DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2003, 23, 409-454.

Martin DINGES (ed.). Patients in the History of Homeopathy, Sheffield, European Association for the History of Medicine and Health Publications, 2002, xiii + 434 pp. ISBN: 0-9536522-4-6.

El impulso que el Instituto de Historia de la Medicina de la Fundación Robert Bosch (Stuttgart, Alemania) y la red sobre historia de la homeopatía de la European Association for the History of Medicine and Health está dando a la historia de la homeopatía ha permitido que en el transcurso de una década el conocimiento sobre los avatares de esta doctrina médica haya pasado a primer plano de la historiografía médica internacional, dejando atrás la modesta, aunque estimable, presencia anterior.
Para el caso europeo, las publicaciones de varios autores alemanes como las del propio Martin Dinges, junto con las de Robert Jütte, Michael Stolberg y Gunnar Stollberg, por citar solo a los más conocidos, las de Marijke Gijswijt-Hofstra, para el caso holandés y Olivier Fauré, para Francia se han unido en el último decenio a los análisis que los autores británicos y norteamericanos venían haciendo desde algunos años antes. Las publicaciones de la red de historia de la homeopatía y otros volúmenes de la EAHMH, de objetivo algo más amplio, han venido a contribuir a este panorama aunando perspectivas de uno y otro lado del Atlántico, tal y como ya hemos tenido ocasión de reseñar en estas mismas páginas (Dynamis 2000, 20, 569-572. Dynamis 2002, 22, 574-577).
En esta ocasión se consagran casi una veintena de capítulos al análisis de una vertiente siempre de difícil abordaje en la historia de la medicina: los pacientes. Sea porque no siempre han estado en el centro de las preocupaciones historiográficas, o por las dificultades heurísticas que comporta acercarse a su realidad, los pacientes, destinatarios de los discursos y las prácticas médicas, se escapan a veces entre los dedos del historiador. Este volumen, a partir de acercamientos y fuentes diversas, trata de desvelar quienes fueron y son —pues el periodo cronológico se extiende hasta la actualidad— los que hoy llamaríamos «usuarios» de la homeopatía, un concepto que en sí mismo es deconstruido en varios capítulos, y las razones que pueden explicarnos por qué se acercaron y acercan a la homeopatía en busca de alivio para sus dolencias.
El libro, tras una introducción del editor, se organiza en cuatro apartados y, como todas las publicaciones de la EAHMH, tiene el valor añadido de contar al final con una bibliografía conjunta generada a partir de las individuales de cada uno de los capítulos. En este caso el lector podrá encontrar una magnífica puesta al día de la bibliografía germánica sobre el particular.
El capítulo introductorio de Martin Dinges, además de hacer la oportuna presentación del volumen, se encarga de situar al lector en la necesidad de conocer la perspectiva del paciente a la hora de analizar cualquier actividad médica. Quizá una mayor contextualización sobre la homeopatía, en el marco del pluralismo asistencial y sobre la relación homeópata-paciente en el asunto más global de la relación médico-paciente, hubiera resultado beneficiosa. Más adelante otra aportación, la que dedica Gunnar Stollberg a la sociología de los pacientes de la homeopatía, se encarga, en gran medida, de realizar esta tarea, que hubiese resultado más adecuado situar como frontispicio del volumen.
El primer grupo de capítulos se interesa por la relación que sostuvo el propio fundador de la homeopatía, Samuel Hahnemann, con sus pacientes. Los diferentes capítulos nos muestran como Hahnemann no sólo se interesó por fundar una nueva manera de concebir la enfermedad y su tratamiento, sino que puso gran empeño en crear un modo de relación médico-paciente en el que el primero mantuviese una total hegemonía. Frente a modos de relación en los que la dominancia en el encuentro clínico caía del lado del paciente el autor del Organon estableció un modo de relación con sus pacientes en el que se reservaba para sí gran parte del control. En general, sus honorarios fueron altos, aunque los diversos estudios nos presentan matices en este sentido, y debían serle satisfechos por adelantado. Las visitas a domicilio no solían estar contempladas en el modo de conducirse de Hahnemann. Era el paciente el que debía acudir a la consulta del homeópata o, como ocurrió con frecuencia, utilizar la correspondencia para llevar a cabo la consulta y el seguimiento del tratamiento. Además la compliance del paciente tenía que ser total. Un paciente insumiso se arriesgaba a que el iniciador de la homeopatía terminase la relación asistencial, pues consideraba que sus consejos y prescripciones debían ser seguidos al pie de la letra. Tal y como señala Dinges esta realidad puede resultar llamativa dado que hoy día tendemos a pensar que los pacientes que recurren a la homeopatía y otras terapias complementarias buscan, precisamente, un encuentro clínico más igualitario que el que ofrece la biomedicina. Pero las circunstancias en las que se desarrolló la práctica hahnemanniana explican en gran medida su interés por ejercer el gobierno de la relación médico-paciente. En cierta forma este modelo relacional autoritario buscaba abandonar el esquema de patronazgo, ejercido desde la clientela adinerada, y al que se veían sujetos muchos de sus colegas alópatas. Debe resaltarse, no obstante, que el esquema de Jewson sobre el patronazgo médico es tomado en ocasiones de manera acrítica en algunos de los estudios de este volumen. Los estudios históricos sobre la práctica médica han mostrado que amplias capas de la población nunca tuvieron el control en el encuentro clínico.
