LA CERÁMICA NEOLÍTICA DE LA CUEVA DE LAS VENTANAS (PÍÑAR, GRANADA)

THE NEOLITHIC POTTERY OF LAS VENTANAS CAVE (PÍÑAR, GRANADA)

Juan José ÁLVAREZ QUINTANA


Resumen
Los trabajos arqueológicos dirigidos por D. José Antonio Riquelme Cantal en la Cueva de las Ventanas desde 1996, han puesto de manifiesto la existencia de un importante repertorio de cerámicas neolíticas. Con el análisis de sus características técnicas, morfológicas y decorativas, comienza el doble objetivo del presente trabajo. De una parte encuadrar cronoculturalmente la ocupación neolítica de la cavidad en el contexto granadino y del sureste peninsular; de otra inferir a partir de la presencia diferencial de ítems en las diversas estancias de la cavidad, la existencia de espacios de uso diferenciales y por ende, de tendencias relativas al consumo diferencial de productos manufacturados.

Palabras Clave
Yacimiento neolítico. Caracterización de cerámicas. Encuadre crono-cultural. Patrones de consumo.

Abstract
An neolithic pottery group was discovered with the archaeological works directed by D. José Antonio Riquelme Cantal in Las Ventanas cave since 1996. Throw the tecnic, morfology and decorative characters we expectc to know the crono-cultural filiation of Las Ventanas neolithic occupation and throw diferencial distribution we try to find posible relations among ítems and the use of the diferent spacial contex of cave.

Key words:
Neolithic site, Pottery Analysis, Chronocultural frame, consumption pattern


INTRODUCCIÓN

La Cueva de las Ventanas se sitúa en las estribaciones septentrionales de Sierra Harana, a 900 metros al este de la población de Píñar (Fig.1). Se abre en el olistolito principal del sistema kárstico de Píñar, compuesto por una sucesión de calizas con sílex, calizas blancas con fósiles, calizas oolíticas y calizas rojas (VEGA, 1988). Su entrada en el mundo de la investigación se produce gracias a Hugo Obermaier (OBERMAIER, 1934), si bien la erosión natural y antrópica relegan al yacimiento en cueva a un segundo plano, estudiándose diversos conjuntos junto a materiales de otras localidades (GARCÍA, 1960; DE LA VEGA et al., 1974; SALVATIERRA, 1980; CAPEL et al, 1982; CARRIÓN, 1985; NAVARRETE et al, 1991; CARRILERO, 1992). En 1996 D. José Antonio Riquelme Cantal dirige el seguimiento arqueológico de apoyo a los trabajos de habilitación turística de la cavidad, fruto del cual es el repertorio aquí estudiado, constatándose la presencia humana desde el Paleolítico Superior (SÁNCHEZ, 2002) y Prehistoria Reciente (PECETE et al, 2004; MATILLA et al, 2001). No obstante su ocupación más dilatada responde a su uso como osera y cubil de hienas (RIQUELME, 1988; RIQUELME et al, 2001) en diversos momentos del Pleistoceno.

La necesidad de realizar un registro exhaustivo llevó a la zonificación de la cavidad (Fig. 2), circunstancia que fundamenta en buena medida el presente trabajo. La Gran Sala de entrada consta así de 10 zonas, incluyendo las pequeñas galerías, algunas colmatadas, de su margen izquierdo (zonas 4 a 10). La zona 11 es un corredor de unos 30 m de largo y 1 de ancho, en cuyos laterales abren pequeñas galerías y huecos. La zona 12 se corresponde con la Sala de la Maquila o de los Desprendimientos, denominándose las galerías descendientes de su extremo NE 1 (izda) y 2 (dcha); la primera da paso a salas llamadas en conjunto “Sala Secreta”. La zona consta de dos subzonas: 12 A (Sala de la Maquila y galería 1) y 12 B (galería 2). En la zona 13, de unos 20 X 30 m, abundan los espeleotemas. Bajo zona 14 se designa la Gran Sima de 20 metros de altura. La zona 16 es un callejón para cuyo acceso es necesario descolgarse. La zona 17, rampa de 30 m de longitud y 11 de desnivel, consta de 17C, 17B y 17A. La primera, rellano de unos 20 m_, presenta en las paredes laterales claros síntomas  de la extracción de un gran volumen de sedimento; 17 A constituye el fondo de la rampa. Se subdivide en 17 A1, A2 y A3. Finalmente la zona 18 consta de una superficie colindante con las zonas 3 y 17, que antecede a una pequeña sala con grandes hoyos de expolio.

Tales contextos espaciales han sido tenidos en cuenta bajo el objetivo de observar hasta qué punto a partir de la distribución diferencial de ítems, es posible conocer la existencia de patrones de consumo también diferenciales. En este sentido nos planteamos de entrada si el uso al que se destina una vasija durante el neolítico sensu lato, condiciona previamente su proceso de producción, de tal forma que mostrase rasgos técnicos, morfológicos e incluso decorativos característicos. Para ello consideramos de entrada que la cavidad se utiliza durante la Prehistoria, como lugar de habitación y enterramiento. A partir de la ausencia o presencia de restos humanos puede decirse que se destinan principalmente al hábitat las zonas 1 a 10, respondiendo las internas a lugares de enterramiento (zonas 12, 13, 15, 16, 17 y 18). No obstante, se advierten contextos funerarios en las galerías cercanas a la Gran Sala. La zona 11 es básicamente un espacio de tránsito (SÁNCHEZ, 2002: 127) y marginalmente funerario. La zona 12, especialmente la subzona 12 A, es el lugar preferente de enterramiento durante el neolítico. La zona 16 es un ámbito funerario sobre todo postneolítico, al igual que 17 A, 17 A1 y 17 B. Caso distinto es el de la zona 18 y subzona 17 C, donde las remociones impiden asociar el material a uno u otro contexto de uso.

Para facilitar la contrastación de tales hipótesis y como ya se hiciera en otros estudios si bien de manera distinta, dividimos la cavidad en una serie de espacios mayores basándonos en su propia geografía, hablando de área A para designar la gran Sala de entrada (zonas 1 a 10); área B para referirnos al pasillo (zona 11); área C, que incluye las zonas 12 (subzonas 12A y 12B), 13 y 14; área D, compuesta por las zonas 16 y 17 (subzonas 17 A, 17 B y 17 C) y área E (zona 18).


LAS CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS DE LA CERÁMICA

La caracterización del conjunto se realizó a partir de la observación directa de las piezas. Distinguimos entre una atmósfera de cocción oxidante (combustión constante cuyo el resultado es una pasta de tonalidad marrón, rojiza, anaranjada o amarillenta ), reductora (mala combustión por falta de oxígeno y consecuente humareda cuyo resultado son coloraciones oscuras, grises o negras) y mixta cuando confluyen las dos condiciones antes expresadas (en pasta y con frecuencia superficies están bien representadas las coloraciones medias /claras y oscuras) (MARTÍNEZ, 1999: 33). Productos oxidados y reducidos pueden someterse a su vez a un tipo de cocción o fuego regular (condiciones constantes cuyo resultado es una coloración homogénea de las pastas) o irregular (inversión temporal o circunstancial de la atmósfera de cocción, de manera que en la pasta y superficie exterior se observa la incidencia de tal inversión a modo de manchas). A ellas se suman las variables tamaño del desgrasante, bien fino (0-1mm), mediano (1-2mm) o grueso (≥2 mm); tratamiento de superficies (alisado, escobillado, espatulado y bruñido); grosor de paredes, bien finas (1-6), medias (6-9) o gruesas (>9mm) y textura de la pasta (porosa, escamosa o compacta).

