Poligrafía,

o arte de escribir en cifra de diferentes modos.

Arreglado a los métodos de varios autores antiguos y modernos.

Con una colección de tintas simpáticas y comunes, el modo de hacer revivir la escritura en los manuscritos antiguos, y de borrar lo escrito quando convenga.

Por D. Francisco de Paula Martí,

Catedrático de Taquigrafía

En Madrid, en la Imprenta de Sancha

Año de 1.808

 

Original: Biblioteca Nacional, signatura 7/162173

Transcripción: Arturo Quirantes Sierra.  Octubre 2003


 

PRÓLOGO

 

La necesidad de un método para escribir las noticias importantes y reservadas, con la seguridad de que sólo pueda leer lo escrito la persona a quien va dirigido, ha sido reconocida desde tiempos muy antiguos.

 

        Sin hablar aquí de la escritura geroglífica de los sacerdotes egipcios, se sabe que los Lacedemonios tenían sus scítalas, y que los Griegos se correspondían alguna veces con pedazos de pergamino rollados sobre palos de un determinado grueso, ajustando las letras según las circunstancias necesarias para hacer comprehender su significación, y es muy probable que los Romanos y los otros pueblos tuviesen también algún método para escribir de modo que sólo pudiese leer lo escrito el que supiese la clave o secreto; en Mabillon se hallan varios exemplos de los medios que fueron puestos en uso, tanto por los Gabinetes, como por los particulares.

 

        El misterio de la escritura en cifra, que no puede ser penetrado sino por los mismos que entienden los signos, descansa sobre una idea muy simple: basta substituir a las letras del alfabeto común unos signos arbitrarios, que no tengan más valor que el de un convenio particular entre los que los emplean, y que no puedan ser entendidos sino por ellos mismos.

 

        Este procedimiento ha sido uno de los más antiguos; pero en los siglos modernos ha llegado a mayor perfección, y ha exercitado la paciencia y sagacidad de varios sabios, y este secreto ha estado aislado por largo tiempo exclusivamente en una secta, que ocultaba cuidadosamente sus procedimientos.  El estudio de este arte tuvo su origen en los misterios cabalísticos, a los quales el vulgo dio una gran importancia, por la imposibilidad que había en penetrarlos.

 

        El Abad Tritemio, Alemán, que parece haber perfeccionado bastantemente este método de escribir, fue el primero que en el siglo diez y seis comenzó a publicarlos, aunque con alguna reserva, por lo qual adquirió tal celebridad, que los reyes y emperadores le consultaban a porfía.  Escribió dos obras, la una con el título de Poligrafía, dividida en seis libros, y la otra mucho más voluminosa con el nombre de Esteganografía.  El P. Kircher, jesuita, y también alemán, uno de los sabios más distinguidos de aquel siglo por los conocimientos en las lenguas, y otros varios, publicaron posteriormente otras obras con el mismo título.

 

        Sea la celebridad que adquirió el Abad Tritemio por sus escritos, o sea la ignorancia o la envidia de algunos de sus contemporáneos, no pudiendo comprender la trama de su invento, fue delatado por sortilegio o magia, y el P. Kircher fue encargado del examen de los fundamentos de su invención, y de ver si podía penetrar sus secretos, el qual hizo ver que su obra no era en el fondo más que un sistema de cifras.

 

        Los procedimientos particulares de Tritemio consisten en representar por una palabra latina entera, cada letra de los extremos de la correspondencia secreta, y en buscar por este medio las palabras representativas, disponiéndolas de tal modo que formasen entre sí un sentido aparente, destinado a cubrir el sentido oculto en la correspondencia.

 

        Trietmio y Kircher intentaron fundar sobre las cifras un sistema de escritura y lengua general, el qual ha servido a algunos autores poligráficos.  A este efecto compusieron dos grandes vocabularios con las palabras de las principales lenguas conocidas; en el primero los diccionarios de las diversas lenguas reunidas en una misma tabla según su orden acostumbrado, y dispuestos en varias colunas, eran llevados a una común serie de nombres, que no se representaban sino en el orden fortuito de su correspondencia alfabética; cada palabra de la serie natural adquiría una especie de valor universal, y había en cada lengua una expresión señalada por la tabla.

 

        En el segundo vocabulario estas mismas palabras estaban dispuestas según las leyes de la sinonimia, de tal manera que cada una de ellas correspondía a todas las que en las otras lenguas expresaban la misma idea: cada palabra encontrándose en esta segunda tabla acompañada de un número que la estaba señalada en la primera, se percibía inmediatamente quál era el nombre que podía anunciar una qualquiera idea en otra lengua extrangera y desconocida; v.gr., la palabra pater, se buscaba en la tabla de los sinónimos, y se ponía la cifra que le correspondía; el que recibía no tenía más que buscar en el diccionario alfabético el término que le había sido indicado, y encontraban la misma coluna pére en francés, father en inglés, water en alemán, padre en español, &c., y así uno de estos vocabularios servía de indicar las cifras con que era preciso escribir, y el otro para traducir estas cifras en la lengua particular a que pertenecían.  [Nota a pie de página: El sistema de Pasigrafía y Pasilalía publicado en Francia últimamente, y que ha sido tan aplaudido, no es otra cosa que la imitación de lo que hicieron estos dos sabios]

 

        La exposición sola de este sistema descubre a primera vista tres grandes inconvenientes que bastan para no ser admitidos.  Primero, se sabe que hay en cada lengua un gran número de palabras que no tiene sinónimos en las demás.  Segundo, la extrema variedad de las leyes gramaticales en las diversas lenguas conocidas, haría estas traducciones inexactísimas, y sujetas a mil equivocaciones.  Tercero, estas cifras no podrían emplearse, ni hacer uso de ellas, sino llevando consigo dos vocabularios muy voluminosos para explicarlas.  Estas son las causas porque jamás se ha hecho uso de este método, aunque por otra parte no dexa de ser muy ingenioso, y cuyo invento ha hecho tanto honor a estos dos grandes hombres.

