Boletín ENIGMA - nº 16

2 Octubre 2003

 


Boletín del Taller de Criptografía de Arturo Quirantes Sierra


Dirección original: http://www.cripto.es/enigma/boletin_enigma_16


EDITORIAL

CRIPTOGRAFÍA HISTÓRICA - ENIGMA: la película

CRIPTOGRAFÍA HISTÓRICA - El telegrama Zimmermann: siguen las sorpresas

LA GRAN FAMILIA - BBA 2003: vuelve el Gran Hermano

SECCIÓN DE LIBROS - "Códigos secretos" de Simon Singh
LIBERTAD VIGILADA - Criptografía y criptoanálisis
 


 

EDITORIAL

 

Este verano nos hemos visto gratamente visitados por la película Enigma, que narra una historia -imaginaria- en el contexto -real- de Bletchley Park. El comentario crítico de esta película abre el Boletín Enigma número 16, de la temporada otoño-invierno 2003, y nos vuelve a la vida diaria post-vacacional. Bueno, espero con esto endulzaros la vuelta al cole/curro/casa/llámaloX.

Junto con las tradicionales secciones de libros y de Libertad Vigilada, os incluyo la "convocatoria" de los premios BBA-Spain, que en esta ocasión se celebrarán el próximo día 24 en Pamplona. Quien esto escribe es miembro del comité organizador, y estaré encantado de hacerlos un comentario exclusivo del evento.

Por supuesto, no abandonamos los temas de criptografía. Gracias a la sugerencia de un lector, el telegrama Zimmermann seguirá dando que hablar. Y os adelanto que habrá novedades en el Museo Camazón. Pronto tendremos la transcripción de un libro sobre criptografía en español ...del año 1808. Y hay más material en camino.

Y basta de cháchara. Adelante con el nuevo Boletín.

 


 

CRIPTOGRAFÍA HISTÓRICA - ENIGMA: la película

 

Acaba de estrenarse la película ENIGMA, y puesto que el tema os interesa (estáis suscritos a este boletín, ¿no?) imagino que algunos de vosotros ya habréis ido a verla. Por supuesto, aquí no podíamos dejar de hacer una crítica cinematográfica. Procuraré, eso sí, no desvelaros la trama y centrarme en la vertiente criptográfica del asunto.

Como ya sabéis, sobre el tema del desciframiento de Enigma, los descubrimientos de Bletchley Park y la criptoguerra se ha escrito mucho en los últimos años. La desclasificación de gran cantidad de documentos, unida a la fascinación que el tema despierta en el público incluso medio siglos después de los hechos, ha puesto de moda el asunto.

No son muchas la películas donde intervienen máquinas de cifra, y cuando lo hacían no eran sino en forma de actores secundarios. Una máquina cifradora fue la excusa para una película de 007, creo recordar que "Desde Rusia con Amor", y en la película "Das Boot" aparecía una máquina Enigma sin mencionar su nombre; de hecho, sólo un ojo entrenado podía reconocerla. Por supuesto, prefiero no hablar de "U-571", un magnífico ejemplo de cómo se puede tomar una historia, retorcerla y alterarla hasta que cualquier parecido con la realidad sea pura
coincidencia.

"ENIGMA" combina historias ficticias con acontecimientos reales. La película combina suspense, acción y amor. Un criptógrafo, que sufrió un ataque de nervios tras un amor tempestuoso con una misteriosa joven, es llamado de vuelta a BP para ayudar a descifrar las nuevas claves alemanas. Los submarinos de Hitler amenazan tres importantes convoyes en el Atlántico Norte, y el cambio de claves ha dejado a los aliados ciegos y sordos. Paralelamente se desarrolla una segunda trama en la que el criptoanalista intenta descubrir el paradero de su gran amor, descubre ciertos mensajes ocultos ... y no os cuento más para no fastidiaros el argumento.