Destaca en el conjunto de la cavidad la producción realizada bajo atmósfera reductora (44%), especialmente la procedente de las Áreas D y E. Le siguen en importancia los productos oxidados (30,7 %), mayoritarios en las áreas A y C. Son notables las diferencias entre las subzonas 12 A y 12 B (área C), donde contrasta la regularidad de las cocciones oxidantes y el elevado porcentaje de reducciones irregulares, con la regularidad en las cocciones reductoras y abundancia de “productos mixtos” respectivamente. En el área D encontramos el mayor porcentaje de oxidaciones regulares, contrastando la subzona 17 C, el 90% de cuyas vasijas fueron reducidas en un fuego regular.

Predomina el empleo de desgrasante de grano fino, destacando el caso del área C. El de tamaño mediano es más común en la cerámica del área D (sobre todo subzona 17 C). El área A arroja el mayor porcentaje de ejemplares con desgrasantes gruesos, mientras E presenta el más bajo mientras predomina su empleo en el área C (zona 14 y subzona 12 B), destacando en el área D la zona 16. El espatulado forma parte del proceso de producción de más del 60 % de las piezas en el caso de las superficie externas y más del 70 % en relación a las internas. Se constata una relación inversa respecto a los bruñidos exteriores. Destaca la presencia de vasijas bruñidas al exterior en el área C (especialmente subzona 12 A), donde el material de superficie externa alisada es muy escaso en proporción. El escobillado exterior se documenta de manera muy residual en las zonas 4, 5 (área A) y 18 (área E), bruñéndose preferente las superficies externas de las piezas (frente a las internas). Las vasijas con paredes de grosor medio y pasta de textura compacta son las mejor representadas. Destacan las piezas de paredes gruesas en el área A y subzona 12 A (área C). Las áreas C y E presenta los índices más elevados relativos a la presencia de cerámicas de paredes finas.

En conjunto, si bien resalta la calidad técnica de la cerámica, hay aspectos que indican una imposibilidad por controlar el proceso, caso del predominio de los productos reducidos sometidos a fuegos regulares (dificultad por lograr la combustión homogénea de la madera) o las numerosas evidencias de un proceso de oxidación en los momentos finales de la cocción observado en conjuntos neolíticos peninsulares como Cueva de L’Or (GALLART, 1980: 64).


LAS FORMAS CERÁMICAS

Consideramos la existencia de una serie de rasgos que definen la personalidad de un ejemplar o un conjunto de ellos, al tiempo que los diferencia de otros grupos. Teniendo en cuenta tanto un mismo nuevo conjunto de variables como la línea jerárquica de variación establecida por nosotros, se señala la existencia de subgrupos caracterizados por la presencia / variación de estas características respecto a la forma genérica o al subgrupo anterior. La caracterización de los contenedores se lleva a cabo en primer lugar a partir de los siguientes criterios morfológicos: perfil del recipiente (hemisférico, semiesférico, de tendencia ovoide u ovoide), orientación de las paredes en su porción más cercana al borde o al cuello si lo hubiese (rectas, entrantes o abiertas), forma del fondo (globular, convexo, plano o cónico), ausencia /presencia de borde indicado (en caso de existir si es recto, abierto o entrante), ausencia /presencia de cuello (en caso de existir si es corto-indicado o alto-prolongado, así como su orientación) y ausencia /presencia de fuerte inflexión o carena. Mediante los cinco primeros se realiza la primera ordenación del conjunto. El perfil del recipiente vendrá dado por la relación proporcional entre su diámetro máximo y su altura total (incluyendo al cuello si lo hubiera). En este sentido, se considera hemisférico aquel cuya altura sea igual o menor al radio de su diámetro máximo; semiesférico si la altura es menor a su diámetro máximo pero superior a su radio; de tendencia ovoide si la altura equivale aproximadamente a su diámetro máximo (a veces ligeramente inferior o superior según la prolongación del cuello) y ovoide si la altura es claramente superior a este. La disociación fondo globular-convexo se debe a que este último es considerado “mixto” entre el globular y el plano o aplanado. En el caso de los fondos, la presencia de pies u elemento similar siempre habrá de caracterizar a la variante de una forma genérica.

Establecimos cinco categorías de contenedores: Olla, Botella, Gran contenedor, Vaso y Cuenco (Fig.3). Tras una primera ordenación del conjunto introdujimos variables morfométricas para diferenciar Botella de Gran contenedor (este con más de 35 cm de altura) y olla de Vaso (este con un diámetro máximo igual o menor a 100 mm y una altura igual o menor a 10 cm). Para la caracterización de las variantes se tienen en cuenta criterios como: mayor desarrollo del borde o del cuello, presencia de fuertes inflexiones o carenas a partir de las cuales arranquen estos últimos o la indicación de hombro. Sólo en un caso se considera como variante una serie de contenedores cuyo perfil en “S” los diferencia claramente de los ejemplares del grupo correspondiente. Teniendo en cuenta el tamaño de las piezas o el tratamiento que reciben sus superficies, obtuvimos para cada grupo un panorama específico del que quizás sólo en un futuro podamos extraer una amplia información mediante la contrastación con otros yacimientos. Entre paréntesis aparece referido el número de ejemplares incluidos en cada categoría y adscritos, en su caso, a cada morfotipo perfilado.

Sobre la representatividad de los morfotipos cabe comenzar diciendo que si en el conjunto de los 615 ejemplares objeto de estudio 299 ofrecen información sobre su diámetro de boca, forma y altura, el 70 % de ellos son ollas. Proceden del área A el 73 % de los ejemplares de la categoría, destacando el elevado número de ejemplares de las formas II y IV (43 % del total). En el área B las ollas estén ausentes. En las áreas A, D y E la presencia de ollas semiesféricas es muy superior a la de ollas ovoides o tendencia ovoide (entre el 65 y el 72 % del total). Por contra, en C hay una elevada presencia de ollas ovoides y tendencia ovoide respecto a las semiesféricas, documentándose en la subzona 12 B el único representante de la forma ovoide VIIa. Las botellas se documentan en todas las áreas, destacando su presencia en A, C y D. La forma II es la predominante y supone el 57 % del total de los contenedores de la categoría. Del área C proceden tres de los cinco ejemplares asociados a la forma II, así como el único recipiente bitroncocónico localizado (forma III). Son en conjunto recipientes de gran altura, situándose entre los más profundos de los adscritos a esta categoría de contenedores. El Gran contenedor es la categoría peor representada, estando ausente en las áreas B y E. Los ejemplares a partir de los cuales se definen tres de los cuatro morfotipos proceden de dos Áreas: formas I y IIIa documentas en la zona 16 del área D y forma II (zonas 3 y 4 del área A). El 80 % de los Grandes Contenedores procede de las áreas C y D, concretamente de las subzonas 12 A y 12 B y zona 16 respectivamente. En la misma zona 16 y subzonas del área C mencionadas, se localizan por ejemplo siete de los ocho ejemplares de la forma III.

Destaca la presencia de Vasos en el área A (casi el 50 % del total), respondiendo el 40 % a la forma III, forma ausente en las áreas B y C. También destaca para los Cuencos su presencia en el área A (Tabla 23), de cuya zona 4 proceden el 78 % de los individuos de la categoría. En dicha zona se localizan a su vez todos los ejemplares  correspondientes a las formas III, IV y V, destacando el caso de la primera. Como ocurre en el caso de las Ollas y Grandes Contenedores, no se ha documentado ningún cuenco en el área B. La forma II es la mejor representada en el conjunto de la cueva. Finalmente tenemos el caso de las cucharas, fuera del apartado de los contenedores los únicos utensilios cerámicos documentados en la cueva que pueden relacionarse con las ocupaciones neolíticas. Los dos ejemplares proceden de las áreas A (zona 4) y D (zona 17 C).