 

        Siguiendo esta idea general, y tomando otro rumbo diferente, he procurado ver si podría sacarse algún partido de este método, y efectivamente, a fuerza de trabajo y estudio he logrado el simplificarle, de modo que lo he dexado reducido a treinta y tres tablas, por lo que escribiendo en una sola lengua, se lee en todas las demás conocidas en Europa, sin necesidad de traducción, sólo con que cada qual entienda su lengua nativa por principios, cuyo método sería de grande utilidad, particularmente al comercio; pero no me es posible por ahora darle al público por lo costosa que sería la impresión, y por otras causas además.  Aquí sólo trataré, para la inteligencia de los curiosos que carezcan de estas noticias, de varios métodos de correspondencia en cifra, y ocultos, de los más ingeniosos, desechando los triviales y pueriles, incluyendo a mismo efecto al fin de este tratado varias tintas simpáticas que pueden servir al mismo efecto, y para la diversión de los aficionados y curiosos en estas materias, y algunas recetas de tinta común de las mejores; el modo de borrar la escritura, y hacer revivir los caracteres de los manuscritos antiguos borrados por el tiempo.

 

        No creo sea necesario probar si el uso de la escritura en cifra es necesario e importante en algunas ocasiones; bastará sólo insinuar, que por no haber hecho uso de él han perdido muchos su honor; ha habido crueles asesinatos; se han trastornado útiles proyectos, y se han arruinado reynos enteros.

 

        En este tratado hay varios métodos diferentes todos igualmente indescifrables, aún hasta para los mismos que sepan las circunstancias particulares de su uso, y cada qual podrá tomar un método desconocido a los demás, aunque sea sin variar la forma de los signos.

 

 

ARTE DE ESCRIBIR EN CIFRA

PRIMERA PARTE

 

Las figuras de las letras del alfabeto común, ni de ningún otro, nada significan por sí solas sino con respecto al valor que se las ha dado por un convenio general.

 

        Siendo esto así, como no puede dudarse, todo convenio particular entre dos personas, o en corto número de individuos, constituye una correspondencia secreta, o una escritura en cifra, inteligible sólo a aquellos que han convenido en el diferente valor que puede darse a las mismas letras del alfabeto común, o a otros qualquier signos que se invente cada uno a su fantasía; y así es que si entre dos convienen en que la a es p, la m, r la s, h &c., sin embargo de que todos conocen la figura de estas letras ignorando el valor que se las ha dado, nada podrán entender, al paso que para los que hicieron el convenio la escritura será clara y legible.

 

        No hay una precisión, para conseguir el efecto, de que este trastorno sea general en todas las letras del alfabeto, pues basta sólo con que algunas muden de valor para que no pueda leerse con facilidad lo escrito; sin embargo nunca será tan difícil de descifrar como si todas estuviesen trastornadas, porque es más fácil de adivinar la significación de ocho, por exemplo, que se hayan variado, que si esta variación es de todo el alfabeto, y particularmente sino se tiene el cuidado de que estas sean las más usuales, pues la dificultad se aumenta al paso de que se hallan más veces repetidas.  Contrayéndome pues a lo que acabo de decir, lo mismo es escribir con los signos conocidos, quando se les ha mudado su valor, que con otros inventados al arbitrio de cada uno, o con las letras del alfabeto árabe, griego, &c., siempre que se use del mismo medio; sin embargo, para escribir en cifra parece que se aumenta más la dificultad de poderse leer, quando se usan signos imaginarios, y que no tengan ninguna conexión con los usuales; y como no todos tienen idea, o suficiente paciencia par inventar los veinte y tres signos [Nota al pie: En estos mismos alfabetos, la b y la v consonante tienen el mismo valor, se suprime la k, se pone un signo para la ñ, y la y griega se suple con la latina] que con necesarios para escribir qualquier asunto, de modo que no puedan equivocarse unos con otros, y que al mismo tiempo sean sencillos y fáciles de executar, pondré aquí cinco alfabetos, para que cada qual tome el que quiera, o de todos se forme uno a su gusto, escogiendo las cifras que más le acomoden.  Véase la lám. 1ª.

 

        Además de lo dicho, pueden formarse con estos cinco alfabetos un número considerable mezclando las cifras de los unos con las de los otros, y dando a cada una el valor de la letra que se quiera, y de cada una de estas combinaciones formar luego una tabla con sesenta y nueve alfabetos diferentes, no siendo más que veinte y tres los signos.

 

MODO DE FORMAR LA TABLA.

 

        Para conseguir esto es necesario formar un quadro equilátero, y dividir cada lado en veinte y tres partes iguales, tirando luego de punto a punto otras tantas líneas verticales y orizontales, de que resultarán 529 casillas para colocar otras tantas cifras, según lo demuestra la lám 2ª.

 

        Esta tabla de combinación se forma empezando a escribir en la primera línea orizontal superior de casillas el alfabeto que se haya elegido, colocando dentro de cada una por su orden un signo; quando estén llenas las veinte y tres de la primera línea, se pasa a la segunda, y se repite en la primera casilla el último signo con que se concluyó, y después de éste el primero con que se empezó en la primera línea, siguiendo su orden hasta llenarlas todas, de lo que resultará que falta que poner el último signo del primer alfabeto; pero éste no se pone el primero en la tercer línea, sino que se repite el último, y el que faltó se pone el segundo, y el tercero que se escribe es el que se puso el primero en la primera línea; cuyo orden se sigue sucesivamente hasta llenar todos los quadritos de la tabla, y se notará que el primer signo de la primera línea es el último de la inferior.

 

        De esta combinación, como queda dicho, resultan sesenta y nueve alfabetos, todos diferentes, con solos veinte y tres signos, en esta forma: en cada una de las líneas orizontales, siguiendo el orden natural de izquierda a derecha, veinte y tres; siguiendo el orden inverso, esto es, de derecha a izquierda, veinte y tres; y baxando verticalmente desde las casillas superiores a las inferiores, otros veinte y tres; que entre todos son sesenta y nueve.  La razón porque no son veinte y tres por cada lado, como parecía regular, es porque los alfabetos de las colunas verticales son iguales a las de las orizontales, siguiendo el orden de izquierda a derecha, por cuya razón se hallan en blanco todas las casillas del lado inferior de la tabla.

 

        Después de llenar todas las casillas de la tabla, se tiran dos líneas separadas, a la distancia misma de las que las forman.  En cada uno de los tres lados, y en la división más inmediata a los signos se repite al frente de cada uno la vocal a, para dar a entender que por qualquier parte que quiera empezarse, ya sea en el orden natural o inverso, o ya baxando, el signo más inmediato a dicha letra tiene su valor, y que las demás siguen por aquella dirección el orden alfabético.

