DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2007, 27: 369-425.

Teresa Ortiz Gómez. Medicina, historia y género. 130 años de investigación feminista, Oviedo, KRK ediciones, 2006, 362 pp. ISBN: 84-96476-52-9 / 978-84- 96476-52-3.

Quince años antes de la publicación de este libro, su autora presentó en la reunión de la Sociedad Española de Historia de la Medicina celebrada en Málaga una ponencia titulada: «El método en medicina desde los estudios feministas». En aquella misma reunión, un conocido colega propuso utilizar un peculiar método de trabajo, el método TELVA, que consideraba especialmente apreciado por las amas de casa, para resolver la cuestión espinosa de realismo y constructivismo en ciencia. Antes de la humorada, nuestro colega expresó públicamente su preocupación por la reprimenda que podría acarrearle su ingeniosidad por parte de Teresa Ortiz, la feminista oficial del encuentro. Realmente no sé que sucedió después, pero muchas veces me he preguntado que habría pasado si Eva en vez de ofrecerle la manzana a Adán, se la hubiera tirado a la cabeza. Parece que la posibilidad de un revisionismo que permitiera que se materializase esta segunda opción comenzaba a abrirse camino en las reuniones profesionales de la SEHM de esos años. En poco tiempo, sin embargo, la prudencia ante el temor que inspiraba la contusión por manzana arrojadiza, evolucionó a respeto y el respeto permitió que se desarrollase un interés auténtico por incorporar en nuestro trabajo docente e investigador las novedades metodológicas que los estudios de las mujeres aportan al análisis histórico de la salud y de la enfermedad. Y en esta evolución que nos enriquece, la energía y la inteligencia de Teresa Ortiz ha tenido mucho que ver.
El libro que reseño es una interesante reflexión sobre este proceso en el cual ella ha participado y participa con entusiasmo; pero, además, es una exhaustiva historia de la historiografía de las mujeres en la medicina y un lúcido análisis de las relaciones entre la historia de las mujeres y la historia de la medicina y, en menor medida, la historia de la ciencia. El libro está estructurado en tres partes parcialmente deudoras de su origen como memoria de oposición a cátedra. La amplia bibliografía y un útil índice analítico cierran el trabajo.
En un primer apartado que titula «El feminismo académico y la historia de la medicina y de la ciencia: contextos y conceptos» se abordan conceptos claves del feminismo como son los de género, sexismo y androcentrismo. El apartado se centra especialmente en el género como categoría de análisis y demuestra su utilidad en el trabajo de investigación histórico-médica en relación a los conceptos y a las prácticas sobre la salud. La autora no olvida, sin embargo, que la normalización de la categoría género y su incorporación a los discursos sociales dominantes puede acarrear la invisibilización de las mujeres y potenciar la despolitización de sus necesidades y deseos.
Problemas que se revelan especialmente complejos en la relación género/cuerpo a la que se dedica un apartado específico. Desde acercamientos constructivistas, donde parece que el cuerpo biológico de hombres y mujeres ha desaparecido, la autora nos lleva hasta acercamientos que, por el contrario, se centran en la corporeidad de la diferencia sexual. Es precisamente con una reflexión sobre conceptos básicos del feminismo de la diferencia con lo que se cierra este primer apartado. Y a este lector le llama la atención que la autora, que explícitamente no se sitúa dentro de esta corriente de pensamiento, sin embargo, utilice propuestas centrales de este movimiento intelectual y político para estructurar la segunda parte del libro que titula: «Medicina, mujeres y género, un análisis historiográfico».
El yo de la autora aparece en muchas ocasiones a lo largo de esta monografía y resulta muy pertinente con ocasión de explicar el porqué de este apartado específico sobre la historia de la historiografía contemporánea sobre salud y mujeres. Recurriendo a un topos muy común en mujeres que a lo largo de la historia han intentado construir un espacio de identidad profesional propio, escribe: «Con el paso del tiempo me di cuenta de que la cuidadas genealogías construidas y enriquecidas por tantos de mis colegas y maestros no me servían totalmente para situarme como profesional y para reconocer algunas facetas de mi quehacer historiográfico» (p. 76). Y para situarse y ayudar a que nos situemos, recorre, con cuidado, un espacio geográfico —europeo y norteamericano— y cronológico amplio en el que se ha trabajado sobre historia de la medicina y mujeres, dividiéndolo en tres etapas: la que denomina de los orígenes (1872-1959), la de los años de profesionalización y cimentación empírica y metodológica (1960-1990) y el de consolidación e integración (1991-2003).
El estudio es muy detallado con profusión de fuentes y uniendo al trabajo cuantitativo un fino análisis cualitativo. Además de rastrear y contextualizar las distintas genealogías de investigación en historia de la medicina y género, aporta un análisis de los resultados de la investigación en este campo que divide en dos grandes líneas temáticas: la de los discursos y la de las prácticas, aunque reconoce que los límites entre ellas cada vez son más difusos. La hibridación, préstamos disciplinares y transversalidad conceptual son, en opinión de la autora, los sellos que identifican la práctica de quienes en el siglo XXI se dedican a trabajar sobre mujeres, salud y medicina. Si las categorías y, en general, la mirada complejizadora que proviene de los estudios de las mujeres resulta fructífera para que los profesionales de historia de la medicina nos replanteemos, de modo amplio, categorías de análisis y conceptos que a priori podíamos pensar como no explícitamente ligados a la diferencia sexual —neutralidad de la ciencia, conocimiento experto, autoría, institucionalización del conocimiento, procesos de profesionalización etc.–, me parece interesante la apelación al otro lado. Teresa Ortiz también apela a las historiadoras de las mujeres para que, en este caso, presten mayor atención a los temas de salud y cuidado del cuerpo femenino y a los planteamientos metodológicos más novedosos de la historia de la medicina y de la historia de la ciencia.
La última parte del libro titulada «La historia de la medicina en nuestros días: interdisciplinariedad, pluralismo y diversidad» reflexiona sobre el papel de la historia de la medicina en la organización de los estudios universitarios en España y sugiere, basándose en su experiencia docente pionera, la necesidad y las ventajas de ampliar el público tradicional de nuestra disciplina. Pese a que anuncia el apartado como una presentación del campo histórico-médico para quienes lo conocen poco, mi impresión es que el detallado estudio de las últimas tendencias historiográficas, del quiénes somos y del qué hacemos puede quedarse en un material de consumo interno. Con dudas sobre la idoneidad, no del contenido pero si de la inclusión de este último apartado en este volumen, no puedo sino agradecerle a su autora el importante trabajo de síntesis y las aportaciones originales que presenta.
El libro se abre con dos citas, una de Henry Sigerist (1891-1957) y la otra, de Gerda Lerner (1920- ). Teresa Ortiz, con gran acierto, ha querido colocarse en una genealogía intelectual y política donde dos historiadores tan distintos, le permiten decirnos «que una historiadora de la medicina y de las mujeres es alguien que toma parte activa en la vida de su tiempo, y que aspira a cuestionar y transformar la organización y el orden del conocimiento» (p. 15). Tras la lectura de este trabajo, nos quedamos convencidos.

Fernando Salmón
Universidad de Cantabria