DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2006, 26, 323-366.

Manuel de FUENTES SAGAZ [et al.]. Miguel Serveto o Miguel de Villanueva: conmemoración del 450 aniversario de la muerte de Miguel Servet, 1553, Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento de Salud, 2004, 286 pp. ISBN: 8423525031.

Fernando SERRANO LARRÁYOZ. Medicina y enfermedad en la corte de Carlos III «El Noble» de Navarra (1387-1425), Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento de Salud, 2004, 289 pp. ISBN: 842352583X .

Presentamos los dos primeros volúmenes de una colección sobre «Temas de Historia de la Medicina» patrocinada por el Gobierno de Navarra y dirigida por José Javier Viñes Rueda. La colección, iniciada en 2004, tiene la finalidad de promover la difusión de la investigación histórico médica en general, «con especial atención a las producciones relacionadas con Navarra» (Orden Foral 7/2004, de 15 de marzo). Los cuatro volúmenes publicados hasta ahora se refieren a cuestiones de la medicina navarra. Pero, como veremos, ahí acaba la semejanza entre ellos.
El volumen que abre la serie recoge el texto de las conferencias que a finales de octubre del año 2003 y a comienzos de noviembre fueron pronunciadas, respectivamente en Tudela y en Pamplona, en el sesquicentenario de la muerte en la hoguera del famoso teólogo y médico Miguel Servet, en Ginebra, el 27 de octubre de 1553.
Tras una breve presentación del libro hecha por Viñes, sigue una mirada de conjunto sobre la figura de Servet, trazada por el cardiólogo Manuel de la Fuente. A continuación un estudio sobre la relación de Servet con Navarra proporciona una nueva aportación documental e interpretativa del servetista tudelano Francisco González Echeverría. Como en publicaciones anteriores, es admirable su empeño como investigador de datos, pero estimamos que no resultan concluyentes algunas de las suposiciones que de ellos deriva. El análisis de la obra médica corre a cargo de quien hasta hace algunos años desempeñó la cátedra de Historia de la Medicina en la Universidad de Navarra, Juan Antonio Paniagua. Con la precisión y rigor que le caracterizan expone aquí, de modo sistemático, lo que en publicaciones anteriores ya había descrito: la importancia de la única obra netamente médica de Miguel Servet Syruporum universa ratio (París, 1537), que aparece firmada con el pseudónimo de Miguel de Villanueva. Se trata de una obra que entra en la llamada «polémica de los jarabes». En ella Servet defiende «la recta doctrina de Galeno», mientras que manifiesta un «rotundo rechazo» contra todo lo arábigo. Un tratado de gran actualidad en su día, pero que habría de caer en el olvido por su palmario carácter galénico.
Por contraste con el Syruporum universa ratio, el profesor Paniagua subraya la relativa importancia de las líneas con las que Servet expresa, en un tratado teológico —Christianismi restitutio (Vienne del Delfinado, 1553)—, que la sangre no pasa del ámbito venoso al arterial por el septo cardíaco sino por el sistema vascular difundido por los pulmones. Descubrimiento de importancia, pero relativa porque no alcanza la trascendencia con la que la historiografía la ha magnificado.
La aportación del teólogo pamplonés, Alfredo López Vallejos, da una visión precisa y esclarecedora del pensamiento servetiano acerca de la Trinidad, de la filiación divina de Jesucristo, del bautismo de los niños, etc. Refleja bien que la Teología fue la verdadera pasión de Servet y lo que le llevó a su trágica muerte. Sin embargo, la rectitud y apasionamiento con la que el autor enuncia estas ideas, son compatibles con la calificación de heterodoxia formal de su doctrina.
Cierran el volumen que comentamos dos anexos: una simpática escenificación de la «Pasión y muerte de Miguel Server», que fue efectivamente representada en Tudela, el 25 de octubre de 2003, y la «Exposición detallada de los procesos a Miguel Servato», tomadas de la conocida obra de Josep Goyanes Capdevila (Miguel Serveto, Teólogo, geógrafo y médico, descubridor de la circulación de la sangre: Su vida y sus obras, sus amigos y enemigos, Madrid, Hernando, 1933) que conserva su valor, al menos en las páginas aquí reeditadas. En resumen, se trata de un nuevo estudio sobre Servet que ayuda a conocer su persona y el alcance de su obra. Manifiesta cómo los estudios prosopográficos son en buena medida deudores del nacionalismo de la ciencia. El segundo volumen de la colección, está dedicado a la medicina medieval navarra. Pocos son los estudios sobre este tema, lo que incrementa el interés de la obra de Fernando Serrano Larráyoz, estudioso de la corte de Carlos III (La Mesa del Rey. Cocina y régimen alimentario en la Corte de Carlos III el Noble de Navarra (1411-1425), Pamplona, Gobierno de Navarra, 2002).