 

        En las segundas divisiones, y al frente de cada casilla se colocan las letras del alfabeto por el orden fortuito que guardan comúnmente, lo qual debe entenderse de este modo: en la parte superior de la tabla el alfabeto sigue el orden natural, para dar a entender que en el mismo orden están concebidos los veinte y tres signos orizontales.  Al lado izquierdo está puesto verticalmente y por su orden el alfabeto, y al derecho desde baxo arriba, cuyo orden mismo siguen los alfabetos en cifra, baxando o subiendo.

 

        A las márgenes de los tres lados y al frente de cada línea se pone un número, empezando desde el 1 al 69, para dar a conocer el alfabeto que rige la correspondencia; pero estos números no es necesario si no se quiere, que guarden orden, y se pueden poner alternados, o como guste disponerlos el que haya de hacer uso de la tabla, lo qual contribuye también a la mayor imposibilidad de adivinar la clave. [Nota a pie de página: obsérvese con cuidado la disposición en que está formada la tabla lám. 2., y se conocerá la facilidad con que puede variarse la correspondencia hasta lo infinito]

 

MODO DE ENTENDER Y USAR DE ESTA tabla.

 

        Por medio de una tabla dispuesta en la forma que acabo de explicar, y según se manifiesta en la lám. 2ª, se puede tener correspondencia con sesenta y nueve personas sin variar de signos, y sin que las unas puedan leer lo que se les escribe a las otras; u otras tantas contestaciones diferentes con un mismo sugeto.

 

        El modo de servirse de ella es eligiendo el alfabeto que más acomoda, cuyo número se pone en la parte superior de la carta, y copiándole en un papel separado se le remite al sugeto con quien se haya de tener la correspondencia.  Esto se entiende en el caso de querer que unos mismos signos sirvan para muchos, y que los unos no puedan leer lo que se escribe a los otros; pues si se quiere tener una correspondencia entre dos solos, y cada vez mudar la clave, es necesario copiar dos tablas con exactitud, para cada qual la suya.  En este último caso, antes de principiar la carta, o después de concluida, se pone el número del alfabeto que le sirvió de régimen, y el que recibe al ver el número le busca en su tabla, y por el que le fue indicado lee el contenido: v. gr., ve en la carta puesto el nº 23, va a buscarle a la tabla, y halla que es el alfabeto orizontal primero siguiendo de izquierda a derecha; ve el 47, y halla que es la misma línea siguiendo el orden contrario; ve el 27, el quarto alfabeto vertical de arriba abaxo; ve el 53, el séptimo idem de derecha izquierda, &c.

 

        Este método es uno de los más sencillos, más variados, y más difíciles de descifrar, y con los cinco alfabetos imaginarios de la tabla primera se pueden formar infinitas tablas.

 

OTRO MODO DE CORRESPONDENCIA

en cifra que se usa de las letras del alfabeto común dexándolas su propio valor.

 

        Hay dos clases de correspondencia secreta en que se usa de las letras del alfabeto que se las da generalmente, las quales aunque varían en lo materia, vienen a ser en lo esencial una misma; pero necesitan de mucho ingenio si se han de sostener debidamente, y guardar las reglas que se propuso su inventor.

 

        Su trama se reduce a que baxo un sentido aparente se oculte el secreto.  Para lograr esto escriben en un papel separado la noticia secreta, y luego van formando el contenido aparente repartiendo las letras del secreto, y colocándolas cada dos, trea, Quatro, &c., interpoladas con las otras.  Esta es la primera clase.  En la segunda, guardando el mismo orden, se interpolan las palabras en lugar de las letras; si esto se hace con el primor que se requiere, es sin duda muy difícil de descifrar, y aún de conocer que el papel encierra misterio; pero hay pocos que tengan suficiente paciencia para escribirlo confirme se debe, y se contentan con amontonar una porción de palabras sin coordinación ni sentido, con lo qual dan a entender la idea que llevan a primera vista, y que la carta contiene secreto.

 

        Los que tratan de corresponderse por este medio, convienen para poderse entender, de quantas en quantas letras o palabras se han de poner las que sirven al intento, y luego las separan en un papel aparte para poderlo leer.

 

EXEMPLO DE LA PRIMERA CLASE, cada tercera letra

 

        "Fuese sin tí la Petra a París, dixeron ellos, y sin ver el erege de Moz, ese reo infiel.  El es perro, cada día obra mal: clama su estrella, y resiste (ten esto por embrollo), él no come !hazaña galana!  Se afana, se lastima, y bayla, !Deliciosa scena!"

 

        Si se cuentan las letras de tres en tres, y se escribe aparte cada tercera, se hallará que dicen reunidas:

 

        "Esta tarde nos veremos en el prado; a las seis te espero, no hagas falta.  A Dios."

 

        Aquí se hallará que sobra una n; pero se ve claramente que sobra, y que sólo se ha puesto para concluir la última palabra, lo que nada importa siempre que no confunda el sentido, aún quando haya que añadir dos o tres palabras más.

 

EXEMPLO DE LA SEGUNDA CLASE,

que en lugar de letras son palabras por el orden anterior.

 

        "Amigo mío: Si es que Vm. al presente tiene falta de dinero pronto se le enviaré y estimaré, si es que puede hacerlo, me proporcione y remita garbanzos con algún arriero, cuyo auxilio necesitamos aquí porque faltan legumbres; me dicen no hallo cosa barata; sin duda; pues un pimiento cuesta quarto y medio, y eso que no son gordos.

        Quisiera que sin pedir, ni dar nada a entender a mis padres, mi primo y hermano lograrán licencia.  Quien pudiera conseguírsela ha hablado más de dos veces; creer y esperar que buenamente quieran he discurrido es malgastado el tiempo.

        El criado bribón que yo antes tenía se fue y me robó; este de ahora Vm. le conoce; seguro es, pues que habrá aun apenas ocho días cobré y se lo entregué, lo llevó, y hallé sin la menor falta el dinero.

        Al tío Pedro que si puede me envíe algo.  Diga a Juana que todo lo , y que lo celebro.  Ya entregué el caxon y la carta.  Perdone, y disimulad la satisfacción y confianza, y mande a quien es su más íntimo amigo, y seguro servidor.

Q.S.M.B. &c."                 

