DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2007, 27: 369-425.
Ana Cecilia Rodríguez de Romo. Claude Bernard, el sebo de vela y la originalidad
cientifica, México, Siglo XXI Editores, UNAM y Academia Mexicana de Ciencias,
2006, 200 pp. ISBN: 968-23-2650-8.
La «industria Claude Bernard» es una de las más consistentes en la Historia de la
Ciencia. Su papel histórico como consolidador de la ciencia experimental —fundador
de la Fisiología general— y como metodólogo (autor de Introducción al estudio de la
medicina experimental, 1865, texto de tan prolongada vigencia, que, sin pretender ser
exhaustivos, se puede encontrar en una decena de ediciones en español entre 1880
y 2005) le han hecho uno de los objetivos seguros de la investigación en historia y
filosofía de la ciencia. En los dos últimos años se han publicado en España, según la
base de datos ISBN, sendos estudios, por Dolores Escarpa (Filosofía y biología en la obra
de Claude Bernard, Madrid, UCM, 2005) y Oriol Martí Casas (Claude Bernard y la medicina
experimental, Barcelona, 2006). La cantera bernardiana tiene su mayor filón en Francia,
naturalmente, donde se publicaron al menos 6 libros entre 1990 y 1999 (A. Prochiantz, La
révolution physiologique, Paris, 1990; Grmek, M. D. La méthode expérimentale, Paris, 1991;
P. Gendron, Rationalité d’un méthode, Paris-Lyon, 1992; P. Debray-Ritzen, Un nouvel état
de l’humaine raison, Paris, 1992; F. Dagognet, Savoir et pouvoir en médecine, Paris, 1997 y
Grmek, Le legs de Claude Bernard, Paris, 1997).
El presente libro suma a esta línea una aproximación crítica y detallada a uno de
los momentos clave de la trayectoria científica del fisiólogo francés, el del descubrimiento
de la función digestiva del páncreas. Está dividido en tres partes: «Intuición y
tanteo», «Pruebas y sutilezas», y «Madurez y certeza», en lo que se puede decir que
constituye una construcción histórica (concatenación de sucesos en la vida de C.
Bernard) e historiográfica (reconstrucción crítica actual de aquellos) de una verdad
fisiológica. Su autora es la médica mexicana, doctora en historia y filosofía de las
ciencias por La Sorbona y profesora en el Departamento de Historia y Filosofía de la
Medicina de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ana Cecilia Rodríguez de Romo,
co-responsable del Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina que publica
la Sociedad homónima y con una sólida trayectoria de contribuciones a la historia de
la medicina mexicana. El libro incluye una sobria presentación elogiosa por José Luis
Barona, que en su última frase condensa toda una recensión. Y es que, en efecto, el
minucioso análisis de los cuadernos de laboratorio y su confrontación con los textos
publicados y los recuerdos expresos de Bernard, así como los de sus contemporáneos,
hace posible un acercamiento muy cercano a la compleja realidad humana del trabajo
de investigación. Aléjense los que busquen en esta narración un texto al uso, lleno de
lugares comunes; por el contrario, la Dra. Rodríguez de Romo consigue, con paciencia
de detective y agudeza de filósofa, mostrar la multifacética realidad de la indagación,
con su suma de intuiciones, olvidos y recuerdos interesados, causalidades y premeditaciones,
todo sobre la base de una voluntad y un propósito verdaderamente férreos
y una no menos aguda inteligencia. Prueba, fuera de toda duda, que el relato del
propio Claude Bernard sobre su descubrimiento a partir de una observación in vivo ha
de ser sustituido por la evidencia historiográfica de que originó de un experimento in
vitro. El libro se propone como un caso empírico de estudio acerca de la creatividad
científica, explícitamente apoyado en Grmek y en Simonton, afirmando la categoría
de «genio intuitivo» para el autor estudiado. El estilo narrativo es ágil y minucioso
en la descripción de prácticas experimentales, hipótesis y afirmaciones, préstamos y
reinterpretaciones que constituyen la intrincada maraña de la indagación bernardiana.
La autora muestra un conocimiento actualizado de los problemas que estudia y lo
aplica para explicar las dudas y obstáculos surgidos en el devenir del esclarecimiento
del problema, sin por ello desdeñar la cita literaria (de Rowlings a Volpi, pasando por
Saramago). Sustenta firmemente que la experimentación es un arma heurística indispensable
en el devenir de la Fisiología, capaz de reformular el marco conceptual del
que se parte. También, en su último apartado, muestra la capacidad conformadora que
sobre el pensamiento poseen los marcos conceptuales aceptados, cuando Bernard se
muestra el mayor crítico de experiencias y comentarios en todo similares a los suyos
propios de diez años atrás.
En suma, un libro de agradable lectura, que enriquece notablemente la tradición
hispánica de historia de la Fisiología e incluso la sitúa en un nivel distinto de indagación
al que estábamos acostumbrados.
Esteban Rodríguez-Ocaña
Universidad de Granada