DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2000, 20, 553-598.

Guenter B. RISSE. Mending Bodies, Saving Souls: A History of Hospitals, New York-Oxford, Oxford University Press, 1999, 716 pp. ISBN: 0- 19-505523-3.

El libro que comento es, como afirma su subtítulo, «una historia de hospitales», no una «historia del hospital». El matiz posee un gran relieve, puesto que, de no advertirlo inicialmente —como confieso que fue mi caso— la sorpresa puede ser mayúscula, aunque no por ello menos agradable. Debo apresurarme a advertir que creo que nos encontramos ante una obra muy importante, que tanto cierra una cierta época y tradición historiográfica, como abre nuevos horizontes. La factura narrativa, novelesca en el mejor sentido de la expresión, esto es, dotada de intriga y ligada a avatares personales, no dejaría traslucir la densidad de sus apoyos heurísticos si no fuera por el goteo pausado de las cifras que identifican las 150 a 200 notas por capítulo. Se deja advertir el firme desarrollo de una erudición historicomédica deudora de fuentes, tradiciones y metodologías muy diversas, que recoge cosechas de varias décadas de trabajo historiográfico (sobre historia política, social, económica, de la enfermedad, de las religiones...), al mismo tiempo que la asunción de nuevos retos historiográficos le confieren una viveza palpitante. Es una obra que recapitula y, a la vez, avanza; que es, en suma, un gran resultado y una excelente promesa.

Los dos rasgos metodológicamente destacados de este texto son la personalización y la contextualización. La estructura del libro está formada por doce capítulos temáticos, referidos a épocas y problemas determinados, desde la antigüedad clásica y la confluencia de lo sagrado y lo profano en los ritos curativos de la antigüedad al trasplante de órganos y la atención al Sida a finales del siglo veinte. A su vez, cada capítulo despliega dos o tres episodios concretos, en el entorno de una institución (que puede ser el Pantocrator de Constantinopla, el Hospital General de Viena de finales del siglo XVIII o el Hospital católico Mercy de Buffalo) y que se organizan en torno a una presen-cia humana, una persona enferma, identificada hasta donde permiten las fuentes (y la ética , en los casos contemporáneos), con testimonios de todas las épocas (Aelio Aristides y Claudio Terentiano del siglo II; el abad Purchard de San Gall en el siglo X; una vecina sospechosa de padecer lepra en Diedenhofen, municipio de Colonia, a finales del siglo XV, llamada Greta Swynmen Thielen; el soldado veterano Jacques Dumesnil, atendido en el Hospital Necker en 1818, o la atropellada Paula S., en Madison, Wisconsin, en 1930, entre otras). En todos los casos, el autor expone en primer lugar el caso individual, de donde pasa al estudio de la institución local y de ella al contexto nacional e internacional. De manera sistemática aborda las explicaciones sobre las personas que atienden el centro, los objetivos del mismo según su plan de creación y sus modificaciones, su estructura económica y organización administrativa, así como la caracterización de las personas atendidas y los contenidos de los ritos curativos seguidos, incluidos los aspectos científicos y tecnológicos. El análisis del caso individual le permite acercarse a la historia de las enfermedades con notable oportunidad y agudeza, incluyendo sus aspectos sociales y culturales. Creo que una cita de Osler (p. 421), en la que se iguala la capacidad científica de sus días con la tradicional vinculación religiosa de los procedimientos curativos («La fe en San Johns Hopkins garantiza la curación de modo tan milagroso como las curas de Asclepio en Epidauro») nos da una clave para atisbar el enfoque que ha querido dar el autor y su definición de «rituales» a los actos de admisión y manejo de pacientes que acontecen en el interior de estas instituciones a través de los tiempos.

La característica personalización no se agota en esta particular estrategia narrativa, sino que se extiende a la explicación del autor, incluida en un Prefacio, sobre su vinculación particular con el fenómeno hospitalario. Esta breve autobiografía, que subraya su contacto como alumno y como profesional con distintas instituciones argentinas y norteamericanas, ayuda a explicar la selección de los casos en la parte correspondiente al siglo veinte. En efecto, los seis primeros capítulos acogen solamente ejemplos y casos del Viejo mundo (incluyendo Constantinopla, Jerusalén, Edimburgo, Viena o París) entre la antigüedad clásica y los comienzos del siglo XIX; los dos siguientes cubren el siglo XIX con dos ejemplos europeos (Edimburgo y Hamburgo) junto a dos estadounidenses (Boston y Baltimore), y los cuatro restantes están ocupados exclusivamente por casos procedentes de este último origen (Madison, Buffalo y dos de San Francisco). La Introducción, por su parte, expone sus criterios historiográficos y subraya, como punto de partida de su trabajo, la tensión generada en la práctica hospitalaria contemporánea por los fenómenos que sucintamente podemos etiquetar como «deshumanización», con la pérdida de la calidez de la hospitalidad y el incremento de la manipulación anónima y cada vez más mediada tecnológicamente de las personas enfermas. Se esfuerza, dice, por evitar las abstracciones, de manera que (en mi opinión) este baño antropológico actúe de manera más eficaz sobre las conciencias. Si rechazamos las pretensiones magistrales de la historia, no por ello hemos de negarnos a reconocer y practicar su capacidad crítica.

En esta estructura narrativa, el autor muestra su maestría en el manejo de informaciones de amplio espectro, tanto fuentes primarias como secundarias, y tanto escritas como orales. La historiografía reciente, del ámbito publicístico anglogermánico en particular, está perfectamente recogida. La bibliografía está recogida exclusivamente en notas, dispuestas detrás de cada capítulo, lo que motiva algunas mínimas disonancias al no mantenerse un criterio uniforme en la presentación de las referencias (la nota 115 de la página 114 cita incorrectamente a Luis García Ballester como único autor de Practical Medicine from Salerno to the Black Death, CUP, 1994, que sin embargo está corregido en la nota 122 de la p. 163, donde se cita como obra coeditada por García Ballester, R. French, J. Arrizabalaga y A. Cunningham).

El libro es sumamente recomendable. Su presentación de los hospitales en el mundo antiguo y moderno es una síntesis perfecta. Los capítulos dedicados al siglo veinte encierran, para los europeos continentales escasamente familia-rizados con las estructuras asistenciales norteamericanas, además, una perspectiva global sobre esta tradición ajena, llena de detalles precisos, y que no se acaba en una historia institucional: poniendo a las personas enfermas en el centro de la acción, construyendo sus explicaciones en torno a ellas, Risse es capaz de darnos una historia global, social y cultural, de toda la medicina de la tradición occidental.

ESTEBAN RODRÍGUEZ OCAÑA Universidad de Granada