ARTESANÍA AL FINAL DE LA EDAD MEDIA EN GRANADA: UNA APROXIMACIÓN

CRAFT AT THE END OF THE MIDDLE AGES IN GRANADA: AN APPROXIMATION

Jorge GARRIDO LÓPEZ*

Resumen

Este estudio tiene como objetivo identificar y analizar las actividades artesanales en la ciudad de Granada, así como su evolución, intentado percibir los procesos de adaptación a la nueva ciudad cristiana y la transición hacia nuevas formas económicas y sociales que marcan el inicio la Modernidad en el sur de la Península Ibérica.

Palabras clave

Artesanía, Producción, Edad Media, Nazarí, Granada.

Abstract

This study aims to identify and analyze craft activities in the city of Granada, as well as their evolution, trying to perceive the processes of adaptation to the new christian city and the transition towards new economic and social forms that mark the beginning of Modernity in the south of the Iberian Peninsula.

Keywords

Craft, Production, Middle Ages, Nasrid, Granada.

INTRODUCCIÓN

Los trabajos en los que la artesanía constituye el principal objeto de estudio son verdaderamente escasos, más si cabe cuando fijamos nuestra atención en la ciudad de Granada, para la cual encontramos dos posturas diferenciadas a la hora de afrontar el tema artesanal. La primera de ellas trata cuestiones relacionadas con la producción artesanal siempre de forma parcial, haciendo de la misma un complemento necesario a la hora de desarrollar un discurso más amplio, pero no se llega a incidir sobre el mismo de forma directa (LUCENA PAREDES 1975; CAÑAVATE TORIBIO 2006; MALPICA CUELLO 2014; FÁBREGAS GARCÍA 2004). Por otra parte, la segunda postura viene siendo ofrecida mayoritariamente por los estudios eminentemente arqueológicos, derivados de las distintas intervenciones de urgencia llevadas a cabo en nuestra ciudad, los cuales se centran en la descripción de los restos arqueológicos relacionados con la artesanía, pero que no superan esa materialidad y, consecuentemente, no los integran en un discurso general sobre la cuestión artesanal (ÁLVAREZ GARCÍA 2000; RÍOS JIMÉNEZ 2012; RODRÍGUEZ AGUILERA 2001). Con esto no queremos restas valor a estos trabajos puesto que suponen un primer paso ineludible y fundamental en la investigación sobre el tema que nos ocupa.

Si bien fuera de la ciudad de Granada se sigue acusando una deficiencia flagrante en el desarrollo de este tipo de estudios, sí debemos reconocer una mayor riqueza, sobre todo en cuestiones relacionadas con el fenómeno gremial (GARCÍA SANJUÁN 1997; CHALMETA GENDRÓN 1991; SHATZMILLER 1989), pero también abundando los desarrollados a partir del análisis de restos arqueológicos (CÓRDOBA DE LA LLAVE 1991), pero siempre con un claro desequilibrio que deja nuestro conocimiento sobre el ámbito artesanal andalusí en un estadio muy primario.

Es esta clara falta de estudios, sin duda, suficiente para fundamentar la necesidad de un trabajo como el presente, y de muchos otros, pero no es la única. Los estudios sobre la producción artesanal nos aportan una información del todo crucial a la hora de entender la forma de vida de las sociedades pasadas. Y es que no solo estamos hablando de llevar a cabo una reconstrucción y seguimiento del proceso productivo de un determinado bien, o las técnicas empleadas, aunque esto resulte crucial. Estos trabajos deben introducirnos en el conocimiento del contexto social y económico en el que una determinada sociedad explota los recursos medioambientales a su alcance para crear determinados objetos, más o menos sofisticados. En definitiva, esto significa percibir e intentar dilucidar las dinámicas que sustentan el desarrollo de las determinadas técnicas productivas, explorar los procesos económicos y sociales, en este caso nuevos en el espacio que nos ocupa, insertos dentro de cualquier ciclo productivo, y hacerlo a partir de una metodología mixta.

METODOLOGÍA

Para la realización de este trabajo hemos empleado una metodología mixta intentado integrar de la misma forma las actuaciones arqueológicas realizadas en la ciudad de Granada en las que se han documentado restos, o indicios, de actividades artesanales, las cuales hemos intentado primar en esta ocasión, y una rica y abundante documentación cristiana de los momentos inmediatamente posteriores a la toma de la ciudad, entre la que destaca la consulta de la interesante documentación notarial conservada de los años 1505 hasta 1515 (AHPRGR PROT. JUAN RAEL, PROT. JUAN ALCOCER, PROT. GASPAR ARIAS), y sobre la que otros autores ya han declarado su utilidad para el presente tema en otros espacios geográficos (CÓRDOBA DE LA LLAVE 1991), así como el estudio de un pleito inédito de 1517 entre los maestros olleros de la ciudad y el arrendador de la renta del barro por el cobro de dicha alcabala (ARCHGR/01RACH/CAJA 859, PIEZA 6).

Hemos divido los oficios artesanales en sectores atendiendo a la materia prima empleada, estableciendo así el sector textil, del cuero, metal, alfarero, maderero y un cajón de sastre donde agrupamos a los oficios artesanos de difícil adscripción. Esta metodología mixta nos permite no solo acercarnos a dichos oficios en su plano más técnico, dilucidar la importancia de cada sector u oficio en términos cuantitativos o identificar los procesos económicos de adaptación que comienzan a surgir en la capital granadina a partir de la documentación escrita, sino que además nos habilita a ubicar estas artesanías en el parcelario urbano, identificado sus espacios y, en algunos casos, la evolución de los mismos.

LA ARTESANÍA GRANADINA

En nuestro estudio sistemático de la documentación mencionada hemos podido contabilizar un total de 84 oficios artesanales para la ciudad de Granada, y aunque casi con total seguridad debieron de existir más, estos representan de forma muy solvente y amplia cada sector o rama artesanal, así como los distintos procesos productivos dentro de dichos sectores y su importancia. De estos 84 oficios, 36 hacen referencia al trabajo del textil, mientras que 21 estarían relacionados con el metal y 11 con el cuero, lejos de estos el sector alfarero quedaría con 5 oficios, 2 el maderero y, por último, cierra el conteo el grupo destinado a otros oficios con 9 (Fig. 1).

