DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2007, 27: 369-425.

Alfons Zarzoso i Orellana. Medicina i Il·lustració a Catalunya. La formació de l´Acadèmia Mèdico-Pràctica de Barcelona, Barcelona, Fundació Noguera-Pagès Editors, 2004. ISBN: 84-9779-192-4.
Alfons Zarzoso i Orellana. L´exercici de la medicina a la Catalunya de la Il·lustració, Barcelona, Arxiu Històric de les Ciències de la Salut, 2006. ISBN: 84-611-2808-7.

Los dos textos forman parte de la memoria de doctorado que brillantemente defendió su autor en la Universidad Pompeu Fabra en 2002. Se trata de un análisis exhaustivo y ejemplar del ejercicio de la medicina en Cataluña durante el siglo XVIII, es decir el papel sociopolítico, cultural y profesional jugado por los sanadores en la sociedad catalana de la Ilustración.
En cuanto al bagaje interpretativo, las teorías de Wear, Gentilcore, Porter y Brockliss y Jones para los distintos ámbitos del estudio de la historia de la medicina europea han servido a Zarzoso para establecer ese imprescindible diálogo con sus fuentes, imbricando su discurso con el de los historiadores sociales conocedores de la realidad histórica catalana, especialmente Ernest Lluch y Joseph Fontana.
En el primero de los libros Zarzoso analiza principalmente el rol de la Academia Médico-Práctica en el proceso de renovación de la medicina y cirugía catalanas tras los intentos de implantación de nuevas instituciones como el Real Colegio de Cirugía, la Escuela de Botánica, Química y Farmacia o la misma Universidad de Cervera. Estudia los médicos que la compusieron e hicieron posible, sus lazos profesionales e intereses, así como el fermento de un grupo que, conscientemente, pretendió mejorar el estudio y el ejercicio de la medicina en el principado. Autores como Bonells, Sanponts, Salvá son sistemáticamente rastreados en sus relaciones, materiales e intelectuales («equipamientos mentales y culturales» como los denomina Pardo en su presentación), a través del difícil trabajo de archivo en los documentos notariales que le han permitido al autor la reconstrucción de «la biblioteca médica ilustrada» que da imagen del nivel profesional de los médicos catalanes.
El primer capítulo parte del examen de la tradición médica catalana, iniciada ya en el siglo XVI, e interesada en la transformación del arte de la medicina, tanto en su vertiente docente como práctica y ligada durante siglos al gobierno de la ciudad de Barcelona y a las preocupaciones de sus dirigentes por la salud de la población. El impacto del fin da la guerra de sucesión, las nuevas reglas impuestas por la administración borbónica supusieron, ya a mediados de la centuria del setecientos, la pérdida de poder y presencia pública de los representantes de esa tradición, ejemplarizada en la desaparición de la enseñanza superior de la medicina en Barcelona y su traslado a Cervera.
En contrapartida, y a ello dedica Zarzoso los dos capítulos siguientes, los burócratas ilustrados consiguieron consolidar instituciones nuevas que nacieron imbuidas de aires de renovación, tanto en los contenidos como en las prácticas docentes, la Academia de Ciencias naturales y Artes y el Real Colegio de Cirugía de Barcelona, bajo la tutela militar y en el caso del colegio de cirugía adaptando la exitosa experiencia puesta en marcha en Cádiz por Pedro Virgili. La forma en que la sociedad catalana y más concretamente, médicos y cirujanos catalanes, fueron capaces de asimilar las novedades científicas y moldearlas a su especificidad va a confluir en la puesta en marcha de la Academia Médico-Práctica en 1770, no sin grandes dificultades como muestra el autor en el capítulo cuarto, y va a acelerar el proceso de profesionalización de la medicina en Cataluña que se completará, ya a mediados de la siguiente centuria, en un contexto político liberal. Para completar el estudio, Zarzoso se zambulle en el análisis personal y prosopográfico de sus protagonistas tras un arduo trabajo de vaciado de fuentes de archivo en los temibles (al menos para los historiadores de la ciencia) fondos de «protocolos notariales». Fuentes escasamente utilizadas en nuestro ámbito pero que, como demuestra el autor, ayudan a configurar un perfil sociológico y profesional de las vidas de los médicos y cirujanos catalanes del periodo, especialmente de aquellos que mayoritariamente se opusieron a la introducción de la nueva institución. Mención aparte requiere el último capítulo dedicado a la reconstrucción de las fuentes que los médicos del periodo manejaron para su formación y continua práctica, es decir las lecturas, los libros, los textos, en una palabra la biblioteca del médico ilustrado. Novedad en el ámbito español, al menos en su enfoque, y que ayuda extraordinariamente a conocer cuales fueron las tendencias, las obras que marcaron la formación de esta generación de médicos, a caballo entre el antiguo régimen con tintes ilustrados y el incipiente desarrollo de las políticas liberales, y que serán los que preparen la introducción de la medicina de laboratorio en Cataluña. La creación de un repertorio bibliográfico, con la identificación exhaustiva de las obras médicas, y el análisis del mismo, demuestra la utilización de los textos como objeto de consumo profesional y no tanto como artículos de lujo, entendiendo así la biblioteca personal como un elemento indispensable para la práctica profesional. De ello da fe la contemporaneidad y calidad de los fondos (el 54 por ciento de los recogidos fueron editados en la centuria ilustrada y entre ellos se encuentran los principales textos de los reformadores médicos europeos). Asimismo muestra, en buena medida, la historia del conocimiento médico a lo largo del periodo moderno. El galenismo avicenista, el galenismo humanista (ligado a la tradición valenciana), la cirugía, la historia natural, el mal francés, las farmacopeas, los textos claves de la renovación de la medicina moderna —junto con sus polemistas—, así como la química moderna, la materia médica, la educación y la popularización de la medicina son los principales apartados analizados en la producción libresca por el autor de la monografía.
