DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2004, 24, 307-358.

Tiziana PESENTI. Marsilio Santasofia tra corti e università. La carriera di un «Monarcha Medicinae» del Trecento, Treviso, Antilia [Centro per la Storia dell’Università di Padova], 2003, 683 pp. ISBN: 88-87073-46-5.

Si hay una constante en historia de la medicina medieval, es que casi ninguna de las afirmaciones en negativo que la historiografía mantiene, pueden sostenerse cuando se trabaja con seriedad sobre ellas. Donde leíamos que no había nada de interés, lo que había era, en la mayor parte de los casos, simple ignorancia, más o menos disfrazada de problema heurístico o metodológico irresoluble. Y ahora le toca el turno a la segunda mitad del siglo XIV, a los años que fueron dejados de lado por la historiografía médica como simples testigos de la esclerotización y agotamiento del galenismo escolástico. O, ¿no fue así? Y parece que este libro se encarga de enseñarnos que no, que si, de verdad, se presta atención a las fuentes de este período, es posible contar otra historia.
A lo largo de más de seiscientas páginas, Tiziana Pesenti nos demuestra el vigor del galenismo latino de la segunda mitad del XIV y su empeño en ofrecer respuestas originales a los problemas de salud, tanto en el ámbito académico como fuera de él. Y lo hace tomando como hilo conductor a una larga dinastía de médicos, los Santasofía, encarnados de manera ejemplar en la figura de Marsilio de Santasofia. El título del libro es, en cualquier caso, engañoso porque promete mucho menos de lo que da. Es cierto que la biografía profesional de Marsilio vertebra el trabajo, pero se trata de una historia de múltiples personajes, médicos y no médicos, donde los secundarios tienen mucho más que una frase en el guión. También es una historia de manuscritos. Y es que los que trabajamos en el mundo medieval estamos acostumbrados a relacionarnos por igual con los actores y con los objetos, obligados a no entender las diferencias canónicas entre lo cultural y lo social, entre lo vivo y lo inerte. Y también es una historia de la historia que se acerca con la misma atención crítica a falsos cronistas que inventan genealogías fantásticas como a la rica erudición decimonónica italiana y germánica.
El libro comienza en Padua y, a través del comentario de Mondino da Cividale al libro primero del Canon (1316), reivindica este centro como receptor de lo que Luis García Ballester denominó el «nuevo Galeno», colocando así al estudio patavino en la estela de Montpellier, París y Bolonia. En este contexto sitúa al patriarca de los Santasofia, Niccolò (+ post 1351) y a sus dos hijos Giovanni (c. 1330-1389) y Marsilio (c. 1338-1405). Resulta muy interesante que la coherencia familiar de esta saga de médicos que se extiende hasta el siglo XVII, se confirme de la mano de una colección de recetas elaborada por Niccolò y reordenada y difundida por Giovanni. De hecho, pasará a ser conocido como recetario de quidam doctores de Sancta Sophia (p. 106). A través de la elaboración y uso de este recetario, Pesenti, nos ofrece un rico panorama de relaciones entre distintos médicos y de éstos con otras formas de curación. Creo que es muy sugerente el reflexionar sobre el papel que un texto, validado en la práctica, cumple como confirmación de un linaje y carta de presentación social, de una familia de médicos universitarios. Pero, será el comentario, el género académico por excelencia, la piedra sobre la que se apoyará un juego de carreras profesionales que se dividirán entre la corte y la universidad. Carreras profesionales que no son fáciles de seguir y que Pesenti reconstruye llevándonos con Marsilio de Padua a Siena, de aquí a la promesa de Florencia para acabar en Pavía, y de nuevo a Padua, aunque pronto retome la peregrinatio academica que le dirigirá a Florencia, esta vez sí y por tres cursos (1393-1396), y vuelta a Pavía. Más tarde, tras la muerte de su protector Gian Galeazzo en septiembre de 1402, lo que ya parecía el definitivo regreso de Marsilio a Padua, se convierte en un paréntesis de meses al haber aceptado enseñar en el estudio boloñés el curso 1404/05. Y Bolonia va ser su último destino, puesto que falleció en enero de 1405 y fue enterrado en esta ciudad.
Esta compleja peripecia personal está cuidadosamente documentada atendiendo tanto a sus aspectos personales como a un amplio marco cultural y político, utilizando una variedad impresionante de fuentes y de bibliografía secundaria. Tanto es así que, a veces, el lector se olvida del texto principal para bucear en la riquísima información ofrecida a pie de página en las notas. Pero, el manejo de casi doscientos manuscritos que se incluyen en el índice, no impide una atención exquisita al detalle que únicamente la lectura atenta a los mismos permite. Y esto sólo puede hacerse desde una formación técnica impecable y a lo largo de muchos años. Aspectos de la vida, no sólo de la de los autores de los textos que recogen los manuscritos sino de los que los copian, de los colegas en el claustro universitario y fuera de él, de sus patrones, de los alumnos a quienes van dirigidas las exposiciones y de los distintos propietarios de los mismos, van apareciendo a partir de rastros de muy difícil seguimiento.
Estos materiales y la rica documentación de archivo permiten, por ejemplo, reconstruir las relaciones de Marsilio y de su obra con las nacientes universidades transalpinas (pp. 185-213). O reconocer en el fondo Vaticano actual la biblioteca original de Marsilio a través del inventario de 1410 de los libros de su hijo Daniel, también médico (pp. 135-137). O el reconocimiento de los contenidos reales, tal como fueron expuestos en las aulas, de un curso académico a través del seguimiento de las distintas manos, cuadernos y filigranas de algunos de los manuscritos analizados (pp. 175 y ss.). O, cumplir el objetivo de lo que fue uno de los motores del libro: el establecimiento del corpus médico de Marsilio en fuentes manuscritas, así como el detallado análisis de la producción, tradición y difusión de las mismas.
