DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2000, 20, 553-598.

BURNHAM, John C. How the Idea of Profession Changed the Writing of Medical History, London, Wellcome Intitute for the History of Medi-cine [Medical History Supplement, No. 18], 1998, 195 pp. ISBN: 0-85484-067-2.

Nos encontramos ante un libro atípico en la historiografía de la Historia de la Medicina. El autor se plantea como objeto de estudio no tanto la historia de la profesión médica sino la influencia que un concepto sistemático («la idea de profesión») ha tenido sobre las investigaciones y narraciones históricas.

Para ello se remonta al siglo XVII, periodo en el que la historia médica comenzó a utilizar este concepto. A partir de aquí, analiza el tratamiento dado por los investigadores al mismo durante los siglos XIX y XX y, especialmente, durante este último. El autor parte del reconocimiento, que le honra, de que historias como éstas, que comienzan tratando una materia de gran importancia en el tiempo actual y vuelven a sus raíces en el pasado, son implícitamente presentistas. Su objetivo último es dar respuesta a la cuestión de cómo la idea de profesión se ha forjado en el trabajo de los historiadores de finales de siglo XX, a partir de las aportaciones de los historiadores anteriores.

Sobre la historia de las profesiones en general, el autor ha distinguido tres oleadas de análisis historiográfico. Una primera autocongratulatoria y presentista, escrita por los propios practicantes profesionales que escriben sobre sus propios relatos. Lo que ellos entendían como un triunfal progreso hacia el presente. Esta progresiva versión del ímpetu de las profesiones sincronizó con otras narrativas de modernización presentando a los profesionales como la vanguardia de lo moderno. No es sorpresa, pues, que la segunda oleada historiográfica pusiera el énfasis en las motivaciones individuales y los intereses colectivos profesionales. Los ideales de servicio, glorificados en la primera oleada, pasa-ron a convertirse en ventajas económicas y sociales. La tercera comprende documentadas historias que colocan la historia de las profesiones en su específico contexto político, cultural y social, sentando las bases de estudios comparativos. Cronológicamente establece cinco periodos diferenciados, representados en otros tantos capítulos. Un primer periodo, desde el comienzo de la historia de la medicina (en torno a 1690) hasta 1900, periodo en el que sólo ocasionalmente se estudiaron las ideas anexas al concepto de profesión (autonomía, ética, experiencia). Los médicos historiadores de este periodo escribieron sobre el desarrollo de la teoría y la práctica médica basándose en experiencias individuales y en escuelas de pensamiento y enseñanza. A finales del siglo XIX, los descubrimientos científicos construyeron una imagen ideal de los médicos y ello se plasmó en historias de la medicina que llegaron a presentarlos como «grandes innovadores y descubridores, que bravamente defendían ideas nuevas descartando las viejas». Este enfoque reforzó la llamada historia de las ideas, ahora basada sobre un desarrollo cronológico de progresivos descubrimientos científicos. Las relaciones sociales entre médicos fueron desatendidas, aunque unos pocos historiadores utilizaron la historia de la medicina para reflexionar sobre problemas contemporáneos, tales como la educación médica, la ética o la competencia con otros sanadores no cualificados.

Durante las primeras décadas del siglo XX, la historia médica se institucionalizó como disciplina en las escuelas de medicina europeas y norteamericanas. Los responsables de las mismas lo eran generalmente a tiempo parcial y de una forma amateur. Estos médicos historiadores escribieron biografías e historias de las nuevas especialidades e instituciones, en las cuales se enfatizaba el progreso de la medicina y se examinaban las relaciones entre los médicos, pero desde una perspectiva más personal que profesional.

A partir de la mitad de la presente centuria, los sociólogos comenzaron a examinar las profesiones como concepto sociológico, incluyendo su estatus en la sociedad, sus agrupaciones profesionales, las instituciones de enseñanza y las relaciones interpersonales (como clientes, pacientes o patronos). Así, formula-ron el concepto de «profesionalización» como el proceso por el cual las profesiones han surgido a lo largo del tiempo. Como señala el autor, a partir de los años cincuenta los «historiadores de la sociedad» en general y en menor medida los historiadores de la medicina, prestaron especial atención al estudio de las profesiones y de la profesión médica. No en vano la medicina se había convertido a lo largo del siglo en el modelo de profesión, «con una impactante mezcla de altruismo y poder». Este fenómeno no es ajeno al fenómeno de la medicalización de la sociedad. En este sentido, podemos afirmar que la profesión médica ha representado mejor que cualquier otra al poder. A comienzos de los 60 los historiadores sociales aplicaron el concepto a la historia de algunas profesiones e incorporaron contextos históricos, institucionales y dimensiones comparativas con objeto de hacerlo más histórico que sociológico.

