DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2003, 23, 409-454.

María Jesús SANTESMASES. Entre Cajal y Ochoa. Ciencias biomédicas en la España de Franco, 1939-1975, Madrid, CSIC [Estudios sobre la ciencia, 28], 2001, 203 pp. ISBN: 84-00-06013-X.

La producción historiográfica sobre la ciencia y la técnica en la España franquista sigue estando necesitada de atención preferente. Precisamente, María Jesús Santesmases ha venido realizando importantes contribuciones en la última década a la comprensión de los procesos de institucionalización de las ciencias biomédicas en nuestro país, de las que se nutre en buena medida el texto que nos ocupa. Entre Cajal y Ochoa explora los desarrollos e institucionalización en nuestro país de tres disciplinas biomédicas como la neurofisiología, la bioquímica y la biología molecular. Una elección que la autora justifica por la contribución de dichas disciplinas al establecimiento de la experimentación biomédica en nuestro país y por la propia vinculación epistémica y metodológica existente entre ellas (p. 3).
La autora suscribe plenamente la tesis internacionalista a la hora de explicar el desarrollo y consolidación de la investigación biomédica en nuestro país. El espacio internacional es el ámbito de legitimación de las nuevas disciplinas y el que modula sus tendencias y desarrollos. El ámbito internacional es el referente de «modernización» y el motor que explica —y éste es el núcleo del libro— el papel «superador del atraso» desempeñado por un conjunto de investigadores e investigadoras españoles que accedieron a estancias de investigación en el extranjero. Dichas estancias posibilitaron la actualización disciplinar y la asimilación de las corrientes internacionales, así como la socialización de los investigadores en culturas de trabajo científico y de difusión de los resultados y promoción de la investigación ajenas a la tradición académica dominante en nuestro país. Internacionales fueron también los ámbitos de reconocimiento de la labor investigadora de Cajal y Ochoa, con la concesión de sendos premios Nobel en 1906 y 1959, respectivamente, que actuaron como catalizadores y legitimadores de la institucionalización de la investigación biomédica en España.
El análisis de los procesos de consolidación de las citadas disciplinas que nos ofrece la autora presta así mismo atención a los factores locales. El libro toma en consideración los procesos de depuración de científicos tras la Guerra Civil, que junto al exilio diezmaron las universidades y afectaron de manera llamativa a los discípulos de Cajal; la política de selección de personal y creación de nuevos centros del CSIC desarrollada por José María Albareda, su director general desde 1939 —fecha de su creación— hasta su fallecimiento en 1966; el impacto de la política económica autárquica y la posterior apertura; la vinculación entre la investigación universitaria y la industria farmacéutica nacional; la consolidación de la carrera profesional en el CSIC o la renovación de la política investigadora y de la educación superior de la mano de la reforma impulsada por José Luis Villar Palasí a finales de los sesenta y comienzos de los setenta.
El resultado de esta mirada es un acercamiento coral a las biografías y trayectorias profesionales de una parte sustancial de esas elites investigadoras y una reconstrucción de los avatares de ciertos grupos de trabajo que permitieron la institucionalización de la neurofisiología —una vez cercenado el legado cajaliano—, la bioquímica y la biología molecular en los institutos del CSIC y en los departamentos universitarios españoles. Un acercamiento que se beneficia del recurso sistemático a algunas colecciones documentales como los expedientes académicos y los de depuración conservados en el Archivo General de la Administración, del acceso a importantes archivos personales como los de Antonio Gallego, Alberto Sols, o del propio Severo Ochoa y de una importante red de contactos con algunos de los protagonistas.
El énfasis en la hipótesis internacionalista como referente modernizador y promotor de la cultura de la experimentación que permitió superar los obstáculos locales, acaba convirtiendo a las sucesivas elites de investigadores en protagonistas y agentes únicos de la acción «modernizadora». Aunque la autora presta atención a la creciente influencia política ejercida por este colectivo, el texto no relaciona su participación en las redes político-científicas con los usos políticos ni los variables usos culturales otorgados a la ciencia en la España del franquismo. Es precisamente en el terreno de la interpretación cultural y política donde emerge con mayor nitidez el carácter negociado de las prácticas y estrategias profesionales y estatales que permiten el desarrollo e institucionalización de las disciplinas científicas contemporáneas. Prescindir de estas variables explicativas puede, por el contrario, facilitar interpretaciones deterministas de dichos procesos. El libro acusa, por último, cierta premura en su edición. El estilo expositivo no siempre resulta claro y el texto está salpicado de errores tipográficos y abundantes erratas bibliográficas. Además de una revisión serena, el texto se habría beneficiado de la inclusión de un índice onomástico, que hubiera añadido valor a la importante empresa prosopográfica realizada por la autora.

ALFREDO MENÉNDEZ NAVARRO
Universidad de Granada