DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2004, 24, 307-358..
Jacques MALATERRE (realizador); Yves COPPENS (director científico);
Juan Luis ARSUAGA (coordinador científico de la versión española).
La odisea de la especie, Valladolid, Divisa Home Video, 2004, 90
minutos
El objetivo de esta reseña no es diseccionar en busca de qué hay de verdad
científica en La odisea de la especie. Se trata de explorar las interrelaciones que
genera ese espacio de responsabilidad social que es la divulgación científica.
Como trataré de argumentar a lo largo de este texto, la idea de la evolución
(humana) de la que participan los autores de este documental es un proyecto
en el que se busca la legitimación de una manera concreta de estar en el
mundo en los actos fundacionales (1) y se proyecta un futuro basado en un
discurso de la seguridad que no permita alternativas.
La odisea de la especie es un documental, en clave de hipérbole, sobre la
evolución de los homínidos, la subfamilia en la que se incluye nuestra especie.
Fue emitido por La Primera de TVE el 10 de junio a las 22:00 horas y existe
una versión en DVD. Son alrededor de noventa minutos en los que se mezcla
la infografía para los homínidos más antiguos con actores reales caracterizados
como algunas de las especies descritas de Homo. A través de seis millones de
años se efectúa un recorrido épico por las adquisiciones que los homínidos
han ido incorporando hasta configurar la Humanidad actual. O más bien parte
de ella. Como propone Donna Haraway «todo lo importante cambia» (2) o
dicho de otro modo, centramos nuestra atención en aquello que hemos decidido
que es importante a la hora de representarnos e identificarnos, y lo
confundimos con el mundo —en un ejercicio de inconsciencia colectiva. Y en
un ámbito como es el occidental no creacionista, la ciencia nos proporciona la
seguridad que ya no permiten, al menos tan claramente, otros tipos de discursos
como puede ser el religioso.
Pero, ¿qué nexo existe entre el debate científico actual en materia de
evolución humana y lo que el documental nos muestra? Poco y circunscrito a
los hallazgos de nuevas especies. Por lo demás se recorren una serie de lugares
comunes plenos de prejuicios y que más que caracterizar a los grupos de
australopitecinos y humanos parecen constituir un modelo de prácticas culturales
predominante en occidente, las cuales están perdiendo terreno por el
avance de otras formas de estar en el mundo y que por tanto necesita
perentoriamente reforzarse. En este documental se entremezclan la familia, el
poder, la autoridad, la política, la economía... Es un claro exponente del
híbrido que palpita en cualquier producción científica (3), máxime en la divulgación.
Pero, ¿en qué esfera de la realidad se sitúa este producto?
La evolución, a la luz de los conocimientos actuales, es fundamentalmente
«descendencia con modificación» producida por imperfecciones en la transmisión
de la información genética (4) y permite que unos individuos sean más
compatibles que otros en determinadas circunstancias medioambientales y
tengan más posibilidades de prosperar y transmitir sus modificaciones a la
siguiente generación. Son escasos los científicos que tienen en cuenta la propuesta
de Lamarck, secundada por el propio Darwin (5), de la «transmisión de
caracteres adquiridos», es decir que el uso y desuso de un órgano implica su
desarrollo o desaparición y que tales cambios producidos durante la vida de un
organismo se legan a la descendencia.
El documental comienza de forma contundente: aparecen los primeros
prehumanos, la faz de la Tierra cambiará. La carrera por su dominio ha
comenzado y nosotros no somos más que el último exponente de algo inevitable
y presente antes de la aparición de los humanos. Un primer rasgo
dimana, el antropocentrismo. Los humanos se dibujan como seres exploradores
cuya audacia y capacidad de superación ante la adversidad hace que se
conviertan en iluminados que de la casualidad hacen necesidad. Por su parte
el uso de la primera persona del plural, en la voz en off, evoca la idea de que
todos participamos de la evolución humana, lo cual puede llevar a reforzar la
percepción de la Humanidad como unidad. Aunque, en realidad, el objetivo
de esta forma narrativa trataría de enlazar ciertos comportamientos del presente
con el pasado con la intención de naturalizarlos.