Estoy seguro que, cuando la tenga en DVD, la veré tantas veces que le sacaré todos los fallos hasta el menor de ellos. Hoy, tras haberla visto en sesión matinal (cuatro espectadores, incluido este que os habla) puedo confirmar que, desde el punto de vista técnico, resulta prácticamente perfecta. La película gozó de un extenso y profundo asesoramiento técnico. Los criptogramas que se muestran en la película son reales. No se trata de mensajes auténticos de la Segunda Guerra Mundial, sino que son simulaciones realizadas por Tony Sale, en cuya
página web (www.codesandciphers.co.uk) podéis encontrar todos los datos. Los métodos para encontrar las nuevas claves, las "bombas", las máquinas cifradoras (Enigma y TipeX) que aparecen... todo está cuidado de forma escrupulosa.

Parte de la "culpa" puede hallarse en el productor, Mick Jagger. El señor Morritos, a lo que parece, es un fanático de las Enigmas; igual que nosotros ... salvo que él tiene dinero para comprarse una, y encima hacer una película. Por supuesto, esta es una película de acción y suspense, pero eso no parece haber sido un obstáculo para poder recrear un Bletchley Park en todos sus detalles, desde los cobertizos hasta la sala de archivos. La escena en el que el protagonista prepara una Enigma para el descifrado ya vale por sí sóla la pena. La colocación de los rotores, la fijación de anillos, el cableado del panel de conexiones ... todo se muestra con una claridad que para mí quisiera en mi boletín. Bueno, todo se andará.

En el apartado de pejigueras, noto leves fallos de traducción. Los cobertizos -término adoptado en español para designar los "huts" donde trabajaban los criptoanalistas- se convierten en barracones. Y no esperen encontrar los rotores de la Enigma, ya que en la película se traducen por rodillos. Cuando los criptoanalistas terminan el menú (un conjunto de letras, unidas por rectas, que permiten buscar la clave correcta), alguien afirma "tenemos la clave", cuando solamente tenían el "menú" que -con suerte- permitiría hallar la clave. No os preocupéis si no lo entendéis, ya lo trataremos otro día.

Quizá el mayor inconveniente consista en que, a fuer de precisa, la película no podrá ser aprovechada en su totalidad por quienes no entiendan bien el mecanismo de la máquina y los procesos que llevaron a su ruptura. Todo eso de los rotores, códigos, bombas y menús está muy bien para nosotros -es decir, quienes sabemos más del asunto por haberlo leído por ahí-, pero al profano se le escaparán muchos detalles.

Otra incorrección -política, en este caso- podría estar en elpapel que jugaron los polacos en el descifrado Enigma. Como sabréis, el servicio de inteligencia polaco fue quien por primera vez demostró que la Enigma militar era vulnerable. Esa historia merece por sí sola una película. Sin embargo, en "ENIGMA" solamente aparecía una mención a que una máquina fue obtenida "gracias al servicio de desciframiento polaco" Nada más. Y ni siquiera eso fue totalmente cierto, ya que la Enigma que los polacos cedieron a Bletchley Park era un modelo "clónico", no la versión auténtica. De hecho, a muchos polacos ha fastidiado bastante el papel jugado en la peli por un polaco, el cual ... y hasta aquí puedo leer, que no quiero fastidiaros el argumento.

Como anéctoda, os comentaré que el propio Mick Jagger regaló a Bletchley Park (el auténtico, ahora convertido en museo), algunas de las "props" de la película. Por ejemplo, la maqueta a tamaño real del submarino alemán. También hay una reproducción de una "bomba", nombre dado al dispositivo electromecánico usado para buscar las claves de un mensaje concreto. A la espera de que el proyecto de reconstrucción de la Bomba sea completado, podremos ver la copia hecha para la película, y así hacernos una idea de cómo eran. En el Museo Camazón de vuestro Taller podréis ver algunas fotos: http://www.cripto.es/museo.htm

Concretamente, la maqueta de la bomba a tamaño real está en:

 http://www.cripto.es/museo/bp2002/bpark07.jpg

La entrada a Bletchley Park y la fachada del edificio principal:
http://www.cripto.es/museo/bp2002/bpark01.jpg

http://www.cripto.es/museo/bp2002/bpark02.jpg (como véis, las que aparecen en la película son distintas, así que la filmación no se hizo en el BP auténtico; pero yo estuve en la de verdad, y da el pego bastante bien).