Como puede observarse, son formas ampliamente documentadas en el neolítico peninsular. En cuanto a las ollas, si bien poseen una amplia perduración y tienen su máxima representación en momentos posteriores, aparecen en el Neolítico Antiguo los morfotipos I, II, IV, IVa , VIIa, VIII y VIIa. Características desde el Neolítico Medio son las ollas III, V, VI, VII, IX, X, XIII, XIIIa, algunas de las cuales, como la forma Va, se suman al repertorio en una fase reciente. Elementos propios de un Neolítico Final / Cobre Inicial son nuestros morfotipos XI y XII. En cuanto a las botellas, es nuestra forma II la que mejor está representada en contextos iniciales del Neolítico, continuando su presencia fundamentalmente en el Neolítico Medio, momento en el que aparecen las formas Ia y III.

Si bien aparecen en el Neolítico Inicial, los Grandes Contenedores son característicos desde el Neolítico Medio, siendo comunes en yacimientos granadinos asociados a la “Cultura de las Cuevas”. El caso de los cuencos es probablemente el más complejo teniendo en cuenta la perduración de las formas en momentos posteriores al Neolítico, donde tienen su máximo desarrollo. No obstante, si en Dehesillas o el levante peninsular son comunes desde el Neolítico Antiguo, en Andalucía Oriental su presencia parece al anecdótica en tales contextos, caso de las formas II y III; la forma V es más propia desde el Neolítico Medio, destacando la aparición en contextos del Neolítico Final de las formas I y IV. Por su parte, en contextos del Neolítico Medio y Reciente es común la aparición de vasos que responden a nuestras formas I, III, IV, V y VI, siendo más característicos del Neolítico Final la forma II. Finalmente, las cucharas son elementos que pueden aparecer, como se ha dicho en varias ocasiones, tanto en contextos neolíticos como de la Edad del Cobre y Bronce, siendo difícil su atribución cronológica si se carece de contexto estratigráfico. Los paralelos más claros para esta forma simple los hallamos no obstante en el Neolítico Medio de la cercana Carigüela.

OLLAS (211)
I- Olla semiesférica de fondo globular y perfil sencillo, de paredes y borde rectos (6).
II- Olla semiesférica de fondo globular y perfil sencillo, de paredes y borde entrantes (52).
III- Olla semiesférica de fondo globular, paredes rectas o entrantes y borde indicado, entrante (19).
IV- Olla semiesférica de fondo globular o convexo, paredes entrantes y borde indicado, recto o abierto, que en algunos casos produce una leve indicación de cuello (39).
IVa- Se diferencia de la forma genérica por su borde, muy abierto y marcado al exterior (5).  
V- Olla semiesférica de fondo globular o convexo, paredes entrantes en diverso grado, cuello indicado y borde indicado recto o abierto (12).
Va- Se diferencia de la forma genérica por presentar el cuello muy desarrollado (1).
VI- Olla ovoide o de tendencia ovoide de fondo convexo y perfil sencillo, de paredes y borde entrantes (24).  
VII- Ovoide o de tendencia ovoide, fondo convexo, perfil sencillo, paredes rectas y borde indicado entrante (6).
VIIa- Con pie aplanado a modo de botón (1).
VIII- Ovoide de fondo globular, paredes entrantes y borde indicado, recto o abierto, con leve indicación de cuello en algunos casos (8).
VIIIa-Se diferencia de la forma genérica por su cuerpo, muy globular y claro perfil en “S” (5).
IX- Olla ovoide de fondo globular y paredes entrantes, cuello indicado y borde recto o abierto (6).  
Ixa- Se distinguen de la forma genérica por poseer cuello corto (hasta 2 cm) y borde abierto (5).  
IXb- Con cuello alto, a veces un gollete, recto o abierto (11).
X- Olla de tendencia ovoide de fondo globular, paredes entrantes, hombro marcado y cuello abierto, prolongado, que arranca de una carena (1).
XI- Olla semiesférica de fondo convexo, fuerte inflexión y paredes y borde entrantes (2).
XII- Olla semiesférica de paredes y borde ligeramente entrantes, con carena en tercio inferior que marca el arranque del fondo aplanado (1).
XIII- Olla semiesférica de fondo convexo, fuerte inflexión, paredes entrantes y borde indicado, recto o ligeramente abierto, que produce una mayor o menor indicación de cuello (3).
XIIIa- De aspecto lenticular, presenta fuerte estrangulamiento y borde vuelto al exterior (2).
XIV- Semiesférica de perfil en S, fondo aplanado y cuello abierto muy desarrollado, que parte de una carena (1).
XV- Ovoide de fondo globular, cuerpo carenado, paredes entrantes ligeramente cóncavas y borde indicado, recto (1).

BOTELLAS (26)

I- Ovoide de fondo globular, paredes entrantes y cuello a modo de gollete recto o ligeramente entrante, de longitud variable (15).
Ia- Presenta el borde indicado, abierto (5).
II- Botella ovoide de fondo globular, hombro indicado, paredes muy entrantes, cuello desarrollado a modo de gollete y borde indicado, recto o abierto (5).
III- Recipiente bitroncocónico de fondo plano y gollete alto y recto (1).

GRANDES CONTENEDORES (12)

I- Ovoide de cuerpo globular, paredes muy entrantes, cuello desarrollado, recto y borde abierto (1).
II- Ovoide de fondo globular, hombro marcado por carena, cuello alto y borde ligeramente abierto (2).
III- Recipiente ovoide de fondo cónico o convexo, paredes muy entrantes, cuello desarrollado y borde más o menos indicado ligeramente abierto (8).
IIIa- Se caracteriza por poseer el fondo engrosado (1).

CUENCOS (28)

I- Cuenco hemisférico de paredes abiertas y borde indicado, recto o abierto (5).
II- Cuenco semiesférico de fondo globular o convexo y borde recto o ligeramente entrante (11).
III- Cuenco semiesférico de fondo globular o convexo y paredes abiertas (8).
IV- Semiesférico de fondo globular o convexo, paredes abiertas y borde indicado, recto o entrante (3).
V- Cuenco ovoide de fondo convexo, paredes abiertas y borde recto (1).

VASOS (20)

I- Vaso ovoide o de tendencia ovoide, fondo globular y perfil sencillo, de paredes y borde entrantes (3).
II- Vaso ovoide de fondo ovoide, paredes entrantes y borde indicado entrante (1).
III- Vaso de tendencia ovoide y fondo globular o convexo, paredes entrantes y borde indicado, recto o ligeramente abierto en el menor de los casos (8).
IV- Vaso de tendencia ovoide de fondo globular, cuello indicado y borde abierto (4).
IVa- Se caracteriza por su cuello desarrollado (1).
V- Vaso ovoide de fondo globular, hombro indicado y gollete entrante, que parte de una carena (2).
VI- Vaso semiesférico de fondo convexo, de paredes y borde entrantes (1).


LA CERÁMICA DECORADA

Como en los anteriores análisis la unidad de referencia es aquí la vasija, siendo la unidad de análisis el motivo decorativo. Como algunas vasijas sólo presentan un motivo decorativo, otras combinan distintos motivos y un mismo motivo puede elaborarse mediante el empleo de una u otra técnica, tenemos en cuenta el procedimiento de ejecución para aislar, organizar y definir los motivos decorativos. Debido a la cantidad de combinaciones posibles apenas nos detendremos en los casos menos frecuentes. Algo similar ocurrirá en el caso de las asociaciones existentes entre técnica-motivo decorativo-forma cerámica.