Fig. 1. Gráfico de distribución ocupacional de la artesanía de la Granada del s. XVI. Fuente: Elaboración propia.Fig. 2. Gráfico de distribución de la fuerza de trabajo de la artesanía de la Granada del s. XVI. Fuente: Elaboración propia.

Ahora bien, el número de oficios no nos muestra la importancia de un sector determinado, al menos no de manera completa, sino que más bien nos muestra el grado de división laboral, así como la especialización dentro de dicha rama. Lo que nos interesa de esto es ponerlo en relación con el número de artesanos dedicados a cada oficio, puesto que así el panorama, aunque no de manera sustancial, se modifica; y más importante aún, se completa.

En este caso hemos podido documentar un total de 710 artesanos, que sin duda deben suponer una mínima parte del total real, pero esto no supone un problema metodológico insalvable puesto que, de nuevo, más allá de los números totales, lo que más interesante nos resulta es la relación entre ellos, la cual nos permite calibrar la importancia de los sectores anteriormente enunciados, así como de los procesos productivos y oficios dentro de ellos. El sector con mayor número de artesanos empleados es por mucho el del textil con 377 individuos reseñados, más de la mitad de la fuerza de trabajo total de la ciudad. El ámbito metalúrgico lo sigue con 144 y muy cerca de este los 116 empleados en el trabajo del cuero. Lo restante se lo dividen, por una parte, el sector maderero con 39 artesano, el alfarero con 19 y finalmente el grupo de oficios no adscritos con 15 artesanos (Fig. 2).

Fig. 2. Gráfico de distribución de la fuerza de trabajo de la artesanía de la Granada del s. XVI. Fuente: Elaboración propia.

Sector textil

De entre todos los sectores es el textil el que sobresale no solo por poseer una mayor cantidad de oficios documentados o por emplear la mayor parte de la fuerza de trabajo de la capital granadina, en concreto el 53,1%, sino también por ofrecernos, con una importante claridad, la mayoría de los procesos productivos de cada una de las fibras trabajadas, a saber, lana, lino, cáñamo, seda y algodón, desde los primeros pasos relacionados con su obtención e hilatura hasta la confección de prendas (Fig. 3).

Fig. 3. Gráfico de distribución ocupacional y fuerza de trabajo del sector textil. Fuente: Elaboración propia.

El trabajo de la lana supone un 30,5% de la totalidad de los oficios del sector textil y un 9,5% de la fuerza de trabajo copada por dicho sector. Estos porcentajes, desde el cardaje hasta la tundidura, nos revelan que, aunque la importancia en la distribución de la ocupación es considerable en general, lo cual significa un alto nivel de especialización, en realidad parece que estaríamos ante un sector productivo de menor rango si lo comparamos con el sedero que veremos más adelante. ¿Estamos ante un sector de poca demanda o esta sería satisfecha con productos importados? Por el momento solamente podemos decir que, apoyando esta última posibilidad, nos encontramos con el hecho de que, conforme nos acercamos al final del proceso de producción del paño, podemos ver que el número de artesanos documentados aumenta, alcanzando entre tejedores, perailes y tundidores un 81,6% del total. En este caso podríamos pensar que estos oficios se nutrirían mayoritariamente de la importación de tejidos obtenidos por medio de mercaderes foráneos, frente a la poca presencia de una industria local. De cualquier forma, creemos estar ante una situación fruto de la conjunción de ambos motivos, por un lado, una demanda no demasiado alta y, por otro, una importación amplia de paños a través de mercaderes foráneos y pagos en permuta por seda (FÁBREGAS GARCÍA 2004).

El ámbito lencero por su parte, que agruparía la totalidad de las fibras vegetales, arroja unos números ampliamente menores que los anteriores, suponiendo solamente el 13,9% de los oficios de su sector y un 6,4% de la fuerza de trabajo del mismo. Poco podemos decir de la lencería en la ciudad de Granada dadas las escasas referencias de las que disponemos más allá de que parecemos estar ante una rama productiva menor dentro del trabajo textil que contaría con una división del trabajo reducida si la comparamos con otros ámbitos.

Pero sin duda, es la seda la fibra textil sobre la que más datos nos aporta la documentación escrita, revelándonos un sector estratégico y fundamental para la economía granadina, que emplearía el 31% de la fuerza de labor total del sector textil y un 16,5% de la documentada para toda la ciudad, englobando casi el 14% de los oficios textiles y un 6% de los totales. El proceso de transformación de la seda, primero en hilos, y después en un propio tejido para elaborar diversas prendas o telas, es eminentemente urbano como se desprende de las diversas menciones a estas actividades en la ciudad, en concreto disponemos de un buen ejemplo en la plaza de Bibalbonut, en la cual se encontraría una tarbea “… donde texen xarga e hilan seda…” (AHPrGr, prot. Juan Rael, fol. 454 r/v) o en la calle principal de la collación de San Salvador donde referenciamos otra tarbea en la que “… se tuerce seda…” (VILLANUEVA RICO 1966: 119). De la misma forma se desarrollaría la tejeduría de la misma, en este caso para el terciopelo, tejido de amplia tradición cristiana, en contextos domésticos como siguen mostrándonos las fuentes, esta vez haciendo referencia a la labor de tejeduría por parte de Juan de Soria, tejedor de terciopelo, que realizará en dos telares que tiene en su casa. (AHPrGr, prot. Juan Alcocer, fol. 356v-357r). Puede parecer que el interés arqueológico de estas informaciones es escaso, pero nada más lejos de la realidad puesto que la constatación de la presencia de actividades textiles en contextos domésticos debe ser tenida en cuenta ya que, como en otros casos, esta actividad puede dejar huellas arqueológicas que frecuentemente son de difícil interpretación (CIAMPOLTRINI 2002).