En suma, y a la espera de un "Bletchley Park, la película", considero que "ENIGMA" se merece, desde nuestro criptopunto de vista, un sobresaliente. Así que, si sois de los que leen este Boletín con gusto y aprovechamiento, os recomiendo vayáis a verla. Enviadme vuestros comentarios, y podremos iniciar una sección sobre "Cripto-cine"

 


 

CRIPTOGRAFÍA HISTÓRICA - El telegrama Zimmermann: siguen las sorpresas

 

A estas alturas, asuntos como el del famoso telegrama Zimmermann (ver Boletines 1 y 6) deberían ser ya tema zanjado. Pues no. Justo cuando la edición de este boletín iba a "prensa", un "enigmático" lector dirigió mi atención sobre un artículo de John Cornelius en la revista "Washington Report on Middle East Affairs" (Ago/Sept 1997). Bajo el título de "La Declaración Balfour y la Nota Zimmermann", Cornelius desarrolla una tercera hipótesis: la filtración del telegrama Zimmermann fue debida a espías zionistas en el gobierno alemán. El propósito era conseguir que Estados Unidos entrase en guerra; a cambio, Gran Bretaña apoyaría el establecimiento de los judíos en Palestina (la conocida como Declaración Balfour).

Es decir, ni Bárbara Tuchman (con su tesis del código robado), no David Kahn (preconizador del criptoanálisis) tendrían razón. Todo ese rollo acerca del desciframiento del telegrama por parte de ingleses y americanos sería todo una fachada. El propio código 13040, que yo tuve ocasión de tocar con mis propias manos, sería un libro falso, construido para perpetuar la leyenda de la Sala 40.

¿Qué tiene el Taller de Criptografía que decir al respecto? No es que no crea en conspiraciones -algunas haberlas, haylas-, pero la tesis de Cornelius me parece algo cogida por los pelos. Se asienta en la suposición de que hubo una conspiración zionista, con conversaciones secretas y todo el rollo. No lo niego, puede que sea cierto y puede que no. Pero me resulta raro el modo en que se apoya en el Telegrama como "prueba" de lo que afirma.

Dejaremos al lado conspiraciones zionistas y similares, y centrémonos en el aspecto criptográfico y radioeléctrico. Cornelius afirma que los británicos de la Sala 40 nunca criptoanalizaron con éxito el telegrama de marras. Para comprenderlo -o al menos, intentarlo,- hemos de entrar un poco en detalles.

El Telegrama Zimmermann fue enviado desde Berlín a su embajador en Washington por diversos circuitos, usando el código denominado 0075. Posteriormente, el embajador alemán en Washington remitió una copia a su colega en Méjico, cifrado con otro código, el 13040. Cornelius cita un informe de los criptoanalistas Friedman y Mendelsohn, "The Zimmermann Telegram of January 16, 1917 and its Cryptographic Background" (fechado en 1938, desclasificado en 1965 y publicado en 1976), en el que se cita que el código 0075 fue muy difícil de descifrar, y concluye que los ingleses solamente podían haber leído el Telegrama parcialmente. Tuchman desconocía la existencia de la clave 0075, ya que el informe Friedman-Mendelsohn se desclasificó después de escrito su libro.

Del examen de Friedman y Mendelsohn en 1938 se demuestra que los ingleses no pudieron leer todo el telegrama por completo. Cornelius aprovecha esto para afirmar "pero no citan razones para creer que el mensaje pudo ser leído en absoluto." Es como afirmar que, puesto que yo no puedo verlo todo, no se ha demostrado que yo NO sea ciego. Hombre, técnicamente puede ser cierto, pero ¿soy el único que lo considera un argumento cogido por los pelos?