Es interesante ver el método de trabajo utilizado: Pesenti se toma en serio todo lo que lee. Me explico. Pesenti se acerca con una meticulosidad, un respeto y un rigor impecables a las fuentes que maneja. El que a Marsilio se le llame monarcha medicinae, por ejemplo, no es despachado como mera pompa de un momento histórico concreto sino que el término laudatorio es analizado cuidadosamente para establecer que se trata de una denominación específica reservada al médico más destacado de su generación. El que en el contrato que le ofrece a Marsilio el estudio de Florencia, aparezca la fórmula pre aliis edoceri, le llama la atención a Pesenti pues al comparar con otros contratos, en estos aparece constantemente otra fórmula, la de utiliter edoceri. Dado el volumen impresionante de materiales manejados, esta diferencia podía haber pasado inadvertida o ser tenida como un irrelevante capricho notarial, sin embargo, Pesenti piensa que la desaparición del utiliter puede no ser azarosa e indaga sobre esta diferencia como si fuera fundamental para su historia. Y finalmente, este pequeño detalle sumado a otros muchos le sirve para tirar del hilo y argumentar, por un lado, la posición excepcional de Marsilio en el panorama docente de su tiempo y, por el otro, señalar las precauciones que se tomaron en el estudio florentino para no herir la dignidad de los otros miembros del claustro (pp. 227-236). Pero, la minuciosidad no se detiene en el estudio de los contenidos de las fuentes, sino que se aplica con igual decisión y buenos resultados al análisis de las características físicas de las mismas. Y con este cuidado y una exquisita sensibilidad hacia lo que las palabras y los objetos pueden decir, Pesenti reconstruye pacientemente la vida académica de Giovanni y Marsilio.
De la misma manera que se presta atención al peregrinaje académico de Marsilio, las relaciones de éste con las distintas casas italianas, especialmente con las de Padua y Pavía, son analizadas con amplitud. Y, de hecho, Pesenti dedica un capítulo a deshacer el mito histórico según el cual Marsilio habría sido traidor a su patria patavina para pasar al servicio de Gian Galeazzo Visconti (pp. 219-246). La reconstrucción minuciosa con toda la base documental disponible de los movimientos físicos e intelectuales de Marsilio entre 1387 y 1389 permiten afirmar sin duda que «[l]a sua fu dunque una peregrinatio academica, non il vagare di un fuoriscito, e tutto in essa smentisce ogni illazione di tradimento» (p. 246). Es frecuente la insistencia en justificar el periplo vital de Marsilio en base a razones exclusivamente académicas rechazando razones de tipo político. Y no se trata de ingenuidad por parte de la autora, puesto que la toma de partido por un grupo u otro, es el telón de fondo que explica los movimientos de otros médicos cortesanos. Sin embargo, dada la fuerte relación personal de Marsilio con Gian Galeazzo y las ambiciones expansionistas de éste, cuesta pensar que Marsilio no tomó una parte más activa en la compleja política de su tiempo. La introducción por parte de Pesenti, del tema de la amicitia en el sentido clásico y de elementos de etiqueta que proceden de las relaciones de vasallaje, ayudan, en cualquier caso, a entender las relaciones de los médicos en la corte más allá de aquellas lecturas históricas que han presentado la ambición y el dinero como motores de estas relaciones, en un sentido no sólo muy reduccionista sino posiblemente anacrónico.
Esta fascinante historia personal y profesional se va desgranando al tiempo que se analiza la labor intelectual de los Santasofía, especialmente de Marsilio en sus distintos comentarios al Canon, Tegni y Aforismos, prestando especial atención a un contexto no sólo académico sino cultural más amplio. Para facilitar el seguimiento de este análisis, el volumen incluye en unos cuidados apéndices, entre otros, la edición de un Metodus de regimine sanitatis in tempore pestilentiali (p. 321), la exposición Super primo Tegni (p. 355) y de los proemios y dubia de dos comentarios diferentes que realizó Marsilio sobre los aforismos. Este último apéndice incluye una comparación muy útil con las dubia expuestas por Tadeo Alderotti sobre el mismo texto (p. 483). Se incluyen asimismo unos índices de personas y lugares que facilitan el uso de una obra tan ambiciosa. Sin embargo, no ha sido muy feliz el sistema de citación de notas elegido. Dado su volumen y riqueza informativa, hubiera sido deseable una bibliografía final que permitiera reconocer rápidamente la fuente citada.
Antes de acabar con un análisis de la fortuna de la obra de Marsilio en la imprenta, Pesenti nos ofrece un panorama general sobre qué era ser un médico humanista en la segunda mitad del siglo XIV. No se trataba de perseguir un empeño filológico como sucedería en el XV, sino una familiaridad con los aspectos retóricos y literarios de las escuelas de Artes y con autores clásicos latinos, como Séneca, por ejemplo. De hecho, Marsilio entra a polemizar sobre el significado del «aliud agentibus» de la carta de Séneca a Lucilio (pp. 602- 606). «Magna pars vitae elabitur male agentibus, maxima nihil agentibus, tota vita aliud agentibus». Como bien demuestra este trabajo, está claro que Tiziana Pesenti ha reformulado en positivo ese aliud, llenándolo de entusiasmo y buen hacer.


FERNANDO SALMÓN
Universidad de Cantabria