Otra de las actividades incluidas en el trabajo del textil, y que está inserta en estos primeros tratamientos de la materia prima anteriores a la confección de las propias prendas o bienes, es el tintado, pudiendo realizarse tanto con las fibras no hiladas, como coloreando el propio hilo o tintando el paño o lienzo una vez tejido (CÓRDOBA DE LA LLAVE 1990: 68-69). Este procedimiento de dotación de un determinado color a los tejidos y sus labores anexas era desarrollado en las casas-tinte, talleres provistos con grandes calderas donde hervía el agua donde se introducía el colorante y el paño o lienzo a tintar, lo cual nos traslada la necesidad de una corriente de agua abundante en las cercanías del tinte, así como la existencia de calderas para calentar el agua. Estas necesidades son prácticamente las mismas que para el curtido de pieles lo que a priori nos podría hacer pensar una proximidad de dichas industrias en el espacio urbano, como de hecho ocurre en la ciudad de Granada como veremos posteriormente. En cualquier caso, la tintorería de tejidos supone el 7,7% de los trabajadores del sector textil, y el 4,1% del total granadino, para casi el 3% de los oficios textiles y el 1,2% de los totales.

El resto de los artesanos y oficios estarían repartidos dentro del ámbito relacionado con la transformación de estas fibras ya tejidas, y en su mayoría tintadas, convirtiéndolas en una amplia gama de prendas o bienes domésticos. Los dedicados a la confección de prendas de indumentaria serían el 12,5% de los artesanos y el 8,3% de los oficios del sector. Por su parte los que elaboran prendas usadas en la cabeza son el 4% la fuerza de trabajo y el 2,1% de los oficios, mientras que los que confeccionan bienes textiles en relación con el trabajo son el 11,4% de los artesanos del sector y el 3,6% de los oficios. Lo relacionado con el entorno doméstico copa el 2,4% de los oficios y el 5,5% de los trabajadores del sector textil.

Sector metalúrgico

El sector que engloba el trabajo metalúrgico es sin duda el sector más polifacético y diverso en cuanto a la naturaleza de sus trabajos se refiere de todos cuantos encontramos en la ciudad de Granada, yendo desde el trabajo del hierro y acero hasta el de la decoración lujosa (Fig. 4).

Fig. 4. Gráfico de distribución ocupacional y fuerza de trabajo del sector metalúrgico. Fuente: Elaboración propia.

El trabajo del hierro y acero constituye uno de los pilares fundamentales dentro del este sector, no solo englobando a una amplia cantidad artesanos, como pudieran ser los herradores, herreros, cerrajeros y espaderos, sino necesitando una serie de elementos fundamentales para su desempeño que nos resultan sumamente interesantes, y sobre los que nos vamos a centrar al hacer hincapié en la vertiente arqueológica de estas artesanías como anunciábamos al inicio del trabajo. Estos trabajos, así como el de los caldereros y latoneros, necesitaban de una gran cantidad de carbón, usado este como combustible para los fraguas donde calentaban la pieza metálica que iban a trabajar. La importancia de necesidad de carbón deja su huella en el parcelario urbano, como podemos ver en la ciudad de Granada con la presencia del funduq al-Ŷadīda (Corral del Carbón) en la orilla izquierda del Darro. Además, las fraguas, alimentadas por este carbón del que hablamos, condicionan profundamente la ubicación de estos talleres artesanales como veremos en su localización en la ciudad de Granada.

En cualquier caso, el trabajo del hierro y acero, suponen un 19% de los oficios totales del sector empleando a un 46,1% de los trabajadores, a lo que debemos adjuntar el 33,3% de la fuerza de trabajo del sector y el 28,6% de los oficios copados por los trabajos relacionados con el ámbito armamentístico.

Por su parte, el trabajo de los caldereros y latoneros difiere del anterior no solo en su materia prima, en este caso el cobre, sino también en su tratamiento ya que este se hace por medio de unión de diferentes planchas de cobre, bien sea por soldadura o por ensamblaje. El trabajo de estos dos metales, el latón y el cobre, suponen un 9,5% de los oficios del sector, alcanzando el 6,3% de la fuerza de trabajo total del trabajo metalúrgico. Para el oficio de calderero disponemos de una mención en la documentación notarial que sigue la línea ya apuntada anteriormente para el caso de los telares. En dicho documento, Lope Castellanos, arrienda por 3 años “… dos tiendas en la Calderería, la una Junta con la otra…”, pero con la condición de que haga una chimenea para la salida del fuego de la fragua (AHPrGr, prot. Juan Rael, fol. 142v-143r). No se trata, por tanto, solamente de una tienda, sino que estamos ante el propio taller del calderero, lugar donde vendería también sus productos. Este hecho nos confirma algo que ya podíamos sospechar y es que son muy escasas las veces que se menciona la instalación artesanal en los documentos notariales que tratamos, a pesar de que en muchos casos pudieran existir asociadas al establecimiento de venta o a los propios domicilios de los artesanos, reseñados en uno u otro caso. Sólo identificamos tenerías y curtidurías como talleres artesanales solamente, mientras que las instalaciones alfareras siempre son mencionadas como casa-tinajería, aludiendo a su carácter residencial. En los casos en que se venden los mismos productos en el taller, que suelen denominarse tiendas, no se alude a la realidad de este espacio con su zona artesanal asociada, más común de lo que en principio se nos muestra. Aun con esto, no estamos en disposición, con la información manejada actualmente, de poder arrojar un cálculo más certero acerca de esta duplicidad de espacios, que contribuiría a ofrecer un panorama más acertado de la verdadera configuración espacial y funcional de la ciudad en estos momentos.

