TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS PRERROMANAS DE LAS BÉTICAS OCCIDENTALES

PRERROMAN BUILDING TECHNIQUES IN WESTERN BAETICA

Vanessa GALLARDO NÚÑEZ

Resumen
Para abordar el estudio de técnicas constructivas prerromanas en las Béticas occidentales como parte de la zona mediterránea peninsular, se contaba con un conjunto de antecedentes bibliográficos que resultó insuficiente para el contexto elegido. Por lo que se procedió a realizar un estudio de las técnicas constructivas documentadas en Acinipo, Silla del Moro y Ronda ciudad, estableciendo posteriormente un análisis comparativo con otros yacimientos del área estimada.

Palabras clave:
Béticas occidentales, Protohistoria, Ibérico, técnicas constructivas y doméstico.

Abstract
To go trough the study of prerroman building techniques in Western Baetica as part of the Mediterranean peninsula, we counted on a set of bibliographic references that proved not to be sufficient for the selected area. Thus, we have conducted a study of the building techniques, as documented in Acinipo, Silla of the Moro and Ronda city, later establishing a comparative analysis with other settlements in the area.

Keywords:
Western Baetica, Protohistory, Iberian, building and domestics techniques.


INTRODUCCIÓN

Entre los objetivos principales que fundamentan este trabajo de investigación destaca el estudio de materiales y técnicas constructivas, tomando como referencia los yacimientos de Acinipo, Ronda Ciudad y Silla del Moro localizados en la Serranía de Ronda, desde la Prehistoria Reciente a la Época Ibérica.

Por otro lado, encontramos una dificultad a la hora de estudiar el desarrollo de los distintos procesos culturales y, concretamente en esta investigación de técnicas constructivas que forman parte de los mismos, ya que el Sistema Bético es característico por la heterogeneidad de su medio englobando una serie de áreas naturales, muy diferentes por sus recursos y su exposición a influencias culturales diversas. Por lo que el análisis lo abordaremos en función de las áreas más características y que abarquen toda la franja geográfica de las Béticas. En este sentido, realizamos una exposición de los yacimientos y hallazgos localizados en estas regiones naturales, para intentar después obtener una visión de conjunto acerca de los distintos fenómenos culturales dados o las influencias exteriores reflejadas en el ámbito constructivo y funcional.

Las Cordilleras Béticas constituyen una gran región extendida entre Cádiz y Alicante. Destacan dos grandes sistemas montañosos constituidos en una zona interna, que correspondería aproximadamente a la Cordillera Penibética, y una zona externa, que corresponde, grosso modo, a la Cordillera Subbética, formada, a su vez, por dos mantos: el Subbético y el Prebético. La Cordillera Subbética se compone principalmente de la Serranía de Ronda (alt. med., 1300 m.) y la Sierra Gorda de Loja (alt. med., 1200 m.) las cuales continúan al Este por las Sierras de Tejera y Almijara (alt. med., 1400 m.), finalizando en los acantilados de Maro, así como las Sierras Intermedias que se unen a ambas; Sierra de Valle de Abdalajis, El Torcal, etc. (FERRE BUENO, 1999). A ellas hay que unir los relieves que componen las Unidades del Campo de Gibraltar, región de la zona subbética que forman las últimas estribaciones occidentales de las cadenas Béticas y que están compuestas por la Sierra del Aljibe (alt. med. 1000 m.), pegada a la Serranía de Ronda, y las sierras de la Unidad de Algeciras, situadas al sur de la anterior y que llega al mismo Estrecho de Gibraltar (CLAVERO SALVADOR, 1984).

Con referencia a las redes hidrográficas, destacan la del río Guadalhorce, el cual en su curso bajo forma la denominada Hoya de Málaga hasta la desembocadura en la Bahía de Málaga, y la del río Guadiaro, el cual desciende desde la serranía de Ronda hasta la costa occidental de Málaga, limítrofe con la provincia de Cádiz.


METODOLOGÍA

La metodología empleada se basa, primeramente, en la recopilación de documentación bibliográfica existente sobre materiales y técnicas constructivas prerromanas, la cual ha resultado difícil respecto al área de las Béticas, así como en toda la zona andaluza, ya que su estudio ha sido prácticamente inexistente en este ámbito geográfico hasta el día de hoy. Por lo que se recurrió a realizar una revisión bibliográfica en otras zonas de la Península Ibérica donde sí se han llevado a cabo trabajos referentes a nuestro tema. De este modo se consultó documentación procedente de la zona del Levante y Cataluña debido a una probable mayor conexión desde el punto de vista del medio y de las relaciones culturales mediterráneas, además de ser la zona mejor investigada y que cuenta con mayor documentación disponible.

El estudio realizado sobre técnicas constructivas prerromanas referidas a las Béticas occidentales, abarca cronológicamente desde el Bronce Final al Periodo Ibérico, por tratarse del contexto geográfico próximo en el que se incluyen las fachadas Norte y Sur del Bético Interno. La documentación específica manejada se centra, particularmente, en tres yacimientos de la Serranía de Ronda: Acinipo, Silla del Moro y Ronda ciudad. Para indagar en las técnicas constructivas que caracterizan estos yacimientos, se procedió a crear una base de datos que englobaba una serie de campos en los que se recoge toda la información en cuanto a dichas técnicas que se puede extraer; por un lado, de los Complejos Estructurales (Lám. 1) documentados, y por otro, de las diferentes Estructuras (Lám. 2) asociadas a los mismos.

Paralelamente, se procedió al tratamiento de la documentación gráfica, a través de los dibujos arqueológicos disponibles, correspondientes a los Complejos Estructurales y Estructuras de los tres yacimientos seleccionados. Este material gráfico se digitalizó utilizando para ello Autocad.

Por último, a partir de la información adquirida tras el análisis de la documentación, se completó el trabajo de investigación con la realización de un estudio comparativo tanto de los Complejos Estructurales como de las Estructuras existente en los tres yacimientos, Acinipo, la Silla del Moro y Ronda ciudad, con otros pertenecientes a algunos yacimientos localizados en las Béticas Occidentales y en las áreas más próximas, recurriendo para ello, una vez más, a referencias bibliográficas..


MATERIALES Y TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS EN LAS BÉTICAS OCCIDENTALES

En torno al año mil a.C. los grupos de población asentados presentaban un modo de vida muy similar al de momentos anteriores. El paisaje y los recursos disponibles apenas habían variado. No obstante, es a partir de ahora cuando se inicia lo que va a ser, con el tiempo, una tendencia generalizada por la ocupación de los valles, e inmediaciones fluviales próximas al litoral, áreas que se someterán a un proceso constante de poblamiento hasta prácticamente la época romana.