El segundo libro incluye dos apartados principales. Por un lado el contexto histórico e historiográfico en el que el autor se sitúa, a partir de las consideraciones conceptuales recientes en la historiografía inglesa, francesa e italiana en torno a la cuestión del pluralismo médico (asistencial). Y, por otro lado, el estudio de los mecanismos que desarrolla un amplio sector de la población frente al episodio de la enfermedad, así como el mundo de las mutualidades o asociaciones de auxilios mutuos de Barcelona, ya en las postrimerías del siglo XVIII.
Verdades poco fundadas, teorías (insuficientes e hipotéticas, aunque resulte redundante) trasmitidas durante generaciones que parecen verdaderas a base de ser repetidas hasta que el historiador (generalmente en el inicio de su carrera) decide revisar su origen a base de trabajo de archivo, de datos y de deshacer la interpretada verdad. Esto hace Zarzoso sobre la base de tres pilares: nuevas fuentes y nuevas formas de leerlas, sólido conocimiento de la historiografía internacional y local, y sagacidad interpretativa en su análisis de la medicina y de la práctica médica en la Cataluña el siglo XVIII. La llegada de los borbones al trono español con su nueva política centralizadora significó una ruptura en la evolución de tradición profesional e intelectual de los médicos catalanes. Fue especialmente en la segunda mitad de siglo cuando los médicos catalanes fueron conscientes de las pérdidas de identidad ocasionadas y reaccionaron: petición del restablecimiento del colegio de doctores en medicina de Barcelona, institucionalización de la enseñanza de la medicina y de la universidad, transformación del Protomedicato catalán, creación del Real Colegio de Cirugía, y fundación de la Academia Médico Práctica de Barcelona. Toda una batería de propuestas para intentar encajar la tradición médica catalana a la nueva planta española establecida por la corona.
En cuanto al periodo llamado Ilustración los acercamientos tradicionales desde la historia de la ciencia nos han trasmitido la imagen de un periodo de escaso valor científico en España, con instituciones anquilosadas y escasas transformaciones en las teorías clínicas y terapéuticas, excepto las producidas en instituciones de nuevo cuño la mayor parte de ellas amparadas bajo la protección de los estamentos militares. Ha sido en las décadas recientes y con una revitalización de los estudios en historia de la ciencia que han tenido como objeto una «Ilustración alargada» —iniciada a finales del siglo XVII y coleando al menos hasta mediados de la centuria del siglo XIX— cuando se han conseguido frutos al entroncar las transformaciones ilustradas realizadas en el campo de la medicina y sanidad y en el de las de las ciencias físico-naturales, con el avenir de la llamada «medicina científica», así como con la construcción de las ciencias sociales o, por decirlo con la terminología de la época, el desarrollo de las «ciencias del hombre». ¿Cómo se vivió este proceso en la Cataluña ilustrada? ¿Quiénes fueron sus protagonistas? ¿Qué instituciones acogieron las nuevas ideas y con qué apoyos contaron? ¿Se repitieron las polémicas del siglo anterior novatores-tradicionalistas? Estas son las cuestiones que pretende responder Zarzoso en su monografía. Para ello resulta imprescindible el estudio de la creación de la Academia Médico-Práctica, en 1770 e impulsada por los médicos de la ciudad, y su correlato docente en la escuela de medicina clínica fundada en 1801 y a ello dedica el autor la mayor parte de su texto. El objetivo último será «comprender la recepción y el impacto, los intentos de difusión de la ciencia y de la medicina modernas a partir del estudio de caso catalán, sin desvincularlo del proceso más general sufrido en el conjunto del estado español». El desarrollo del proceso de medicalización de la sociedad catalana, el aumento del poder adquisitivo y la aplicación de determinadas estrategias para el control del mercado sanitario, especialmente en el mundo urbano, se tradujo en una creciente competitividad entre los distintos actores del mundo sanitario. Los resultados del trabajo de Zarzoso ponen en cuestión la imagen, tan extendida en la historiografía de la historia de la medicina, de un acceso restringido al mercado médico por parte de un importante sector de la población rural.
Nos encontramos pues con dos monografías, resultado evidente de un exhaustivo trabajo de investigación e innovadoras en cuanto a enfoque y metodología, que ilustran el contexto y desarrollo de la medicina y de la cirugía en Cataluña durante el periodo trascurrido entre los últimos decenios del siglo XVII y la primera mitad del siglo XIX, la «larga ilustración». Fuente básica para el conocimiento del ejercicio de la medicina (pluralismo medico, pluralismo asistencial, mercado médico, mundo médico, como decidamos etiquetarlo) y la forma en que algunos pacientes vivieron ese ejercicio. Probablemente la escasa distribución de las editoriales que han publicado los textos y las reticencias de algunos lectores hacia el idioma en que se han publicado sean una rémora para su difusión. Sirvan estas palabras para animar a todas y todos los historiadores de la medicina y de la ciencia para sumergirse en el «mundo médico» de la Ilustración visitado por Alfons Zarzoso.

Mikel Astrain
Universidad de Granada