Publicado por vez primera en: lista lssi@elistas.net, 16 Junio 2002


Media victoria
Arturo Quirantes Sierra





La LSSI avanza rápidamente. A pesar de la opinión de todos los grupos de la oposición, los votos se suman y quien tiene más decide. Esto, que llamamos habitualmente democracia, se parece más a lo que Rousseau llamó "aristocracia electiva", en la que Nosotros El Pueblo nos limitamos a decir, una vez cada cuatro años, quién queremos que nos mande. Lo que hagan durante esos cuatro años, por desgracia, es algo que queda fuera de nuestro control.

Hace algunos días, una Directiva comunitaria dejaba vía libre para que los estados miembros de la UE legislasen sobre lo que eufemísticamente se denomina retención de datos, y que no es más que la imposición a los operadores de Internet (y también de telefonía, que va todo en el lote) de almacenar todos los datos de tráfico en gigantescos "almacenes de datos" donde quedaría registrada toda la actividad de las comunicaciones de todo ciudadano.

Para los que no estén al tanto, con el término "datos de tráfico" se denominan los datos asociados a una comunicación, pero que excluyen el contenido de ésta. Los aficionados a las aventuras de Sherlock Holmes recordarán cómo, sin siquiera abrir la carta, el famoso detective lograba averiguar gran cantidad de cosas. La letra, el tipo de sobre, el color, el matasellos... todo eso le ayudaba a capturar al criminal.

Imagínense, por tanto, que de cualquier comunicación que hagamos se hiciese una lista con información tal como: nombre y apellidos del remitente y del destinatario, fecha, hora y duración de la comunicación, cuenta corriente usada para la facturación, redes de comunicación empleadas, ubicación geográfica de los interlocutores. No habría necesidad de molestarse en leer la comunicación para hacer un perfil exacto y fiable de la vida del individuo. Las cabeceras de los e-mail mostrarán con quiénes tendemos a relacionarnos. Las direcciones IP visitadas dirán qué preferencias y hábitos de consumo tenemos.

Hace algunas semanas tuve la oportunidad de examinar documentos del ejército republicano durante la Guerra Civil. Encontré una especia de mapa que ligaba las principales estaciones de radio del ejército franquista. Examinando qué estaciones se comunicaban con cuáles, incluso el recluta más negado puede deducir con facilidad cuál es el cuartel general y quién da órdenes a quién, qué estaciones se usan para transmisiones y cuáles se mantienen como reserva. En otro mapa aparecían las transmisiones entre los buques italianos participantes en el conflicto. La mayoría no venían identificados más que con un código numérico. No hacía falta saber el nombre del barco para saber qué hace y con quién habla.

Esa magnífica herramienta de la inteligencia militar es lo que ahora quieren implantarnos en la sociedad civil. En algunos países más descaradamente que otros. En el Reino Unido quieren ampliar el acceso a los datos de tráfico (sin orden judicial siquiera) a multitud de agencias, cuerpos policiales y entidades varias. Desde los ayuntamientos a los gobiernos regionales, desde el ministerio de Agricultura al cuerpo de bomberos local, todos podrán participar del banquete de datos.

No es de extrañar, por tanto, que el presidente Aznar (cuya obsesión por la lucha contra el terrorista alcanza ya niveles de paranoia obsesiva) se haya decidido a incorporar esta herramienta a su arsenal. Sin pestañear, ha hecho incluir a la LSSI una enmienda que le sienta como a un Cristo dos pistolas. Entre consideraciones sobre el spam, los contratos a distancia y las responsabilidades de los operadores, se ordena y manda que este país almacene todos sus datos de tráfico, no vaya a ser que algún juez o policía les quiera echar un vistazo el año que viene.

Al parecer, no acaba de captar el que una cosa es retener datos después de emitida una orden judicial, y otra muy distinta es la de
guardarlo todo de antemano, convirtiéndonos a todos en sospechosos ciudadanos. Por si lee estas líneas, presi, entérese de una vez. Es la misma diferencia entre entrar en una casa con orden judicial y decir "atención, a partir de ahora todo el mundo tendrá que depositar una copia de las llaves de su casa en el ayuntamiento, de esa forma la policía podrá entrar en su casa cuando lo considere oportuno."

¿A que con un símil "de carne y hueso" suena más feo? Pues menos mal que algunos no lo han necesitado, porque tanto los internautas como las operadoras han puesto el grito en el cielo. Y ese grito dice !ya está bien, joder! Y tan fuerte ha sido la protesta colectiva, que hasta el gobierno de la presidencia europea ha tenido que plegar velas. Tras un par de días, han decidido enmendar su enmienda, tocando lo mínimo. Ahora sigue siendo igual de tenebrosa, pero se nos tranquiliza porque se afirma que solamente una orden judicial permitirá echar mano a esos datos.

Puede que Algunos Internautas se tranquilicen con ello. Yo, la verdad, no. Contando con que en ningún sito se definen lo que son "datos de tráfico" -lo que quedará para el reglamento de la ley-, continuando con que las excepciones de orden-público-seguridad-nacional-etcétera formarán los agujeros legales de siempre, y recordando los poderes que se da al flamante Centro Nacional de Inteligencia (léanse eso de los "convenios de cooperación con los cuerpos policiales", por no hablar de nuestros socios anglosajones), la protección real que obtendremos en la práctica será la misma de siempre: cero patatero.

¿Saben? Ya empiezo a estar harto de ser un presunto implicado. En mi último viaje (para ver esos archivos republicanos), la recepcionista del hotel me hizo rellenar una ficha de ciudadanos extranjeros (tachada y sustituida por la de "españoles") y me fotocopió el DNI en mis mismas narices. Cada día tienen que enviar esos papeles a la policía, según dice la ley. En pleno siglo XXI no puedo irme tranquilo ni a un hotel sin que me hagan -literalmente- una ficha policial. Eso sí, la "seguridad" que me vendieron en Renfe como excusa para subirme el precio del billete brillaba por su ausencia.

Por eso me alegro de que, por fin, la prepotencia de nuestro Gran Bigotudo haya quedado frenada en parte. El almacenamiento masivo de datos sigue su curso, pero no llegará al caso inglés, donde un funcionario cualquiera puede acceder a todos los datos de tráfico con una mera "orden administrativa" (¿de qué me sonará a mí eso?). Probablemente acaben aprobando la LSSI, de un modo u otro, pero dos cosas quedarán claras.

Primera. Que la voluntad del Emperador y sus acólitos ha quedado clara. Si había la menor duda, esta patada digital en la puerta ha despertado a los dormidos.

Segunda. Que hay muchas fuerzas opositoras, y no sólo de tipo político. Siempre he sido de la opinión de que una ley sin apoyo de los legislados no es más que papel mojado. Que intenten construir almacenes de datos. Veremos cuánto tardan las operadoras de Internet en decirles que con ellos no cuenten. Probablemente el tiempo justo de alinearse frente al Tribunal Constitucional, con los recursos en la mano.

Alegría pa´l cuerpo, que esto no ha hecho más que empezar. Veinticinco años de democracia para esto. Jodó petaca.



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