La elaboración de elementos de decoración metálica supone el 14,3% de la división del trabajo suponen solamente el 2,1% de la fuerza de trabajo del sector del metal, a los que se suman el 5,6% de los trabajadores y el 9,5% de los oficios del sector reflejados en los doradores y entalladores, consumidores directos de esos elementos de decoración metálica. Si algo podemos decir para este ámbito, el de la decoración metálica en general, es que, como podemos comprobar en el hecho de que el porcentaje de la división ocupacional representada sea mayor con respecto al de la fuerza de trabajo empleada, es una intensa especialización del trabajo. Si bien no sabemos en qué medida afectaría a esto la demanda de trabajo en metales preciosos como el oro y plata, si podemos pensar que, en su mayor parte, esta especialización se debe a la diversidad de operaciones a seguir sobre dichos metales hasta conseguir el resultado final. Hemos fijado un primer estadio en los procesos de elaboración, diferenciándolos de momentos posteriores destinados al ensamblaje de piezas. En esa primera fase de elaboración observamos una mayor división del trabajo, puesto que procesos que sigue el metal como la afinación requiere de actuaciones muy delicadas y diversas a lo realizado, por ejemplo, en la fase de batido de hoja. No podemos detenernos en este momento en explicar en detalle cada uno de los procedimientos técnicos asociados a estas fases iniciales, que entendemos importantes y a desarrollar en el futuro. Por el momento sí que podemos decir que el grado de especialización de conocimientos requeridos para cada uno de estos trabajos es amplio y muy diverso, por tanto, siendo este el principal motivo que podemos encontrar, en el estado actual de la investigación, que nos ayude a explicar esta “fragmentación” laboral.

Por último, serán los joyeros y plateros los encargados del ensamblaje y modelaje de las piezas de oro y plata, y las piedras preciosas. La primera, de la que peor informados estamos, se encarga del trabajo de todas las piedras preciosas, tallándolas, puliéndolas y engarzándolas en todo tipo de materiales. El oficio de platero asume una importante cantidad de elaboración con la forja, muy similar a la fragua, tratando la plata desde su estado mineral, elaborando así las distintas aleaciones de la misma, para posteriormente abordar su forjado, talla y decoración. Tal cantidad de trabajadores de la plata, nos hace suponer una huella de este oficio notable en el parcelario urbano de la ciudad, y de hecho así es. El oficio de platero es el más denso en cuanto a trabajadores de todo el sector metalúrgico con 36, como decimos anteriormente, mientras que para el de joyero solo documentados 2 artesanos. Entre los dos llegan a suponer el 26,6% del total de los trabajadores del sector, lo cual es un porcentaje muy elevado para un sector tan diversificado, para solamente un 9,5% de los oficios

Sector cuero

Dentro del sector del cuero, quizá el proceso que más nos interesa es el de la curtidura de la piel, esas molestas primeras fases del tratamiento que se sigue con la materia prima y que nos han dejado su huella, en la documentación de forma poco exhaustiva, pero también, sobre todo en el contexto arqueológico. Se trata de un aspecto de fundamental importancia para nosotros, que, aunque solo sea en su fase de curtiduría, enriquece nuestro estudio de manera sustancial, aportando tanto referencias sobre la ubicación de estos trabajos en el contexto urbano de la ciudad, pero también sobre las estructuras materiales asociadas a los mismos, cosa que para la amplia mayoría de oficios no hemos podido realizar por la falta de restos arqueológicos asociados a los mismos (Fig. 5).

Fig. 5. Gráfico de distribución ocupacional y fuerza de trabajo del sector cuero. Fuente: Elaboración propia.

El sector del cuero se nutre de la piel de un espectro diverso de animales, proporcionando cada una de ellas características diferentes que las harían apropiadas para usos también distintos. Esta piel debía seguir un proceso de curtiduría previo a cualquier trabajo con la misma, puesto que esta es rápidamente corruptible y por lo tanto inservible para su empleo en cualquier tipo de industria. Antes de ser curtida, la piel debía ser limpiada, lavada y secada repetidas veces a fin de librarla de las impurezas adheridas que pudiese contener aun. La curtición de las pieles se realiza en las tenerías, donde las pieles se tratan, principalmente, pero no solo, con ácidos tánicos presentes en determinados vegetales que actúan como sustancias astringentes. Tales productos “abren” la piel la vez que le aportan la resistencia y flexibilidad características. El proceso se basa en el sumergido repetido de las pieles en baños de agua caliente con estos ácidos tánicos, en diferentes proporciones dependiendo de la piel a curtir y del resultado perseguido, pudiendo ser desde menos agresivos a los más activos. El aporte de estas sustancias astringentes podía durar varios días o extenderse a lo largo de meses, y era realizado en los noques. Para finalizar el proceso, los ya cueros debían ser lavados a conciencia para eliminar los restos de dichas sustancias y, por último, engrasados con manteca animal para flexibilizarlos y darles el acabado deseado.

El proceso de curtiembre en la ciudad de Granada ocupa el 19,8% de los artesanos, y un 27,2% de los oficios dentro de su sector, quedando en torno al 3% tanto su fuerza de trabajo como oficios totales de la ciudad. El proceso de curtiembre está indisolublemente unido a la disponibilidad de agua. Tanto es así que como hemos visto sus primeras fases son denominadas como “trabajos de ribera”, aludiendo directamente a su localización; los propios noques demandan también una gran cantidad de agua para ser rellenados continuamente, al ser el agua frecuentemente reemplazada para su limpieza. Este hecho sin duda condiciona profundamente la localización de dichas industrias, particularmente molestas e insalubres por los malos olores y vertidos generados. Las noticias de naturaleza documental y arqueológica disponibles sobre las tenerías las hacen, junto a los hornos cerámicos, las instalaciones artesanales urbanas mejor conocidas. Conocemos muy detalladamente sus ubicaciones, que veremos más adelante. La base principal de nuestro conocimiento arqueológico es aportada por el estudio realizado por Malpica Cuello (1995) a partir de la excavación realizada en 1992 en el solar del conocido “Bar Jandilla”, en las inmediaciones del Corral del Carbón, en la que se hallaron 3 piletas y espacios habitacionales anexos, junto con un estribo del Puente del Carbón (Qanṭarat Ŷadīda).