Los autores que presentan aportaciones en este primer apartado (Jütte, Schreiber, Stolberg, Dinges y Ritzman) hacen un uso extensivo de fuentes como la correspondencia, los libros de registro de consulta, y otro material manuscrito. A través de ellas, no sólo muestran los entresijos de la práctica hahnemanniana, sino todo un universo de concepciones y representaciones de la enfermedad que es posible explorar gracias a las fuentes utilizadas. A pesar de ello, las cautelas y los matices están omnipresentes. La riqueza que permite este abordaje heurístico no debe llevar a confundir la parte (los que utilizaban la consulta a través de correspondencia) con el todo (la práctica de la homeopatía). Especial interés muestra el capítulo que Iris Ritzman dedica a analizar la utilización de la homeopatía para el tratamiento de los niños. El análisis, también a través de fuentes similares, se extiende en el siguiente apartado a otros espacios y tiempos. La utilización en Gran Bretaña, Rusia, Islandia, Dinamarca y Francia de la homeopatía durante los siglos XIX y XX es el objeto de cinco capítulos que tratan de mostrar la diversidad de la oferta homeopática y las características de los pacientes que acudían a ellos, utilizando, más o menos explícitamente, el marco conceptual del mercado médico, que viene siendo dominante en la historiografía del pluralismo médico durante las dos últimas décadas. Variables como la oferta de otros tipos de sanadores, la eficacia de otras alternativas terapéuticas, el costo de la consulta, la fama, son elementos que, como en cualquier estudio de pluralismo médico, son barajados en este caso. El «paciente homeopático» como usuario fiel y convencido de este tipo de doctrina médica se diluye en la evidencia presentada por estas aportaciones y por algunas de las agrupadas en el apartado siguiente, dedicado a estudiar las razones que llevaban a los pacientes a elegir la homeopatía como alternativa terapéutica.
Phillip A. Nicholls, gran conocedor de la homeopatía británica, nos ofrece un planteamiento sociológico de los pacientes que se acercaron a la homeopatía en el siglo XIX, prestando atención a la clase, el estatus y el género. La aportación de Nicholls trata de mostrar que la elección de acudir a la homeopatía no debe entenderse sólo como el fruto de una elección individual, sino como el resultado de la estructura social. Los más pudientes la usaron como una seña de distinción, como un marcador de estatus. Los pobres se acercaron a los muchos hospitales y dispensarios que ofrecían asistencia gratuita, bajo ciertas condiciones, porque era la única alternativa asistencial a mano. Las mujeres de clase media, por su parte, utilizaron la automedicación y los numerosísimos tratados de popularización de la homeopatía como modo suave y adecuado de cuidar de la salud de su familia. Este enfoque, válido para otras épocas y circunstancias, supone una de las aportaciones más felices del volumen.
Complementando esta visión, al profundizar en las decisiones individuales, son muy interesantes los capítulos dedicados al análisis de las prácticas de homeópatas concretos como los que nos ofrecen Pétursdóttir para Islandia, Brade para Dinamarca, Fauré para la Francia de finales del primer tercio del siglo XX y Gijswijt-Hofstra para los Países Bajos de principios de la pasada centuria. Esta última autora, con su solvencia acostumbrada, utiliza el periodismo en contra del intrusismo y las fuentes judiciales para estudiar con detalle la práctica de dos homeópatas no autorizados que, a pesar de los numerosos encausamientos que sufrieron, continuaron ofreciendo sus servicios, adaptándose a las circunstancias del mercado médico y atrayendo pacientes que, pese a sus elevados honorarios, los consideraron una alternativa terapéutica posible para el alivio de sus dolencias. La utilización del microanálisis en estos estudios de caso permite captar con todos sus matices la complejidad de los comportamientos de la población frente a la enfermedad, la utilización simultánea de varias alternativas, y la búsqueda de la opción más adecuada en función de toda una serie de percepciones y experiencias previas que acercan, una vez más, la historia de la medicina a la antropología de la medicina.
La iniciativa de incluir estudios sobre los pacientes de la homeopatía en la actualidad a través de dos capítulos dedicados a Alemania y a Brasil resulta interesante en este sentido, pero los resultados no son muy halagüeños. La gran debilidad metodológica del estudio dedicado al usuario de la homeopatía en la Alemania actual invalida la mayoría de sus conclusiones. Mayor interés presenta el estudio de los usuarios brasileños, aunque no dejan de aparecer insuficiencias metodológicas y conceptuales que lastran el planteamiento del trabajo. Curiosamente, las debilidades de estos trabajos se hubieran superado, en gran medida, si hubiesen tomado en consideración el sumario conceptual que nos ofrece Gunnar Stollberg desde la sociología médica, como cierre al apartado dedicado a estudiar las elecciones de los pacientes.
Al mundo británico y norteamericano se dedican los tres últimos capítulos que estudian un tema recurrente en la historia de la homeopatía: la importancia de las asociaciones de pacientes y de la presencia de éstos en la arena pública para conseguir la continuidad y la provisión de la homeopatía, en circunstancias en las que esta doctrina médica estuvo amenazada.
En conjunto, pues, un volumen muy interesante, desigual como todos los libros colectivos, quizá en este caso de manera más acusada que en otras ocasiones, pero que nos ofrece una ventana de observación al mundo de la práctica médica y del punto de vista de los pacientes con una intensidad y variedad de enfoques no demasiado frecuente en la historiografía médica.

ENRIQUE PERDIGUERO GIL
Universidad Miguel Hernández