La medicina, como hemos dicho, pasó a ser «el modelo de profesión dentro del campo de la historia de las profesiones» y fue investigado por los médicos y los historiadores generales en muchos países. Ellos descubrieron que lo que tan a menudo se había infravalorado entre los médicos del pasado no era la existencia sino el poder de la idea de profesión.

Para la década de los setenta el interés en las profesiones menguó y los sociólogos volvieron su atención hacia el papel que jugaban los profesionales en una sociedad cada vez más burocratizada. Respecto a las especialidades médicas, otras cuestiones focalizaron la atención de la sociología de la medi-cina. Los historiadores de la medicina, plantea Burham, habían mostrado inicialmente poco interés por el concepto de profesión, motivado, quizás, porque la mayoría de ellos eran miembros de las escuelas y facultades médicas y los nuevos historiadores sociales estaban interesados en otro tipo de problemas. Durante el siglo XIX, por ejemplo, muchos investigadores veían como una distracción, que debía ser ignorada, cualquier alusión a la profesión como colectivo con sentido social. Sin embargo, un siglo después los historiadores de la medicina usamos el moderno concepto de profesión rutinariamente: una profesión es un grupo de personas que funciona como una entidad social. El concepto está cargado de numerosas ambigüedades culturales, en parte porque el paso del tiempo le ha añadido numerosos significados, pero nadie duda de su importancia actual. De ello da cuenta el número de trabajos publicados sobre el tema. Para el año 1985, por ejemplo, se contabilizaron 250 libros sobre la materia «profesión». De hecho, el propio término lingüístico aparece en todos los idiomas europeos y se encuentra con frecuencia en documentos primarios de la medicina occidental desde la Edad Media al presente.

¿Por qué, se plantea el autor, la idea de profesión ha sido tan especial para los historiadores de la medicina? En la conclusión explora extensamente qué materiales históricos de las distintas generaciones de historiadores de la medicina pueden contestar la cuestión. La categoría de profesión pasó a formar parte de la agenda de los historiadores como un problema en sí mismo, no formando parte de una historia social más amplia.

En definitiva, esta historia tiene fundamentalmente tres grupos protagonistas: los historiadores de las profesiones, los sociólogos de las profesiones y los historiadores de la medicina. Burham narra de manera fluida y, a mi modo de ver, brillante, la forma en que los historiadores de la medicina (en el amplio sentido anglosajón de profesionales que han escrito sobre materias médicas) han usado la idea de profesión en los distintos periodos históricos, beneficiándose unos del trabajo de los otros y ampliando sus investigaciones a todas aquellas materias relacionadas con la profesión: esto es, la autonomía profesional, la experiencia, la ética, las relaciones con los pacientes y con otro tipo de profesionales médicos. No se trata, pues, de una historia de la profesión médica (para eso véanse los trabajos de Gelfand, Geison, Malatesta, Bledstein y recientemente Pelling, Burrage y Torstendahl, autores que han rastreado el uso del término en los distintos contextos históricos y nacionales —para el contexto expañol el autor menciona los trabajos de García Ballester, Albarracín, Laín y Ortiz—).

Se trata, en definitiva, de un excepcional relato acerca de las ideas de los historiadores de la medicina sobre la profesión médica y el contexto en el cual estas ideas aparecieron. De imprescindible lectura, a mi modo de ver, para historiadores «generales», de la medicina, así como de otras especialidades. La presente reseña no aspira, en modo alguno a describir pormenorizadamente los muchos entresijos en el sucinto y seminal estudio de un concepto clave en la historia de la medicina, de cualquier modo, el libro está abierto a la discusión y al debate y a la incorporación de experiencias de contextos histó-ricos alejados del mundo occidental y anglosajón.

MIKEL ASTRAIN GALLART Universidad de Granada