Cornelius afirma asimismo que, puesto que no hay pruebas de que Friedman y Mendelsohn viesen nunca el Telegrama Zimmermann, es difícil comprender cómo concluyeron que dicho telegrama pudo ser leído por los ingleses. Pero David Kahn, utilizando diversas fuentes, afirma que el código 0075 estaba siendo escrutado por los aliados desde hacía más de seis meses, y que éstos disponían de suficiente material para hacer una reconstrucción al menos parcial del código, y por tanto del telegrama.

Otra "prueba" de la conspiración zionista consistía en la desaparición de una copia del telegrama. Como he comentado, el mensaje se envió de Berlín a Washington por diversos circuitos. Uno de ellos era el propio Departamento de Estado norteamericano. El presidente Wilson permitía a los alemanes el uso de sea vía de comunicaciones, en la creencia de que ello ayudaría las conversaciones de paz. Según eso, Estado debería tener la copia del telegrama Zimmermann que le llegó para retransmitirlo a la embajada alemana. Pero ese telegrama no aparece. ¿Conclusión? Alguien lo eliminó para que nadie descubriese que los ingleses no podían criptoanalizarlo.

No entiendo como ello podría haber probado tal cosa. Pero, en cualquier caso, existen varios motivos que expliquen la desaparición de ese telegrama. Quizá, sencillamente, se extravió. Como investigador en archivos, sé lo fácil que resulta trasapapelar mensajes. O, puestos a conspirar, podemos fantasear con que el mensaje fue eliminado para que el presidente Wilson no quedase en ridículo: reconocer que el telegrama Zimmermann fue transmitido por el propio Departamento de Estado, bajo sus narices, no quedaría bien en los periódicos. Puede que Estado no guardase copia de los mensajes que transmitía como mero correo. Hay muchas explicaciones, y no precisan de conspiraciones criptográficas.

De hecho, tampoco explica cómo pudieron los ingleses NO descifrar la copia Washington-Méjico, cifrada con la clave 13040. Yo mismo vi esa clave. No sé cuando fue desclasificada, pero ha podido pasarse tres cuartos de siglo bajo secreto. ¿Falsearon los ingleses su copia del código 13040 y lo mantuvieron secreto durante setenta u ochenta años? Increíble, en mi opinión.

Cornelius, en defensa de su teoría, dice que "explica cómo los ingleses fueron capaces de obtener el texto en claro del Telegrama Zimmermann, aunque se envió en una clave que los alemanes creían indescifrable por los ingleses" Ese razonamiento "probaría" que los códigos Enigma tampoco fueron descifrados -ya que los alemanes los consideraban indescifrables-, y por tanto Bletchley Park no existió. Vaya, y yo perdiendo el tiempo con mis boletines.

De hecho, incluso algunos aspectos no criptográficos de la argumentación de Cornelius resultan poco creíbles. Al decir que "el mero hecho de enviar la Nota Zimmermann no tuvo efecto en la entrada de América en la guerra. En ningún momento quería el gobierno alemán la guerra con América", el autor parece creer que el famoso telegrama era una mera nota diplomática más. En el telegrama Zimmermann, recordemos, Alemania impulsaba a Méjico y Japón a declarar la guerra a EEUU, prometiendo a Méjico recuperar el territorio que perdió en 1848. Si eso no es un casus belli, no sé qué lo es.

La propia Tuchman comenta "...a partir del momento en que Zimmermann se declaró partidario de los submarinos, comprendió que debía llevar a cabo los preparativos necesarios para enfrentarse a la beligerancia norteamericana que inevitablemente se prepararía. En cuando a que la Nota Zimmermann no tuvo nada que ver con la entrada de América en la guerra, basta con decir que entre su publicación y dicha entrada en guerra medió poco más de un mes.

Resulta, finalmente, muy curioso el modo en que Cornelius "demuestra" su teoría de la conspiración: el envío del Telegrama fue a la postre desastroso para Alemania, por tanto los zionistas tuvieron algo que ver en ello. Dejo que cada cual saque sus propias conclusiones acerca de la solidez de dichos argumentos.

A mi entender, la hipótesis de Cornelius de negar la mayor (no hubo desciframiento aliado del telegrama Zimmermann) se cae por su propio peso. Pero resulta significativo el hecho de que, casi 90 años después de su redacción, el telegrama Zimmermann sigue dando que hablar. Eso, por sí solo, indica la importancia que tuvo en el devenir de la Gran Guerra.

