ESTUDIO TIPOCRONOLÓGICO DE LA TERRA SIGILLATA HISPÁNICA DE UNA VIVIENDA Y UN VERTEDERO ROMANOS EN “LA CIUDAD” (PAREDES DE NAVA, PALENCIA)

TYPO-CHRONOLOGICAL STUDY OF HISPANIC TERRA SIGILLATA FROM A ROMAN DWELLING AND A DUMPING SITE IN “LA CIUDAD” (PAREDES DE NAVA, PALENCIA)

Sandra PASTOR PAREDES*

Resumen

Este artículo se centra en el estudio de la terra sigillata recuperada en la Unidad de Excavación 4, del yacimiento de “La Ciudad” (Paredes de Nava, Palencia), excavada durante los años 2015 y 2016. Se documentó en ella una vivienda y un vertedero romano, asociado a ella, en el que se acumularon la mayor parte de los restos cerámicos recuperados. El estudio constata el intercambio comercial existente con el complejo alfarero de Tritium Magallum (Tricio, La Rioja), a través de la vía XXVII del Itinerario de Antonino. La presencia de dos fases cronológicas, evidencia dos momentos de ocupación en época romana en el asentamiento.

Palabras clave

“La Ciudad”, Paredes de Nava, Terra Sigillata Hispánica, vertedero, vivienda.

Abstract

This paper focuses on the study of terra sigillata recovered, during 2015 and 2016, in the Excavation Unit 4, at the site of “La Ciudad” (Paredes de Nava, Palencia). The analyzed pottery comes especially from a Roman dwelling and a related dumping site. The study confirms the existence of a commercial exchange with Tritium Magallum (Tricio, La Rioja), through route XXVII of the Antonino Itinerary. The presence of two chronological phases evidences the existence of two moments of occupation of the settlement in Roman times.

Key words

“La Ciudad”, Paredes de Nava, Hispanic Terra Sigillata, dwelling, dumping site.

INTRODUCCIÓN Y LOCALIZACIÓN

El yacimiento de “La Ciudad” se sitúa a 1,5 kilómetros del municipio de Paredes de Nava (Palencia), en los pagos de La Ciudad y Torredondo, que forman un páramo elevado unos cincuenta metros por su parte occidental. Desde la zona más elevada del asentamiento se pueden divisar enclaves como Palencia, Castromocho, Montealegre o Tariego (PÉREZ y ABARQUERO 2010: 35). El terreno va descendiendo en altitud, llegando a las tojas de La Ciudad, Solapa y Zulema.

El yacimiento, conocido desde finales del siglo XIX, destaca por el hallazgo de cuatro téseras de hospitalidad (PÉREZ y ABARQUERO 2010: 29, 30), de las cuales dos hacen referencia a Intercatia. Hubo intentos de destacar el oppidum por parte de algunos autores, como Gratiniano Nieto, cuyo estudio en la década de 1940 originó unos modestos resultados que se publicaron en el Boletín del Seminario de Arte y Arqueología de Valladolid (NIETO 1942–1943: 189), razón por la que el yacimiento fue abandonado desde el punto de vista arqueológico.

El interés suscitado por la Asociación Cultural En Busca de Intercatia, motivó el estudio integral del yacimiento en 2007, continuando en la actualidad. Se realizaron trabajos topográficos del terreno, fotografía aérea, prospección terrestre y prospección geofísica. Ésta última, realizada por el profesor Helmut Becker (Fig. 1), permitió calcular las 35 Ha intramuros del oppidum. Se localizaron las dos líneas defensivas, formadas por un sistema de muralla y fosos, con interrupciones para las entradas al asentamiento. A partir del año 2015, comenzaron las labores de excavación del yacimiento. Actualmente, se han realizado ya tres campañas de excavación, en las que se han intervenido seis unidades de excavación.

Fig. 1. Mapa de la prospección geomagnética realizada por H. Becker entre los años 2009-2011

La primera unidad de excavación de localiza en la zona central del yacimiento, donde se encontraba una anomalía magnética de una estructura adosada al posible cardo del asentamiento. Tras los trabajos arqueológicos, se documentó un sótano, el derrumbe de un piso de dos alturas, grandes restos de pintura mural y objetos de prestigio (ABARQUERO et al. 2015: 24 – 26; GUTIÉRREZ et al. 2017: 247, 248).

La segunda unidad de excavación corresponde a una anomalía magnética, posiblemente perteneciente a la Primera Edad del Hierro, por lo que indican los objetos hallados en ella.

