Fichte 7

nEl Yo propodición fundamental

 

 

1. Fichte y el empirismo de Hume

 

Si aplicamos rigurosamente el método experimental de la física newtoniana al problema del conocimiento,  la explicación de Hume  es coherente. En la conciencia, sólo se experimentan fenómenos y sólo cabe hacer con ellos fenomenología, es decir describir los fenómenos sin añadir nada que no esté presente en aquellos: ni alma, ni Yo, ni causalidad, etc. Hume es en realidad el precedente más claro del positivismo científico.

Fichte piensa -siguiendo a Kant- que en Hume hay una carencia fundamental: ¿Para quién se manifiestan los fenómenos? ¿Tiene sentido hablar de una manifestación sin observador?

Los fenómenos pueden aparecer si la actividad objetivadora del sujeto los constituye como tales fenómenos. En este planteamiento no tiene lógica considerar al sujeto como un fenómeno, sino que necesariamente transciende de toda objetividad.

 

2. A la búsqueda del sujeto

 

El propósito de Fichte es deducir toda la realidad a partir del Yo como primer principio. En la realidad hay también conciencias, que son inseparables de sus fenómenos. La única manera de reducir toda la realidad a un solo primer principio, es concebir tal principio como universal, supraindividual e infinito. Una conciencia finita, limitada,  no puede servir para deducir todo lo real, en donde también hay que incluir, o todas las conciencias finitas.

Por otra parte si se dedujera el mundo a partir del yo individual, se caería en el solipsismo, en un idealismo de la conciencia solitaria, similar a la mónada leibniciana. Fichte piensa que  la actividad de un Yo transcendente e infinito, permite resolver ambos problemas:

 a) dar cuenta de los objetos y los sujetos finitos y

b) no caer en el solipsismo. De ese modo se evita la primera impresión que sugerían sus escritos.

 

3. El Yo, “proposición” fundamental

 

Si la unidad del Yo, es un principio evidente por sí mismo y la nueva forma de expresar el principio de identidad, no parecía que fuese una proposición, que siempre cuenta con partes, sujeto, cópula y predicado. Fichte piensa que esa proposición, no es un enunciado sino una actividad: lo que se  expresa, es la actividad original del Yo puro.

Este Yo puro es una actividad espontánea, conforme el carácter activo (Spontaneität) del entendimiento frente a la receptividad de la sensibilidad. Si es pura actividad, no cabe pensarlo como una autoconciencia reflexiva que se objetive a sí misma. La reflexión es una mediación, impropia del carácter inmediato, espontáneo y activo de la intuición intelectual que es el Yo de Fichte.

 

4. Yo infinito / Yo finito

 

Es la conciencia del filósofo individual y finito, la que se dirige hacia la actividad del Yo puro universal y lo reconstruye en su conciencia en forma de autoconciencia.

Por lo tanto, el Yo puro e infinito se hace consciente, autoconsciente y ser para sí, en la conciencia finita del Yo individual que reconstruye la actividad del Yo absoluto. La intuición intelectual del individuo es una acción, una actividad de revivir la actividad originaria del Yo absoluto. El Yo puro no se contempla a sí mismo. La reflexión es considerada inferior a la intuición intelectual.

Tampoco el Bien de Platón y el Uno de Plotino, eran autoconciencia sino que la autoconciencia, una degradación del Uno, se adquiría en la emanación del nous o Inteligencia. En ambos casos el principio es espontaneidad y actividad absolutas.

 

4. Exposición del primer principio:

La autoposición del Yo

 

“El Yo se pone a sí mismo”, es el sentido de la expresión “proposición fundamental”. No se trata de una oración gramatical sino de una actividad que se afirma mediante la acción. No necesita demostrarse, precisamente porque una actividad no necesita demostrarse, se “toca”, existe en cuanto que produce y actúa (“verum, factum” de Vico). El Yo pone su propio ser,  noción de causa sui que encontramos en Spinoza. Algo o alguien existen,  en la medida en que se pone a sí mismo, en cuanto que tiene fuerza y produce. Es una concepción del ser   como actividad que también está en Spinoza e incluso en Leibniz (la mónada como “vis”, fuerza viva.

 

5. La segunda proposición fundamental: el No-Yo.

 

En Kant, vimos como la espontaneidad del Yo choca con la pasividad y receptividad de la sensibilidad. También la actividad del Yo puro de Fichte, encuentra las resistencias de lo que no es él mismo, del No-Yo. Esta resistencia al Yo, debe ser puesta por el mismo Yo, puesto que la cosa en sí y las impresiones que afectaban a la sensibilidad ya han sido suprimidas.

Si no quiere renunciar al idealismo, Fichte pone al No-Yo en el mismo acto del Yo. El Yo al “autoafirmarse-haciendo”, pone su negación, sin la que no podría afirmarse frente a algo. Es la Objetividad que no es diversa de la subjetividad pura del Yo, sino  la expresión máxima de su poder creador. Para autoponerse como Yo, debe autoponerse como No-Yo, que es la máxima expresión de su poder: No sólo es Yo sino todo lo que no es Yo.

Surge el problema de que dos principios ilimitados se excluyen mutuamente. Para resolverlo, Fichte piensa que ambos principios-que no son sino dos momentos del Yo mismo, se limitan mutuamente.

        

 Primera proposición fundamental:    El Yo se pone a si mismo

Segunda proposición fundamental:    El Yo pone al No-Yo dentro de sí

Tercera proposición fundamental:   El Yo es el Yo más el No-Yo

        De esa manera que el Yo divisible pone al No-Yo divisible, siendo la síntesis un absoluto, infinito, indivisible e ilimitado.

 

Esto significa que la actividad del Yo absoluto e infinito pone dentro de si la finitud, engendra la finitud. Por ello mismo, el Yo infinito genera un Yo finito y un No-Yo finito. Sin esta producción de la finitud, a partir de la infinitud del Yo, no puede existir el yo individual dentro del Yo absoluto.

 

6. La dialéctica idealista

 

El método dialéctico no surge como una herramienta sino como el movimiento mismo del contenido, de modo que la verdad total está al final. El final o resultado no es un último, sino totalidad del proceso. Partiendo de la Dialéctica Transcendental de Kant, el Yo y el No-Yo como tesis y antítesis, encuentran su verdad en la síntesis absoluta. Lo que en Kant era una Idea de la Razón es una ontología de la acción. La Idea es la acción creadora del Yo puro. Esta es la metafísica del Idealismo