DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2000, 20, 553-598.

Bertha M. GUTIÉRREZ RODILLA. La ciencia empieza en la palabra. Análisis e historia del lenguaje científico, Barcelona, Península [Col. Historia, Ciencia, Sociedad, nº 275], 1998, 381 pp. ISBN: 84-8307-150-9.

No existen muchos especialistas en el panorama científico español con una doble orientación en su formación profesional y que, además, aúnen en su trabajo diario esta doble perspectiva. Si la autora del libro se cuenta entre los pocos profesionales que cumplen estos requisitos, es fácil deducir que la obra que nos ocupa refleje no sólo ese mismo acercamiento interdisciplinar, sino que además añada carácter novedoso al tema. La interdisciplinariedad es la base sobre la que se cimenta todo el conocimiento que contiene este libro.

Claro que, para explicar este enfoque, nada mejor que conocer la trayectoria investigadora de Gutiérrez Rodilla; su doble condición de doctora en medicina y licenciada en filología le ha permitido, uniendo sus dos vocaciones, la del científico y la del lingüista, ofrecer una asignatura de libre configuración, novedosa en el panorama académico español, titulada «El lenguaje científico», que viene impartiendo desde el curso 94/95 en la Universidad de Salamanca, con notable éxito de matrícula.

Concebido inicialmente como el desarrollo del programa de la citada asignatura y dirigido a un público muy amplio, este manual abarca todos los aspectos relacionados con el lenguaje científico: documentación, traducción, normalización, historia de la ciencia, lexicografía, y terminología. El manual se ha estructurado en torno a cuatro bloques bien diferenciados entre sí, que constan a su vez de dos o tres capítulos divididos cada uno de ellos en numerosos apartados y subapartados. Desde la necesaria introducción del primer bloque, pasando por el enfoque lingüístico, la perspectiva histórica, la actividad normativa del lenguaje, la traducción y, por último, la documentación científica, en toda la obra se observa el entramado que Gutiérrez Rodilla ha tejido en torno a las dos disciplinas que fundamentan el contenido de la obra: la historia de la ciencia y la lingüística en su vertiente léxica.

Destaca la ilustración del comienzo de cada capítulo con acertadísimas citas de célebres pensadores de todos los tiempos, tanto del campo de la ciencia como de la lingüística, con un carácter de síntesis que anticipa el contenido del capítulo.

El primer bloque —de los cuatro en los que está dividido el libro— constituye la introducción, tanto desde el punto de vista lingüístico, como de la historia de la ciencia, del tema central del manual. En el primer capítulo, establece la diferencia entre el lenguaje científico y el lenguaje común y señala la importancia que el lenguaje científico concede a la relación conceptual que se establece en las materias de especialidad, porque, no en vano, esta conceptualización ordena el pensamiento y, además, transfiere el conocimiento especializado.

Para finalizar, la autora dedica un subapartado muy breve, que desarrollará en el bloque segundo —concretamente en el capítulo tercero— al léxico como elemento distintivo. El segundo capítulo, consagrado íntegramente a la historia del lenguaje científico, recorre, con todo detalle, desde el s. V a. C. hasta el siglo XX, si bien se observa que el mayor volumen de datos pertenece al mundo antiguo (Oriente y Occidente), la Edad Media y el Renacimiento.

Si en estos mil setecientos años de historia del léxico científico predominaron indiscutiblemente las formas griegas, latinas y árabes, es a partir de la época moderna cuando las transformaciones sociales, políticas, y económicas determinan el origen del uso de la mayoría de las unidades léxicas.

En el segundo bloque, Gutiérrez Rodilla se introduce de lleno en el análisis de la naturaleza léxica del lenguaje de especialidad. De los tres capítulos que integran este bloque, subrayamos la importancia del segundo, y más extenso con diferencia de todo el manual, titulado La creación de tecnicismos centrado en los recursos de formación de léxico utilizados en todo tipo de lenguajes para expresar los nuevos conceptos que al fin y al cabo marcan la evolución del pensamiento humano. El capítulo tercero nos introduce sucintamente en la teoría de la terminología, para concentrarse en los capítulos cuarto y quinto destinados a los recursos de creación y formación de nuevas unidades léxicas, que Gutiérrez Rodilla analiza minuciosamente: creación demiúrgica, eponimia, onomatopeyas, recurso a la lengua común, a las fuentes clásicas, prefijación, sufijación, derivación, composición, complejificación, siglación, acronimia, abreviaturas, símbolos y acortamientos.