La información que disponemos es muy escasa, al menos, para las fases iniciales del último milenio a.C. No tenemos hallazgos en toda el área del Sistema Bético que se puedan atribuir a estas fechas. Será a partir de mediados del siglo VIII a.C. cuando el litoral andaluz presencie un fenómeno que al poco tiempo resultará trascendental para la historia de la propia Andalucía. Se trata de la instalación estable de colonos fenicios, procedentes de la ciudad de Tiro, en el entorno de la bahía de Cádiz y en el área oriental de la provincia de Málaga.

Las investigaciones que se llevan a cabo en el sector litoral andaluz, motiva el conocimiento cada vez mayor de la ocupación del territorio previa y coetáneamente a la instalación de los fenicios. Los recientes hallazgos hacen pensar a los especialistas, que la ocupación era tan significativa que los fenicios necesitaron de pactos con los indígenas para poder ocupar el territorio en que constituirían sus colonias. A partir de esta circunstancia se producirá un proceso dialéctico entre ambas comunidades, que motivará una fusión de elementos culturales, dando lugar al periodo conocido como “Orientalizante” en el mundo indígena. Sin embargo, esto no implicaba una transformación de las estructuras locales, ya que la población autóctona no cambiará demasiado su modo de vida, lo hará paulatinamente una vez establecida la convivencia entre colonos e indígenas.

El área que nos ocupa se encuentra, más o menos, expuesta a dos focos culturales: el Sureste con las influencias argáricas y, el Suroeste con los influjos tartésicos surgidos en el Bajo Guadalquivir. Pero también se darán ambientes, como el de Acinipo, con unas bases culturales propias, con una fuerte tradición indígena-autóctona.

Materiales Constructivos

Resulta habitual que los materiales empleados vengan determinados por los propios recursos naturales del entorno, del que se toma todo lo necesario para la construcción y que condiciona las técnicas empleadas. En este sentido se encuentra la roca natural la cual no debe ser interpretada como material constructivo propiamente dicho. Si podemos considerarla entre los elementos definitorios de la arquitectura, que se sirve de ella como base y que, en ocasiones, consigue, mediante su tallado o excavación, los diversos espacios necesarios para la estructuración de aquella.

La tierra constituye la esencia de las construcciones pre y protohistoricas al ser el componente sustancial de sus principales esquemas constructivos: amasados, manteados y el adobe. La tierra, como tal, liberada de elementos instrusivos, es decir, cribada, fue utilizada de forma sistemática en la construcción. En principio, como elemento natural, sin transformarla en una técnica determinada, ya sea en nivelaciones o rellenos de muros. Con ella no sólo se edifican estructuras murarías, sino que también forma parte importante de techumbres y de equipamientos domésticos como hogares, hornos, pavimentos, umbrales, bancos, basares, canalizaciones, etc. Sé puede hacer una primera división en función del proceso de construcción y, así, la tierra se utilizaría de forma manual, modelándola en el propio lugar donde se construye (amasados, manteados, enlucidos, mortero de trabazón, pavimentaciones) o, después de ciertas transformaciones previas, como encofrados o moldes. Otra diferenciación posible viene dada por la organización y disposición de la tierra en la construcción: distinguiríamos así estructuras modulares, como los adobes, estructuras amorfas, caso del amasado y del manteado, y estructuras mixtas, como el manteado o amasado que completa estructuras de material vegetal.

La piedra suele estar limitada a las variedades litológicas que se encuentran en el entorno. Su uso se reservó a los zócalos, como base de apoyo y recurso aislante de los alzados superiores; para la construcción de pavimentos y revestimiento de cisternas; como cascajo para la regularización de las oquedades de la roca en la base o para los pies derechos de madera o adobe.

La madera viene a ser la típica del bosque mediterráneo, tal como es la vegetación potencial de la zona, chopos, encinas, pinos y olivo, reforzada por matorrales como brezo y retama. Estos elementos servían, sobre todo, para cubiertas y techumbres, para encofrados y refuerzos internos y externos de muros; estanterías, muebles o revestimientos, o como pies para soportar techos o cualquier otro elemento de cubrición, de manera directa, sobre la roca o apoyado en basas de piedra preparada al efecto. También se le daría otro tipo de usos más vinculados al ámbito doméstico, como calefacción, iluminación, cocina o la elaboración de utensilios de madera de carácter agrario o doméstico.

La cal y arena mezcladas constituyen una argamasa muy dura, ideal para pavimentos, bancos corridos, nivelación de superficies y revocos, así como para revestimientos de carácter hidráulico documentados en cisternas. Por otro lado, están los materiales de impermeabilización a través de la existencia de determinadas litologías relacionadas con rocas impermeables como pizarras o esquistos, las cuales, tras ser machacadas se utilizan para crear una capa de preparación del suelo, o bien, para impermeabilizar las viviendas; por tanto, en este caso, se localizarían en los techos. También se utilizaría la cerámica machacada para reparar, regularizar o impermeabilizar las superficies exteriores de los muros y para salvar las irregularidades marcadas en la roca base, disponiéndose en este caso una capa de cerámica machacada, mezclada con tierra apisonada, que permite acondicionar y dar horizontalidad al nivel de calle. Del uso de ocres, cal y otros colorantes, hasta el momento no tenemos datos que nos permitan suponer la existencia de interiores con decoración pintada, aunque si hay constancia de revocados y posteriormente enlucidos de manera reiterada, con ocres o simplemente cal. La cal es un elemento esencial en las técnicas constructivas de la arquitectura ibérica, funcionando tanto para argamasas, como para revocos o pavimentos.

Caracterización de las técnicas constructivas

Edad Bronce

En el Suroeste andaluz no supone cierta ruptura arquitectónica y urbanística con respecto a etapas precedentes, ya que no se constata el uso predominante de la piedra, como ocurre en el Sureste con la Cultura de El Argar, aunque sí se sigue el mismo modelo de patrón de asentamiento con la ubicación de los poblados en lomas o cerros abruptos. Normalmente el material utilizado para la construcción de las estructuras es el que se encuentra en las proximidades de los asentamientos.

Enmarcadas en una etapa más antigua, encontramos cabañas de planta oval, constituidas por una doble hilada de piedras de mediano tamaño, hincadas verticalmente y, cuyo interior está relleno de piedras de pequeño y mediano tamaño unidas con barro. La estructura se asienta directamente sobre la roca. Posteriormente, cambia la técnica constructiva pasando a ser zócalos de mampuestos dispuestos en hiladas, unos encima de otros. Las paredes que se alzaban sobre los zócalos debieron construirse con un amasado o manteado de cañas, ramaje y barro que quedaría evidenciado por fragmentos de barro endurecido en los que se aprecian las improntas de los restos orgánicos. La techumbre, es de suponer que tuviese forma cónica o en cuña, y estaría soportada por pequeños postes de madera que se alinearían en el interior de la casa. El suelo o piso interior de las cabañas está formado por tierra apisonada; en algunas ocasiones la misma roca se habilitó como plataforma horizontal o bien sus altibajos se rellenarán con una capa compacta de pequeños guijarros unidos con barro.

