DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2007, 27: 369-425.
Diana E. Manuel (ed.) Walking the Parish hospitals: diary of an Edinburgh
medical student, 1834-1835 [Medical History, Supplement nº 23], London, The
Wellcome Trust Centre for the History of Medicine at UCL, 2004, xii, 211 pp.
ISBN: 0-85484-074-5.
Como suplemento número 23 de la revista Medical History se ha publicado una edición
cuidadosamente anotada del diario de un estudiante de Medicina de la Universidad
de Edimburgo, que recoge su estancia en París durante el curso académico 1834-1835.
Concretamente, el diario cubre el período comprendido entre el 1 de noviembre de
1834 y el 20 de junio de 1835.
La edición que estamos comentando, efectuada a partir del original adquirido
por la Wellcome Library, ha conservado la mayor parte de los rasgos del manuscrito
y cuenta con un interesante estudio introductorio realizado por la editora, Honorary
Research Fellow del Wellcome Trust Centre for the History of Medicine en el UCL. Diana
Manuel plantea que, aunque no hay ningún detalle explícito referente a la autoría del
diario, muy probablemente se trató de James Surrage, del condado de Gloucestershire,
un estudiante de Medicina del último año de la Universidad de Edimburgo, que a su
regreso logró el grado de MD y obtuvo el doctorado con una tesis sobre fiebre puerperal
en 1835 (pp. 1-2). Manuel consagra el resto de las páginas de la introducción a
señalar las principales características de la formación médica parisina tras la Revolución
y, más concretamente, en los años treinta del siglo XIX, pero también a exponer los
rasgos fundamentales de la formación alcanzada por el diarista en la Universidad de
Edimburgo antes de iniciar su estancia en París. Esta información ayuda al lector no
muy familiarizado con el tema a realizar una mejor interpretación y aprovechamiento
de los testimonios aportados por el estudiante de Medicina de la que fue la Universidad
más prestigiosa de las Islas Británicas entre 1770 y 1820, que se desplazó a París,
destino obligado en esos momentos de quien deseara adquirir de primera mano una
formación y experiencia en la nueva ciencia médica.
Aunque el diario ofrece información sobre el estado de ánimo de su autor, sus
problemas de salud durante su estancia y la vida cultural parisina de la que participó,
su mayor valor es servir de buen testimonio de las observaciones, experiencias y actividades
llevadas a cabo en la Facultad de Medicina y en los principales Hospitales
generales y especializados de París. También por las opiniones del diarista sobre el
trabajo y las habilidades de un número importante de médicos y cirujanos franceses
afamados, cuyo trabajo siguió a lo largo de su estancia. Con la libertad de que gozaba
en esos momentos un estudiante extranjero de Medicina, el diarista siguió un número
importante de cursos teóricos y prácticos de los más prestigiosos profesionales de la
época, así como los de la matrona Madame Lachapelle. De hecho, recibió, entre otros,
el magisterio de Orfila, Andral, Louis, Velpeau, Dupuytren, Lisfranc, Cruveilhier, Roquet,
Roux, Alibert o del cuestionado Broussais. Se sirvió para ello no sólo de los cursos y
prácticas oficiales sino también de los cursos privados y de la formación prestada en
las clínicas libres, que tanto impresionaron a algunos médicos españoles del siglo XIX y
que se buscó emular en nuestro país años más tarde al hilo de los cambios introducidos
durante la Revolución del 68.
Las páginas del diario contienen detalladas descripciones de los casos y tratamientos
médicos y quirúrgicos que presenció, así como de los procedimientos diagnósticos
empleados y de las tan usuales disecciones de cadáveres. Con respecto a estas últimas,
el diarista señala la facilidad para llevarlas a cabo en París y para usar cadáveres para el
entrenamiento quirúrgico, a diferencia de lo que ocurría en su país a pesar de la Ley de
1832, pero también critica algunas malas disecciones que presenció por cuanto suponía
desperdiciarlas e incluso perder la oportunidad de conocer el problema responsable
de la muerte del paciente. A lo largo de estas descripciones el estudiante escocés fue
incorporando también sus opiniones sobre la nueva Medicina francesa y la compara
en ocasiones con la británica. De hecho, mostró su preferencia por el modo de realizar
el interrogatorio de los pacientes los médicos franceses, señaló la mejor técnica pero
también mayor deshumanización de los cirujanos franceses frente a los ingleses y a los
norteamericanos, y llamó la atención sobre la exposición que se hacía de las mujeres
en los cursos de partos.
A la vista de lo expuesto se puede decir que la información contenida en el diario
y los testimonios incluidos desde esta perspectiva comparada proporcionan al lector
elementos útiles para que se pueda forjar una idea más aproximada de lo que fue la
Medicina francesa en el París de esos momentos y de la atracción que ejerció en los
profesionales de otros países.
El diario refleja claramente el interés que mostró su autor no sólo por obtener una
buena formación y capacitación teórico-práctica en todo lo que la medicina francesa
de esos momentos le podía ofrecer, sino también por aprovechar su estancia parisina
para conocer y hacerse con bibliografía francesa novedosa, recursos médico-docentes
(modelos anatómicos, especimenes patológicos, esqueletos, etc.) útiles e instrumental
médico-quirúrgico interesante y más económico que en su país. Todo ello formó también
parte del bagaje con que el estudiante de Edimburgo regresó a su país.
En suma, creemos que una edición con las características como la que estamos
reseñando resulta de interés por un doble motivo. Por un lado, por la posibilidad de
contar con una nueva fuente para el estudio de la Medicina francesa del XIX. Por
otro, por la información contenida en el estudio introductorio y en las notas sobre la
formación médica en Francia y en Gran Bretaña desde finales del siglo XVIII hasta los
años treinta del XIX. La edición habría quedado más redonda si se hubiera consultado
no sólo bibliografía anglosajona.
M.ª Isabel Porras Gallo
Universidad de Castilla-La Mancha