Una primera ordenación se realiza en base a la técnica empleada, diferenciando motivos inciso-acanalados, impresos, inciso-impresos y esgrafiados (Fig. 4). Se definen en segundo lugar, según la disposición de los elementos que los integran, lo cual permite ordenar la información referente al tipo de matriz empleada dentro de una misma técnica. Pero si en productos incisos el instrumento empleado sólo influye en el grosor o en la regularidad de los trazos, en los impresos encontramos que el carácter de la matriz condiciona en mayor medida el resultado. En consecuencia, los motivos impresos se ordenan teniendo en cuenta el instrumento utilizado y se distingue el carácter de la impresión deducida de la disposición de los negativos. Tenemos así impresiones de matriz simple (punzón o similar, digito /ungulaciones), de matriz doble y de matriz múltiple (concha de la variedad cardium edule u objeto tipo peine). Los motivos inciso-impresos se definen a partir de la posición que ocupan las incisiones respecto a las impresiones, estudiándose por decoración en relieve exclusivamente los cordones. Con técnicas cromáticas nos referimos a la cerámica almagrada y al relleno de pasta. Existe una clara diferencia entre ambas técnicas. Si la aplicación de almagra puede llegar a considerarse una especie de acabado de la pieza, el relleno de pasta es una práctica totalmente complementaria. Son los únicos casos en los que primará su asociación a otras técnicas, antes que a motivos decorativos. Dentro del almagrado distinguimos entre engobe o pintura propiamente dicha y aguada o solución de almagra diluida (NAVARRETE et al., 1980: 16), observándose en ambos casos si afecta a una o a ambas superficies.

La técnica impresa se empleó en la ejecución del 50 % de los motivos documentados, algo más que la incisa (40 %) y claramente superior a la inciso-impresa (9 %) y esgrafiada (2 porcentaje). Comenzando con la técnica Inciso-acanalada, si bien las incisiones varían en grosor y profundidad la mayoría posee una anchura de entre 2 y 4 mm. Los motivos inciso-acanalados suponen en el área C el 20 % del total del área, en las áreas D y E el 38 % y en el área A el 45 %. Los más frecuentes, motivos simples Ia y Ib, suman casi el 70 % de los inciso-acanalados y el 26 % de los documentados en el yacimiento). Por el contrario, existen motivos inciso-acanalados exclusivos de un área o zona, caso de las líneas quebradas decrecientes (zona 18).

En las áreas A y B el porcentaje de motivos incisos e impresos es muy similar. En el resto, dichos motivos están mejor representados. En el área C, la técnica impresa se emplea en la producción del 70 % de los motivos, interviniendo en la realización del 60 % un instrumento de matriz múltiple, molusco tipo “cardium edule” (32 %) o instrumento tipo peine (28 %). En el área A la decoración cardial supone el 40 % de los motivos impresos, destacando los motivos Ia y IVa. Entre los peor representados el motivo soliforme (zona 16) y cardial basculante (zona 18). Las impresiones de matriz doble sólo aparecen en un ejemplar procedente de la subzona 12 A. Los motivos ejecutados con una matriz simple representan cerca del 40 % de los impresos. El empleo de un instrumento tipo punzón de punta roma es mayoritario, destacando los motivos dispuestos en series verticales u horizontales. Entre las impresiones de matriz simple no realizadas con punzón destacan levemente las digitaciones / ungulaciones ejecutadas sobre labios y cordones.

Mediante la técnica inciso-impresa se ejecutan en las áreas A, C y D, el 8 %, 11 % y 7 % de los motivos respectivamente, destacando su representación en relación a las mismas en el área E (14 %). Los motivos de incisiones internas suponen casi el 80 % y a diferencia de los inciso-impresos de incisiones externas (ausentes en D y E), se localizan en todas las áreas a excepción de B. Abundan los motivos simples y dentro de ellos la línea cosida. La hoja de helecho (Ic) y su extraña combinación de matrices aparece sobre un sólo fragmento (zona 4). La cerámica esgrafiada tiene una presencia anecdótica. Se documenta sobre seis contenedores procedentes de las áreas A (4 y 5), E (18) y uno cuyos fragmentos proceden de las zonas 4 y 17.

El 75 % de los ejemplares que presentan decoración en relieve proceden del área A. Existe en los cordones una clara preferencia a ejecutar sobre ellos cortas incisiones transversales, si bien tres ejemplares del área A presentan motivo en espiga (motivo inciso IIa). El porcentaje de cordones con decoración impresa es a grandes rasgos similar al de los cordones lisos. Si destacan las impresiones de punzón romo, existen cordones con impresiones tubulares, digitaciones/ ungulaciones, documentándose en un ejemplar impresiones de cardium edule.

La cerámica almagrada está bien representada y de manera similar, en las Áreas A y C. Hay una clara preferencia por aplicar un engobe o una aguada sobre la superficie externa, no constatándose ningún caso de aguada exclusivamente interna. Nunca aparece asociada a motivos esgrafiados, destacando las vasijas que presentan únicamente esta decoración o a lo sumo, cordones con incisiones o impresiones. Se combina preferentemente con motivos impresos, documentándose sobre varios ejemplares con motivos impresos cardiales. Finalmente, en cuanto al relleno de pasta, se trata normalmente de pasta roja (aunque también se documenta pasta blanca), asociándose preferentemente a elementos impresos (nunca junto a motivos esgrafiados ni rellenando acanaladuras).

No existen claras asociaciones entre el empleo de una técnica determinada y una o unas formas cerámicas. Comenzando con la técnica incisa, destaca sensiblemente su implicación en la decoración del 37 % de los recipientes semiesféricos decorados (77 en total), frente al 23 % de vasijas ovoides o de tendencia ovoide que presentan dicha técnica, respecto del total de vasijas ovoides o de tendencia ovoide decoradas (64). Existen a su vez diferencias entre ollas semiesféricas y ovoides o tendencia ovoide. Mientras sobre las primeras se documenta el empleo de la técnica mixta inciso-impresa, las ovoides presentan un porcentaje sensiblemente mayor en cuanto a la aplicación de almagrado.

MOTIVOS INCISO-ACANALADOS

I- Motivos simples. Series de trazos horizontales o verticales, con o sin remate en uno o a ambos márgenes a modo de cortos trazos o en “línea cosida” (Ia); incisiones paralelas cortas, generalmente verticales (Ib); series paralelas de trazos en zig-zag (Ic); y series paralelas de ondas (Id), bien curvilínea simple o serie de arqueadas en ola.

II- Motivos de incisiones convergentes. Se incluye aquí el tradicionalmente denominado “motivo en espiga”, que puede o no aparecer en el interior de una “banda incisa”.

III- Motivos compuestos. Banda incisa rectilínea o a modo de guirnalda cuyo interior aparece parcelado por cortos trazos que pueden o no comunicar ambas paralelas (IIIa); cortos trazos insertos o enmarcados en el interior de otro elemento, caso de las incisiones “en saco” o las incisiones entre cruzadas (IIIb); abiertos decrecientes o series de incisiones paralelas biangulares decrecientes (IIIc).

IV- Motivos reticulados. Pueden estar formados por incisiones oblicuas u horizontales de longitud variable (IVa) o encontrarse dentro de una banda (IVb) que a su vez presente remate a modo de diente de lobo (IVc).

MOTIVOS IMPRESOS

A. De matriz simple

I- Motivos simples. Ejecutados mediante el empleo de diversos útiles. En cuanto a los realizados con punzón (Ia), normalmente de punta roma, motivos simples de impresiones en serie (Iaa) y motivos simples de impresiones en serie formando líneas paralelas en zig-zag (Iab). En un mismo grupo (Ib) englobamos los motivos compuestos por series de digitaciones / ungulaciones, impresiones fusiformes, triangulares, cuneiformes, circulares, tubulares o realizadas con un nervio de concha, nunca del tipo cardium edule. Distinguimos entre un motivo compuesto por impresiones en series verticales u horizontales (Iba) o en paralelas biangulares decrecientes (Ibb).

II- Motivo de impresiones convergentes. Suele aparecer formado por dos series de impresiones de punzón romo (IIa).

III- Motivo en banda rellena. Series paralelas de impresiones de punzón romo con dos series de impresiones internas de aspecto triangular.

B. De matriz doble

I- Motivo simple. Las impresiones, en serie, se realizaron con un objeto de extremo bífido.

C. De matriz múltiple

- IMPRESOS CARDIALES
I- Motivos simples. Formados por líneas de impresiones paralelas verticales u horizontales (Ia), en zig-zag (Ib) o en dientes de sierra (Ic) (cardial basculante).