 

        Las terceras palabras de esta carta reunidas contienen el sentido secreto que dice:

 

        "Si Vm. tiene dinero, le estimaré que me remita algún auxilio, porque me hallo sin un quarto, y no quisiera pedir nada a mi hermano, quien ha de creer que he malgastado el que tenía; y esté Vm. seguro que apenas cobre lo llevo sin falta al que me diga que se lo entregue, y perdone la confianza a su amigo"

Q.S.M.B."                 

 

        Estas dos clases pueden variarse de muchos modos, que además de facilitar el sentido aparente, y hacer que guarde más coordinación, las hacen más difíciles de descifrar.  Esto se consigue no guardando orden en la alternativa de las letras o palabras; es decir, que así como en los exemplos anteriores es preciso entresacar para leer el contenido secreto, en el primero de cada tres en tres letras la última, y en el segundo por el mismo orden las palabras, se pueden también disponer de la forma siguiente:

 

        Supongamos que los ceros son las palabras o letras que contienen el secreto, y que los números son las que se añaden para formar el sentido aparente.

 

        1,2,0 - 1,2,3,0 - 1,2,3,4,0; y luego vuelve de nuevo a contarse 1.2.0; 1.2.3.0; 1.2.3.4.0; lo qual se prosigue repitiendo hasta concluir el contenido secreto.

 

        De otro modo: 0,2,0; 0,2,3,0; 1,2,0,4,0; y volviéndolo a repetir progresivamente lo mismo que arriba.

 

        A este tenor se pueden hacer muchas variaciones, sólo inteligibles a aquellos que se hayan convenido en la clave.

 

MÉTODO DE LA REJUELA

 

        El método de la rejuela es parecido a los anteriores; pero con la diferencia que no guarda orden en el número de palabras ni letras, ni está tampoco sujeto a lo que los otros, en que es preciso que sea solamente o lo uno o lo otro; en este cabe todo el arbitrio que quiera proponerse el que lo execute.

 

        Para que esto salga con todo el primor que se requiere, lo primero es mandar cortar quatro o cinco manos de papel todas juntas, para escribir las cartas en este papel, que es preciso tenga un mismo tamaño indispensablemente, pues de lo contrario sería imposible adivinar lo que se escribiese en el contenido secreto.

 

        De este papel, cortado en la forma que acabo de insinuar, se toma medio pliego, y doblado según se halla, se pauta la cara de encima de la primera quartilla, y sobre las rayas se señalan, sin guardar orden en las distancias ni en el tamaño de los huecos, los parages necesarios para intercalar el contenido secreto, los quales se cortan con una cuchillita o con la punta del cortaplumas, sobre una tabla, de modo que ambas quartillas queden igualmente taladradas; luego se parten, y cada qual se lleva una de estas quartillas, y la mitad del papel que se cortó para seguir la correspondencia.

 

        Quando haya necesidad de hacer uso de ella, se pone la quartilla ajustada exactamente sobre el papel que se ha de remitir, y para que no se separe se prende con dos alfileres, uno abaxo y otro arriba; puesto en esta forma, se escribe por los agujeros lo que se quiere; se levanta luego el papel que sirvió de rejuela, quitando los alfileres y se llenan los huecos que quedaron en blanco, procurando que el contenido aparente de la carta forme algún sentido para quitar toda sospecha.

 

        Para poder leer este papel el que recibe, no tiene más que hacer otra cosa, sino colocar la quartilla o rejuela sobre la carta, con lo que cubre toda la escritura aparente, y por los huecos o agujeros lee clara y distintamente el sentido secreto.  Véase a este efecto la lám. 3ª.

 

        Sin embargo de que los dos métodos anteriores son difíciles de leer sino por aquellos que hicieron el convenio, no obstante si se sabe o se recela que pueden contener asunto secreto, sabiendo el modo con que están concebidos a fuerza de pruebas, y de entresacar letras o palabras quizá podrán la fin hallar el contenido oculto; pero este último es absolutamente imposible de adivinar sin tener la misma rejuela que sirvió de norma.

 

CORRESPONDENCIA TIPOGRÁFICA

 

        Llámase este método tipográfico, porque para corresponderse de este modo se valen de exemplares impresos.  Este es el medio más fácil y seguro de quantos puedan hallarse, aunque es un poco impertinente para escribir; pero no lo es para leer.  Todo él se reduce a buscar obras o tomos sueltos de una misma impresión, y de la lengua en que haya de ser la correspondencia; circunstancia precisa, sin la qual es imposible conseguir el fin.

 

        Supuestas estas circunstancias, y no siendo preciso limitarse a tal o tal obra, se buscan, por exemplo, dos exemplares de las Conversaciones de Lauriso Traquiense, traducidas del italiano, de la edición impresa en la imprenta Real el año de 1798; o el Quixote, o la Historia de España de Mariana, &c. &c., siempre que, como he dicho, sean de una misma impresión.  Cada uno de los dos que han de seguir la correspondencia se lleva un exemplar, y usan de él en esta forma.

 

        Lo primero se escribe el borrador del contenido, y después se toma el tomo que sirve de norma, y se busca la primera palabra en qualquiera hoja que se halle indiferentemente, y quando se encuentra se pone primero, el número de la página, segundo, se cuentan las líneas, y se pone el número de ellas; tercero, se cuentan las palabras, y se pone el número de a quantas se halla la que sirve.  Estas tres cantidades se juntan en un grupo, de modo que formen una sola cantidad, pero se dividen por medio de una coma, para que no se confunda al tiempo de leer el que recibe: v. gr. se quiere escribir las razones que aquí expongo.  Se busca en el libro la palabra las, la qual se halló en la página segunda, en la línea sexta, y es la quarta palabra de ella, y se pone 2, 6, 4.  Se pasa luego a buscar razones, y se encuentra en la página ochenta, línea décima, palabra octava, se escribe: 80, 10, 8.  Que, en la pag. primera, línea segunda, palabra tercera: 1, 2, 3 aquí, en la pag. veinte, línea doce, palabra segunda: 20, 12, 2 expongo, en la pag. ciento veinte y cinco, línea diez y ocho, palabra nueve: 125, 18, 9.  Se cierra el papel, y se remite.

 

        El que recibe halla en él: 2,6,4 - 80.10,1 - 1,2,3 - 20,12,2 - 125,18,9; busca el tomo que sirve de régimen, busca por su orden las páginas, líneas y palabras, y las va escribiendo sucesivamente en otro papel, y halla que dicen reunidas, las razones que aquí expongo.

