DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2004, 24, 307-358.

Lluís CIFUENTES i COMAMALA. La ciència en català a l’Edat Mitjana i el Renaixement, Barcelona-Palma de Mallorca, Universitat de Barcelona- Universitat de les Illes Balears, [Col·lecció Blanquerna], 2002, 410 pp., ISBN: 84-8338-314-4.

Uno de los programas de investigación más fructíferos de la historiografía de la ciencia y de la técnica medieval durante la última década, ha sido el estudio del fenómeno que ha venido a denominarse como «vernacularización de la ciencia», es decir: el análisis del uso progresivo de las lenguas maternas como vehículos de difusión del saber científico. Un fenómeno que hasta finales de la edad moderna, convive con la utilización casi exclusiva del latín en los círculos universitarios.
El estudio de los textos medievales en lenguas vernáculas no es una línea de análisis estrictamente nueva. De hecho, se asienta en la labor de erudición realizada por disciplinas como la filología, originalmente alejadas de la historia de la ciencia, y que sin embargo configuraron los cimientos del medievalismo clásico. Si inicialmente esta tradición historiográfica priorizaba casi en exclusiva el estudio de los textos literarios, gradualmente fueron gozando de mayor protagonismo textos dedicados a temas muy variados: religiosos, jurídicos, etc., incluyendo los científico-técnicos. La mirada del medievalismo clásico hacia estos textos, solía responder a dos intereses. Por una parte, potenciaba el enriquecimiento del patrimonio léxico de una determinada lengua. Por otra, contribuía a visibilizar su patrimonio cultural mostrando, en toda su grandeza, la capacidad de una lengua de decir el mundo, de hacer orden simbólico. Con cierta frecuencia, estos intereses se pusieron al servicio de proyectos nacionalistas de variado tipo y a menudo contrapuestos entre sí. La identificación forzada de estado con nación, y de ésta con una única lengua, promovieron una visión de la lengua como donadora exclusiva y máxima depositaria de identidad nacional. Esta visión, fácilmente podía dar lugar a trabajos que tomaran como objeto de estudio realidades territoriales o lingüísticas que poco tienen que ver con el plurilingüismo que caracteriza la edad media. Por poner un ejemplo extrapeninsular, no puede valorarse la producción científica vernácula en las islas británicas, sin considerar y reconocer el enorme papel que jugó en esos territorios el francés anglonormando.
En este libro, Lluís Cifuentes recoge los mejores cimientos del medievalismo clásico y los pone al servicio de planteamientos de la historiografía de la ciencia actual. Una historiografía de la ciencia que no entiende como «naturales » las formas históricas de expresión de la ciencia, sino que las interroga. Y lo hace buscando en esas formas significado, dotándoles de valor heurístico. En este sentido, puede decirse que el autor nos ofrece aquí una contribución a la historia con la lengua catalana, haciendo que ésta fluya como fuente para la historia de la ciencia entre finales del siglo XIII y principios del XVI. Sin renunciar a la erudición más exquisita, este libro cultiva con éxito el difícil registro que busca un público lector culto, pero no necesariamente especializado. La cuidadosa edición que exhibe es un signo más del respeto hacia los textos que está en la base de esta obra, de la coherencia con que su autor trabaja el vínculo entre contenido y forma.
El libro se divide en dos partes. En la primera, que supone una introducción a lo que es, de hecho, el núcleo fundamental de la obra, Cifuentes presenta, para el caso del catalán, los grandes temas que el fenómeno de la vernacularización plantea, especial aunque no exclusivamente, en relación a los textos dedicados a aspectos del cuidado de la salud, tanto animal como humana. Es en esta área donde el fenómeno de la vernacularización se manifiesta con una intensidad mayor en la Europa latina, con la excepción del castellano. Una cuestión que está, como señala Cifuentes, directamente relacionada con la implantación progresiva de un nuevo sistema sanitario en el que las nuevas ocupaciones, especialmente las extrauniversitarias, dan lugar a un público nuevo que posee demandas textuales y lingüísticas específicas. La prontitud e intensidad con la que este proceso se realiza en los territorios de la antigua Corona de Aragón, donde se sitúa el dominio lingüístico del catalán, explicaría la rapidez y el dinamismo de esta lengua en dar respuesta a estas necesidades. Lógicamente, el fenómeno de la vernacularización no se produce automáticamente ante la existencia de un público sino gracias a quienes traducían al catalán del latín, del hebreo, del árabe o de otras vernáculas, o de quienes se decidieron a escribir en esa lengua obras originales. Cifuentes reconstruye las líneas generales del proceso de traducción de textos con contenidos científicos, así como el de producción de obras originales, tanto de las manuscritas como de las que se publicaron en las primeras imprentas.
La segunda parte del libro aborda propiamente el análisis de la amplia gama de géneros científicos que Cifuentes ha detectado circulando en catalán, ya sea porque los textos se han conservado, ya sea porque conocemos su existencia a través de referencias externas que han permitido su identificación, no siempre fácil. El autor divide esta sección en dos capítulos, distinguiendo temáticamente entre los textos dedicados a la salud y el resto de disciplinas que explicaban, modificaban o describían el mundo natural. El primero, analiza las traducciones y las obras originalmente en catalán agrupadas por temas, desde las grandes compilaciones médico-prácticas a los tratados quirúrgicoanatómicos o la medicina veterinaria. A pesar de las inevitables simplificaciones, que son incluso deseables en aras a ofrecer una perspectiva general, Cifuentes distingue sub-géneros cuando éstos son significativamente diferenciables. Lo mismo sucede en el largo capítulo dedicado a las ciencias y técnicas no sanitarias, en que cada uno de los nueve grandes epígrafes se subdivide, a su vez, para visibilizar una gran variedad de temas. Encontramos aquí desde la filosofía natural hasta la cartografía, la geometría o la agronomía, pasando por la magia, la astrología, la astronomía o la alquimia.
Con este libro, el autor nos ofrece una contribución muy importante a la historia de la vernacularización de la ciencia en el occidente latino. Y no sólo por su valor intrínseco, sino también porque para lenguas como la castellana, la francesa, la italiana o la inglesa, no existe un libro que aborde este tema con la perspectiva globalizadora y temáticamente equilibrada que Lluís Cifuentes ha adoptado. Sólo cabe esperar que futuras ediciones de textos nos permitan profundizar en este primer panorama transversal y analizar con mayor detalle todos y cada uno de los géneros científicos que se expresaron, en la edad media y el renacimiento, en lengua catalana. Una tarea ardua para la que, en mi opinión, esta obra marca sin duda un punto de inflexión. Pienso que es una obra que debemos agradecer especialmente a su autor, que ha asumido el riesgo de elaborar los resultados, ineludiblemente parciales, de un verdadero y sólidamente cimentado programa de investigación.

MONTSERRAT CABRÉ I PAIRET
Universidad de Cantabria