II- Motivo de impresiones convergentes. Distinguimos entre el propiamente dicho “motivo de líneas de impresiones convergentes” (IIa) y el soliforme ejecutado mediante impresiones perpendiculares al eje longitudinal resultante (IIb).
III- Motivo compuesto. Equivalente al inciso-acanalado IIIc, existiendo pues un motivo impreso cardial decreciente.

IV- Motivo en banda segmentada. Banda de impresiones cardiales en cuyo interior se disponen cortas líneas de impresiones generalmente oblicuas, las cuales conectan ambas paralelas si las hay (IVa). El subgrupo IVb viene definido por la existencia de remates, bien dientes de lobo, metopas o gotas.

- IMPRESOS PEINADOS
I- Motivos simples. Series paralelas verticales u horizontales de impresiones a peine (Ia); series en zig-zag (Ib); series de impresiones cuadrangulares (Ic); series en guirnalda (Id).

II- Motivo convergente. Líneas paralelas de impresiones, formándose un ángulo en el extremo inferior del motivo (IIa).

III- Motivo compuesto. Equivalente al motivo inciso-acanalado IIIc, existiendo un motivo impreso a peine decreciente.

IV- Motivos en banda segmentada. Misma variedad observada en el caso de sus homólogos cardiales (IVa y IVb), de los que a veces es difícil diferenciar.

MOTIVOS INCISO-IMPRESOS

I- Motivos de incisiones internas. Los elementos incisos están flanqueados por elementos producto de la aplicación de un punzón romo. Las impresiones pueden aparecer a uno o a ambos flancos de una serie de líneas incisas paralelas (Ia); sobre una línea incisa, obteniéndose una “línea cosida” (Ib); las impresiones de punzón delimitan elementos reticulados, bien una banda rellena o un remate en diente de lobo (Ic); línea incisa franqueada por series de líneas cortas de impresiones cardiales paralelas (Id), “hoja de helecho”.

II- Motivos de incisiones externas. Las incisiones pueden delimitar distintos tipos de impresiones según el instrumento y la matriz empleada: bandas incisas rectilíneas o en guirnalda, rellenas de cortas líneas oblicuas de impresiones de peine (IIa); bandas incisas que contienen impresiones de punzón romo (IIb); largas líneas incisas perpendiculares complementadas por series de impresiones de punzón en dos de los cuatro espacios que dividen (IIc).

MOTIVOS ESGRAFIADOS

I- Motivos simples. Compuestos de líneas cortas paralelas (Ia) o zig-zags (Ib).

II- Motivos reticulados en banda. Banda reticulada no delimitada (IIa); banda reticulada delimitada por líneas ejecutadas con la misma técnica (IIb); banda reticulada rematada por cortos trazos realizados con la misma técnica (IIc).

En cuanto a la decoración pictórica, casi el 90 % de los ejemplares que presentan decoración incisa o impresa rellena de pasta, roja o blanca, corresponden a formas con altos cuellos a modo de gollete (Olla IXb; Botella I, Ia y II; Grandes Contenedores II y Vaso III). Por su parte, mientras sobre el 35 % de los ejemplares ovoides decorados (64 en total) se aplicó un almagrado, este mismo procedimiento se evidencia en el 18 % del total de las vasijas semiesféricas decoradas (77).

En el caso de la relación forma-técnica decorativa cabe mencionar algunas tendencias observadas. En primer lugar el hecho de que la técnica inciso-impresa se documenta exclusivamente sobre botellas Ia, II, III y ollas semiesféricas III, IV y V. Observamos la intervención de más de una técnica en el proceso decorativo de las ollas de la forma IV y de las botellas en general (sobre todo formas II y III). Destaca en relación a la decoración plástica el que sobre los grandes contenedores sólo aparezcan cordones lisos, así como la lógica ausencia de cordones sobre vasos. Decir en relación a la cerámica esgrafiada que los únicos ejemplares cuyo perfil puede reconstruirse responden a las formas XV y IV de las categorías olla y vaso respectivamente.

Hay una clara tendencia a decorar las piezas empleando una sola técnica, si bien es común la conjugación de distintos motivos realizados con la misma técnica. En cuanto a los motivos inciso-acanalados, los simples Ia y Ib son con diferencia los más numerosos. Las incisiones paralelas rematadas o no por cortas incisiones verticales (Ia) suelen disponerse en series entre elementos de prensión, mientras trazos cortos paralelos (Ib) en torno al cuello si lo hubiese o sobre el labio (sobre todo en formas semiesféricas). Menos frecuentes son zig-zags (Ic) e incisiones arqueadas (Id). Destaca en el único ejemplar de olla XIV la asociación de motivos Ic y IIa (espiga) que relacionamos directamente con el Neolítico Medio Valenciano IIa y Neolítico Final de la Cueva de la Dehesilla. No obstante, mientras en la decoración del ejemplar de la Cueva Amplá de Montgó el procedimiento técnico empleado fue el esgrafiado, en Dehesilla fue la incisión. En el caso de las Ventanas, aunque algunos trazos ofrecen el aspecto propio de los productos esgrafiados, los consideramos incisiones en crudo. No obstante, la gran similitud formal existente entre estos tres ejemplares es extensible a los esquemas decorativos que presentan.

Las incisiones paralelas en guirnalda se asocian a otros motivos simples del grupo I en vasijas de borde indicado, caso de una olla VIII donde conecta el remate inferior de motivo inciso Ia, con las incisiones de un cordón vertical. En Carigüela notamos la aparición de dicha asociación en el estrato XI del Área G (NAVARRETE, 1976: lám. CXXXV, 1) y V del Área D (Ibíd., lám. XL, 4), ambos del Neolítico Reciente. El motivo en espiga (IIa) aparece escasamente sobre cordones (más o menos aplanados), caso del ejemplar único de la olla X. Sobre el cuerpo aparece en serie horizontal o inserto en banda incisa más raramente. El motivo en espiga es común en yacimientos andaluces desde el Neolítico Medio, sobre vasijas de perfil simple. En Nerja (PELLICER et al, 1985: fig. 12) se detecta una disminución de espigas simples en los niveles del Neolítico Reciente, mientras la inserta en banda (“inscritas en paralelas” de Pellicer y Acosta), posee una fuerte presencia en los estratos inferiores, estando ausente en el Neolítico Reciente.

Dentro de los motivos incisos compuestos destacan por ocupar buena parte de las vasijas las incisiones entre cruzadas (IIIb) y el motivo biangular decreciente (IIIc). En cambio, las incisiones “en saco” (igualmente IIIb) se documentan en un único ejemplar de la zona 16 rematando una fina incisión horizontal. Esta vasija presenta a su vez un engobe espeso sobre la superficie externa. En Carigüela encontramos únicamente un ejemplar decorado a base de motivo de incisiones entrecruzadas, perteneciente ya a los momentos iniciales de la Edad del Cobre. Las incisiones en saco, no presentes en Carigüela, se documentan en la Cueva de Nerja desde el Neolítico Antiguo (PELLICER et al, 1986: lám. 32, 6), donde los denominados “festones incisos” están rellenos de impresiones. Son más frecuentes en el Neolítico Reciente de esta misma cavidad malagueña, destacando su presencia en el Neolítico Medio de Dehesilla (PELLICER et al., 1990: fig. 45, 18).

El motivo compuesto IIIc aparece únicamente sobre una olla de la forma VI en dos ocasiones, entre asa túnel y asa pitorro. Estos motivos están presentes en un buen número de yacimientos neolíticos andaluces. En la provincia de Granada se observa por ejemplo sobre una vasija con gollete de la Cueva del Agua de Prado Negro (NAVARRETE et al, 1977: fig. 8, 1) o en el estrato III del Área D de Carigüela , adscrito al Cobre Inicial (NAVARRETE, 1976: lám. XIX). En Nerja o Dehesilla se documentan motivos similares, de mayor complejidad, desde el Neolítico Antiguo, presentando cada línea más de dos ángulos (“meandros paralelos”de Pellicer).