La tercera unidad de excavación ha dado a conocer el sistema defensivo interior del asentamiento, que presenta una muralla con un cimiento de tierra arcillosa apisonada, que conserva un alzado de cincuenta centímetros de altura y cinco metros de ancho, seguido por una rampa del 33%, que daba paso al primer foso defensivo, de 3,60 metros de profundidad y 9,20 metros de ancho. El primer foso se separa del segundo foso defensivo, con una pendiente del 150% y 9 metros de profundidad, por un resalte. Destaca el hallazgo de un puñal de hierro, terra sigillata y restos óseos de un équido y cabezas de perro, entre otros materiales (ABARQUERO et al. 2018: 23, 24).

La cuarta unidad de excavación, objeto del presente trabajo, muestra los restos de una vivienda de época romana con un hogar, situado en la esquina noroeste del sondeo, al igual que una zona de vertedero, posiblemente asociado a este espacio habitacional anejo, que rellenaba una cubeta con sección en V, excavada en el suelo geológico (ABARQUERO et al., 2016: 42 – 45). Se documentaron dos niveles de suelo de cantos rodados en el espacio doméstico, además de la presencia de los cimientos de varios muros que compartimentarían esta vivienda (Fig. 2).

Fig. 2. Dibujo de la planta de la unidada de excavación 4 tras su excavación en 2016, observándose dos zonas: un espacio doméstico y una cubeta de sección en V (Abarquero et. al. 2016: 47, fig. 19).

La quinta unidad de excavación se localiza en la zona central del yacimiento, muy cercana a la unidad de excavación número uno, documentándose el empedrado de una vivienda, tres muros que la distribuirían y restos de cerámica romana que permitieron delimitarla cronológicamente entre el siglo I a.C. y el siglo III d.C.

La sexta unidad de excavación, se localiza en la línea defensiva interna, mostrando semejante estratigrafía que la unidad de excavación número tres.

LA TERRA SIGILLATA DE “LA CIUDAD”

La cerámica ha sido, para todas las sociedades, un producto de primera necesidad (GUTIÉRREZ et al., 2014: 5). Se ha documentado una gran cantidad de terra sigillata en el asentamiento de “La Ciudad”, por parte de arqueólogos como Gratiniano Nieto (1942–1943: fig. 6); García, Domínguez y Abásolo (1987: 576) y Tomás Mañanes (1982), entre otros.

Desde la reanudación de los trabajos arqueológicos, se han hallado abundantes restos cerámicos, entre los que destaca una pieza de terra sigillata itálica de la forma Consp. 20.4 y otra con el sigilla del alfarero itálico CRESTI. Igualmente, observamos una pieza de sigillata sudgálica con el sello del alfarero Passienus, revelando la integración del asentamiento en las redes comerciales de la primera mitad del siglo I d.C. Predomina la presencia de la terra sigillata hispánica altoimperial, aunque el hallazgo de cerámica tardía sitúa la actividad del asentamiento hasta, al menos, el siglo V d.C. (ABARQUERO y PÉREZ 2015: 136).

ESTUDIO DE LA TERRA SIGILLATA DE LA UNIDAD DE EXCAVACIÓN 4

La terra sigillata tiene una presencia del 48% en la cuarta unidad de excavación, lo que permite establecer un contexto cronológico a través del estudio de este tipo de cerámicas romanas (GUTIÉRREZ et al. 2017: 260). Diferenciamos las unidades estratigráficas de la zona habitacional y las de la zona de vertedero, siendo esta última la que tiene mayor presencia de terra sigillata. Analizando los diferentes contextos, podemos comparar ambas zonas para establecer la relación entre ellas.

Para la realización de este estudio utilizamos como base la clasificación tipológica establecida por M. Á. Mezquíriz (1961, 2004). Además, efectuamos un análisis de la coloración, tanto de pastas como de barnices, siguiendo la muestra de colores de A. H. Münsell (1998), una comparación de las marcas de alfarero y grafitos hallados con otros existentes y una cuantificación de las piezas según el número mínimo de individuos y el número de restos, denominados N.M.I y N.R., respectivamente.

Formas lisas

Respecto a las piezas de tipologías identificables, destacan las formas 4 y 5, 6, 7, 8, 15/17, 27, 35 y 36 y 44.