Este modelo de vivienda de planta circular u ovalada, con superficies de reducidas dimensiones (inferior a 20m²), resulta bien conocida en las Béticas y particularmente en la provincia de Málaga; es el caso del yacimiento de Huertas de Peñarrubia, documentada en dos de sus tres fases de ocupación. Otros ejemplos próximos los encontramos en Raja del Boquerón donde se excavaron dos cabañas circulares, a los que hay que añadir el nivel III del corte A de El Castellón de Gobantes, con una estructura circular descubierta pero mal conocida y atribuible a la primera mitad del siglo VIII a.C. (GARCÍA ALFONSO, 2007). En Cártama, la primera ocupación viene caracterizada por la presencia de una cabaña de planta oval constituida por un zócalo de piedra, revestido interiormente con cal, la cual, también cubre el suelo y el muro de adobe que se alza sobre parte del zócalo. El Poblado de la Era, localizado en Benalmádena, evidencia restos de un zócalo perteneciente a una cabaña circular, pero en este caso, realizado con bloques de travertino con diversas capas de enlucido en su cara interior, y el suelo elaborado a base de arcilla endurecida (SUAREZ Y CISNEROS, 1995).

Fuera de la provincia de Málaga, en el Bajo y Medio Guadalquivir, encontramos otros yacimientos que presentan similares características constructivas para este momento, destacan Colina de los Quemados, de Córdoba, que documenta, en el Estrato 14, un muro curvo construido con cantos de gran tamaño, y el Estrato 15X con cabañas circulares con una serie de pavimentos superpuestos (LUZÓN-RUIZ, 1973); Montemolin en Marchena, donde se encontró una estructura circular en el Estrato II y otra en el Estrato III (CHAVES y BANDERA 1985).

También en el Bronce se llevaron a cabo, dentro de los mismos poblados de cabañas circulares, edificaciones de planta cuadrada o rectangular, pero manteniendo el mismo esquema constructivo, es decir, con muros compuestos por zócalos de piedra y alzados de barro, pavimentos de tierra apisonada, hogar central y techumbres de cañas y ramajes cubiertos con barro. Así lo encontramos en Acinipo.

Época Orientalizante

Supondrá un cambio significativo en los asentamientos al adoptarse un nuevo patrón de vivienda cuadrangular y compartimentada. Se trata de una nueva estructuración y organización de las viviendas, donde las casas están constituidas por edificios de varias habitaciones conseguidas mediante la parcelación del espacio por tabiques que parten de muros "maestros" más gruesos y continuos. Estos muros maestros pueden constituirse como muros de carga respecto a la distribución interior de la vivienda, o muros perimetrales que a veces funcionan como delimitadores de terrazas u otros espacios abiertos. Tanto unos como otros cuentan con fosas de cimentación. La pared debió de ser un amasado de barro con materia vegetal para darle mayor consistencia a la estructura. Aunque no hay datos al respecto, las cubiertas debieron ser planas o a un agua.

Dentro del área de las Béticas occidentales, encontramos documentado el cambio de plantas ovales o rectangulares a edificaciones compartimentadas en yacimientos como Huertas de Peñarrubia, Málaga, que en su Fase 3 evidencia un cambio espectacular en el asentamiento, a través del hallazgo de tres estructuras constituidas por muros rectos, construidos con piedras grandes. Estas viviendas son de menor tamaño que las de Acinipo; es, por tanto, un asentamiento con una evolución semejante, del paso de cabañas circulares a viviendas cuadrangulares, a la observada tanto en Acinipo. Sin embargo, no dispone de pavimentos de tierra batida y hogares en su interior, aunque a priori no se pueda descartar que existan (GARCÍA ALFONSO, 1994). En el asentamiento de la Raja del Boquerón, Málaga, se documentó una casa de grandes proporciones, aunque no se conocen sus dimensiones reales, de planta rectangular, por encima de las cabañas circulares, compuesta por dos habitaciones rectangulares separadas por tabiques (GARCÍA ALFONSO et al., 1995). Del mismo modo, en Cártama las plantas circulares u ovales de las cabañas del Bronce Final pasan a ser rectangulares, con muros rectos que se revisten de cal, pavimentos de tierra batida o barros secados con tonos rojizos. Tan sólo ha sido posible sacar una planta con al menos dos habitaciones y restos de una escalera de mampuesto revestida del mismo tono rojo de los pavimentos. En cotas más altas del Cerro de la Era, Benalmádena, se construye un edificio, con muros de más de medio metro de anchura, realizados a base de bloques irregulares de travertino. Dicha estructura forma un ángulo, y se define en su interior un espacio enlosado mediante pequeñas lajas de pizarra, en el cual se localizó un área con indicios de combustión, a modo de hogar o posible horno. Cabe la posibilidad que este lugar estuviese situado al aire libre, y en torno a él se distribuyesen una serie de estancias, separadas, como en este caso, por muros de adobe. Estas dependencias, de las que se han documentado dos en el Poblado de la Era, presentaban, en una de ellas, un suelo de tierra apisonada y en la otra, un pavimento de conchas, en un estado excepcional de conservación (SUAREZ y CISNEROS GARCÍA, 1995).

En Andalucía occidental encontramos muchos yacimientos caracterizados por este tipo de edificaciones, es el caso de Tejada la Vieja, en cuyo nivel 2 se documentaron viviendas de planta cuadrada con habitaciones compartimentadas por medio de tabiques que parten de un muro más grueso (GARCÍA SANZ, 1987). Otros edificios de similares características constructivas los encontramos en Montemolín, Marchena, con una estructura rectangular con divisiones internas y muros con revestimientos (CHAVES y BANDERA, 1985). Cerro Salomón cuenta con viviendas formadas por habitaciones aglutinadas de planta rectangular (BLANCO et al., 1970).

Periodo Ibérico

La piedra es la que domina en mayor medida las construcciones, pero conjuntamente tendrá lugar la plasmación mejor conocida de las técnicas constructivas de barro, ya que para esta época es posible apreciar una mayor variedad de estructuras, no sólo de carácter doméstico, sino también nos adentra en otros ámbitos como el productivo, artesanal y ritual, con casas, talleres, hornos alfareros, plataformas, balsas, almazaras, templos o palacios.