En cuanto a su organización espacial, podemos ver la presencia de una importante compartimentación respecto a las piletas, diferenciando los espacios de todas ellas. Además, se ha podido documentar el sistema de desagüe de dicha tenería, realizado por medio de canales interiores que evacuarían el agua de las propias piletas, una vez esta, en conjunción con las sustancias pertinentes, hubiese sido usada las veces correspondientes. El estudio de su cerámica nos revela un importante dato; la presencia de cerámica tanto árabe, de época almohade y nazarí, como cristiana, confirman que la tenería debió estar en funcionamiento en ambos periodos, si bien su recorrido en época árabe es mayor (REYES MARTÍNEZ 2005).

Esta intervención es la única en la que se ha podido documentar una tenería como tal, pero disponemos de una fugaz referencia realizada por Juan Cañavate en su libro sobre la ciudad de Granada (2006:74), donde alude a un movimiento de tierras en la actual calle San Matías, lugar en el que se han documentado “sistemas de canalizaciones y tinajas adecuadas para esta industria, sin poder ir más allá en esta interesante información. Tampoco disponemos de más datos que una mención a la intervención llevada a cabo por la arqueóloga Loreto Gallegos Castellón en la calle Reyes Católicos nº 12, donde al parecer pudo documentar varias piletas recubiertas de cal, las cuales adscribe a una antigua tintorería, pero no podemos precisar en qué más indicios se ha basado para llevar a cabo esa interpretación (CABRERA ORTI et al. 2004:150).

Identificamos la presencia de otro espacio relacionado con la industria de la curtimbre de la piel y el tintado en la excavación de urgencia llevada a cabo en 2004 en la intersección de la calle Colcha nº 9 y 11 con Monjas del Carmen nº 5 y Placeta de Cuchilleros (PADIAL PÉREZ et al. 2004). En esta actividad arqueológica se pudieron documentar una serie de estructuras relacionadas con la industria tintorera presente en la zona desde época almohade, con continuidad nazarí. Los indicios que hicieron pensar esto a los arqueólogos en esta posibilidad proceden fundamentalmente de la presencia de un suelo muy tosco, con grandes guijarros y cal. Los muros, de idéntica fábrica, a base de guijarros de mediano tamaño con trabazón pobre en cal, no llegan a tener una potencia superior a los 40 cm. En la evolución del área se ha podido constatar que en un momento dado el espacio quedó dividido por uno de estos muros de factura ya referida, lo cual puede ser otro indicio de que estamos ante un conjunto productivo de algún tipo. En todo caso estas apreciaciones no bastarían para precisar o afirmar siquiera esta identificación. Sería en el Sondeo 2 donde quedara claro ante qué nos encontramos. En este nuevo sondeo, bajo lo que parece ser un taller mecánico, se documentan otras estructuras murarias de igual fábrica, que delimitan una serie de espacios de trabajo, completadas con el hallazgo de dos tinajas de mediano tamaño que servirían para el abastecimiento de agua. Así, los arqueólogos describen las tres estancias de forma rectangular y pavimentos toscos, y las relacionan con las industrias de curtidores presentes en la zona, por las que se llega a conocer ese tramo de orilla como Riberilla de los Curtidores. Si bien es cierto que la intervención arroja una cronología para el complejo artesanal que transcurre entre los siglos XV y XVIII para las últimas modificaciones, tendría esto que estar el establecimiento en relación con lo que ocurría en una época anterior, puesto que hay indicios de la presencia de esta artesanía en la zona, que ya configurada como tal al menos desde época nazarí.

Por último, tenemos noticias también de la prospección que realizó en su día Antonio Orihuela en la bóveda del Darro, donde documentaría en el margen izquierdo del río de 15 ó 20 fondos de tinajas, que el investigador relacionaba con las labores de curtiduría y tintorería presentes en la zona, aunque nada más se puede decir al respecto dada la naturaleza del hallazgo. (ORIHUELA UZAL 1993: 308-309).

Dejando a un lado el ámbito de la curtiduría, el oficio estrella dentro del trabajo el cuero es el de la elaboración de calzado, que llega a copar el 63,8% de la fuerza de trabajo repartida solamente entre el 36,4% de los oficios. Pese a la importancia que tiene la industria del calzado en la ciudad de Granada, y prácticamente en cualquier ciudad, no disponemos de un gran volumen de información, aunque el número de menciones al oficio sea elevado. Esto es así porque en muchas ocasiones estos zapateros o borceguineros aparecen solamente citados como testigos de escrituras que nada tienen que ver con su oficio o persona.

Por último, encontramos a una serie de artesanos dedicados a la elaboración de elementos complementarios a la vestimenta, los cuales debían ser muy variados, pero en la ciudad de Granada solo hemos documentado tres de ellos, a saber, agujeteros, correeros y guanteros, entre los cuales suman el 27,3% de los trabajos del sector.

Sector alfarero

La industria alfarera constituye uno de los sectores artesanales mejor conocido dentro del mundo medieval, debiendo gran parte de este estatus a la arqueología, puesto que es desde esta donde se obtienen los mayores y más recientes avances. La parquedad de las fuentes escritas con respecto al trabajo del barro es importante, las referencias son escasas y, cuando las hay, esquemáticas para un trabajo que sin duda tuvo que ser fundamental en la época, puesto que una gran cantidad de elementos de uso diario eran de cerámica. Encontramos aun así referencias notables tanto a olleros, encargados de la realización de todo tipo de objetos cerámicos, como a tinajeros y cantareros, a priori artesanos especializados en la elaboración de dichos objetos cerámicos. Pero en esta ocasión, debido al carácter de la publicación, vamos a centrarnos casi en exclusiva en los más importantes datos arqueológicos, puesto que no es el lugar realizar un repaso exhaustivo, que disponemos para el estudio de la alfarería en la ciudad de Granada (Fig. 6).

Fig. 6. Gráfico de distribución ocupacional y fuerza de trabajo del sector alfarero Fuente: Elaboración propia.