 

        Si la obra que se escoge para este efecto consta de dos, tres, o más tomos, en la margen superior del papel, y parage en que se pone comúnmente la fecha, se pone el número del tomo, sólo y sin otra insinuación alguna, pues esto solo basta para comprenderse.

 

        Por el resultado de esta operación se ve claramente, que aunque se extravíe o sorprenda un papel de esta clase, jamás podrá adivinarse lo que contiene; pues en él no encontrarán más que una porción de cantidades puestas en guarismo, que nada significan por sí mismas sino con respecto a los parages que indican, y n sabiendo precisamente el libro que las contiene, su tamaño, y la edición que es, jamás podrá leerse, aún quando se sepan los medios de que se valió el que lo remite.

 

        Este género de correspondencia secreta es la mejor y más segura que pudieran usar en los Gabinetes, pues además de ser impenetrable, puede variarse al infinito.  Me consta que en algunos suelen usar de ella alguna vez, pero no siempre lo permiten las circunstancias, pues en algunas ocasiones hay la precisión de tener que enviar de pronto un correo, y esta brevedad es incompatible con el modo que se emplea para escribir en esta forma, además de las otras circunstancias preliminares que esto exige.  El método que usan generalmente tiene mucha conexión con éste; pero es mucho más expedito, y tiene, como él, en varios Gabinetes la circunstancia de no poder ser descifrado.

 

        Aunque hay otros muchos métodos de que suele usar el vulgo, no me parece oportuno insertarlos en este lugar, lo primero por ser sus invenciones demasiado pueriles, y lo segundo porque me he propuesto sólo dar en este corto tratados mejores, más difíciles de descifrar, y los menos comunes; a cuyo efecto pondré el siguiente, que es enteramente nuevo, fácil de usar, e imposible de descifrar para los que no sepan la clave por donde es escribió.

 

        Este se reduce a emplear el alfabeto que está demostrado en la lám. 4ª, no precisamente como allí se halla si no se quiere, pues en esto hay el arbitrio de variar el valor de los signos, y el de formar una tabla de combinación igual a la de la lám 2ª, con sola la diferencia que las vocales no deben entrar como en aquella, y que de éstas se forma una segunda tabla, resultando que de la primera, esto es, que en la de las consonantes saldrán 54 combinaciones, y en la de las vocales 15; cuyas dos tablas, exactamente copiadas debe tener cada uno de los que hayan de seguir la correspondencia.

 

        El que escribe elige en cada tabla la combinación que más le acomoda, y de las dos forma su alfabeto, y antes de empezar, el contenido, pone en la margen superior los números correspondientes a las combinaciones que eligió, formando un mismo cuerpo y sólo dividiéndolos con una coma, para el régimen e inteligencia del que recibe.

 

        En este método las vocales pueden ir enlazadas a las consonantes, o separada de ellas; pero si unas veces van unidas y otras separadas alternativamente, es mucho más difícil el poder descifrar lo que se escriba, por ser opuesto a las reglas prescritas en el arte de descifrar, a causa de que con esta variación se aumenta el número de las figuras de los signos, y por tanto es el modo mejor.

 

        Al unir las vocales a las consonantes, en los casos que se halle por conveniente, es necesario advertir que sólo puede ser en la parte inferior, pues de lo contrario resultaría alguna confusión, y es necesario evitarla a fin de que la escritura quede clara y legible.

 

        Este género de cifra es susceptible de todo el rigor de la ortografía; pero las vocales que deban acentuarse, se deben escribir separadas, y sin que se enlacen en estos casos a ninguna consonante, y en lugar del acento que se pone comúnmente se hace un punto.  Los demás signos ortográficos son los mismos que los de la escritura común, sólo que deben estar algo separados de la palabra, y el tercio de la distancia del blanco que se dexa entre una y otra; para cuya inteligencia puede observarse el exemplo de la lám 4ª.

 

        Hasta ahora he tratado de varios métodos de correspondencia secreta que son ocultos para los que ignoran las claves; pero se ve un papel, aunque ininteligible, escrito ya en carateres comunes, o ya en signos imaginarios; hay otra clase de correspondencia también, cuyo escrito es invisible, pero que aparece quando se quiere leer, y del qual trataré en esta segunda parte.

 

 

ARTE DE ESCRIBIR EN CIFRA

SEGUNDA PARTE

 

Este segundo género de escritura se llama oculta, porque el papel se presenta en blanco, y sin que la vista perciba lo que hay en él, y por lo mismo no es necesario usar de otros caracteres que de los comunes, sin embargo de que algunos además de esta circunstancia, han empleado también los caracteres imaginarios, por si la casualidad hacía que se hallase el secreto de descubrir el contenido.

 

        Esta escritura resulta de los efectos de las tintas simpáticas, de las quales hay de dos géneros diferentes en quanto a sus efectos: las unas aparecen por medio de un segundo agente, pero una vez descubiertas no vuelven a borrarse; las otras tienen la propiedad de aparecer quando se quiere leer el contenido, y volver a desaparecer después de haberle leído quantas veces se quiera.

 

TINTAS SIMPÁTICAS QUE APARECEN

y no vuelven a desaparecer.

 

 

PRIMERA

 

        Se toma una agalla fina, se la quebranta, se pone en infusión por espacio de hora y media o dos horas en una xícara o vaso con un dedo de agua común; o si no, se escoge una agalla gorda y bien sólida, y se la hace un agujero o concavidad de quatro o cinco líneas de diámetro, y se llena de agua, dexándola en esta forma por el tiempo que queda dicho.  Se corta una pluma nueva, y se moja en el agua de la agalla (que sirve de tintero), o en la infusión arriba dicha, para escribir lo que se quiera sobre un papel que tanga suficiente cola para no calarse.

 

        El papel escrito de este modo queda tan blanco, que apenas se seca nada se percibe en él, y quando se quiera que aparezca lo escrito, no se hace más que disolver en agua un poco de vitriolo común, mojar una espongita y pasarla por encoma del papel, y al instante se verán aparecer los caracteres tan negros como si se hubiesen escrito con tinta.