La casa ibérica se caracteriza por una tendencia rectangular de su planta, contiene un basamento de piedra y un espacio interior compartimentado en varias habitaciones. En el nivel de la técnica constructiva se advierte una gran homogeneidad, empleando como materiales piedra, tierra, cal (estos últimos, sólo como parte del revoco), básicamente para los paramentos; tierra apisonada o piedra como materiales constructivos de los pavimentos. Los muros son de barro, asentados habitualmente sobre un zócalo de piedra que descansa sobre el suelo natural, sin zanja de cimentación. La cubierta de las viviendas debió ser plana, construida con materia vegetal sustentada por los propios muros maestros y por un entramado de postes y vigas de madera. El hogar adquiere tal importancia que estará representado en alguna de las estancias de forma permanente, siempre en posición central si se trata de un espacio importante, o en la periferia si es una habitación compartimentada.

En relación con la compartimentación interna y las dimensiones podemos encontrar algunos tipos de casas ibéricas, como las de planta rectangular o trapezoidal alargadas y de dimensiones reducidas, de entre 20 y 35 m². Son propias de asentamientos constituidos por edificios adosados a un muro de cierre y compartimentados por paredes medianeras. La compartimentación interior puede ir desde único espacio, como casas unicelulares en las que se desenvuelven todas las actividades domésticas, a compartimentaciones más complejas, como la transversal, creando dos estancias más o menos cuadrangulares, de dimensiones iguales o desiguales, que se corresponderían a una planta rectangular; o longitudinales, creando dos habitaciones de planta rectangulares. Las diferencias entre ambas estancias estribarían básicamente en la funcionalidad, estando una destinada a funciones residenciales y la otra a almacenamiento.

Por otro lado, encontramos casas de planta cuadrada de mayores dimensiones que las anteriores, entre 60 y 80 m², aunque en algunos casos de superen los 100 m². En estos casos los edificios están integrados por diversas estancias a través de diferentes formas de compartimentación: espacio dividido en tres recintos, uno de planta rectangular alargada, de mayor superficie, destinado a funciones residenciales, y otros dos más pequeños, de planta cuadrada, con funciones de cocina y almacenaje; compartimentación en diversos recintos, con presencia de pasadizos que facilitarían la comunicación entre los diferentes espacios, entre otros modelos. Finalmente, la compartimentación en sentido vertical, es decir, con existencia de pisos superiores, muy escasamente documentados en nuestro ámbito de estudio, aunque sí están presentes en el Cerro de la Cruz, Almedinilla, Córdoba. Sin embargo, tales características se van extendiendo a otras zonas como Plaza de Armas de Puente Tablas, o en establecimientos coloniales, como es el caso de Toscanos (SCHUBART y MAAS-LINDEMANN, 1984), donde también se han evidenciado estructuras de dos pisos. En el Cerro de la Cruz, encontramos un modelo urbanístico típico del Mediterráneo, que ha adoptado ya el tipo de vivienda rectangular, cuya generalización en la Península Ibérica, al menos en lo que al Sur se refiere, tiene lugar a lo largo del siglo VII a.C., y que, en cuanto a técnicas constructivas, hunde sus raíces en periodos mucho más antiguos, tal como se evidencia en yacimientos tales como Acinipo (AGUAYO et al., 1986); Alhonoz (LÓPEZ PALOMO, 1983); Tejada la Vieja (BLANCO y ROTHENBERG, 1981); El Carambolo (CARRIAZO, 1973); Montemolin (LUZÓN y RUIZ MATA, 1973).


DEPRESIÓN DE RONDA

Bronce Final

En Acinipo encontramos un conjunto de estructuras bien conocidas, al aparecer definidas en su totalidad en la amplia extensión excavada en la zona Este (440 m²). Constituyen una alineación de viviendas de las que se identificaron cuatro completas y otra más fragmentaria. Las cabañas se diferencian por su planta, de forma que coexisten dos tipos distintos, aunque estas diferencias no se sabe si corresponderían a una funcionalidad diferente, pero no a una notable separación cronológica.

Las cabañas del Corte 2-3 (CE 2 y CE 3) son de planta curva con una marcada tendencia oblonga, cuyos ejes mayores alcanzan los 5m, por una anchura de 4,5 m. El zócalo esta formado por piedras sin trabajar, con una anchura de 0,60 m., utilizando para la base piedras de mayor tamaño, con las caras no muy bien definidas, mientras que son más pequeñas a medida que ascienden las hiladas y se van regularizando las caras, siendo la anchura del zócalo menor. Las paredes se enfoscarían con manteados, y la techumbre debió ser cónica, teniendo en cuenta la forma de la planta, la ausencia de agujeros para postes, tanto en el interior como en el exterior de las mismas, y la posición central de los “braseros”.

Los zócalos aparecen interrumpidos por un hueco de 1m. de anchura que constituye la entrada a la vivienda, orientada al Sur y, a partir de esta, extiende hacia el exterior un empedrado de forma trapezoidal de 1 a 3m², hecho con dos técnicas diferentes: en el caso de UEC 40, el contorno fue construido con piedras medianas, entre las que aparecen molinos barquiformes reutilizados, y el interior, con piedras más pequeñas, mientras que la UEC 46 fue construida únicamente con piedras medianas. No se sabe si esta especie de porches estarían cubiertos por algún tipo de toldo vegetal, al no haberse documentado agujeros para postes que los sustentaran. Estas estructuras son muy frecuentes en casi todas las cabañas de Acinipo, asociándose incluso a otras cabañas cuadrangulares, probablemente tendrían una función relacionada con la limpieza de la vivienda, a la hora de acceder a su interior, para no introducir barro.

El pavimento estaba constituido por una fina capa, muy compactada, de tierra de color amarillo de la que tan sólo se conservó, in situ, una parte, debido a las remociones posteriores causadas por las construcciones que se le superpusieron. Ocupando el lugar central, sobre él se encontraba el hogar fabricado en barro cocido, en forma de torta circular, con los bordes y la superficie muy bien rematados. En el CE. 2 esta estructura estaba montada sobre una capa de preparación hecha con cal y grava, por lo que el hogar aparecía sobreelevado con respecto al suelo de la vivienda. Sobre ella se encontró una fina capa de cenizas muy compactas. Por otro lado, la superficie aparecía enrojecida y cuarteada, consecuencia del estrés térmico que hubo de soportar. Estos rasgos hicieron plantear la hipótesis de que más que auténticos hogares para encender fuego, se trate de unas tortas de arcilla preparadas para ser calentadas con ascuas procedentes de unos hogares que se pudieran encontrar fuera de las cabañas, que servirían para proporcionar calor y cocinar algunos tipos de alimentos, como tortas de cereales o similares. Otros elementos constructivos integrados en la cabaña son bancos de piedra y poyetes adosados al interior de las cabañas.