Se advierte una clara vocación pedagógica de Gutiérrez Rodilla, ya que, en muchos de los capítulos del manual, hay esquemas, clasificaciones y tipologías, ya sean de propia cosecha o tomados de otros autores, que sirven para ilustrar, a modo de ejemplo unos, y como cuadros sinópticos otros, aquello que Gutiérrez Rodilla ha considerado más difícil de entender para los lectores. Resultan muy útiles sobre todo en el capítulo cuatro que quizás sea el más complejo del manual. Es en este mismo capítulo en el que la autora ha incluido dos anexos al final del mismo, Principales elementos prefijales y Principales raíces utilizadas en el lenguaje científico, que no tienen su correspondencia en el índice general del manual y que, a nuestro modo de ver, constituye un error, ya que consideramos que son muy provechosos, y creemos que quizá hubiera sido preferible extraerlos del propio capítulo y consignarlos aparte como verdaderos anexos que son, o al menos crear un apartado en el índice para ellos y de esta forma facilitar su consulta dentro del cuerpo del libro.

Como la propia Gutiérrez Rodilla afirma en la nota 23 de la página 190, ella misma contribuye al caos terminológico existente, estableciendo una nueva tipología de los préstamos que esquematiza en la página 196 y que aclara y explica convenientemente a lo largo de los subapartados 5.2 y 5.3, pertenecientes al capítulo quinto.

El bloque tercero, Consecuencias de la internacionalización de la ciencia, nos proporciona una visión histórica del origen, formación y desarrollo, además de los posibles problemas que pueden presentar, de la normalización de las terminologías científicas, de las cuales se nos muestran, a modo de ejemplo y como modelo recomendable, las nomenclaturas química, biológica, astronómica, anatómica, mineralógica, y virológica. Resalta Gutiérrez Rodilla la necesidad de implantar el uso de las nomenclaturas normalizadas en las carreras universitarias, con el fin de que los futuros profesionales de cualquier campo especializado puedan utilizar, en palabras de la propia autora, «un mismo lenguaje preciso, unívoco y universal». Recordamos al lector que la licenciatura española de medicina es la única que incorpora en sus nuevos planes de estudio una materia troncal denominada Terminología médica, que, suponemos, vendrá a paliar este déficit.

Quizá sea la traducción la consecuencia más destacable de la internacionalización de la ciencia; por ello, Gutiérrez Rodilla nos describe el proceso de la traducción, señalando todas las dificultades que podemos encontrar por el camino, además de la influencia negativa que otras lenguas pueden ejercer sobre el lenguaje científico español, si no somos capaces de sortearla.

Para el final ha dejado, constituyendo el cuarto y último bloque del manual, la difusión de la información científica, o lo que es lo mismo, la difusión del conocimiento especializado. La transmisión, comunicación y divulgación de los contenidos científicos se enmarcan dentro de la sociedad de la información que, a su vez, los convierte en documentos.

En cuanto a la completísima —veinticinco páginas para ser más exactos— y actualizada bibliografía de autores pertenecientes tanto al campo de la lingüística como al de la ciencia, comentar que ésta aparece dividida y ordenada alfabéticamente para facilitar, esta vez sí, su consulta, y que, para completarla, se incluyen además una cincuentena de obras bajo el lema de citas ocasionales. Hay que decir que abruman, en algunos capítulos, la profusión de citas utilizadas por Gutiérrez Rodilla.

Observamos, ya desde el propio título y subtítulo de la obra, el marcado carácter interdisciplinario que anima a este documento. El título del libro nos anticipa que la ciencia y el léxico especializado constituirán el eje central a partir del cual girará la totalidad del contenido. Insistimos en que la doble orientación convierte a esta completa obra pionera en España —existe bibliografía sobre aspectos parciales del lenguaje científico, pero no existía hasta el momento ninguna obra de conjunto— en una novedad que está siendo, nos consta, muy bien recibida entre los profesionales dedicados al estudio del lenguaje científico.

Para terminar, decir que, tal y como se expresa en la contraportada, la obra persigue el doble objetivo de despertar el interés en los científicos de la lengua que utilizan todos los días, en sus tareas docentes e investigadoras y hacer una llamada de atención a los lingüistas sobre una variedad del lenguaje frecuentemente olvidada. En nuestra opinión, el objetivo se ha cumplido sobradamente.

ROSA CASTRO PRIETO Departamento de Lingüística Aplicada, Universidad de Granada