacial en base a las estructuras que eran visibles en superficie; y, en tercer lugar, el peligro de destrucción que corría debido a la acción erosiva del Pantano del Rumblar, bajo el que se encuentra, la mayor parte del año, una porción importante del poblado.

Este último aspecto sumaba a nuestros objetivos históricos la posibilidad de intervenir directamente en la recuperación de un Patrimonio aparentemente insalvable. Las actuaciones en este aspecto no se han reducido a las actividades de conservación que, en cualquier caso, han adquirido el carácter de obras de urgencia manifiestamente mejorables, sino que por el contrario implican toda la metodología de excavación empleada hasta tal punto que, como pretendemos demostrar en esta exposición, estamos en condiciones de ofrecer a la sociedad un panorama casi completo de la vida cotidiana de los habitantes de Peñalosa durante la Edad del Bronce, lo que, sin duda, ha venido facilitado por las excepcionales condiciones de conservación del yacimiento.

En Peñalosa se han realizado cuatro campañas de excavación en las que tras una primera fase planimétrica y topográfica se ha abordado el estudio de la última fase de ocupación del poblado, entre 1500 y 1300 a.C., hasta el abandono repentino del poblado. Nuestras actuaciones han prestado especial atención a la recuperación de los datos microespaciales de los elementos arqueológicos, excavando siempre conjuntos estructurales cerrados una vez detectados tras la limpieza superficial, dentro de los cuales, por supuesto, se han realizado distintas secciones estratigráficas.

La ladera septentrional del yacimiento en la que se han centrado los trabajos de excavación fue dividida en cuatro zonas en base a la existencia de diferentes terrazas naturales que correspondían también a la articulación de las terrazas artificiales (más numerosas) que constituían las viviendas argáricas. Se han distinguido así las terrazas inferior, media y superior y el área de fortificación al este.

El excelente estado de conservación del registro arqueológico nos ha permitido la documentación de la fase de abandono del poblado a nivel de estructuras, artefactos y ecofactos, proporcionando un amplio panorama de la cultura material empleada y producida por sus habitantes.

En el proceso de excavación se ha prestado especial atención, por tanto, a la relación entre los elementos de cultura material mueble y el contexto sedimentario y estructural en el que se situaban. De esta forma se han definido en el primero de los sentidos unidades sedimentarias (o unidades estratigráficas no construidas) en cuya matriz se incluían los artefactos (elementos muebles transformados por el hombre), ecofactos (elementos muebles utilizados por el hombre pero sin apenas modificación) y diferentes elementos estructurales (inmuebles) que, en segundo lugar, han sido clasificados como mejor forma de comprender su articulación con los elementos muebles y como vía para acceder a la caracterización histórica de los espacios. De tal forma al nivel descriptivo previo se han distinguido: unidades estratigráficas construidas, estructuras, complejos estructurales y unidades de habitación. Las dos últimas pretenden, en nuestra clasificación, aproximarse a la definición de las habitaciones y las casas.

La integración de todos estos elementos y básicamente la articulación entre unidades estratigráficas construidas y no construidas permite la definición de fases estratigráficas cuya relación con las fases culturales se establecerá posteriormente a partir del análisis (incluyendo la comparación) de la cultura material recuperada, en su conjunto.