Novela 

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QUERIDA LOCA

                                                                               Ed.  Excmo. Ayuntamiento de Granada. 2003

                                                                   Colección Granada Literaria. Narrativa

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Género: Literatura Juvenil

Resumen: Álvaro, estudiante de bachillerato, se ve en el compromiso de ayudar a su abuelo (matriculado en el Aula de Mayores de la Universidad),  en la redacción de un trabajo sobre Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos y más conocida como "Juana la Loca".

                  

            "Con esta anécdota argumental, Eva M. Velázquez construye un delicioso y ameno relato, oportunamente redactado en tono literario juvenil, en el que confluyen tanto los vínculos como las distancias generacionales a la hora de contemplar e interpretar el mundo. Nieto y abuelo, reunidos en torno a la biografía de Juana, dialogan sobre todo aquello que los une y separa: el conocimiento, el amor, la familia, el futuro, el paso del tiempo... Juana de castilla, "la Loca", es la mujer infeliz de vida atribulada que congrega tanto la piedad como la admiración de ambos. Es la mujer capaz de reconciliarlos en un afecto que ya nunca va a extinguirse. La novela alcanza su máximo valor literario en la facilidad con que la autora conjuga el relato histórico con la cotidianeidad familiar de los dos protagonistas: un abuelo y su nieto que, sencillamente, aprenden juntos."

                                                                              Director de la Colección

 

                                                        

                                              Para mi hija Irene, compañera mágica de mi vida

 

                                                                           « ... Borbotea la vida como en una

                                                                          redoma inmensa y yo la miro, inmóvil

                                                                         abrazado al cristal, externo, y nada

                                                                         me da de su calor... »

 

                                                                                       ( Los Alrededores del  tiempo)

                                                                                                      Rafael Guillén

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Fragmentos de la obra:

 

CAPÍTULO 2

(...)

Yo estaba impresionado. Por fin entendía por qué mi abuelo había decidido estudiar siendo tan viejo, y me fastidió que la conversación acabase tan bruscamente.

             -Sigue, abuelo.

 Hacía tanto tiempo que no le llamaba así, que hasta sentí vergüenza y me sonrojé un poco. El granate de las mejillas me delató. Él sonrió.

             -Tal vez otro día. Ahora es tarde y debes  irte a la cama. Mañana tienes que madrugar.       ¿ Para qué me habías llamado antes? ¿No querías que te explicara por qué Juana heredó el            trono si no era la primogénita?

             -Sí

             -Pues escúchame un poquito, luego te duermes y mañana seguimos ¿De acuerdo?

             -Vale.

             -Sabemos que los Reyes Católicos tuvieron cuatro hijas: Isabel, Juana, María y Catalina; y un hijo: Juan, el príncipe heredero. Bien, pues, el azar hizo que el camino de la sucesión tomara rumbos imprevistos que desembocaron en la coronación de Juana como heredera del reino.

            >>En primer lugar, muere su hermano Juan, heredero legítimo. A éste le sucedería su primogénito, pero murió nada más nacer. En aquella época, ya lo sabes, la mortandad infantil era altísima. El título de soberanía pasa a Isabel, la primera de las hermanas. Sin embargo, ella también muere al dar a luz a su hijo Miguel,  pasando éste al cuidado de sus abuelos, los Reyes Católicos; él sería, tras la muerte de su madre, el sucesor del reino, convirtiéndose así en heredero de las tres grandes coronas: Portugal, como hijo de Manuel O Venturoso, y de Castilla y Aragón, como nieto de los Reyes Católicos. Todo por derecho de primogenitura; sin embargo, estando en Granada la Corte, Miguel muere también y el camino de sucesión queda completamente abierto para ser ocupado por Juana.

             -¡Vaya suerte! Abuelo, sigue contándome... anda.

            -No, que es muy tarde. Mañana.

             -¿Y si te lo pido por favor?

             Él sonrió.

             -Eso estaría muy bien, pero ahora debes de irte a la cama. Venga, hasta mañana. Que 

             descanses, hijo.

             Yo estaba enfadado y no le contesté. ¡Grrrrr! ¡Me había dejado con la miel en los labios!

 

CAPÍTULO 4

  

            Al levantarme no vi al abuelo. Me extrañó, pero no pregunté porque si lo hubiera hecho seguro que mi madre me hubiera llevado al médico pensando que estaba enfermo.

             Durante todo el día no volví a acordarme  de él ni de su trabajo, pero al llegar a casa sentí la curiosidad de saber cómo continuaba y me encerré en su cuarto para que mi madre no supiera que estaba holgazaneando, sin hacer los deberes, y me puse a leer.

             “Juana nace en 1479, como ya sabemos, justo en un momento importantísimo para los proyectos políticos de sus padres, ya que tenían prevista una reforma muy especial: establecer una nueva Inquisición. Su misión sería reforzar el poder de la Corona, haciéndolos más fuertes tanto en lo político como en lo religioso. Su verdadera meta, ahora, era la conquista del reino nazarí de Granada, con la expulsión de los últimos musulmanes que quedaban en la Península. Con esto terminarían la Reconquista”.

             Llevaba apenas leído un folio cuando oí al abuelo hablar con mamá. Rápidamente cerré la carpeta del trabajo y, sin que nadie se diera cuenta, me metí en mi cuarto fingiendo que venía del baño. No tenía ganas de tener otra bronca con ellos.

            El abuelo abrió la puerta y me preguntó si después tendría tiempo para continuar con su trabajo. Le dije que sí. Por supuesto que sí. ¿Cómo no iba a tener ganas si aquel trabajo era lo más interesante entre toda la montaña de deberes, temas para estudiar y demás obligaciones?

             -Bien, pues entonces espero a que termines. ¿De acuerdo? Estaré en el salón. Tú me avisas

             -Vale, abuelo, pero si quieres lo vemos antes. Tengo toda la tarde para estudiar.

             -Álvaro... ya sabes lo que dice el refrán: «Antes que la devoción... está...

             -Si,... la obligación». Pero... abuelo...

             -Nada. Te espero. No tengo prisa alguna.

(...)


 

                                                                                                                            Diciembre, 2003

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