La tesis de Cornelius puede examinarse en la red. Léala, y tome partido, si lo desea (y aprovecho para agradecer a DCK21 el traer el asunto a mi atención):

http://www.washington-report.org/backissues/0897/9708018.html
http://www.washington-report.org/backissues/1099/9910057.html

 


 

LA GRAN FAMILIA - BBA 2003: vuelve el Gran Hermano

 

Uno de los efectos colaterales de la Sociedad de la Información es la violación de la privacidad del individuo a una escala sin precedentes en la Historia. Y, desde el 11 de Septiembre, el panorama global va a peor.

Con el objeto de concienciar a la sociedad sobre las amenazas a la privacidad, se crearon los BBA: los Big Brother Awards. Traducibles como "Galardones Gran Hermano", los BBA se entregan anualmente en diversos países a las personas, empresas y entidades gubernamentales que se hayan destacado en la violación de nuestra privacidad. También se otorga un galardón "positivo" a individuos u organizaciones que trabajen en pro de la protección de la privacidad. Todos los galardones son escogidos por un jurado cualificado, salvo el premio "elección popular" que es votado directamente por el público vía web.

La idea de los BBA surgió por vez primera en el Reino Unido en 1998, pero el concepto se ha extendido a más de una docena de países de Europa, además de EEUU, Japón y Australia, lo que otorgará a este fenómeno un carácter realmente internacional.

El primer certamen BBA-Spain tuvo lugar el Madrid el 5 de Octubre de 2002. Los galardonados fueron: la Presidencia Danesa de la UE (modalidad Sector Público), Deutsche Bank (modalidad Sector Privado), Microsoft Passport (modalidad Tecnologías Intrusivas), la SGAE (elección popular) y la campaña Stop 1984 (premio Mariana Pineda a la defensa de los ciberderechos.

En España, los galardones BBA son auspiciados por CPSR-Spain, el capítulo español de la asociación Computer Professionals for Social Responsibility (Profesionales Informáticos para la Responsabilidad Social). CPSR surgió a comienzos de los años ochenta como forma de protesta de la comunidad profesional informática norteamericana respecto al proyecto de defensa de "guerra de las galaxias" del entonces presidente Reagan. Desde entonces, CPSR ha diversificado sus esfuerzos para incluir la lucha por la privacidad del invididuo en un mundo cada vez más "granhermanizado" CPSR-Spain es el primer capítulo (sección regional) de CPSR en el Viejo Continente.

El primer certamen BBA-Spain tuvo lugar el Madrid el 5 de Octubre de 2002.

La segunda edición tendrá lugar el próximo 24 de Octubre de 2003, a las 22:00 horas, dentro del encuentro de debate de temas sociales y políticos organizado por la comunidad de usuarios de Internet, 'Hackmeeting', en el CSOA de Pamplona/Iruña (c/San Agustín s/n). Se trata de un acto abierto en el que todos los interesados están cordialmente invitados.

La página web oficial del BBA Spain 2003 es:
http://www.bigbrotherawards-es.org

 


 

SECCIÓN DE LIBROS - "Códigos secretos" de Simon Singh

 

Tema:                              Criptografía histórica
Editorial:                          Círculo de Lectores
Año:                                  2000
Calificación ENIGMA:    TRES ROTORES

Esta obra, traducción del libro "The Code Book", es una de las mejores que conozco en español. No quiero decir con ello que no haya buenos libros sobre criptografía en nuestro idioma, pero la mayoría resultan insatisfactorios por diversas razones: son muy limitados en cuanto a los temas tratados, o son ediciones muy antiguas -y por tanto, difíciles de hallar-, o demasiado técnicos, o bien están demasiado ... er ... digamos "inspirados" en otros libros extranjeros.

Códigos Secretos es un libro ameno y fácil de leer. No solamente incluye criptografía y criptoanálisis, sino que los pone en su contexto histórico. En lugar de intentar un estudio histórico exhaustivo (al estilo Codebreakers), el autor se ha centrado en diversas etapas.