Las incisiones en banda incisa (IIIa) se conjugan de diversas maneras. Es una constante su alternancia con bandas lisas o rellenas de cortos trazos, en disposición horizontal. En una ocasión documentamos banda incisa rellena horizontal junto a series paralelas de arqueadas en ola (motivo inciso Id). Estos motivos están bien presentes en los estratos VIII y IX del Área G de Carigüela, del Neolítico Medio. En Nerja se observa una paulatina reducción en la representación de las bandas incisas segmentadas conforme avanza la secuencia. En un solo caso se trata de una banda ancha, asociándose en un ejemplar con cuello a banda rectilínea y en guirnalda, esquema ya presente en el estrato más antiguo de Carigüela, si bien su presencia sólo es notable en los estratos adscritos al Neolítico Final y Transición a la Edad del Cobre por Navarrete.

El motivo inciso reticulado (IVa) se ha documentado como única decoración sobre una vasija. De trazos anchos y largos, encontramos claros paralelos para el mismo en el Neolítico Tardío del poblado de los Castillejos de Montefrío (ARRIBAS et al., 1978: fig. 22, 36) y Neolítico Final de Carigüela (NAVARRETE, 1976: lám. XXXI, 2). El resto de los reticulados se disponen en banda o aparecen insertos en ellas (IVb). Se combinan en esquemas que ocupan gran parte de la superficie de las vasijas, motivo relativamente frecuente desde el Neolítico Medio granadino, presente ya en los estratos más antiguos de Carigüela.

En cuanto a los remates en dientes de lobo (IVc), pueden aparecer asociados tanto a bandas horizontales como a bandas verticales. En la botella bitroncocónica delimita un amplio cuadrado reticulado. Es este un ejemplar excepcional en el que convergen motivos incisos, impresos e inciso-impresos, que ocupan prácticamente la totalidad de la pieza a excepción del fondo y sobre cuya superficie exterior se aplicó un engobe rojo. Esta combinación de motivos es muy similar a la que ofrece el ejemplar procedente de Carigüela con el que relacionamos nuestra botella III (NAVARRETE, 1976: Lám. CXLV, nº 2). No obstante, la decoración del ejemplar procedente de la citada cueva se realiza mediante minúsculas impresiones de un instrumento tipo peine o similar.

Los motivos impresos participan en composiciones similares a las observadas en los inciso-acanalados. Los motivos simples de matriz simple (Iaa y Iba), se disponen con frecuencia en franjas de cinco o seis series horizontales como máximo y entre elementos de prensión. Al igual que sus homólogos inciso-acanalados son comunes en todo el Neolítico de la región, siendo los más frecuentes los realizados con punzón de punta roma. Más escaso es el empleo de otra matriz, caso del nervio de concha en un ejemplar similar al documentado en el estrato VII del área D de Carigüela, (NAVARRETE, 1976: lám. LVI, 1), del Neolítico Medio. En las Ventanas se trata de una olla de la forma XIII donde convergen impresiones de concha y de punzón (en Carigüela sobre cordón, aquí sobre labio). A partir del Neolítico Medio encuadramos las impresiones de matriz simple realizadas con un instrumento distinto al punzón, caso de las impresiones tubulares en serie sobre una olla VII, destacando sobre cordones y labios digitaciones /ungulaciones.

En cuanto a las impresiones de matriz simple no realizadas con punzón, encontramos impresiones tubulares en serie sobre un ejemplar de olla VII. Sobre cordones y labios, destacan junto a las impresiones de punzón las digitaciones/ungulaciones. El motivo Iab se documenta junto al motivo III sobre un ejemplar de olla VIIIa. Se asocian aquí al también escasamente documentado motivo inciso-impreso de impresiones internas en banda a modo de guirnalda, así como a bandas de impresiones de peine, motivo inciso en zig-zags e impresiones de punzón. Este ejemplar posee además asa túnel y en las incisiones e impresiones se conservan restos de almagra. En conjunto, las impresiones de matriz simple distinta a punzón, tienen su presencia máxima en Andalucía Oriental en contextos del Neolítico Medio y Reciente.

Los motivos impresos con matriz múltiple aparecen bien como única decoración de la pieza, bien formando parte de composiciones complejas. Los cardiales Ia y Ic (como los impresos a peine Ia, Ic, Id), suponen con frecuencia la única decoración de las vasijas dispuestos en varias series. Destaca por su escasez en yacimientos neolíticos el motivo cardial basculante (Ic), presente sobre un cuenco de la forma II. En los Murciélagos de Zuheros, si bien el instrumento utilizado no es un molusco, aparece asociado a la forma “K” en el estrato IV (VICENT et al., 1973: lám. XI), y en un ejemplar de superficie (GAVILÁN, 1991: fig.5, 14). En Granada se documenta en Campana de Gualchos (MENJÍBAR et al., 1983: fig. 10, 1) y Sima del Conejo de Alhama  (NAVARRETE et al, 1991: fig. 38). En Nerja el motivo “cardial basculante” o “impreso basculante” (según la matriz), se documenta sólo en el Neolítico Medio (PELLICER et al., 1985: fig. 9, 20 y 21). En el levante peninsular se registran ejemplares similares sobre material descontextualizado en la Cueva de la Sarsa, L’Or y Les Cendres, así como en el nivel VI de L’OR (BERNABEU, 1989: fig. III.31, 4), del Neolítico IA valenciano y el estrato I de la Gatera de la Sarsa (ASQUERINO, 1998: fig. 17, 275), del Neolítico Medio.

El motivo soliforme realizado mediante impresiones cardiales sólo se documenta sobre una olla II ricamente decorada. Se dispone en la porción superior de tres asas de cinta y entre estas. Los apéndices se realizan mediante impresiones transversales, correspondiéndose el espacio central del motivo con una pequeña concavidad en la pieza. Las impresiones cardiales están rellenas de pasta blanca. En el resto de la composición intervienen series de impresiones horizontales en banda rema-tadas por pequeños dientes de lobo formados por dos líneas de impresiones verticales convergentes. Las bandas alternan con espacios lisos y afectan a las asas de cinta. Se trata de un motivo atípico por varias razones. En primer lugar teniendo en cuenta que en los yacimientos neolíticos granadinos en los que aparecen asociados a una forma similar a la botella II (Cueva del Agua de Prado Negro o Cueva de la Carigüela) o no, caso de la Sima del Carburero (MENJÍBAR et al., 1980: fig 5, 6), los ojosoles están ejecutados mediante técnica incisa. Atípico es también por presentar la asociación relleno de pasta-impresiones cardiales y por el empleo de pasta blanca. En Carigüela, el ojosol inciso pertenece al estrato XII (NAVARRETE, 1976: lám. CXLIV, 1). En L’Or un ejemplar de ojosol inciso procede de la capa 12 del cuadro J-5 (MARTÍ et al., 1980: lám. XI, fig. 2), relacionado con los primeros momentos de la ocupación neolítica de la estación. En Nerja los esteliformes incisos están presentes exclusivamente en el Neolítico Medio (PELLICER et al., 1985, fig. 14, 5a). Descontextualizado aparece en la Cueva de la Murcielaguina de Priego de Córdoba (GAVILÁN, 1984: fig. 2, C-07) o Botijos de Benalmádena (OLARIA, 1975: 2). Atendiendo al empleo de cardium edule, relleno de pasta en su ejecución y asociación a la Botella II, ciframos pues la producción de este motivo en el Neolítico Antiguo (PÉREZ BAREAS et al. 1999: 490; RAMOS FERNÁNDEZ, 2004: 56-58). Aunque en Carigüela la pasta blanca siempre rellena incisiones, aparece principalmente en el estrato XVI.