 

        Quando se haga uso de esta clase de tinta simpática, y aún de quasi todas las demás para el efecto de correspondencia, es necesario, a fin de quitar toda sospecha, escribir en la primera quartilla de la carta con tinta común, un qualquiera asunto indiferente, y en la otra quartilla el secreto, pues remitir un papel todo blanco hace inmediatamente recelar el misterio que encierra.

 

SEGUNDA

 

        Con esta misma infusión de la agalla, o llámese ácido gállico, se hace una operación que admira a los que ignoran el secreto, y que puede servir con mucha ventaja para una correspondencia secreta.  Se escribe primero, según dexo dicho, una carta, y después de seco, se escribe con otra tinta (que diré) encima de las mismas líneas otro asunto diferente, se pasa la esponja mojada con la disolución del vitriolo, y desaparece la escritura de encima, cuyos caracteres eran visibles, y aparece la de los invisibles.

 

        Para lograr este efecto se toma paja de avena, se quema, y de su carbón, molido al agua en una piedra de moler colores, se hace una tinta negra y hermosa añadiéndole un poco de agua de goma arábiga poco cargada, y en quanto pueda sostener dicha tinta sobre el papel, la qual al pasar la esponja por encima del papel la arrastra y se la lleva tras de sí, quedando lo que se escribió con el ácido gállico tan negro como lo que arrebató la esponja.

 

TERCERA

 

        Se disuelve un escrúpulo de muriate de amoníaco en dos onzas de agua pura común; se escribe con esta solución sobre papel que no e cale, y luego que se seca queda invisible.  Quando se quiera que aparezca la escritura se calienta al fuego, o se pasa por encima de lo escrito una plancha caliente.

 

QUARTA

 

        Disuélvase en ácido nítrico muriático (agua regia) una corta porción de oro, y debilítese con cinco o seis veces otra tanta cantidad de agua común como se puso de ácido para hacer la disolución; hágase luego disolver aparte con el mismo ácido estaño fino, y quando el disolvente esté muy cargado del estaño, se añade otra tanta cantidad de agua, también común.

 

        Escríbase con la disolución del oro, y déxese secar a la sombra, con lo qual desaparece enteramente la escritura, la que permanece en este estado estando al ayre libre, por espacio de siete u ocho horas; pero si se guarda del ayre no se ve hasta pasados algunos días.  Si se quiere que aparezca en el momento que se quiera, se moja, un pincelito en la disolución del estaño,y se pasa por encima de lo escrito, el qual se vuelve de color de púrpura.

 

        Esto puede borrarse con el ácido nítrico-muriático debilitado, y hacer que aparezca [por] segunda vez, con volver a pasar el pincel mojado con la disolución del estaño.

 

QUINTA

 

        Escribiendo con la misma disolución del oro en ácido nítrico-muriático, y en los términos que se dixo en la anterior, esto es, debilitado con agua común hasta que no manche el papel, y seco a la sombra, si se tiene el cuidado de cerrar lo que se escriba inmediatamente que se seque dentro de una carpeta, de modo que no tenga comunicación con el ayre libre, permanece la escritura invisible por espacio de dos meses, y apenas se expone al ayre empieza a aparecer, sin necesidad de hacer ninguna otra operación, y al cabo de una hora queda la tinta de un hermoso morado obscuro.

 

SEXTA

 

        Se disuelve plata fina en ácido nitroso, y se debilita con agua de lluvia, destilada en los mismos términos que se dixo de la disolución del oro.  Se escribe con esta disolución y queda invisible, conservándose en la misma forma por espacio de tres o quatro meses si se tiene bien cerrada; pero exponiéndola a los rayos del sol por el tiempo de una hora, los caracteres se vuelven de color de pizarra.

 

SEPTIMA

 

        Escribiendo sobre papel con qualquier zumo ácido no colorido, v. gr., con el zumo de limón, en secándose queda la escritura invisible, y quando se quiera que aparezca se calienta el papel a la lumbre, y en el momento se vuelve negra.

 

OCTAVA

 

        Todos los jugos de las frutas que son glutinosos y no coloridos, igualmente los de las plantas, la leche de los animales, y otros licores crasos y vizcosos, escribiendo con ellos forman una escritura invisible, que aparece echando sobre el papel polvos negros muy sutiles, y moviéndole como quando se echan polvos de la salvadera para que no se borre lo escrito.  Los más aparentes son los polvos del marfil quemado, y en su defecto los de carbón de sarmiento o de sauco.

 

NOVENA

 

        Tómese un matras [matraz], o una redoma de vidrio a falta de él, y échense cinco o seis onzas de ácido acetoso (vinagre destilado) y una onza de litargirio o minio, a digerir por espacio de cinco a seis días, o de ocho horas sobre un baño de arena muy suave; luego se saca, se dexa enfriar y reposar hasta que esté el licor bien claro, se saca por decantación, y si no quedase claro fíltrese por un papel, y consérvese en un frasquito bien tapado.  Este es el vinagre de saturno, que ahora se nombra acetite de plomo.

 

        En otra vasija de vidrio capaz de contener un azumbre, échese media de agua común, dos onzas de cal viva, y una de oropimente en polvo, y póngase a digerir sobre el baño suave de arena por espacio de ocho horas, meneándolo de tanto en tanto con un palo, sáquese luego, y déxese reposar hasta tanto que el licor esté bien claro, y sáquese por decantación; si quedase turbio fíltrese como el anterior.  Este licor se llama hígado de arsénico, y tiene un color amarillo claro; se echa en una botella, y se guarda en un parage que esté lo bastante separado del primero, pues de lo contrario se echarían a perder, y no podrían servir para el efecto.

 

        Estos dos licores producen unos efectos tan maravillosos que parecen cosa de magia.

 

        Se corta una pluma nueva, y se escribe sobre un papel con el acetite de plomo, cuya escritura queda invisible hasta que se quiera que aparezca, y entonces se ponen tres o quatro hojas de otro papel blanco encima del que se escribió, y mojando en el hígado de arsénico una espongita, o en su defecto las barbas de una pluma, se pasa por encima de la primera hoja, e inmediatamente el papel que está debaxo presenta la escritura tan negra como si se hubiese usado de la tinta común.

 

        Este mismo efecto le produce aunque se interponga media resma de papel mojando la hoja de encima con el hígado de arsénico, y poniendo debaxo lo escrito con el acetite de plomo; pero en este caso es necesario mantenerlo cargado con algún libro, o cosa semejante por espacio de un quarto de hora o algo más, y al cabo de dicho tiempo aparece la escritura tan negra como queda dicho, sin que en todo el resto del papel quede la más leve mancha.