Las formas Hispánica 4 e Hispánica 5 se corresponden con un plato y un cuenco, de borde plano y pared curva, que forman un juego cerámico (ROMERO, 1983: 116). Se trata de una producción hispánica que presenta una decoración burilada durante los siglos I y II d.C., mientras que en los siglos III y IV d.C. la pierden. Estas formas están muy presentes en la zona del vertedero, hallándose dos piezas completas y doce bordes, todos ellos con decoración a ruedecilla. En cuando a la vivienda, tan sólo se han encontrado dos fragmentos.

Respecto al vaso de pared carenada y borde horizontal, que suele tener una decoración de ruedecilla o estampillada (MEZQUÍRIZ 2004: 464), conocida como forma 6, tan sólo se ha hallado un fragmento. Se trata de una producción del Bajo Imperio, posiblemente una variante de la forma número 4.

La tapadera de producción hispánica, denominada forma Hispánica 7, tiene una presencia clara en la zona de vertidos de la unidad de excavación 4, con un total de ocho fragmentos recuperados.

La forma Hisp. 8, es un cuenco hemisférico, con una cronología que abarca desde el siglo I al IV d.C. (MEZQUÍRIZ 2004: 266, 267). Se han hallado un total de treinta y tres fragmentos y tres piezas completas en el basurero, mostrando una alta presencia también en la zona habitacional, con un total de diez fragmentos.

Acerca de la forma 15/17, consistente en un plato con una acanaladura exterior que va siendo más ancha según se avanza cronológicamente, dejando de ser tan clara (ROMERO y RUIZ 2005: 189). Parece ser que formó un servicio de mesa con el cuenco de la tipología 27. Siguiendo modelos gálicos, se ha situado cronológicamente entre el segundo cuarto del siglo I d.C. y el siglo III d.C. Es llamativo, que este plato esté totalmente ausente en la zona de basurero, mientras que en la vivienda se encontraron dos fragmentos y una pieza casi completa.

Otro de los fragmentos de terra sigillata es de una forma Hispánica 27 en la zona del vertedero. Se trata de una copa con un perfil con dos cuartos de círculo y borde simple. Son piezas que comienzan a producirse a mediados del siglo I d.C. hasta el siglo IV d.C. (MEZQUÍRIZ 1961: 60).

Respecto al servicio que forman la copa Hispánica 35 y el plato Hisp. 36, con una pared y borde curvos, que presenta una cronología de entre finales del siglo I d.C. y principios del siglo III d.C., hallándose la forma 36 en contextos de hasta el siglo IV d.C. (MEZQUÍRIZ 2004: 487). Suelen ir decoradas con tres hojas realizadas con la técnica de la barbotina. Tan sólo se han recuperado tres fragmentos de la zona del basurero.

El cuenco de paredes curvas, gran tamaño y dos baquetones, uno en la panza y otro en el borde, también denominada forma 44, tiene una presencia mínima, hallándose tan sólo un fragmento en la zona habitacional. Se trata de una forma con precedentes galos, que pudo haber sustituido a la forma 24/25 (ROMERO 1983: 116, 117).

Formas decoradas

La terra sigillata recuperada en la unidad de excavación número cuatro, identificable como cerámica decorada, pertenece a la forma 29/37, Hispánica 37 y a la vertiente tardía de esta última.

La forma 29/37 surge como híbrido entre la forma 29, que desaparece a finales del siglo I d.C., y la forma 37, que surge en la década de los 60-70 d.C., presentando una mezcla de rasgos entre una y otra (ROMERO 2015: 173). No se trata de una imitación de la forma 29/37 sudgálica, sino que es un fenómeno de hibridación que se produce de forma paralela (MEZQUÍRIZ 2004: 514). Su cronología, por tanto, está muy delimitada en el último tercio del siglo I d.C., por lo que no es de extrañar la poca presencia de esta tipología tanto en la zona de vertedero como en la de habitación, con dos y un fragmento, respectivamente.

El cuenco semiesférico de la forma 37 tiene una cronología muy amplia, desde la década de los 60-70 d.C. hasta dar lugar a una variante tardía en el siglo IV d.C. Presenta, además, dos variantes: una con un borde simple, conocida como variante a, y otra con un borde almendrado, conocida como variante b. Estos recipientes se producen a molde y muestran unas composiciones decorativas mediante unidades máximas y/o unidades mínimas decorativas (FERNÁNDEZ 2011: 83 – 85) a base de temas de festones y arquerías o por unidades simples de gallones. Van desapareciendo los motivos metopados hasta que se generaliza el uso de motivos circulares en la segunda mitad del siglo II d.C., manteniéndose hasta el siglo III d.C. (MEZQUÍRIZ 1961: 121 – 124). En la zona de vertidos, se han recuperado un total de siete fragmentos de esta tipología cerámica, además de tres piezas completas (fig. 3). Destaca la presencia de la forma 37, también en la zona habitacional con el hallazgo de seis fragmentos.