El libro consta de ocho capítulos. En el primero, junto con algunas nociones básicas sobre cifras y criptoanálisis, se describen los acontecimientos que desembocaron en el procesamiento y ejecución de María Estuardo, reina de Escocia. El segundo relata los descubrimientos de los siglos XV a XIX, con especial atención a dos aspectos: la cifra de Vigenére (que también aquí tratamos, ver Boletín nº 13) y el misterio de la cifra de Beale ... cuyo desciframiento podría reportar a su autor una suma fabulosa.

Los dos siguientes temas abordan la criptografía mecanizada. Tras unos esbozos de los criptoproblemas durante la Primera Guerra Mundial, se hace una introducción histórica a la máquina Enigma (nos suena, ¿no?), junto con una descripción que, si no exhaustiva, sí resulta amena. Se dedica un tema entero a abordar algunos de los métodos usados por los criptoanalistas polacos e ingleses, la vida y milagros de Bletchley Park y de su más ilustre morador, Alan Turing.

El quinto capítulo analiza algunos idiomas desde el punto de vista criptográfico: el descubrimiento del llamado Lineal B y la historia de los indios navajos en el teatro de guerra del Pacífico.

En los tres últimos capítulos se salta ya a la era electrónica. El 6 describe la criptografía de clave pública, incluido el hecho de que fue descubierto en Inglaterra antes que en EEUU; el 7 se dedica íntegramente al programa de cifrado PGP (!bien!, !bien!), y el último hace una introducción a las posibilidades de la criptografía cuántica, un asunto candente que será tratado en un futuro Boletín Enigma como se merece.

En general, Simon Singh ha hecho un buen trabajo en este libro. Mi intención inicial era concederle una calificación de cuatro rotores, pero me echó atrás el hecho de que, si bien ameno e interesante, contiene demasiado "copypaste" Muchas de las materias tratadas en capítulos de su libro pueden encontrarse en el mencionado Codebreakers de Kahn, así como en otros libros que incluye el autor en su bibliografía. También -y esto es una lástima- brilla por su ausencia en la traducción española una serie de desafíos criptográficos que el autor propuso para sus lectores; como compensación, puede usted consultar dichos retos, e intentar resolverlos, en la dirección web de su autor: www.simonsingh.com

Así que puede usted abrirlo con la seguridad de que le dejará un buen sabor de boca, tanto por lo que cuenta ... como por lo que deja en tintero. Es un buen libro, escrito de forma amena y accesible a la mayoría de lectores, y tiene bien merecidos sus TRES ROTORES.

 


 

LIBERTAD VIGILADA - Criptografía y criptoanálisis

 

[Extraído del libro "Libertad Vigilada", de Nacho García Mostazo, con permiso del autor. Más información en http://www.libertadvigilada.com]

Primera parte, capítulo 2:

Las operaciones de interceptación de señales siempre corrieron paralelas al avance de las telecomunicaciones. La invención de la radio fue un hito histórico sin precedentes. Gracias a ella, los gobiernos podían comunicarse a distancias trascontinentales y, poco después, también los ciudadanos a través de las compañías operadoras de telecomunicaciones. Habitualmente, para ese tipo de comunicaciones se utilizan las ondas de radio de alta frecuencia (High Frecuency, HF). Por su propia naturaleza, la mayoría de emisiones de radio pueden captarse en cualquier punto del mundo, porque chocan contra la atmósfera y rebotan indefinidamente hasta que se dispersan tanto que acaban por desvanecerse. Es el caso de la alta frecuencia, así como de las ondas largas, cortas y medias, pero no de las transmisiones por frecuencia modulada, que no pueden superar los grandes accidentes geográficos, como las montañas, y cuyo alcance es mucho menor. En todo caso, son las ondas HF las que aquí nos ocupan, ya que fueron las utilizadas desde el principio para las comunicaciones gubernamentales, diplomáticas, militares y civiles.