 

DECIMA

 

        Disuélvase bismut en ácido nitroso, y escríbase con esta disolución debilitada con agua común, cuyos caracteres quedarán invisibles.  Quando se pretenda que aparezca lo escrito, se pondrá el papel al vapor del hígado de azufre, que es una mezcla del álkali fixo, y azufre, y la escritura aparecerá negra en el momento.

 

        Estos vapores son tan delicados y activos que pueden producir el mismo efecto atravesando media resma de papel, poniendo encima de ella el papel escrito, y el hígado de azufre debaxo de ella.

 

TINTAS SIMPÁTICAS QUE APARECEN

y desaparecen varias veces.

 

 

PRIMERA

 

        Muchos licores salinos, tales como los producidos de los ácidos minerales, el vitriólico, el nitroso, el marino, debilitados con el agua común, o el álkali fixo vegetal, o el vinagre destilado, son muy propios para hacer tintas simpáticas de esta especie.

 

        Quando se hace uso de un papel que tanga buena cola, y que los licores salinos que se emplean a este efecto estén bien debilitados, por exemplo, a una onza de agua fuerte común, tres onzas de agua, la escritura después de seca queda invisible; en mojando el papel aparece legible, y quando se seca vuelve a desaparecer, lo que sucede hasta tres o quatro veces.

 

SEGUNDA

 

        Haciendo disolver un poco del azul llamado safra en agua regia, ayudado con un calor moderado, en una vasija de vidrio, se dexa reposar y se saca por decantación, cuya operación se repite por tres veces, pasando el licor de una vasija a otra.  Luego se le debilita con una cantidad de agua proporcionada para que no dexe señal en el papel ni le corroa.

 

        Lo que se escribe con esta solución queda invisible, y quando se quiere que aparezca se expone a los rayos del sol, o se calienta a la lumbre, y entonces la escritura se ve de un color verde hermoso, el qual va desapareciendo al paso que se va enfriando, y vuelve a presentarse de nuevo quantas veces se calienta; pero es necesario tener la precaución de no calentarlo demasiado, porque entonces ya no vuelve a desaparecer.

 

TERCERA

Tinta simpática de M. Hellot

 

        Esta es sin disputa la tinta más selecta de quantas ha descubierto la química, y además de ser muy  a propósito para una correspondencia secreta, lo es también para diversión de los curiosos, que pueden hacer con ella mil juguetes divertidos, pintar países, figuras, &c., presentando un papel en blanco, y haciendo aparecer y desaparecer a su voluntad estos objetos.  Se compone del modo siguiente, según los experimentos de M. Hellot, su inventor.

 

        Se toma una onza de mineral de cobalto [Nota a pie de página: El mejor viene de Saxonia, y se conoce quando mirándole a mucha luz, se ven sobre la superficie pedacitos y algunas eflorescencias de color de lila, y un tornasol que imita al del cuello de la paloma; también se saca de las minas que hay en Aragón], se pulveriza groseramente, y se echa en un matras [matraz] de vidrio con dos onzas y media de agua fuerte, mezclada con igual cantidad de agua; se dexa pasar la primera ebullición del disolvente, y luego se coloca el matras sobre un baño de arena muy suave, hasta que se vea que ya no levanta ampollitas, y entonces se aumenta el calor para que hierva un quarto de hora.  Si el cobalto es bueno, tomará el licor un color de cerbeza subido; éste se dexa enfriar y se saca por decantación, repitiendo la operación dos o tres veces hasta que quede claro; pero no puede filtrarse.

 

        Esta disolución con una onza de sal marina muy blanca, se echa otra vez en el matras, se coloca sobre el baño de arena para que se disuelva, meneándola con una espátula de madera o un tubo de vidrio hasta que se evapore todo el licor y quede la sal pura; lo qual debe hacerse al ayre libre, y no en pieza cerrada, porque los vapores podrían producir malas consecuencias, lo que puede evitarse haciendo de una vez poca cantidad, tal como la que aquí se propone.

 

        Se debe procurar el no sacar enteramente la humedad de la sal, porque si se la quiera apurar mucho perderá un hermoso color de esmeralda, que toma al paso que se va secando, y pasará al de un amarillo puerco, y entonces ya no sirve.  Esta sal después de fría se queda de color de rosa; en este estado se mete en una vasija de vidrio más larga que ancha, v. gr., en una curcubita, con siete u ocho veces igual cantidad de agua, y se dexa disolver poco a poco sobre un baño de arena muy suave.  Esta agua tomará un hermoso color de lila, la qual se saca por decantación, y se conserva en una botellita bien rapada.

 

        En el fondo de la vasija donde se hizo la disolución de la sal quedará un polvo, que si es blanco de nada sirve; pero si conserva algún color, se le vuelve a echar un poco de agua para acabar de hacer la disolución completamente, y extraer toda la parte colorante, cuya agua se mezcla con la primera que se echó en la botellita.

 

        Quando se quiera hacer uso de ella se corta una pluma nueva, y se escribe sobre buen papel blanco de escribir.  Estos caracteres quedan invisibles luego que se secan, y quando se quiera que aparezcan se calienta el papel sobre un braserillo lleno de asquas, y lo escrito se vuelve de un color azul que tira a verde, permaneciendo en este estado mientras que está caliente, y al paso que se va enfriando se desvanece hasta quedar otra vez invisible; lo qual sucede quantas veces se repite la misma operación; pero es necesario tener mucho cuidado de apartar el papel del calor inmediatamente que aparezca el color, porque si se calienta demasiado la escritura se vuelve amarilla y no desaparece más.

 

        Si en lugar de la sal marina se substituye el salitre purificado en igual cantidad, la tintura resultará de color de rosa, y o que se escriba con ella desaparecerá en secándose, y quando se caliente aparecerá del mismo color, y resultarán los mismos efectos que en la anterior.

 

        Si en vez de estas dos sales se usa de la sal tártaro, ésta después de seca por medio del fuego, según queda dicho, quedará de un hermoso color de púrpura, el que permanecerá mientras esté caliente, y se irá desvaneciendo al paso que se vaya enfriando, y la tintura dará a la escritura un color encarnado que desaparece y vuelve a aparecer alternativamente al paso que se calienta o enfría.