Fig. 3. Forma 37b recuperada en el relleno de la cubeta con sección en V.

Respecto a la variante tardía de la forma 37, se han documentado tan sólo tres fragmentos en el área de la vivienda. Se trata de una producción típicamente hispánica, que comienza a finales del siglo III y se extiende hasta principios del siglo V d.C. (MEZQUÍRIZ 2004: 488).

Cuantificación

Para poder comparar los contextos cerámicos generados a partir del estudio de la terra sigillata de la unidad de excavación número cuatro con los contextos de otros yacimientos, realizamos dos tipos de contabilización, estableciendo las formas más representativas de cada unidad estratigráfica y, por tanto, la cronología de cada una de ellas. Por esta razón, utilizamos la contabilización que suele utilizarse en estudios ceramológicos (URTEAGA y AMUNDARAY 2003: 60; ESCRIBANO 2017: 292), por el número de restos (N.R.) y por el número mínimo de individuos (N.M.I.).

El número de restos se calcula con el número total de fragmentos de cada pieza. Debido a que este tipo de contabilización tiene una alta sensibilidad a la fragilidad de los materiales (DUPONT 2016: 73), se intenta paliar el error con la contabilización por número mínimo de individuos (CHAIX y MENIEL 1996: 163), ya que es más fácil identificar las formas decoradas frente a las lisas. El N.M.I tiene en cuenta el número de piezas completas y el número más alto, de bordes o de fondos, de las piezas incompletas de cada forma.

Realizamos un recorrido por los diferentes estratos que conforman la unidad de excavación número cuatro para identificar las formas y, por lo tanto, las cronologías de cada contexto, diferenciando las estratigrafías de la vivienda (4001–4008) de las unidades del vertedero (4010 y 4011).

Destacan la forma 37 y su variante tardía en los estratos 4001 y 4002, aunque adquiere protagonismo en el primero la forma 37t y, en el segundo, la forma 37. El estrato 4003 es casi estéril, no mostrando ninguna forma destacable. No se puede decir lo mismo de la unidad 4004, en la que destaca la forma 8, mientras que en el estrato 4005 poseen un protagonismo semejante las formas 37 y 15/17. En las unidades estratigráficas 4007 y 4008, destaca la presencia de la forma 8.

Sobre las unidades estratigráficas que conforman el relleno del vertedero, el estrato 4010 muestra un protagonismo compartido entre las formas 4, 7, 8 y 37, mientras que en la unidad 4011 destacan las formas 5, 8, 29/37 y 37.

Coloración de barnices y pastas

Las piezas de terra sigillata estudiadas presentan unos barnices de color rojo claro y rojo anaranjado, según indican los códigos 2.5YR4/8, 2.5YR4/6 y 10R4/6 de la tabla de colores de Münsell (1998). En relación al color de las pastas, tiende a ser más rosado o rojo claro, destacando los colores 10R6/6, 10R6/8, 10R7/6 y 7.5YR8/4.

Marcas de alfarero

Se han recuperado dos sigilla o marcas de alfarero en la unidad de excavación número cuatro, ambos incompletos, por lo que es imposible obtener cualquier tipo de información de ellos. El primero es un fragmento de una forma indefinida con el sello E [---] y el segundo es un sello de alfarero en el que se puede leer EX·OF [---].

Grafitos

Los grafitos son marcas realizadas sobre los recipientes que identifican una propiedad, limitando su uso por parte de su propietario. Ya que son recipientes de uso habitual, el grafito, expresado habitualmente en genitivo, permitía que estos objetos no se confundieran o fueran robados en eventos colectivos (PÉREZ y ARRIBAS 2016: 87). En ocasiones, los grafitos indicaban el lote que debía recibir cada destinatario (RASCÓN et al. 1994: 264 – 266).

Se han recuperado en la unidad de excavación número cuatro un total de diez piezas con grafitos, cinco de la zona del vertedero y otros cinco de la zona habitacional.