La altura conservada de los zócalos y la escasa presencia de piedras del derrumbe de las paredes demuestra que éstos tenían pocas hiladas. El derrumbe del CE. 3 se depositó directamente sobre el pavimento, con las piedras dispuestas en forma de abanico partiendo del zócalo, su área fuente, de forma que fue posible remontar la altura original de la pared en 5 ó 6 hiladas más de las conservadas in situ. Así, el zócalo alcanzaría una altura de algo más de 1 m.

El material de uso doméstico, consistente en pequeños y muy escasos fragmentos, apareció depuesto en posición dominante horizontal sobre el pavimento. La pobreza de restos hallados en el interior de estas viviendas, posiblemente se deba a la limpieza regular que se llevaría a cabo de forma reiterada. Sin embargo, se ha localizado un porcentaje alto de restos de material doméstico, sobre todo cerámico, en el espacio existente entre una cabaña y otra, donde aparecieron, mayormente, fragmentos de cerámica acumulados y huesos de animales. Por consiguiente, parece ser que utilizaron los espacios muertos que quedaban entre las paredes de las viviendas como basureros donde acumular los residuos de las limpiezas caseras.

Contemporáneas y en parte posteriores a estas cabañas circulares de tendencia oval, se documentaron en el Corte 4 tres nuevas cabañas de planta cuadrangular conservadas casi completas (CE. 4, 5 y 6), con los ángulos algo redondeados y de dimensiones algo más pequeñas que las anteriores, 3`5 m. de eje mayor y 2`3 m. de anchura por el interior. Los zócalos tienen en su base piedras más gruesas que disminuyen su tamaño a medida que ascienden en altura, siendo las de la base las que corresponden a los cimientos. Estas estructuras de habitación repiten el esquema de las circulares: edificación a base de piedras y barro, puertas dispuestas en el frente corto con orientación Sur, hogares centrales compuestos por una torta de arcilla cocida, pavimentos amarillentos de tierra batida y empedrados situados delante de la entrada, formados por piedras pequeñas delimitados por otras mayores, pero en este caso, de planta rectangular. A pesar de las diferencias de planta señaladas, estas no tienen reflejo aparente en el resto de los elementos estructurales, por lo que no se puede establecer ninguna diferencia funcional (Fig. 1).

Estas viviendas aparecen aisladas unas de otras; sin embargo, los CEs. 4 y 5 presentan la misma orientación que los CEs. 2 y 3 y, por tanto, es probable que sean contemporáneos, mientras que el CE. 6 sea más moderno, ya que se apoya en una cabaña circular (CE 3) y en otra de las rectangulares (CE. 4), además de romper la orientación común del resto del conjunto. Por otro lado, es patente una clara ordenación común de las viviendas, favorecida, además, por la adaptación a una topografía determinada y a una orientación preferente por las condiciones ambientales, creando alineaciones, que no puedan considerarse como auténticas calles, como las aparecidas en épocas posteriores con la adopción del concepto de casa con espacio interior compartimentado en habitaciones.

Es necesario hacer una mención especial al CE. 6, no sólo por diferir con las restantes en la orientación, sino también porque es interesante destacar su reestructuración posterior mediante el cierre de la puerta; este hecho, que también afecta al CE. 5, provocó la reducción del espacio interno, lo que plantea la posibilidad de que esta estructura sufriera un cambio funcional. Dicha modificación pudo estar relacionada con actividades vinculadas al almacenamiento de productos agrícolas o funciones ganaderas.

La cronología establecida para este conjunto de unidades de habitación está en 920-750 cal ANE..

Para esta época, Ronda ciudad sigue mostrando una ocupación similar, con cabañas semejantes, aunque está muy poco documentada en lo referente a estructuras, reduciéndose a algunas zonas empedradas que pudieran corresponder a áreas de entrada a cabañas como las de Acinipo.

Época Orientalizante

En Acinipo se constató, en la parte noroeste de la excavación, un cambio constructivo que vino a significar un nuevo concepto del espacio en esta zona del asentamiento. Surge una nueva estructuración y organización de las viviendas, donde las casas están constituidas por edificios de varias habitaciones, conseguidas mediante la parcelación del espacio por tabiques que parten de muros ¨maestros¨ más gruesos y continuos, los cuales llegan a alcanzar 1 m. de anchura, mientras que los tabiques solo tienen 0,50 m. Tanto unos como otros cuentan con fosas de cimentación, más claramente delimitadas en los grandes muros.

Los zócalos presentan grandes piedras en su base, sin las caras bien definidas, correspondiéndose con la fosa de cimentación, de forma que sobresale del resto del muro. El resto de la pared debió de ser amasado de barro con materia vegetal para darle mayor consistencia a la estructura.

Este tipo de edificación se superpone de manera inmediata a las construcciones ovales, rompiéndolas, continuando por tanto, el uso como zona de hábitat de asentamiento (Fig. 2).

El CE 7 corresponde a la fase más antigua, y a causa de procesos erosivos postdeposicionales que habían afectado a esta zona, se conservó muy mal; tan sólo el trazado de los cimientos en el nivel de base (UECs 82, 83 y 84) y el uso interior (con un hogar de grandes dimensiones, UEC 86) de una de las habitaciones, que por estar ubicada entre dos muros maestros, fue menos afectada por la erosión, aunque sí por las construcciones que se le superpusieron. De la parte Sur del muro maestro (UEC 82), sólo han quedado algunas piedras que apenas forman la doble cara de un muro (UECs 96 y 97) y, en algunos casos, una alineación de una sola cara. Parece ser que se trata de la base de la cimentación (UEC 85) y que, posiblemente, la misma inclinación natural del terreno indujo a la colocación de algunas piedras a más profundidad en un costado que en otro.

El CE. 8 mantiene la línea de habitaciones aglutinadas en torno a un sistema de muros. Su estado de conservación es mejor, aunque fue especialmente afectado por las construcciones posteriores de época ibérica y romana. Este edificio estaba constituido por dos muros maestros paralelos (UECs. 88 y 89), construidos en su base con piedras más gruesas, a partir de los cuales se disponen dos tabiques, formando así tres habitaciones diferenciadas. Una de ellas contenía un brasero, un poco más pequeño que el documentado en el edificio anterior. Aunque las estructuras estaban mejor conservadas, no se confirmó que los suelos de habitaciones tuviesen un tratamiento espacial, como ocurría en algunas cabañas, es más, no existe ningún pavimento que permita diferenciar el nivel de uso y de derrumbe.

En ninguno de estos dos edificios ha aparecido alguna otra estructura asociada que sea indicativa de la funcionalidad de sus espacios, tan sólo los dos braseros documentados, uno en cada edificación. Por otro lado, tampoco es posible hacer una reconstrucción parcial o completa de la planta de estos edificios debido al estado de conservación que presentan; pero seguramente no se tratarían de edificios aislados, ya que, aunque en muy mal estado, aparecen restos de muros prácticamente en toda la superficie excavada. No serían, por tanto, casas aisladas, sino que formarían parte de un conjunto más amplio.