 

        Quando se haga esta operación con la sal tártaro, es necesario echarla de varias veces y en pequeñas cantidades, para evitar que la disolución sea tan violenta como lo sería si se echase toda de una vez.

 

        Todos los que hagan uso de las tintas simpáticas que incluye este tratado, es necesario que tengan la precaución de no llevar la pluma a la boca, ni dexar los frasquitos que contengan sus licores en parage donde puedan andar con ellos los niños, u otras personas poco cautas, porque pueden ser nocivos a la salud.

 

        Aunque pudiera insertar aquí algunas otras tintas de esta especie, me ha parecido omitirlo, porque además de ser muy suficientes las que dexo insinuadas son también las mejores que hasta la presente han hallado los químicos, y en su lugar pondré algunas recetas para hacer tintas comunes de las más selectas, y el modo de hacer revivir la escritura borrada por el tiempo, tanto en los manuscritos antiguos de papel como de pergamino, y el modo de borrar con facilidad qualquier palabra equivocada en un escrito, para que pueda substituirse otra de forma que no se conozca; cuyos métodos están sacados de la enciclopedia, y otros autores fidedignos.

 

TINTAS DE ESCRIBIR

 

    Vino blanco, dos azumbres.

    Agallas quebrantadas, una libra - 16 onzas.

    Goma arábiga, quatro onzas.

    Caparrosa, seis onzas.

        Las agallas se ponen en infusión en el vino por espacio de dos días, sin hervirlas ni arrimar la vasija a la lumbre, y al cabo de dicho tiempo se cuela esta infusión por un tamiz de cerda, o por una arpillera.  La goma arábiga se disuelve en medio quartillo de agua, se cuela, y se mezcla con la infusión del vino y la agalla, a la qual se le añade la caparrosa, e inmediatamente que está disuelta ya puede usarse de la tinta, que será negra y hermosa.  Si se quiera hacer menos costosa se echa agua de lluvia en lugar de vino blanco.

 

OTRA TINTA

 

    Quatro onzas de agalla.

    Onza y media de colcotar.

    Diez dragmas de goma arábiga.

    Una azumbre de agua común.

        Se quebranta la agalla, y se echa en infusión en frío por espacio de tres días en el azumbre de agua, y al segundo día se le añade la goma arábiga, teniendo el cuidado de menearlo todo quatro o seis veces para que ésta se disuelva enteramente, y no se quede agarrada al suelo de la vasija; pasados los tres días se cuela por una arpillera, se añade el colcotar molido, y queda hecha la tinta, que puede servir inmediatamente.

        El colcotar no es más que la caparrosa calcinada en una cazuela o fuego activo, meneándola con un yerro hasta que tome el color de ladrillo.

 

OTRA

 

    Palo fernanbuco, quatro onzas.

    Agalla fina, quatro onzas.

    Goma arábiga, onza y media.

    Colcotar, id.

    Añil, una quarta de onza.

    Agua común, azumbre y media.       

        El palo fernanbuco hecho astillas, o si puede ser virutas, se pone a cocer con la azumbre y media de agua hasta que haya menguado la sexta parte, poco más o menos, y en su mayor ebullición se le echa un poco de alumbre de roca para que extraiga bien el color; se dexa enfriar, y se saca el tinte, arrojando le palo, que ya de nada sirve; luego se echa en dicho cocimiento la agalla quebrantada, y la goma, y se tiene en infusión por espacio de dos días, teniendo el cuidado de removerlo tres o quatro veces al día.  Pasado dicho tiempo se cuela por una arpillera, y se le añade el colcotar y el añil hecho polvo, con lo que queda hecha la tinta.

 

        Aunque esta clase de tinta es algo más costosa que las anteriores, es mucho mejor también para los que gusten tenerla selecta.

 

 MODO DE HACER REVIVIR

la escritura borrada por el tiempo en los manuscritos de pergamino y papel.

 

        Se toman libra y media de cebollas blancas, y después de quitadas las dos primeras cubiertas, se cortan en pedacitos muy delgados, y se ponen a hervir en un puchero capaz de contener azumbre y media de agua, con sólo una azumbre, a lo qual se le añaden seis agallas gordas quebrantadas, y cuyo hervor se debe sostener por espacio de dos horas y media.  Se saca luego de la lumbre, se dexa enfriar, se cuela, y se guarda este licor en una botella bien tapada para hacer luego el uso conveniente.

 

        Este licor después de frío queda como una orchata; pero quando ha de servir se calienta y se vuelve claro.

 

        Quando se quiere hacer revivir la escritura, se moja un lienzo o un papel, y se pone encima de lo escrito, el qual se le debe calentar un poco para que el espíritu del licor penetre el pergamino o papel, e inmediatamente se vuelve tan negro como si se acabara de escribir; y si todavía permaneciesen algunas palabras borradas, se toma un poco de licor en una cuchara de plata, se calienta, y se aplica sobre ellas del mismo modo que queda indicado, con cuya nueva operación aparecen al momento.

 

MODO DE BORRAR LO ESCRITO.

 

        Se toman huesos calcinados y cal viva, y hecho polvos uno y otro bien mezclado se pone sobre lo que se pretenda borrar; luego se le pone encima un papel blanco, y se dexa cargado por espacio de veinte y quatro horas, en que se halla la tnta enteramente desvanecida, dexando blanco el papel.

 

OTRO

 

        Se toma una corta cantidad de ácido sulfúrico, y se le echan polvos de nitro hasta que se haga una masa no muy espesa, cuya mezcla se dexa hasta que evaporado el ácido se endurezca y pueda pulverizarse.  Estos polvos, colocados sobre lo que se quiere borrar, dexan el papel en blanco dentro de muy breve tiempo.

 

        Qualquiera ceniza animal colocada sobre lo escrito hace los mismos efectos dexándola un tiempo conveniente; pero si se quiere enmendar alguna palabra de pronto, en lugar de rasparla con el cortaplumas, como se hace por lo común, es mucho mejor hacerlo con un pedacito de xivia, no por la parte dura de ella sino por la médula; y para volver a escribir de nuevo se le flota suavemente al papel con polvos impalpables de grasilla en muy poca cantidad para que no engrasen el papel.

 

F I N

 

 

Lámina 1

 

 

 

Lámina 2

       

 

 

 

Lámina 3

 

 

 

Lámina 4

       

 


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