Lejos de amilanarse, los responsables del documental se animan cuando
proponen el origen del bipedismo. El Orrorin tugenensis hallado en Kenia es el
primer candidato a ser homínido puesto que se levanta sobre sus patas traseras
para ver, y una vez ahí tiene una segunda intuición: avanzar de pie. El esfuerzo
y la superación personal son los que llevan a estos pioneros a contribuir al
beneficio de la especie. Muy parecido a uno de los principios del liberalismo
propuesto por Adam Smith: la suma de los esfuerzos individuales supone
beneficio para la sociedad. De esta forma se trata de legitimar el discurso
neoliberal, la ficción de que todos disfrutamos de los beneficios. Pero no sólo,
la transmisión de caracteres adquiridos implica también la separación entre
humano y naturaleza, porque ambos disfrutarían de mecanismos evolutivos
diferentes. Ya no es necesaria la mediación de la cultura para diferenciarnos
del resto de la naturaleza. El mero hecho de entrar a formar parte de la
subfamilia de los homínidos los hace discretos, es decir, separados del resto de
la naturaleza. Y si pasamos al ámbito de lo emocional, la novedad del bipedismo
proporciona placer. Algo con lo que también la sociedad occidental gusta de
representarse. La contemporaneidad de dos especies bípedas en diferentes
zonas de África es el argumento que se esgrime para incidir en la lógica de la
evolución de los homínidos: ¿cómo se habrá puesto de pie la especie centroafricana
Sahelanthropus tchadensis hallada a más de tres mil kilómetros de donde se
supone el origen de los homínidos? ¿Habrá llegado hasta allí la noticia o será
pura coincidencia? Lo que diferencia a los homínidos es el sentido voluntarista
de la evolución, porque frente al resto de especies que pueblan la Tierra los
homínidos se caracterizan desde el inicio por tomar la iniciativa y ser responsables
de su propia evolución, y todo ello aderezado con una capacidad de
superación ante las hostilidades que implica una diferencia cualitativa respecto
al resto de especies, y que implicaría una cierta continuidad con el discurso
creacionista.
Una vez superada la primera empresa, el siguiente capítulo está dedicado
a contar qué especie de australopitecino es la antepasada directa de los primeros
humanos. Para ello recurren a una fábula. Lucy, la famosa Australopithecus
afarensis, ha perdido a todo su grupo y anda indefensa ante los peligros
acechantes. Ella sola no puede sobrevivir y se une a un grupo de Australopithecus
anamensis con mayor tamaño corporal, con un bipedismo más conseguido —
¿habrán puesto más voluntad?—, más audaces y carroñeros. Para ser aceptada
por el macho sólo tiene la opción de la sumisión y tal vez la seducción, y para
serlo por el grupo tiene que acatar sus reglas. Finalmente, Lucy muere ahogada
al tratar de cruzar un río. Esta misma fórmula se está convirtiendo en un
lugar común en este tipo de documentales. La hembra indefensa tiene que
buscar el cobijo de otra especie porque si no las posibilidades de supervivencia
son nulas. Las hembras solas no son autónomas, lo cual puede ser cierto pero
no lo es menos que un macho solitario tendría más o menos las mismas
posibilidades de sobrevivir. También se percibe cierto componente androcéntrico
en las alternativas que presentan para ser aceptada por un macho: sumisión o
seducción. Y quizás también se evoque una visión desde el presente ante el
temor a la pérdida de la identidad propia por las aportaciones de los foráneos.
El siguiente gran hito de la evolución humana se corresponde con la
aparición de Homo habilis, por ahora el primer representante del género al cual
nosotros pertenecemos. Sus inventos, en palabras de los responsables del
documental, cambiarán nuestro destino. H. habilis presenta un cerebro más
grande, y por tanto tendrá ideas más elaboradas. Pero no sólo. También son
más audaces y atrevidos que los australopitecinos lo que les permitirá llegar
más lejos. Se retoma de esta forma otro de los argumentos centrales del
documental: el carácter exclusivo de la evolución humana.
Otro rasgo interesante en este documental es el tiempo narrativo de los
procesos. En general todos los hitos, empresas, etc., elegidos como importantes,
lo son para entender la evolución humana, pero también por lo general
suelen aparecer con referencias temporales muy vagas e incluso inexistentes.
De esta forma se transmite la sensación de un continuum o si se quiere de una
dimensión del tiempo diferente a la del tiempo histórico y que se acercaría
más al tiempo mítico. De hecho el recurso a disgresiones con vocación de
parábolas acentúa más si cabe esta percepción.
La acción se sitúa en uno de los momentos claves de la evolución humana.