En el reinado de Carlos III El Noble de Navarra (1387-1425) predominó el pacifismo y una política de alianzas con Castilla, Aragón y Francia, muy acordes con las posibilidades y los escasos recursos con que su predecesor Carlos II (1350-1387) había asumido la corona navarra. Serrano Larráyoz exhuma los documentos de la Sección de Comptos del Archivo General de Navarra. Estas fuentes representan la aportación más significativa del libro debido a la escasez de registros para el estudio de la medicina de este periodo del Reino navarro. A eso contribuye el que no existiera todavía Estudio General ni ningún tipo de organización de carácter corporativo que agrupara a los prácticos de la salud, que no aparecerá hasta finales del siglo XV. Todo lo cual hace que, como señala Serrano Larráyoz, la sanidad en la Navarra del cambio de los siglos XIV al XV, no alcanzara el nivel al que llegó en los territorios limítrofes.
El libro, prologado por Jon Arrizabalaga, se refiere sobre todo a cuestiones de la medicina cortesana, que debió de ser semejante a la de las cortes vecinas. Son tratadas en cuatro secciones: la medicina en Navarra durante la Baja Edad Media, los profesionales de la medicina relacionados con la familia real, la enfermedad en la Corte, la Farmacia y el medicamento en la Corte. La documentación se extiende a prácticas y lugares foráneos a Navarra por los viajes y estancias que los monarcas navarros llevaron a cabo en Francia (Carlos III) y Castilla (Dña. Leonor).
El trabajo se enmarca en supuestos historiográficos actuales y en continuidad con las investigaciones llevadas sobre la práctica médica en los reinos ibéricos bajomedivales por Luis García Ballester, entre otros, y por Jean-Pierre Bénézet en relación a los boticarios y a los medicamentos en el mediterráneo occidental.
El tipo de fuentes en las que este estudio se apoya resulta especialmente provechoso para la identificación y tipificación de los prácticos sanitarios que actuaban en la corte de Carlos III: físicos, cirujanos, barberos, boticarios, parteras, nodrizas, albéitares, etc. Así como para el análisis, que Serrano Larráyoz lleva a cabo, de su procedencia judía o cristiana. En Navarra el número de físicos universitarios parece haber sido bastante escaso y existió una notable movilidad de los médicos.
A través de los salarios que los profesionales reciben, el autor ha constatado cierta estructuración o gradación entre quienes desempeñaban su tarea en los hostales reales navarros, aunque el título de físico mayor será de aparición posterior. La remuneración dependía de la reputación y al mismo tiempo era usada para prestigiar al que la percibía. También revelan la diversidad de las actividades a la que estos prácticos se dedicaban que incluían el préstamo y, en el caso de los boticarios, el comercio. Ponen de manifiesto las especiales relaciones de confianza que llegaban a establecerse entre los médicos, cirujanos o boticarios y sus regios pacientes.
Los textos que Serrano Larráyoz aporta son substanciosos en la enumeración y descripción de remedios terapéuticos utilizados. Resultan un claro reflejo de la farmacopea práctica de finales del siglo XIV y primer cuarto del XV. Los medicamentos compuestos son clasificados en dos grupos: los medicamentos de vía oral y los productos calificados de uso externo. El volumen incluye un amplio apéndice documental y un listado de los medicamentos simples dispensados en la Corte.
En definitiva, el autor ha conseguido, a partir de una información derivada de expedientes administrativos, una inestimable reconstrucción histórica del mundo de la práctica médica en la Corte de Carlos III.
Sirva esta recensión para elogiar la iniciativa del Departamento de Salud del Gobierno de Navarra y dar la bienvenida a una colección que promueve la investigación histórico-médica. No proliferan las iniciativas de este estilo: facilitar la publicaciones de materias que, al menos aparentemente, no tienen una utilidad social o económica directa. La puesta en marcha de esta colección refleja una sensibilidad hacia el conocimiento histórico-médico que deseamos se mantenga con el rigor que merece y con la continuidad que sería deseable.

PILAR LEÓN SANZ
Universidad de Navarra