En cuanto a la cronología de las edificaciones descritas, se fecharían dentro de la fase V de la secuencia de Acinipo, que corresponde con la segunda mitad del siglo VIII hasta un momento indeterminado del VII cal ANE.

Tras esta etapa constructiva caracterizada por edificios compartimentados en varias habitaciones, se vuelve a la construcción de estructuras de planta oval, un fenómeno que resulta, cuando menos, poco frecuente en la protohistoria andaluza. Así, aparece una vivienda completa (CE. 10) que mantiene prácticamente las mismas características estructurales que las anteriores (CEs. 2 y 3), con un pequeño empedrado en la entrada y un “brasero” en el centro de la habitación. El hogar se colocó sobre una preparación previa consistente en una cama formada por fragmentos de ánfora, dispuestos horizontalmente. El uso de esta técnica vendría motivado, aparte de darle consistencia física a la torta de arcilla, para evitar la pérdida de calor que por irradiación hacia el suelo podría producirse una vez que la torta se hubiese calentado.

En un momento avanzado del uso de esta unidad de habitación, se tapia la puerta y no se sabe con certeza si se abrió en otro lugar o si se mantuvo como una estructura cerrada. Por lo tanto, se trata de una fase nueva de casas ovales construidas después del abandono de los edificios. Tampoco aquí se aprecia, al igual que en casos anteriores, que transcurriera mucho tiempo entre el arruinamiento de las habitaciones y la construcción de nuevas viviendas, ya que no se ha detectado ningún nivel de abandono. Se podría decir que tras el desmantelamiento de las unidades estructurales previas a esta nueva fase constructiva, el terreno se limpió de parte de los escombros y se volvieron a construir cabañas.

Resulta curioso que sólo se hayan documentado una casa completa y parte de otra (UEC. 99), aunque cabe decir que si existieron más estructuras de este tipo, posiblemente fueron arrasadas por la ocupación romana posterior.

Cronológicamente, se encuadra en la fase VI de Acinipo, que abarcaría desde mediados del VII a inicios del siglo VI cal ANE.

En Ronda ciudad se está consolidando la ampliación del espacio urbano, no sólo mediante la instalación de viviendas, sino también por el establecimiento de espacios dedicados a la producción artesanal. Se aprecian evidencias del desarrollo de actividades especializadas, como metalurgia y producción alfarera. Por un lado, se observaron, para esta época y de manera más indirecta, indicios de actividades de producción vinculadas a la alfarería a través de un hogar (UEC. 5) que se asocia a un muro en ángulo recto (UEC. 4) perteneciente a una posible estructura de habitación; por otro lado, la actividad metalúrgica queda atestiguada por la documentación de un basurero de fundidor.

Poco a poco, esa ampliación del espacio urbano se va reestructurando a través de la adaptación a la trama urbana de edificios de muros rectos, formados por varias habitaciones separadas por tabiques. Así, se documentan algunas construcciones de este tipo muy fragmentarias ya que en su mayoría, se trata de estructuras muy incompletas por lo que resulta muy difícil asociarlas a un complejo estructural concreto.

Periodo Ibérico

En momentos indeterminados del siglo VI a. C, Acinipo se abandona y su población se establece en la mesa de Silla del Moro, que se define como oppidum o ciudad amurallada, hecho que implica un cambio cualitativo con respecto a las construcciones redondas o cuadradas de la fase precedente. Mientras Acinipo aparece como una aglomeración de estructuras de habitación sin gran complejidad interna, Silla del Moro ofrece una lectura distinta, con grandes contrastes espaciales, y su construcción va unida a la desaparición de las aldeas agrícolas orientalizantes, al tiempo que se fortificaba con una compleja muralla. Ese traslado se produce tras un momento de gran auge económico y demográfico de Acinipo, evidenciado en su riqueza material y su extensión a lo largo de toda la zona perimetral de la meseta. Quizá fueron razones políticas las que motivaron a una élite local, bien asentada, a emprender la "fundación de una ciudad", construida de forma planificada con el empleo de nuevas técnicas constructivas y urbanísticas, que serán reflejo de la expresión de su poder.

Se han documentado estructuras de muros rectos correspondientes a viviendas; una de ellas (CE. 10) se sitúa en la parte más elevada del espolón, y cuenta con varias habitaciones articuladas definidas por muros de piedra (UECs. 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 10). A partir de los derrumbes conservados puede estimarse la altura de éstos en torno a 2 m., por lo que cabe pensar que la totalidad del alzado de las paredes estuviese constituido de piedras trabadas con barro. El suelo de estas habitaciones estaba parcialmente cubierto por un enlosado (UEC. 8) que se completaba con la superficie original de la roca, la cual se encontraba bien allanada.

La habitación más completa presenta una forma rectangular con 5 m. de largo y 2,5 m. de ancho. En su interior de hallaron dos poyetes macizos de piedra circulares (UECs. 13 y 14), de escasa altura y situados uno al lado del otro. De esta habitación y, a través de una puerta de 1,5 m.de anchura, se accede a otro espacio en el que se documentó un amplio banco de piedra (UEC. 15), el cual ocupa la totalidad de la anchura de esta zona en su lado norte. En el vano de la puerta que separa ambas estancias, se encontró un hogar de planta subcircular (UEC. 17), definido por un círculo de piedras (UEC. 18) y compuesto por una capa de arcilla rojiza endurecida que se apoya sobre una cama de cerámica, formada por fragmentos de ánfora, técnica que se documenta en la última fase de las cabañas circulares de Acinipo, concretamente, en el CE. 10. A la tercera habitación se accede por otra puerta situada en la pared occidental de la segunda habitación. No ha sido posible determinar la extensión y forma de esta habitación ya que el derrumbe del acantilado formado en este lado de la meseta ha arrastrado gran parte de su superficie. Próximo a la puerta, se encuentra otro hogar formado por una capa de arcilla de las mismas características del anterior, pero éste apoyado en la roca que constituye el suelo (Fig. 3).

Por tanto se podría establecer este Complejo Estruc-tural como un sistema modular en el que se podrían distinguir hasta cuatro unidades de habitación diferenciadas: por un lado, una especie de patio o zona abierta con suelo enlosado (UEC. 11); un área de descanso en la habitación donde se encontraba el amplio banco de piedra (UEC. 15); una posible zona especializada o de transformación de producción en la habitación donde se ubican los dos poyetes (UECs. 13/14), y por último, una cocina en la habitación que quedó arrasada por el derrumbe del acantilado, ya que aquí de localizó un hogar que apoyaba directamente sobre el suelo.