Al menos así lo percibimos los investigadores. El poder, las relaciones entre
géneros, la jerarquía, la reflexión, la manipulación, la tecnología, la relación
carne-cerebro como trasunto de la evolución de la inteligencia, son capacidades
y habilidades que aparecen diáfanas en los H. habilis. Son como nosotros
pero a menor escala, aunque siempre con alguna diferencia. La solidaridad
sólo se ejerce cuando existe una amenaza externa. Salvo por la cuestión de la
poligamia (existencia de favoritas) asistimos a un proceso de naturalización de
comportamientos con los que una buena parte de la sociedad occidental se
representa. Y por supuesto aparece la idea de progreso puesto que una vez
aparecido H. habilis la evolución es ya imparable. La evolución ha sido y será
imparable con o sin la presencia de los humanos. Creo que hubiera sido
interesante rebajar el grado de antropocentrismo, aunque entonces dejaríamos
de ser los héroes de la evolución. Pero en este relato épico algunos son más
héroes que otros. Me gustaría destacar que, al menos en este documental, las
hembras de H. habilis tienen un papel semejante al del hombre a la hora de
obtener los recursos. Pero a la hora de decidir es el macho viejo —«Habilis el
viejo»— el que toma las iniciativas mientras los demás acatan. A pesar de que
el invento de la primera herramienta se concede a un joven, el control de este
primario medio de producción recae en «Habilis el viejo». La relación carnecerebro
también se está convirtiendo en un tema recurrente en la divulgación
sobre evolución humana. La evolución biológica tiene su lógica y proponer
que comer carne implica el crecimiento del cerebro es recurrir de nuevo a la
idea de Lamarck, la transmisión de caracteres adquiridos. Claro que transmitir
este modelo de evolución biológica parece ser uno de los objetivos de los
responsables de este documental.
El siguiente paso se produce con la primera expansión fuera de África. Y
de nuevo el carácter voluntarista emerge como posibilidad. ¿Será la presión
demográfica, seguirán a los animales o será el espíritu de conquista? La respuesta
a esta pregunta no es fácil, pero pienso que la tercera opción es
descartable. Pero a los autores les interesa remarcar que el deseo de cambio
y la volición están presentes en y desde los orígenes y no es un componente
circunstancial de un momento cultural.
Para incrementar las percepciones de unidad y de identificación con la
evolución se recurre también a los sentimientos. De esta forma se acercarán
más a la Humanidad actual (o como ya he propuesto anteriormente a una
parte de ella confundida con el todo). De nuevo aparece la hembra desprotegida
que perece y cuya muerte causa hondo dolor en «su» macho. Volvemos a la
concepción ahistórica de la evolución humana.
El siguiente capítulo se dedica a la vida cotidiana de un grupo de Homo
erectus asiáticos, y tal vez sea la parte del documental donde el sesgo androcéntrico
se comienza a percibir con mayor claridad. Estos humanos cada vez someten
más a la naturaleza. Surge la familia mononuclear, el respeto a los padres y el
cariño por los que los rodean. También nace el trabajo y la especialización del
mismo. Los machos cazan y las hembras recolectan. El macho viejo enseña a
los niños a tallar la piedra (6). La sexualidad también cambia, nace el erotismo.
La cópula ya no es tan fácil como antes y la seducción se ha refinado. Los
genitales femeninos ocultos impiden saber al hombre cuando una mujer puede
ser fecundada. El hombre tiene que desplegar sus artes amatorias para
evitar que la mujer se niegue a copular. La seducción por las formas de la
mujer y el timbre grave y profundo de la voz en el hombre se presentan como
los referentes a la hora de buscar pareja. La mujer se configura como un ser
doméstico y pasivo que busca en el hombre esa seguridad que le falta. Mientras
el hombre se adentra en el exterior, aporta la tecnología y el alimento de
calidad —la carne— e incluso muestra inclinaciones estéticas.
Con el descubrimiento del fuego ocurre algo parecido. Son los hombres
los que lo someten contribuyendo de manera notable a la mejora de las
condiciones de vida de toda la Humanidad. El pensamiento liberal más clásico
de nuevo a la palestra, reforzado por el uso de la primera persona del plural
—nos levantamos, descubrimos, etc.
La última parte del documental nos traslada a Europa y los protagonistas
son los neandertales y su posterior desaparición cuando llegan los humanos
anatómicamente modernos. El paradigma sobre el origen de los humanos
anatómicamente modernos sitúa el escenario en África y las diferencias
interpretativas se centran en los posibles contactos y flujos con poblaciones
preexistentes. Por eso, algo que ha llamado poderosamente mi atención son
las dudas que se plantean sobre el lugar de origen de los humanos anatómicamente
modernos. ¿Por qué se retoma en este documental una propuesta sobre el
origen poligenético de la Humanidad actual? Quizás se trate de un rebrote de
racismo científico que utiliza como recurso la indignidad de África como cuna
de la Humanidad.
En esta parte los responsables se debaten entre una caracterización diferente
y otra similar de los neandertales respecto a los humanos anatómicamente
modernos. Rostros desfigurados, dientes ennegrecidos o movimientos exagerados
los alejarían de nuestra especie. Pero a la vez se comportan de manera
envidiosa y tienen ansias de poder. Lo que no varía es la posición prepotente
de los humanos sobre la naturaleza ni el rol pasivo de la mujer. En este sentido
cabe destacar la escena en la que el jefe del grupo es matado por un oso en
parte gracias a la pasividad de otro de los miembros del grupo que hace poco
por ayudar a su compañero en un lance con un oso. Esto implica que la mujer
del jefe fallecido se queda sola y con la única posibilidad de emparejarse con
el nuevo jefe, como si de gorilas se tratara.