En la zona de las unidades estratigráficas 4010 y 4011, el grafito VALERIAE, con un triángulo hacia abajo antes del nombre y un símbolo omega (φ) tras él. Otra de las piezas muestra el nombre MVNII y un tridente en el lado opuesto al nombre, y dos rayas paralelas. El tridente, al igual que los asteriscos o las palmas, parecen ser un elemento común en la iconografía romana (OZCÁRIZ y UNZU 2011: 81). Otro de los grafitos recuperados muestra el inicio de unas letras, aunque son indeterminadas. No ocurre lo mismo con un cuenco, en el que se observa el nombre CHOP [---].

Respecto a los grafitos de la zona habitacional, se identificó un fragmento con dos líneas paralelas, uno con un tridente, otro de difícil identificación y, por último, uno con dos “x”, pudiendo ser un grafito conmemorativo o indicativo de lote.

ACOTACIÓN CRONOLÓGICA: UNA COMPARATIVA CON CONTEXTOS CERÁMICOS CERCANOS

Tras el estudio de los materiales cerámicos, se observa una alta presencia de la forma 8, una forma con una gran amplitud cronológica, que queda más limitada con la presencia de otras formas cerámicas, dependiendo de la unidad estratigráfica. El periodo cronológico de la unidad 4011 se centra en el último tercio del siglo I e inicios del siglo II d.C., mientras que la unidad 4010 se genera entre el segundo y tercer tercio del siglo II d.C. En cambio, los estratos 4002 y 4001, son los más modernos por la presencia de sigillata tardía, situándose en el siglo III d.C.

Todos estos contextos cronológicos son comparados con los contextos cerámicos de otros yacimientos cercanos con el fin de acotar la cronología de cada unidad. Por esta razón, nos centramos en los yacimientos de Dessobriga (Osorno La Mayor, Palencia / Melgar de Fernamental, Burgos), La Morterona (Saldaña, Palencia), Varea (Logroño), un vertedero descubierto en Legio, el castro de Chao Samartín (Grandas de Salime, Asturias), La Olmeda (Pedrosa de la Vega, Palencia), la casa de los Plintos en Uxama (Burgo de Osma, Soria) y las termas del foro de la Colonia Clunia Sulcipia (Peñalba de Castro, Burgos). Hay que tener en cuenta que las piezas cerámicas van evolucionando a lo largo del tiempo, presentando una tendencia hacia las formas abiertas y grandes, y unos rasgos cada vez más armonizados y equilibrados, aunque siguen sobreviviendo tipologías como las formas 8, 15/17 y 27 (TUSET y BUXEDA 1995: 361, 362).

El estrato 4001 centra su cronología en el último tercio del siglo II d.C., dilatándose hasta principios del siglo III d.C., tras comparar este contexto con los de los yacimientos de Chao Samartín (Asturias) y La Olmeda (Pedrosa de la Vega, Palencia). Ocurre algo parecido con la unidad estratigráfica 4002, cuya cronología se sitúa a finales del siglo II d.C. Respecto al estrato 4003, no se puede establecer un contexto cronológico debido a la escasez de fragmentos recuperados en esta unidad.

La unidad 4004 parece situarse en la segunda mitad del siglo II d.C., mientras que esta cronología se acota algo más para la unidad 4005, del segundo tercio del mismo siglo. El estrato 4007 pudo estar relacionado con la primera fase del relleno del vertedero, debido a la presencia de la forma 8 y 29/37, que sitúa su cronología en la primera mitad del siglo II d.C. En cambio, para la unidad 4008 necesitamos saber los contextos cronológicos de los estratos del vertedero, 4010 y 4011, pudiendo establecer una cronología post quem. Debido a la alta presencia de la forma 8, nos situamos, temporalmente, en la segunda mitad de la segunda centuria.

En lo relativo a los estratos que rellenan el vertedero, parece ser que la presencia de las formas 8, 4 y 7, por orden de importancia, y de la forma decorada 37, en comparación con el contexto del estrato TS-474 de las termas del foro de Clunia (Fig. 4), sitúan la unidad 4010 en la segunda mitad del siglo II d.C. Sobre el estrato 4011, hay que tener en cuenta que se trata del primer vertido del basurero, en el que destacan las formas 8, 29/37 y 37, por lo que es difícil establecer una cronología acotada y se opta por situarla en la primera mitad del siglo II d.C.