La industria alfarera medieval estaría situada en dos zonas principalmente. La primera de ellas sería el llamado rabd al-Fajjarīn, o arrabal de los Alfareros, en el margen izquierdo del Darro, junto al arrabal del Naŷd. Esta zona tendría un carácter semirrural durante toda la Edad Media, con grandes espacios libres de edificaciones dentro del mismo, estando su parcelario constituido por almunias, cementerios y, como veremos, talleres alfareros. La segunda, menos atendida desde el punto de vista arqueológico y documental, es el área en torno a la Puerta de Fajalauza, cuyo nombre hace referencia a los almendros que debieron existir muy próximos, emplazados en la colina del Albaicín.

La primera operación que realizarían los artesanos del barro en ambas zonas sería la propia obtención de la materia prima, es decir, la arcilla. Para ello se excavaban unas fosas de extracción en los lugares identificados fuese idóneos por la presencia de un tipo de arcilla u otro. En la ciudad de Granada esta extracción se llevaba a cabo en la zona adyacente a los talleres alfareros, puesto que el sustrato geológico presente en la zona está compuesto por la Formación Alhambra, que contiene grandes bolsas de arcilla rojiza, y por la Formación Vega Alta, también con importantes concentraciones de arcilla de una pureza considerable. Se han podido documentar varias de estas fosas, en la calle Monjas del Carmen nº 6, donde se llegó hasta roca madre, y cuyo hueco sería rellenado posteriormente con desechos de alfar, arrojando a partir de este una cronología no posterior al s. XII. No es esta la única fosa documentada, ya que también han podido ser identificados nuevos depósitos de arcilla en los números 45, 47 y 49 de la calle Molinos, así como en la calle Solares nº 11 (RODRÍGUEZ AGUILERA 2001:177) y 58 (RÍOS JIMÉNEZ 2012).

Posteriormente la arcilla extraída debía ser triturada y depurada a fin de obtener una materia prima lo más homogénea posible, sin cuerpos extraños que pudieran afectar negativamente a la pieza, tanto en su conformado como en el proceso de cocción. Con este objetivo pasaba a unas balsas donde se tamizaba y se le aportaba agua. A estas balsas se las denomina con el nombre de piletas de decantación, puesto la limpieza de la arcilla se hace mediante la decantación de los cuerpos más grandes que se hallan mezclados, y que por su mayor peso se precipitan al fondo de la pileta. Esta actividad debía haberse realizado en un lugar adyacente al propio alfar, con disponibilidad de espacio suficiente para emplazar dichas piletas, tal y como ha sido documentado en la calle Cuarto Real de Santo Domingo nº13, donde, con la modificación de una almunia anterior, se compartimentan espacios y se construyeron una serie de piletas de decantación (ÁLVAREZ GARCÍA 1992: 265-269) quedando así el espacio integrado en algún complejo alfarero circundante. También se encuentran estructuras de este tipo en la propia Plaza del Realejo, o Plaza Fortuny, donde junto a unas viviendas nazaríes y espacios de huerta bajomedievales en los que se halló material complementario de alfar, como los atifles o rollos de alfar, se excavó una pileta de decantación, así como otra en la calle Jarrerías nº 5, 7, 9 (RODRÍGUEZ AGUILERA 2001: 177).

Una vez las piezas adquieren su forma debían dejarse secar a la sombra para que fuesen perdiendo humedad progresivamente y no causase problemas a la hora de la cocción, pudiéndose, en caso de una deshidratación imperfecta, quebrar las piezas dentro del horno. Este tipo de dependencias anexas debieron existir en todos los talles alfareros de la ciudad, pero su identificación es problemática debido a la ausencia de restos materiales que lo indiquen. De cualquier forma, en una intervención de urgencia desarrollada en el nº 13 de la calle Seco de Lucena (GARCÍA ÁLVAREZ 2000: 98-99), se hallaron restos interesantes en este sentido. Junto a fragmentos de complementos de alfar, restos de carbón y piezas en un relleno, este, una vez excavado, dejó a la vista una serie de estructuras murarias, de cronología nazarí. Estas estructuras estaban construidas en piedra caliza y mortero con poca cal, conformando un espacio rectangular techado, en cuyo interior se pudo documentar un derrumbe de tejas. Anexo a este espacio se identificó otro recinto sin techumbre, interpretado por los arqueólogos como el lugar del taller destinado a dejar las piezas bizcochadas secando.

La última parte del trabajo de alfar se llevaría a cabo en los hornos donde se produce la cocción, o cocciones, de las piezas cerámicas, adquiriendo así su forma acabada. En nuestra ciudad, son los hornos hallados en la excavación de 1992 en la Casa de los Tiros (RODRÍGUEZ AGUILERA et al. 1992) los que más información nos han aportado, puesto que son de los que se han realizado más estudios. En esta intervención se documentaron 2 hornos de alfar, de los cuales uno se vio gravemente afectado por las obras de movimiento de tierras efectuadas quedando solo la boca de combustión del mismo, revestida de arcilla en su interior. El segundo horno tenía 1,4 metros de diámetro interior, siendo su planta circular y conservando la parrilla que separa la cámara de combustión de la de cocción, la cual tenía 17 perforaciones concéntricas con una ligera inclinación hacia el norte que favorecería la evacuación de gases. Por su parte la cámara de combustión tenía unas dimensiones de 0,9 metros de altura por 0,8 metros de ancho, revocado al interior en arcilla de la misma manera que se interpretó para el primer horno. La estructura de soporte de la cámara de cocción estaba realizada con una trabazón de cantos silíceos combinados con adobes de arcilla muy limosa, revestida con mortero de arcilla rojiza y material vegetal. Así mismo, dada la forma circular de la planta del horno, se declaró que la cámara de cocción debía estar cerrada por una bóveda cónica. En las paredes de la cámara de cocción de este segundo horno se pudieron identificar los huecos para el uso de rollos de alfar. Debemos tener en cuenta que los hornos se excavan en la tierra virgen, suponiendo así la primera ocupación del solar desde el s. XI hasta finales del s. XII, cuando se construiría una casa sobre los niveles de alfar. Asociados a estos dos hornos, se pudo documentar una estructura muraria realizada en mampostería con pilares de ladrillo intermedios, que crean un espacio rectangular, interpretado como una dependencia anexa al propio alfar, sin poder especificar qué tipo de actividad se realizaba en la misma. Algo interesante es que su construcción es posterior a los primeros momentos de uso del alfar, puesto que se asienta sobre desechos del mismo. Además, se dejó de utilizar en un momento anterior al de abandono de los hornos, puesto que se rellenó con material también de desecho.