Los neandertales son inteligentes y sensibles, pero a la vez son brutos,
salvajes, antropófagos. Cuando se encuentran ante una novedad utilizan el
olfato para tomar contacto con ella —signo de animalidad— mientras los
humanos anatómicamente modernos se muestran más tranquilos y utilizan su
inteligencia. A la hora de vestir, en la tecnología y físicamente también son
diferentes. O mejor dicho, menos evolucionados. Y si la evolución se confunde
con el progreso es fácil deducir que su marginalidad provocó su extinción.
Podría decirse que nace la globalización en el sentido de homogeneización y
triunfo del modelo neoliberal, de discurso único latente y encapsulado en una
presunta verdad inherente a la ciencia. Los autores recurren a poner en la
mente de los primeros humanos anatómicamente modernos estos epítetos y
características que han formado parte de la imagen que buena parte de la
historiografía sobre neandertales ha producido, y que se ha utilizado profusamente
como recurso para marcar una nítida diferencia entre «nuestro» pasado y
«nuestro» presente (7). Y de «nuestro» pasado nos interesa rastrear aquellos
cambios que aún permanecen. Pero en este documental el proceso, como ya
he comentado, es el inverso en pos de la naturalización de comportamientos
de una parte de la sociedad occidental.
La versión en soporte DVD incluye un making off, La odisea de la especie entre
bastidores. En ella se narran diferentes aspectos del rodaje e incluye declaraciones
del realizador y del director científico. El primero, Jacques Malaterre,
sentencia: «Nuestro trabajo comienza allí donde la ciencia no tiene respuestas
». Pero siempre sobre el sustrato científico que abona a la ficción para
producir un efecto verdad al que contribuye el realismo de las imágenes. Por
ello resulta harto complicado para personas que no estén avezadas en materia
de evolución humana y/o en el análisis crítico de la realidad distinguir dónde
termina la supuesta verdad científica y comienza la aportación artística.
Una de las características de este documental es la escasa referencia a los
contextos. El espacio, el tiempo, mucho menos el momento en el que se
produce una hipótesis, no tienen apenas cabida, lo cual contribuye, entre otras
cosas, a transmitir una percepción universal de la evolución. Pero universal
confundida con una percepción concreta, la de sus autores porque muchas de
las cuestiones propuestas no constituyen un consenso científico en la actualidad.
Ahora bien, bien hiladas ayudan a configurar a la Humanidad de una
manera determinada. A ello también contribuye el frenético ritmo impuesto
por tener que comprimir en noventa minutos tanto debate como el que la
evolución humana genera. Pero hay ideas subyacentes que están presentes al
margen del soporte y del tiempo del documental. La presencia de escenas en
las que se representa el ejercicio del poder en exclusiva, la visión de la mujer
como a veces actriz secundaria, a veces mera espectadora, la tecnología como
factor principal del progreso, la ciencia como verdad, el alejamiento y el
dominio de los humanos sobre la naturaleza, un concepto teleológico de la
evolución humana, la familia mononuclear, la jerarquía, la representatividad
pergeñan un interesante híbrido.
Parece obvio que la ciencia, como sustitutivo de la religión en la función
social de proporcionar seguridad a los humanos, tenga que adoptar algunas de
sus formas, como por ejemplo la adopción de una retórica fuerte, sin fisuras,
que limite los efectos de una evidencia débil (8). Pero eso es un deseo que a
veces impide la necesaria autocrítica. Las fisuras existen y se rellenan de
prejuicios, y si éstos son semejantes a los de los destinatarios resultan perfectamente
creíbles y elevados a la categoría de verdad por la mediación de la
ciencia.
En la Odisea, Homero narra un nostos, concretamente el viaje en el que un
grupo de combatientes en la guerra de Troya encabezados por Ulises se
enfrentan a una serie de empresas arriesgadas. El regreso a los orígenes no
resulta fácil. Y de tal dificultad dimana, en parte, la consideración como héroe
del protagonista. Trasladado al ámbito de la evolución humana, los responsables
del documental La odisea de la especie narran las vicisitudes de la Humanidad
para alcanzar ese estatus intermedio que es el héroe y que nos situaría
entre los dioses y la naturaleza. Una vez muertos los dioses, una parte de la
Humanidad ocupa su trono en sustitución de la Humanidad misma.
JUAN MANUEL JIMÉNEZ ARENAS
Universidad de Granada