Las habitaciones, igual que ocurrió en las cabañas circulares de Acinipo, parece ser que fueron limpiadas de forma habitual por lo que apenas quedaban materiales arqueológicos en su interior, sólo escasas cerámicas fabricadas a mano.

En la zona intermedia del asentamiento, se documentaron restos muy arrasados de una nueva edificación orientada Este-Oeste, de la que sólo se han conservado una o dos hiladas de piedra y no en todo su perímetro, (CE. 2). Se pudieron definir dos ángulos de una posible habitación rectangular (UECs. 2/3), con un refuerzo de estructuras cuadradas macizas de piedra, adosadas por el exterior (UECs. 5/6). Alrededor de esta construcción se encuentran otros restos dispersos de muros (UECs. 4/7) y materiales arqueológicos de difícil articulación, dado lo arrasado de toda la zona, que al tratarse de una elevación natural se hallaba muy expuesta a la acción de la erosión.

Tras la construcción del asentamiento, en pocas generaciones, éste se abandona, trasladándose de nuevo la población a Acinipo, donde aparece ya plenamente asentada en el siglo IV a. C.

La secuencia ibérica para Ronda ciudad queda materializada en el registro arqueológico con, al menos, cuatro fases constructivas, observadas en la ladera más oriental, donde están separadas por niveles de terrazas escalonadas. Dentro de este periodo se documenta una profunda operación de urbanización, constatada en la manzana excavada entre la calle Armiñán y la Plaza Duquesa de Parcent. Consiste en la alineación de restos de muros, a ambos lados de una zona central, dispuesta en sentido longitudinal Norte-Sur y formada a partir de una explanación artificial de más de 2 m. de anchura. Estos muros, alineados a ambos lados de la calle, definen espacios que se pueden identificar con áreas de habitación, correspondientes a interiores y/o exteriores de ámbitos domésticos (Fig. 4).

A partir de la superficie excavada no ha sido posible definir la planta de ninguna de estas viviendas, ni siquiera una habitación completa, aunque sí apreciar que se trata de espacios definidos por esquinas en ángulos rectos. La superposición es patente en la zona situada al oeste de la calle por la evidencia de viviendas conservadas, sólo a nivel de cimientos (UECs. 14, 15, 16, 17, 21, 22, 23, 24 y 25) aunque respetando siempre el espacio intermedio. Al Este de la calle se desarrolla una de estas unidades de habitación permitiendo observar su técnica constructiva. Esta consistía en un zócalo de mampostería, cimientos (UEC. 29), sobre los que se levantaba un muro de tapial (UEC. 26) recubierto en ambas caras por un enfoscado (UEC. 27), arena con aglutinante de cal, encima enlucido, que viene a ser la continuación del mismo material de los pavimentos de las dos habitaciones que separa dicho muro.

Las terrazas más altas de la ladera oriental son urbanizadas para usos residenciales, articulando espacios públicos/privados, mediante la construcción de una calle, de larga pervivencia y casas situadas a ambos lados. La orientación de la calle Norte-Sur, fija un sistema ortogonal de distribución para esta zona de la ciudad, que ya no será alterado hasta la actualidad. Tiene lugar un cambio de funcionalidad, de artesanal a residencial, de este mismo espacio debido a la expansión urbana, que hace que las anteriores estructuras artesanales ubicadas en dichos lugares sean desplazadas hacia el Este. A esta interpretación se llegó al documentarse en esa misma ladera un horno de producción cerámica ibérica del siglo V-IV a. C., pero ahora, ubicado en las terrazas más bajas. La estructura de este horno de cerámica era de planta circular con doble cámara, de la que sólo de conservaba la de combustión, realizada con ladrillos de adobe en el interior de una gran fosa abierta sobre la estratigrafía arqueológica previa. La parrilla se apoyaría sobre un pilar de planta rectangular, con los extremos redondeados, situado en el eje central de la cámara, valiéndose de unos adobes alargados de sección lenticulares. Sobre la cámara de combustión aparecieron una serie de vasijas pasadas de cocción procedentes de la última hornada.

El desarrollo urbano de la meseta superior puede seguirse a través de trozos de muros y fragmentos de cimentaciones, de los que es imposible seguir su trazado, por encontrarse muy afectados por fosas y pozos ciegos de épocas más recientes, resulta difícil reconocer, tan siquiera, los interiores y exteriores de ningún espacio doméstico. Sólo en la intervención llevada a cabo en la Plaza de la Duquesa de Parcent se pudo aislar un suelo sobre el que se deponía el derrumbe de una gran cantidad de piedras, que corresponden al muro de la vivienda, cuyo material arqueológico la encuadra en un periodo Ibérorromano (Siglo II-I a.C.). Este muro (UEC. 3/4) presentaba un vano, correspondiente a una puerta o ventana de esa fachada, que por su altura, 0,90 m., y el volumen del derrumbe, debió pertenecer a parte de una casa construida con muro de mampostería, de pequeñas piedras trabadas con barro, muy diferente al muro descrito con anterioridad, ubicado en calle Armiñan (UEC. 26/29), donde el alzado se conseguía a base de tapial enlucido, aunque en este caso se trataba de un tabique. De este modo, se aprecia el uso de técnicas constructivas diferentes que conviven según la zona, terrazas o meseta, aunque bien podría tratarse de diferencias relacionadas con la funcionalidad, sean tabique o muros de carga.


CONCLUSIONES

En síntesis, la bibliografía y la documentación arqueológica manejada nos permite establecer un proceso de uso y articulación de técnicas constructivas y organización espacial que, de manera preliminar, podemos concretar en la secuencia siguiente.

En Acinipo encontramos niveles caracterizados por la presencia de restos constructivos asociados a una cabaña de planta de forma oblonga pero mal conocida, delimitada por otro tipo de construcción realizada a base de grandes piedras hincadas, y que funcionarían como muros de contención, a partir de los cuales se crean terrazas artificiales para salvar el desnivel del terreno, (CE. 1 en Acinipo, UEC. 3 en Ronda ciudad). Estos niveles han sido agrupados en una fase, fechada por C-14 calibrado, para la primera mitad del II milenio a. C. correspondiendo, al Bronce Pleno. El paralelismo más estrecho que se puede establecer, lo encontramos en el Llano de la Virgen, Coín, con una débil alineación de piedras (FERNANDEZ RUIZ, 2003). Por otro lado, en la Colina de los Quemados, de Córdoba, se documentó el mismo tipo de construcción para la misma época (LUZÓN y RUIZ MATA, 1973). Este sistema constructivo se mantendrá vigente durante el Bronce Final Prefenicio en la Depresión de Ronda.