Fig. 4. Gráfico comparativo de las tipologías presentes en la UE 4010 de La Ciudad (azul) y los niveles de TS-474 de las termas del foro de Clunia

PROCEDENCIA DE LA TERRA SIGILLATA DE “LA CIUDAD” A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS SIGILLA Y LAS DECORACIONES

En Hispania existía un comercio de terra sigillata sudgálica e itálica, esta última en menor medida. Los intercambios de estas producciones hicieron surgir una variante hispánica por parte de los alfareros locales, ante la invasión de estos productos, como consecuencia de la militarización (BUSTAMANTE y BIRD 2013: 258). La mayoría de las tipologías hispánicas se inspiraban en formas sudgálicas (BUSTAMANTE 2014: 568, 567, fig. 2), lo que indica que pudo ser resultado de la emigración de alfareros galos.

Las piezas de terra sigillata hispánica que se están recuperando en el yacimiento de “La Ciudad” proceden, casi con total seguridad, del complejo alfarero de Tritium Magallum, formado por los alfares de Tritium Magallum, Bezares y Arenzana de Arriba. Se pueden observar coincidencias en las tonalidades de los barnices y las pastas que describe M. V. Romero (2015: 167).

Otro de los parámetros en que debemos fijarnos es la ubicación de la ciudad de Intercatia en el Itinerario de Antonino, que comienza en Caesaraugusta, pasando por Cantabria y llegando hasta Asturica Augusta (Astorga) (BLÁZQUEZ 1892: 97; WATTENBERG, 1959: 167). Aunque la identificación del asentamiento de “La Ciudad” con Intercatia es un tema que aún está por estudiar, no cabe duda de que el trazado de estas vías nos muestra una red comercial que seguirían los comerciantes de terra sigillata hispánica.

El estudio de los sellos de alfarero recuperados en el yacimiento, indican el origen riojano de las piezas, destacando los ceramistas tritienses Accunius, Sempronius y Valerius Paternus (MAÑANES 1982: 223 – 224, figs. 1d, 2e y 2i; GARABITO et al. 1987: 506). Estos productos cerámicos parece que llegarían al asentamiento por la vía XXVII del Itinerario de Antonino, a través de esta vía principal o por una vía secundaria. Los sigilla que se han recuperado hasta la fecha en “La Ciudad”, que nos pueden indicar algún tipo de información sobre la procedencia de los productos hallados en el yacimiento, son siete.

- OF ANI [---] / AN. Podría tratarse del ceramista Anius Maternus (MAÑANES 1982: 221, 2h), cuyo origen se establece en el alfar de Bezares (PÉREZ et al. 1998: 506, nº 47, 48).

- O F C E R N / CER. Se trata del alfarero de origen galo Cernus. Su presencia ha sido evidenciada en Amiens y Tarraco (OSWALD 1964: 75, 372).

- M.C.R. Se trata de un sigillum con contorno en tabula ansata. Se ha podido desarrollar éste tria nomina debido al hallazgo de sellos de alfarero que indicaban de Marcus Cornelius Reburrus o Reburrinus (BLANCO y JUAN 1996: 148, 150, 151), que comerciaba y fabricaba en Hispania (ROMERO 1984: 111). Se tiene constancia, además, de la vinculación de este fliginario al alfar de Montans, donde pudo adquirir experiencia (Romero et al., 2016: 161, 166, 182, 183), debido a la existencia de un alfarero que se identificaba como REBVRI, un cognomen hispano, en un sigillum en tabula ansata o “cola de milano”, algo frecuente en el alfar de Montans entre los años 30 y 70 d.C. (ROMERO et al. 2016: 166)

- M TR. Podría tratarse del ceramista Marcus Tritiensis o de Maternus Tritiensis, siendo más probable la correspondencia con éste último, cuya presencia se constata en Legio (León), Arcaya (Álava), Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz), entre otros (Mayet 1984: 151, nº 363-367; Beltrán 1990: 115).

- EX OF NO. Seguramente este sigillum corresponde al ceramista indígena Nomus (SÁENZ 1997: 638), cuya actividad se observa en Arenzana de Arriba (La Rioja) (SOLOVERA y GARABITO 1985: 122, nº 19).

- SEMPRO. Respecto al alfarero Sempronius, se trata de una officina que se constata en el centro productor de Tritium Magallum, sin indicar exactamente a qué zona pertenece (SÁENZ 1997: 717, nº 382).