Composiciones decorativas destacadas por ocupar buena parte de la superficie externa de las piezas (si bien en las Ventanas se observa este esquema completo sólo en un ejemplar), son aquellas en las que se combinan los motivos impresos cardiales Ia, Ib, IIa, IVa y IVb. En las Ventanas se documentan distintas combinaciones sobre fragmentos procedentes de las zonas 4, 5, 12 y 14. El esquema fundamental se compone de bandas impresas horizontales que alternan o no con bandas lisas; sobre el galbo y entre dos bandas impresas, se dispone una banda ancha formada por zig-zags paralelos en la mayoría de los casos; sobre y bajo las asas, series de paralelas o convergentes; finalmente, la banda inferior aparece rematada bien por dientes de lobo, bien por pequeñas metopas o cortas líneas de impresiones paralelas. Se trata de composiciones típicas del Neolítico Antiguo de Carigüela y otras estaciones del sur peninsular.

Pasando ya a analizar las composiciones en las que intervienen los motivos impresos a peine, destaca la gran similitud respecto a las composiciones en las que se combinan distintos motivos cardiales. Existen motivos, caso del Ic y Id, que se registran sobre pequeños fragmentos, hecho que impide la reconstrucción de los esquemas originales. No obstante, son motivos que ocupan una escasa porción de las vasijas. Las series paralelas horizontales de impresiones cuadrangulares (Ic), se localizan cerca de o en los cuellos de las vasijas. En Carigüela tales impresiones más o menos amplias comienzan a documentarse en el estrato VI del Área D y XI-XII del Área G, del Neolítico Medio. Por su parte, las impresiones paralelas suelen aparecer entre elementos de prensión, en  franjas únicas y sobre formas sin cuello. Es característica su asociación a ollas ovoides con o sin borde indicado, del Neolítico Medio y Final de la Alta Andalucía.

El único motivo en zig-zags (Ib) identificado, se ejecutó sobre la carena de un pequeño fragmento procedente de la zona 18. Los motivos impresos a peine Ia, II, IVa y IVb aparecen combinados en esquemas similares a los que presentan sus homónimos cardiales. Sobre una botella de la forma II observamos la asociación de tres de ellos. Un ejemplar de la misma forma presenta únicamente la confluencia de bandas incisas rellenas de impresiones de peine dobles y bandas lisas, bien simples en el interior de la metopa, bien dobles entre el hombro y el arranque del cuello. Se trata del único ejemplar cuyas impresiones presentan dicha morfología.

Todos estos casos corresponden a ejemplares cuyas superficies presentan un acabado de gran calidad, que aparecen tímidamente junto a sus homónimos cardiales en los niveles neolíticos más antiguos de Carigüela, si bien son frecuentes en yacimientos del Neolítico Medio y Final.

Escasa es también, como observamos en un ejemplar, la asociación de líneas de impresiones horizontales paralelas y líneas convergentes, que forman parte, junto a un asa de cinta, cordón vertical e impresiones de punzón sobre el cordón y rematando la horizontal inferior, de la decoración de una olla de la forma VIIIa. Es poco frecuente ver la asociación de impresiones realizadas utilizando matrices distintas. No obstante, sirva de ejemplo el ejemplar de olla IXa, sobre la que se ejecutaron impresiones de peine y punzón. Asimismo, la alternancia de bandas impresas con bandas lisas se documenta en escasa medida, existiendo un ejemplar donde se alternan de forma aleatoria.

De entre los motivos inciso-impresos, ampliamente representados en contextos del Neolítico Medio y Final, sólo las impresiones entrecruzadas (IIc) ocupan una amplia porción de la vasija. A su vez, sólo los motivos de impresiones externas Ia y IIa aparecen bien combinados con otros motivos, bien en series paralelas que constituyen la mayor parte de la decoración de la pieza. Los primeros son los más numerosos del conjunto. La línea cosida aparece exclusivamente junto a series de incisiones. En Carigüela encontramos los primeros ejemplares de línea cosida en estratos pertenecientes al Neolítico Medio. En el caso de los motivos de impresiones de peine en banda incisa, destaca su combinación con motivos impresos sobre un ejemplar de olla asociado a la forma VIIIa, de la que anteriormente nos ocupamos. Impresiones de punzón en banda incisa (IIa) aparecen en series paralelas ocupando franjas de tamaño variable, conjugándose en un caso bandas horizontales con bandas en guirnalda e incisiones verticales paralelas en otro. En muchas ocasiones es difícil distinguir estos motivos de las bandas incisas segmentadas por incisiones.

En cuanto a los reticulados incisos internos, sólo en el ejemplar procedente de la zona 5 (Área A), aparecen asociados la disposición en banda y el único ejemplar en triángulo, presentando incisiones e impresiones restos de pasta roja. Por su parte, el procedente de la subzona 12B es el vaso bitroncocónico (botella III). Se combinan sobre el mismo motivo en línea cosida, reticulado inciso en banda y sobre asa de cinta impresiones de punzón en zig-zags franqueadas por triángulos reticulados en dos series verticales, una a cada lado. Esta pieza presenta además restos de engobe de almagra en su superficie externa, lo mismo que ocurre en el único ejemplar sobre el que se ha registrado la “hoja de helecho” (Ic), donde se asocian impresiones de concha y línea incisa. Son muy numerosos los paralelos que pueden establecerse entre los motivos presentes en las Ventanas y los existentes en otros yacimientos andaluces. En Nerja por ejemplo, la línea cosida se documenta únicamente y sobre escasos ejemplares, en el Neolítico Reciente de la cavidad (PELLICER et al., 1985: fig. 8). En el caso de los reticulados incisos rematados por impresiones, encontramos paralelos en el Neolítico Antiguo B de Dehesilla (ACOSTA et al., 1990: 1068...).

El pequeño conjunto que presenta decoración esgrafiada muestra motivos en su mayoría conocidos en el Neolítico granadino y ampliamente extendidos en el levante peninsular. Los mejor representados a nivel provincial, son aquellos en los que se conjugan las bandas reticuladas horizontales y verticales, que en Carigüela se documentan en el Neolítico Medio de las Áreas G (NAVARRETE, 1976: lám. CLIV, 4 y 5) y D (Ibíd., lám. LIX, 3; lám. LXIII, 5). Exentos de contexto estratigráfico son los casos de la Cueva de los Molinos en Alhama (NAVARRETE et al, 1985: fig. 11, 39), Cueva CV-3 de Cogollos Vega (NAVARRETE et al, 1983: fig. 5, 26) y Cueva del agua de Prado Negro (NAVARRETE et al, 1977: fig. 13, 70). Hay plena concordancia a nivel cronológico entre el motivo en zig-zags esgrafiado y la forma XV de las ollas sobre la que aparece en las Ventanas. Dicha combinación se documenta en el Neolítico IIA Valenciano. Formas similares localizamos además en las Majolicas de Alfacar (lisa) y la referida esgrafiada de CV-3 de Cogollos Vega.

La cerámica almagrada está presente sobre todas las categorías de contenedores bien como única decoración, bien asociada a incisiones o impresiones como vimos. Destaca al igual que ocurre en Carigüela, la conjunción de almagrado e impresiones cardiales sobre una misma pieza. El relleno de pasta, como en la cercana cavidad, se asocia preferentemente a la técnica incisa.

En cuanto a los cordones, existe una clara tendencia a aplicar sobre ellos impresiones de punzón romo e incisiones transversales. No obstante y entre las restantes matrices utilizadas en la decoración de estos elementos, documentamos el empleo de una concha en un ejemplar de cuenco IV. Mucho más atípico es la realización en su interior de impresiones utilizando la misma matriz.


