DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2007, 27: 369-425.

Margarita Sánchez Romero (ed.) Arqueología y género, Granada, Universidad de Granada, 2005, 502 pp. ISBN: 84-338-3345-6.

Las transformaciones sufridas por la arqueología durante el último siglo y medio hacen de ella una de las disciplinas históricas que más visible y eficazmente ha promovido una imagen científica de su quehacer. Más que ninguna otra de las especialidades historiográficas, la arqueología ha proyectado los resultados de sus investigaciones altamente tecnificadas con los recursos retóricos del método científico. Desde esta disciplina, no es del todo infrecuente minusvalorar por interpretativas (sinónimo aquí de poco científicas) las aproximaciones al pasado que no ponen en el centro de su mirada el registro arqueológico. Un registro que puede llegar a considerarse como el único testimonio portador de un discurso sobre el pasado objetivable, verdadero y ajeno a las intromisiones interesadas que en cualquier otro introducen voluntaria e involuntariamente sus agentes humanos. Así, las fuentes arqueológicas se equiparan con la capacidad reveladora e inequívoca de la naturaleza. Y quienes practican la arqueología, con quienes practican la ciencia. Quizá sea por ello que resulte especialmente refrescante la lectura de este libro, que despliega grandes dosis de auto-reflexión crítica desde el corazón mismo de la propia arqueología. Como bien sabe la historia de la ciencia, se trata de un ejercicio intradisciplinar poco común en ámbitos del conocimiento que reclaman para sí estatutos epistemológicos de carácter monopolista.
Este libro reúne diecinueve trabajos de especialistas que dejan al desnudo muchos de los prejuicios teóricos y empíricos de la práctica arqueológica. Su origen es un curso monográfico organizado en la Universidad de Granada, que pretendió acercar al alumnado universitario las reflexiones más actuales que el feminismo ha generado en la arqueología. Para ello reunió a investigadoras españolas de diversas generaciones que trabajan en múltiples temas y espacios geográfico-temporales desde diferentes perspectivas teóricas. Significativamente, entre las autoras se encuentran maestras y alumnas. Junto a las pioneras que han ido formando en su entorno académico más inmediato grupos de trabajo, especialmente en la Universitat Autònoma de Barcelona, la Universitat Pompeu Fabra y la Universidad Complutense, encontramos a investigadoras de otras universidades, especialmente andaluzas, que han ido consolidando líneas de investigación arqueológica sustentadas por los estudios de las mujeres y de género. Aunque la mayoría de los trabajos refieren un panorama poco halagüeño para el estado español, comparado con tradiciones más sólidamente asentadas como las que se desarrollan en los ámbitos nórdico y anglosajón, la lectura de este libro revela una gran riqueza de aportaciones, en número, calidad y variedad de las contribuciones.
Aunque en su mayor parte procedan del campo de la arqueología prehistórica, junto a aproximaciones abiertamente teóricas o historiográficas encontramos artículos sobre los períodos ibérico, clásico o andalusí. El análisis de la cultura material, de las representaciones simbólicas o de la organización del espacio propia de esas sociedades se realiza desde metodologías diversas que, sin embargo, comparten una pregunta básica: ¿Cómo participan mujeres y hombres en los procesos humanos que generan el registro arqueológico y de qué modos? A esta pregunta central le acompañan otras, que cuestionan los procesos de conformación de las fuentes arqueológicas: ¿Por qué se privilegia el estudio de unos testimonios y no de otros?, ¿Por qué creemos que no existen huellas arqueológicas de determinadas actividades? ¿Cómo podemos generar nuevos objetos y espacios para analizarlos? La crítica a la asignación presentista de roles en base a identidades contemporáneas recorre muchos de los trabajos, que buscan formas nuevas de re-asignación no sólo de roles sino también de valoraciones sociales, creando así la posibilidad de una mirada que perciba la existencia de sociedades en las que las diferencias no necesariamente implicaran jerarquías o desigualdades.
La preocupación patrimonial y divulgadora que ha desplegado tradicionalmente la disciplina arqueológica tiene una presencia importante también en este libro, que se interroga sobre las representaciones sesgadas y las invisibilidades que de la investigación académica se extienden a museos y a manuales. Los análisis de la arqueología feminista son valiosos en muchos aspectos para la historia de la ciencia, de la medicina y de la tecnología, de los que voy a señalar aquí dos. Por una parte, deberían ayudarnos a analizar el carácter sexuado de la cultura material de la ciencia y de lo que nos decidimos a considerar constitutivo de su patrimonio. Y por otra, nos señalan la centralidad y la significación de las actividades de creación y mantenimiento de la vida humana desarrolladas en el ámbito doméstico, uno de los espacios sociales que ha producido un índice más elevado de conocimiento experto y que menor atención historiográfica ha recibido.

Montserrat Cabré i Pairet
Universidad de Cantabria