- OF VA PA. Valerius Paternus. Se trata de una asociación de dos alfareros cuya firma fue una “marca de calidad”. El alfarero Valerius fue atestiguado en Bezares, mientras que Paternus lo fue en Tricio. La asociación de los dos alfareros se constató en éste último alfar (SÁENZ 1997: 551) y debió estar activo durante más de una generación (ROMERO y RUIZ 2005: 194).

Desgraciadamente, los sellos recuperados durante las campañas de excavación y de prospección tras el reinicio de las actividades arqueológicas en el enclave, no han aportado la información que nos permita continuar con la investigación de la procedencia a partir del origen de los alfareros. Esto se debe a la fragmentación de los sigilla.

“Uno de los problemas a resolver y no el de menor importancia es el de la aparición de determinados alfareros tanto en Tricio como en Arenzana de Arriba y en Bezares; generalmente son artesanos cuyos productos tienen gran expansión pero no sucede esto en todos los casos; nosotros creemos que este problema está ligado al de la asociación de alfareros, aunque también hay que pensar en el lógico corrimiento de los hornos que al cabo de varias jornadas con altas temperaturas se derrumbarían sus paredes y su reconstrucción no habría de hacerse necesariamente en el mismo lugar.” Solovera y Garabito (1985): 119

Podemos establecer la procedencia de las piezas de terra sigillata hispánica halladas en el yacimiento a través del análisis de las decoraciones. Nos centramos en los motivos circulares, las rosetas, las decoraciones verticales y los motivos zoomorfos para extraer la máxima información.

Los motivos circulares son los que más se repiten en la terra sigillata hispánica (MEZQUÍRIZ 1983: 136), influenciados por las producciones celtibéricas (MEZQUÍRIZ 1961: 131 – 132; SÁENZ 1997: 508; FERNÁNDEZ 2003: 89). Por esta razón son motivos que se repiten en toda la Península Ibérica y, debido a su sencillez, es muy difícil atribuirlos a un alfar en concreto. Ocurre lo mismo con las rosetas, ya que se constatan en todos los centros productores de la península.

Los motivos verticales son una característica propia de la terra sigillata hispánica; se suelen realizar en cuencos de la forma 37, alternando con motivos circulares o como separación entre punzones. Parecen proceder de Tricio, aunque se han recuperado punzones de este tipo de motivos en Bezares y Arenzana de Arriba (SÁENZ 1997: 502).

Respecto a los motivos zoomorfos, hay una gran variedad de ellos, aunque se muestran más esquemáticos y sencillos en época tardía (LÓPEZ 1985: lám. 14, GUTIÉRREZ 2014: 274, 275). En un fragmento recuperado en la unidad de excavación cuatro, se presenta un motivo animal cuadrúpedo, pudiendo ser un perro o una libre, tratándose del primero si en el motivo se apreciase un collar en torno al cuello. El desgaste del punzón con que se realizó la pieza hace imposible la identificación de este zoomorfo.

Como ocurre con los sellos de alfarero, tan sólo podemos acotar la zona de procedencia al área productora de Tritium Magallum debido, sobre todo, a la atribución de los motivos verticales a este territorio.

FASES CONSTRUCTIVAS EN “LA CIUDAD”

Tras el estudio de los materiales hallados en la unidad de excavación número 4, se establecen dos fases constructivas de sus estructuras.

La primera fase se desarrolla entre finales del siglo I d.C. e inicios del siglo II d.C., momento en que se edifica la vivienda, con un primer suelo empedrado y un hogar que se situaría en el centro de la residencia. A finales de esta primera etapa constructiva, se produce el derrumbe de la vivienda, en el tercer tercio del siglo segundo, probablemente causado por un incendio, ya que se han hallado restos vitrificados de las paredes de adobe de la vivienda, indicando que fueron sometidos a altas temperaturas.

La segunda fase constructiva se desarrolla entre mediados y finales de la segunda centuria d.C. Tras el incendio, se allanó la superficie y se construye una nueva vivienda con un suelo empedrado de peor calidad que el de la fase anterior, ya que se asentaba directamente sobre los adobes de la primera construcción.

En el vertedero se documentan también dos fases que coinciden con las identificadas en la zona habitacional, llegando a documentarse el derrumbe de la vivienda de la segunda fase sobre el relleno del vertedero.