CONCLUSIONES

En primer lugar es necesario mencionar la existencia de nuevas propuestas de periodización para el Neolítico de la Alta Andalucía que a corto o medio plazo, estamos convencidos van a incidir en la apertura de nuevos horizontes en la investigación, dentro de un contexto como el neolítico donde el factor determinante para aprehender las realidades pasadas lo constituye la escasez de contextos arqueológicos primarios localizados. No obstante, en el presente estudio nos basamos fundamentalmente en las propuestas realizadas por la doctora Dña. Soledad Navarrete Enciso (NAVARRETE, 2003: 40), con el fin de mantener una línea de transición clara respecto a la abundante bibliografía generada a través de sus trabajos.

A través del establecimiento de paralelos con otras estaciones del neolítico peninsular observamos cómo la ocupación neolítica de las Ventanas se produce paralelamente a la ocupación de la cercana Cueva de la Carigüela. Nos apoyamos no ya en la presencia de cerámica impresa cardial, sino especialmente en las composiciones decorativas ejecutadas con dicha técnica /matriz, para plantear que la ocupación neolítica de la Cueva de las Ventanas comienza en los momentos iniciales del Neolítico, teniendo en cuenta que en más de una ocasión se ha indicado la problemática inherente a la asociación de la cerámica cardial con el Neolítico Antiguo, por cuanto su consideración como fósil rector supone negar la existencia de grupos que no emplean tal procedimiento decorativo o lo hacen de manera residual en esos momentos, haciendo el mismo binomio cardial-Neolítico Antiguo que aun sin contexto estratigráfico se adscriba un yacimiento a un momento demasiado temprano del Neolítico (MARTÍ et al.,1997: 251).

La secuencia registrada en la Cueva de la Carigüela, la ocupación postneolítica que ponen de manifiesto los estudios realizados sobre materiales de la Edad del Cobre y Bronce procedentes de las Ventanas y el presente trabajo, evidencian que durante la Prehistoria Reciente se produce la ocupación paralela de ambas localidades. Esto significa que en el Neolítico asistimos al comienzo de la ocupación continuada del entorno de Píñar, sin que se hayan documentado hasta el presente, episodios inmediatamente anteriores a dicha ocupación.

Junto al área A en su totalidad (zonas 1 a 10), se considera que el espacio de habitación se corresponde con la zona 18 (área E) y subzona 17C del área D. Por su parte, el área B es una zona de tránsito entre el “mundo de los vivos” y el “mundo de los muertos” donde sólo ocasionalmente se realizarían inhumaciones a juzgar por la escasa disponibilidad de espacio. En el área C, básicamente en la zona 12, se localiza uno de los ámbitos funerarios mejor definidos de la cavidad. A este respecto debemos unir la zona 16 del área D. De la primera proceden los restos óseos humanos a partir de los cuales se ha obtenido la única datación radiocarbónica del neolítico de las Ventanas (UGRA 595), que nos habla del uso funerario de la estancia en el 5430 ± 90 BP (calibrada).

A nivel general, la falta de analíticas y la escasez de ejemplares procedentes de algunas de las zonas y áreas en las que se ha dividido la caverna, impide realizar inferencias acerca de posibles relaciones entre formas cerámicas, usos y espacios de uso. Para explicar la tendencia observada en relación a los grandes contenedores, por cuanto su presencia es destacada en las zonas 12 y 16, barajamos dos hipótesis.  Si bien cabe pensar en la existencia de algún tipo de simbolismo, tal concentración puede deberse al hecho de ser espacios reservados, internos, de relativo difícil acceso y que permiten por tanto un almacenamiento más seguro. Esta segunda posibilidad acarrea unas connotaciones de gran interés para conocer los hábitos de estas comunidades, pues si a la práctica del almacenamiento se une la necesidad de procurar la salvaguarda del producto, probablemente estemos ante uno de los mejores indicios sobre el carácter estacional del poblamiento neolítico de las Ventanas, muy difícil de precisar cronológicamente.

En cuanto a la distribución de los cuencos, la aparición de ejemplares asociados a los ámbitos funerarios nos indica que no se utilizan exclusivamente en la consumición de alimentos. En el caso de las botellas, consideramos sintomático el hecho de que los ejemplares asociados a las formas II y III procedentes de las zonas 12 y 16, aparezcan profusamente decorados. Se diferencian por ello tanto del restante ejemplar de botella II identificado (zona 18, con aplicación de almagra), como del resto de los morfotipos que integran la categoría. En nuestra opinión, la ejecución de complejos esquemas decorativos sobre estas botellas de las formas II y III documentadas en las zonas 12 y 16, evidencia la intencionalidad de crear un producto especializado destinado a un uso ritual, en este caso probablemente funerario. En este sentido, la configuración del potente carácter simbólico de estas piezas no se produce exclusivamente mediante la implementación de una profusa decoración. Más aún, en el mismo proceso está implicada de manera primordial, la propia morfología del recipiente. Especialmente en los últimos años, las investigaciones en el Complejo Humo-Araña están aportando visiones muy interesantes al respecto.

Con mayor precaución creemos han de manejarse aquellos casos en los que los ejemplares asociados a un morfotipo aparecen exclusivamente en una zona o área. Son muchos al respecto los documentados dentro de las ollas y en relación al espacio de habitación en el área A. Por su parte, en los ámbitos funerarios únicamente se trata de la olla de la forma XIIIa, el gran contenedor I, el vaso II (zona 16), la olla VIIa y el vaso VI (zona 12). De gran interés resulta la existencia de una concentración de ocre en la zona 12 y de la espesa capa de pasta que presenta el vaso II de la zona 16. En Nerja y Dehesilla se constata la aplicación de una coloración sobre los huesos, siendo a su vez los únicos casos en los que se evidencia que previamente, la ceremonia incluía la exhumación de los cadáveres (RUBIO, 1990: 140). Son numerosos los yacimientos andaluces, especialmente granadinos, en los que se constata la realización de rituales funerarios. Evidenciados en la mayoría de los casos a partir de la existencia de incisiones en los huesos, estas descarnaciones se relacionan con la práctica del canibalismo ritual (JIMÉNEZ, 1990: 128). En las Ventanas no contamos con evidencias en una u otra línea. No obstante, queremos destacar estos dos hechos como indicios a tener en cuenta en el futuro, sobre la que consideramos más que probable relación de estos espacios con un tercer uso, el ritual.

Finalmente, en lo relativo a las técnicas y motivos decorativos, observamos a nivel general una mayor incidencia de las impresiones en las zonas internas, destacando en este sentido la zona 12 del área C en relación a las ejecutadas con un instrumento tipo peine y tímidamente si tenemos en cuenta el escaso volumen de material decorado, las impresiones cardiales en la zona 16 del área D. Llama la atención en relación a esta última modalidad tanto su ausencia en la zona 17 del área D, como su escasa presencia en la zona 18 (área D), ambos contextos relacionados con la habitación. Si tenemos en cuenta que en el área A la cerámica cardial está bien representada, dos son las hipótesis a barajar para comprender tal circunstancia. En primer lugar, que la incidencia de las actividades de expolio sea mayor en estos espacios. En segundo lugar, a juzgar por el volumen de material que arrojan, es posible que constituyan zonas de hábitat residual. Las concomitancias documentadas entre la zona 17 y las zonas 4 y 5, nos hacen ver además que un volumen indeterminado del material que contienen es fruto de desplazamientos posdeposicionales.



AGRADECIMIENTOS
Quisiera agradecer el enorme apoyo prestado por las Doctoras Dña. Soledad Navarrete Enciso y Dña. Pepa Capel Martínez, directoras del presente trabajo de investigación titulado “La ocupación Neolítica de la Cueva de las Ventanas (Píñar, Granada), a través de la cerámica”. Asimismo quiero expresar mi agradecimiento a José Antonio Riquelme, Francisco Muñoz Domínguez, José Guillén, José Antonio Esquivel Guerrero, Shamek al-Alawna, Santiago Marcos Pecete Serrano, Miguel Ángel Díez Matilla y Diego López Martínez.

 

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