Posteriormente, se documentarán las primeras estructuras bien conocidas en Acinipo, en un conjunto de cuatro cabañas (CEs. 2, 3, 4, 5 y 6) casi completas. Estas cabañas están aisladas unas de otras y se diferencian por su planta, de forma que coexisten dos tipos muy distintos, ovales y cuadrangulares. Aunque el número de yacimientos excavados en el Sur que han proporcionado cabañas completas o fragmentos de ellas es escaso, pueden establecerse paralelismos con otros yacimientos ubicados dentro del área de las Béticas occidentales, así como en la Subbética y otras zonas del sureste andaluz. Entre los yacimientos que muestran un paralelismo acorde con construcciones de tendencia curva, dentro de nuestro ámbito de estudio, destaca Huertas de Peñarrubia, con tres cabañas de planta circular, sólo visibles en parte (GARCÍA ALFONSO, 2007). Sobre este nivel se detecta otro, que correspondería a un momento de expansión del asentamiento. En él se han documentado restos de tres cabañas de planta circular; sin embargo, no dispone de accesos empedrados, pavimentos de tierra batida y hogares en su interior, aunque a priori no se pueda descartar que existan. Ahora bien, el sistema de construcción utilizado en Peñarrubia es muy similar al de Acinipo: zócalos de piedra sobre los que se colocó una techumbre de ramas, hojas y cañas, probablemente impermeabilizadas con barro. Otros casos localizados en zonas próximas son Raja del Boquerón, con dos cabañas de tendencia oval; Castellón de Gobantes, con estructura circular, aunque mal conocida, atribuible a la primera mitad del siglo VIII a.C. (GARCÍA ALFONSO, 2007). En Cártama, la primera ocupación tiene lugar en siglo VII a. C., y viene caracterizada por la presencia de una cabaña de planta oval. El Poblado de la Era, localizado en Benalmádena, evidencia restos de un zócalo perteneciente a una cabaña circular, realizado con bloques de travertino (SUAREZ y CISNEROS, 1995).

Fuera del área de estudio, en la zona del Medio y Bajo Guadalquivir, encontramos yacimientos con cierto paralelismo, como Colina de los Quemados, Córdoba, que documenta en el Estrato 14 un muro curvo construido con cantos de gran tamaño, fechado en el siglo VIII a. C. Por otro lado, en el Estrato 15X se hallaron un conjunto de cabañas circulares (LUZÓN y RUIZ, 1973). Otros yacimientos en los que se han documentado estructuras de planta curva son: Cerro Macareno, nivel 2, y Montemolin, Marchena (Fases I, II y III), donde se encontró una estructura circular en el Estrato II y otra en el Estrato III (CHAVES y BANDERA, 1985). En Andalucía oriental, se conocen estas cabañas con similitudes evidentes, para el Bronce Final; es el caso del Cerro de la Encina (Monachil), con cabañas enmarcadas en el Bronce Final, con zócalos similares a los descritos con planta oval (MOLINA, 1978), también en Cabezuelos (Úbeda, Jaén) o Puente Tablas (Jaén). Otro yacimiento que se asemeja al esquema que se viene analizando es: Peñón de la Reina, en el que se han excavado varias cabañas de planta oval ocupadas desde mediados del siglo VIII hasta finales del VII a. C. (MARTINEZ y BOTELLA, 1980).

Con respecto a las cabañas cuadrangulares documentadas en Acinipo, llama la atención que no se haya localizado ninguna evidencia de su presencia y, menos aún, de su coexistencia con cabañas circulares, ni siquiera en zonas más o menos próximas al área que estamos analizando; tan sólo se encuentra documentado en Peña Negra, de Crevillente (Alicante) (GONZALEZ PRATS ,1979).

Sobre estas construcciones prehistóricas se superponen una serie de edificios de planta y técnica constructiva muy distinta, con una estructuración de la vivienda compartimentada en varias habitaciones, conseguidas mediante la parcelación del espacio por tabiques, que parten de muros ¨maestros¨ más gruesos y continuos. Tanto unos como otros cuentan con fosas de cimentación, más claramente delimitadas en los grandes muros.

Dentro del área de las Béticas occidentales, en Huertas de Peñarrubia, Málaga (GARCÍA ALFONSO, 2007), correspondiendo a un momento más tardío del asentamiento, se da un cambio en el asentamiento, adoptándose un nuevo patrón de vivienda cuadrangular y compartimentada, por medio del hallazgo de estructuras constituidas por muros rectos. Por ello, este asentamiento experimenta un proceso constructivo semejante al de Acinipo, con el paso de cabañas circulares a viviendas rectangulares compartimentadas a lo largo de los siglos VIII-VII a.C. Igualmente ocurre en otro yacimiento cercano, como la Raja del Boquerón, Málaga (GARCÍA ALFONSO, 2007), en el que se documentó una casa de planta rectangular por encima de las cabañas circulares anteriormente mencionadas, o en Cártama, Málaga, donde las plantas ovales de las cabañas del Bronce Final pasan a ser rectangulares. Mientras, en Castillejos de Teba, Málaga, se excavó una esquina rectangular de una estructura de dos muros convergentes, que se han identificado como parte de una vivienda de estas características.

En Andalucía occidental encontramos muchos yacimientos caracterizados por este tipo de edificaciones. Es el caso de Tejada la Vieja, con varias edificaciones de planta cuadrada con habitaciones compartimentadas (BLANCO y ROTHENBERG, 1981), Montemolin, Alhonoz y Cerro Salomón... Por otro lado, en Andalucía oriental lo hallamos en el Cerro de los Infantes, en el Cerro de la Mora o la propia ciudad de Granada, todos correspondientes al periodo Orientalizante.

Tras esta etapa constructiva, caracterizada por edificios compartimentados en varias habitaciones, en Acinipo se vuelve a la construcción de estructuras de planta oval, un fenómeno que resultaba, cuando menos, singular en la protohistoria andaluza hasta que ha empezado a documentarse en otros asentamientos, como el caso de Huelva ciudad.

A partir de aquí, asistimos a la consolidación de la construcción de viviendas compartimentadas con plantas cuadrangulares que caracterizan al mundo ibérico, como es el caso de la Silla del Moro, en la que se han documentado estructuras de muros rectos correspondientes a viviendas, definidas a través de un sistema modular en el que se podrían distinguir varias unidades de habitación diferenciadas. Lo que en Ronda Ciudad encontramos asociado al trazado de autenticas calles que definen espacios que se pueden identificar con áreas de habitación, correspondientes a interiores y/o exteriores de ámbitos domésticos o de producción artesanal. Aunque no se ha documentado suficientemente este tipo de organización urbanística, con edificios alineados en torno a una calle, en el área que estamos tratando, sí es posible establecer paralelos en zonas fuera de este ámbito. Castillo de Doña Blanca presenta características inequívocas de urbanismo planificado para la etapa turdetana (RUIZ MATA, 1993), con una organización urbanística y funcionalidad similares a las de nuestro registro.


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