Otro de los complejos alfareros con la presencia de hornos hallados se encuentra en la calle Jarrerías nº 5, 7, 9, donde se documentaron en 1998, los restos de una vivienda nazarí estructurada en torno a un patio, junto con dos hornos alfareros. Uno de ellos presenta una planta cuadrangular realizada con ladrillos, mientras que el otro es ovalado, quedando de él solamente restos de la cámara de combustión. Dichos hornos están en relación con unas estructuras que los arqueólogos interpretan como piletas de decantación de barro. Los arqueólogos identifican el inicio de la producción de dicho complejo en época nazarí extendiéndose hasta finales del s. XVII (RODRÍGUEZ AGUILERA 2001:177).

En la calle Santiago nº 31 y 33, se documentaron de la misma forma 4 hornos alfareros, tres de ellos contiguos, datados por los arqueólogos en los siglos XIV-XV. El primero de los hornos presenta forma de ojo de cerradura, realizado con ladrillo y adobe de poco grosor, enlucido al interior con barro, de la misma forma que el horno 2 de la Casa de los Tiros. El suelo de la cámara de combustión de este horno está hecho con ladrillo, mientras que el pasillo es de tierra apisonada. Un segundo horno, con planta de 4x1,5 metros, mantiene el arranque de sus muros en ladrillos dispuestos a soga y tizón, los cuales tienen una potencia de 0,4 metros, siendo así el más grande dentro del complejo. Presenta también un revocado interior en barro y un doble suelo con pilastras, al igual que el tipo de horno con sargen encontrado en Paterna, los cuales poseen una cámara baja de cocción incluida en la misma cámara de combustión. La parrilla de este segundo horno parece que estaría sostenida por una arcada completa y reformada por las dos pilastras que hemos mencionado. El tercero de estos hornos contiguos es de planta rectangular, con el lado de la entrada ovalado y con esta abertura escalonada. Construido en ladrillo al igual que los anteriores, mantiene el esquema del horno 2, con dos pilastras adosadas a los muros que reforzarían los arcos que sujetan la parrilla. El cuarto y último de los hornos documentados en esta intervención está separado de los demás, aunque no se nos dice la distancia, sí se indica que es el más antiguo. Mantiene la planta rectangular, con el lado de la entrada ovalado y escalonada su entrada.

Por último, una intervención de urgencia en la calle Molinos nº 45, 47, 49, llevada a cabo por Vanesa Gallardo Núñez, documentó otros cuatro hornos nazaríes de pequeño tamaño, sobre niveles asociados a una necrópolis. Los tres primeros son contiguos, al igual que encontramos en el complejo anterior, y ahora sí sabemos que el cuarto horno está a unos 3,4 metros del primero. El primer horno, el de mayor tamaño, tiene 1,6 metros de diámetro, realizado en ladrillo y de planta circular. Su boca de entrada también está realizada con ladrillos, pero incluye piedras en su arranque. El segundo y tercer horno siguen el mismo modelo, pero en un tamaño menor al primero, siendo los dos inferiores a 0,8 metros. Pese al estar al lado uno del otro, hay un muro que los separa. El último horno pese a que se encuentra arrasado parcialmente se ha podido documentar que está realizado en ladrillo, poseyendo una estructura semicircular que se identifica con la cámara de combustión por la presencia de ladrillos quemados, pero también revela una estructura estrecha y abierta igualmente a base de ladrillos, la cual no se ha logrado interpretar.

Si bien las intervenciones arqueológicas en las que se han documentado restos asociados a la alfarería, en concreto complementos tales como rollos de alfar o atifles, son más, no nos referiremos a ellas ya que las incluimos en los mapas posteriores donde aparecen reflejadas de una manera clara e ilustrativa.

Sector maderero

Para el sector maderero, pese a haber sido fundamental en el ámbito doméstico y vida cotidiana, no disponemos de demasiadas noticias. Encontramos a los aladreros, carpinteros y a los torneros sumando entre todos ellos un total de 39 artesanos, 36 carpinteros y 3 torneros. Estos suponen un 5,5% de la fuerza de trabajo total de la ciudad, y un 2,4% del total de oficios (Fig. 7).

Fig. 7. Gráfico de distribución ocupacional y fuerza de trabajo del sector maderero. Fuente: Elaboración propia.

Localización de las actividades artesanales

Uno de los objetivos centrales de este trabajo es ubicar las distintas artesanías en el parcelario urbano de la ciudad de Granada siendo el primer paso para identificar como estas influyen en la organización del mismo y en su posterior desarrollo (Fig. 8 y 9).

Fig. 8. Restos arqueológicos asociados a artesanías bajomedievales en Granada ubicados mediante QGIS sobre el parcelario urbano actual al que se le superpone el recinto murario del Plano de la Granada Árabe realizado por Seco de Lucena en 1910. Fuente: Elaboración propia.

Fig. 9. Distribución artesanal en la Granada bajomedieval realizada mediante QGIS sobre el parcelario urbano actual al que se le superpone el recinto murario del Plano de la Granada Árabe realizado por Seco de Lucena en 1910. Fuente: Elaboración propia.

A la hora de ubicar las artesanías tenemos que hablar de dos zonas fundamentales dentro de al ciudad, el llano y la colina del Albaicín. Estas dos zonas poseen una disposición muy parecida en el ámbito espacial cuando nos referimos al comercio y artesanía; encontramos dos plazas donde se ubicarían una importante cantidad de tiendas, unidas por una calle principal también de carácter comercial, en torno a la cual se desarrollan diversas industrias artesanales. En el Albaicín nos referimos a la Plaza del Salvador y Plaza Larga, unidas por la calle Panaderos, y en el llano, con idéntica disposición tenemos Plaza Bibarrambla y la Plaza del Hattabin, hoy Plaza Nueva, unidas por la calle Zacatín. Esta organización similar incluye en las dos partes de la ciudad carnicerías, herrerías, tiendas de ollería, zapateros, esparteros, y sobre todo en el caso del Zacatín, aunque también encontramos referencias en el Albaicín, de establecimientos relacionados con el textil. Esta dualidad pensamos que podría existir por la tendencia a una autosuficiencia por parte del Albaicín con respecto al llano y viceversa, que hemos apuntado al referirnos a los numerosos indicios desprendidos del funcionamiento de las murallas internas.