Al identificar las diferentes fases constructivas, no podemos evitar la comparación con investigaciones anteriores sobre el yacimiento, destacando el establecimiento de la cronología de la colmatación del foso interior a través del estudio de la terra sigillata hispánica del estrato 3007, situado en la parte superior del relleno del foso. Tras el estudio del contexto cronológico, se concluyó que la colmatación total se produjo en la segunda mitad del siglo II d.C. (PASTOR et al. 2018: 378, 379), argumento apoyado por el hallazgo de una moneda de Adriano datada en los años 124 – 125 d.C. en un nivel inferior, aportando una cronología post quem. Cabe destacar que, la ciudad de Pintia (Padilla de Duero, Valladolid), conectada también por la vía XXVII del Itinierario de Antonino, presenta un foso construido en los siglos III – II a.C., que comienza a utilizarse como vertedero en el siglo I d.C. y que termina totalmente colmatado a finales del siglo II d.C. (SANZ et al. 2010: 19), como ocurrió en “La Ciudad”.

Realizando una comparativa de este estudio anteriormente citado con el presente trabajo, observamos la coincidencia de la colmatación del foso defensivo interno con el inicio de la segunda fase constructiva de la unidad de excavación cuatro. Se manifiesta una abundante actividad durante la primera fase, debido a la gran cantidad de vertidos producidos, tanto en el relleno del foso como en el vertedero de la vivienda. En el momento en que queda totalmente atestado el foso defensivo, se produce el derrumbe de la vivienda de la primera fase, erigiéndose a continuación la estructura de la segunda etapa constructiva. De esta manera, se observa una continuidad entre las diferentes fases, con una diferencia de unos pocos años entre una y otra.

Parece ser que las dos fases se extienden por todo el yacimiento, ya que se observan dos etapas constructivas en la vivienda identificada en la unidad de excavación cinco. A la espera de nuevas investigaciones, se demuestra la pérdida de la necesidad de defensa a partir de la pacificación de Hispania y, consecuencia de ello, de la creación del ius latii (Edicto de Latinidad) por parte de Vespasiano en el año 74 d.C. (BRAVO 2009: 48), viéndose reflejado en una mejora de las ciudades (GARCÍA 1991: 30; BRAVO 2009: 45).

CONCLUSIONES

Los materiales cerámicos estudiados en el presente trabajo fueron recuperados en la Unidad de Excavación 4 del yacimiento de “La Ciudad”, en Paredes de Nava (Palencia), cuyas actividades arqueológicas se desarrollaron durante las campañas de los años 2015 y 2016. Se ha realizado una clasificación tipocronológica de los restos de terra sigillata de cada unidad estratigráfica, identificando dos fases de construcción, tanto en la zona de vertedero como en el espacio doméstico. La primera fase se sitúa entre finales del siglo I d.C. y los primeros decenios del siglo II d.C., momento en que se edifica la primera vivienda y se crea el basurero. Este edificio se derrumba antes de dar comienzo a la segunda fase, que ubica su inicio entre mediados y finales del siglo II d.C., dilatando su cronología hasta el siglo III d.C. En este momento el vertedero sigue activo. Se allana el terreno para la creación de una nueva vivienda, que presenta una calidad inferior a su predecesora de la primera fase constructiva, coincidiendo, además, el inicio de la segunda fase con la colmatación del foso defensivo interno del asentamiento. Las dos fases evidenciadas en la Unidad de Excavación 4, parece que se repiten en la Unidad de Excavación 5, extendiéndose estas dos etapas a todo el asentamiento.

Con total seguridad podemos decir que las piezas de terra sigillata hispánica investigadas proceden del complejo alfarero de Tritium Magallum, teniendo en cuenta la concordancia de colores de barnices y pastas, los sellos de alfarero recuperados hasta la fecha en el yacimiento y la ornamentación de las piezas decoradas. Resulta algo imprudente la verificación del alfar concreto en que se produjeron, ya que pensamos, como indicaron Solovera y Garabito (1985: 119), que los alfareros iban moviéndose de forma independiente o por asociación con otros profesionales de la cerámica, de forma que resulta algo más lógica la presencia de piezas selladas por trabajadores procedentes de las tres localizaciones más relevantes del complejo: Tritium Magallum (Tricio, La Rioja), Bezares (La Rioja) y Arenzana de Arriba (La Rioja).

Lo más probable es que estos productos fueran distribuidos por la vía XXVII del Itinerario de Antonino, pudiendo llegar al asentamiento paredeño a través de esta vía principal o de una vía secundaria, que conectase con ella, como ocurría con la ciudad de Pallantia.

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