El sector textil no deja ninguna huella arqueológica en la Granada, como decíamos anteriormente, pero en base a la documentación podemos ubicar una serie de concentraciones en la collación de Santa María la Mayor y calle Zacatín sobre todo de terciopeleros, pero también con presencia de roperos, sastres, etc.

El sector del trabajo del cuero en cambio, si nos deja importantes restos arqueológicos, que, junto con las referencias textuales disponibles, incrementan nuestro grado de conocimiento de forma importante. Nos referimos al oficio de la curtiduría y la presencia de las tenerías en ambas riberas del Darro a las que ya nos hemos referido en numerosas ocasiones, siendo esta su principal área de dispersión: entre la actual calle Zacatín y el propio Darro, donde se encontrarían los barrios de los curtidores y tintoreros, que hipotecan una parte importante del espacio disponible la ribera izquierda del Darro, pero también en la derecha, próximas a la mezquita aljama y a espacios comerciales tan importantes como la propia calle Zacatín o la alcaicería. Este hecho debió ser la principal motivación del emplazamiento del Corral del Carbón en el margen contrario. Pero esta, lógicamente, no es la única actividad que incluye el trabajo del cuero, ni siquiera la más importante en términos cuantitativos, puesto que sería ocupado por el trabajo del calzado localizado en su mayor parte en la Zapatería, a la derecha de la calle Zacatín, pero quedando dispersos diversos artesanos de este trabajo por la ciudad de Granada, pudiendo documentarse en la cuesta de la Alhacaba, o la propia calle Elvira.

El trabajo del metal, en todas sus formas, constituye el sector más versátil como manteníamos anteriormente, y de la misma forma los espacios generados en la trama urbana son variados y no necesariamente próximos. Encontramos así un primer espacio denominado en la documentación como Herrería bajo la puerta de Bibarrambla y una concentración de estos mismos artesanos, herreros y herradores, en la Alhacaba y en la calle que sale de Plaza Larga hasta Plaza Salvador. En todos estos lugares encontramos tiendas de herreros y herradores, en las que también desarrollarían su oficio con la existencia de fraguas en las mismas, como ya hemos podido ver. Otra área importante para este sector, la Calderería, es la que encontramos por encima de la calle Elvira, entre esta y la actual Plaza Nueva, donde estarían los caldereros. Por último, tenemos la calle Platería, donde se concentrarían los artesanos que trabajan la plata, en las inmediaciones de la Mezquita aljama, por su carácter noble junto con el trabajo de la seda o las especias.

El sector de la alfarería, sin duda el que más restos arqueológicos nos reporta, está condicionado como hemos podido ver por una serie de necesidades elementales para el desarrollo de su industria, como es el agua, disponibilidad de espacio, posición excéntrica con respecto al centro de la ciudad, etc. Es por esto que estaría casi exclusivamente, ya que se encuentran también restos asociados en el entorno de la Puerta de Fajalauza, adscrita al arrabal de los Alfareros, actual Realejo, donde encontramos dentro del arrabal importantes complejos alfareros y restos asociados de la producción cerámica, desde el s. XIII. Los restos que se han fechado entre los siglos XI y XIII están localizados entre el río Darro y dicho arrabal, que comenzaría en la actual Plaza Fortuny, donde estaría su puerta. Como hemos podido ver, este desplazamiento estaría condicionado por una colmatación edilicia creciente en el espacio más próximo a la orilla izquierda del Darro, que se constata con la amortización del alfar de la Casa de los Tiros. En cualquier caso, aunque la producción alfarera esté localizada en esta área de la ciudad mayoritariamente, pero no exclusivamente, puesto que a partir de referencias documentales sabemos de la existencia de ollerías en la Alhacaba y como decimos en algún punto cercano a la Puerta de Fajalauza, donde posteriormente se desarrollarían estos trabajos, las tiendas en las que se venden estos productos estarían repartidas por la ciudad. Hay importantes concentraciones en la Plaza de Bibarrambla, donde dispondrían de una fachada entera dedicada a la venta de dichos productos, y en la Plaza del Salvador, aunque también podemos pensar que los olleros venderían sus piezas cerámicas en las propias ollerías y tinajerías.

Por último, el sector maderero, representado mayoritariamente con el oficio de la carpintería, queda adscrito a un espacio muy próximo al de la Herrería, en el arrabal de la Rambla, bajo la Plaza de Bibarrambla, donde estarían los madereros y carpinteros.

CONCLUSIONES

Hemos esbozado las líneas generales de la artesanía granadina bajomedieval atendiendo principalmente por una parte a la caracterización de los diversos sectores intentado calibrar su importancia, así como fijándolas en el parcelario urbano e identificando sus espacios de desarrollo, tarea de capital importancia para el correcto desarrollo y análisis de los restos arqueológicos hallados a partir de las actividades arqueológicas de urgencia. Además, el uso combinado de ambos registros, el documental y el arqueológico, nos ha permitido no solo completar la visión que cada uno nos aporta, sino confrontarlos para obtener una amplia correlación entre los espacios referenciados en la documentación escrita y su constatación mediante la actividad arqueológica.

Por tanto, la industria artesanal granadina se ha revelado como diversa y rica, con una gran cantidad de oficios que muestran una importante especialización en determinados oficios como el sedero, el cual constituye un elemento estratégico dentro de la economía granadina de exportación.

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* Universidad de Granada. Grupo de investigación: Industria y comercio en al-Andalus: siglos XII-XV (P18-FR-2046). gibsonlespaul@correo.ugr.es