Por sus características, la radio supone un grave problema para la confidencialidad de las comunicaciones, ya que los demás también pueden captar sus emisiones. Por ese motivo, ya en la Primera Guerra Mundial muchos gobiernos desarrollaron gabinetes de criptografía, a fin de que sus mensajes por radio fueran codificados y seguros. A la vez, también se pusieron en marcha otros departamentos de criptoanálisis cuya misión era exactamente la contraria: desentrañar el contenido en clave de los mensajes del enemigo. Poco antes de finalizar la contienda, "el Gobierno norteamericano había establecido la 'Cámara Negra', una oficina de cifras altamente eficaz en la que prestaba su servicio un equipo de veinte criptoanalistas encabezados por el extravagante y brillante Herbert Yardley", según el escritor Simon Singh, quien cita unas frases muy revaladoras escritas por el propio Yardley: "La 'Cámara Negra'. hermética, oculta, resguardada, lo ve todo, lo oye todo. Aunque las persianas estén cerradas y las ventanas cuentan también con pesadas cortinas, sus acechantes ojos penetran en las salas de conferencias secretas de Washington, Tokio, Londres, París, Ginebra, Roma. Sus sensibles oídos captan los susurros más tenues en las capitales extranjeras del mundo." [1]

El Reino Unido también organizó su propio departamento de criptoanálisis en la Primera Guerra Mundial. La llamada "Sala 40", una oficina similar a la "Cámara Negra" norteamericana, descifró multitud de mensajes alemanes. Winston Churchill, entonces ministro de la Marina y años después primer ministro británico, publicó en 1923 su libro "The World Crisis" ("La Crisis Mundial"), donde relataba una anécdota: "En septiembre de 1914 -escribió Churchill", el crucero ligero alemán Magdeburg naufragó en el Báltico. El cuerpo de un oficial alemán ahogado fue recogido por los rusos algunas horas después y, apretado contra su pecho por los brazos rígidos por la muerte, tenía los libros de claves y señales de la Marina alemana, así como mapas minuciosamente milimetrados del mar del Norte y de la ensenada de la isla de Heligoland. El 6 de septiembre, el agregado naval ruso vino a verme. Había recibido un mensaje de Petrogrado diciéndole lo que había sucedido y que el Ministerio de Marina ruso, con la ayuda de los libros de claves y señales, había podido descodificar al menos fragmentos de mensaje navales alemanes. Los rusos pensaron que, siendo el poder naval más importante, el Ministerio de la Marina británico debería tener estos libros y mapas. Si enviábamos un navío a Alexandrov, los oficiales rusos a cargo de los libros los enviarían a Inglaterra."

La interceptación de señales alemanas y el criptoanálisis de las mismas dieron una clara ventaja al Reino Unido en la Primera Guerra Mundial. Tras conocer el motivo de su derrota, el Ejército alemán inició una investigación interna cuya conclusión principal fue que las claves para proteger sus comunicaciones eran muy débiles, por lo que se aconsejaba aceptar la oferta de Arthur Scherbius, un inventor alemán que había patentado en 1918 una máquina de cifras llamada Enigma. Aprovechando los avances de la tecnología, Scherbius creó un artilugio similar a una máquina de escribir eléctrica dotada de "rotores" que, al girar automáticamente, alteraban la clave y permitían codificar el mensaje. Sólo otra máquina Enigma, con los "rotores" colocados en idéntica posición, podría descodificarlo. Según Simon Singh, "en los años siguientes a la Primera Guerra Mundial, los criptoanalistas británicos de la "Sala 40" continuaron vigilando las comunicaciones alemanas. Pero en 1926 comenzaron a interceptar mensajes que los desconcertaron completamente. Había llegado la Enigma, y según aumentaba el número de máquinas Enigma, su habilidad para acumular inteligencia disminuyo rápidamente." Los británicos trataron de descifrar la clave alemana, aunque sin éxito, y "los estadounidenses y los franceses intentaron también abordar la cifra Enigma, pero sus tentativas resultaron igualmente deprimentes -afirma Simon Singh- y no tardaron en abandonar la esperanza de descifrarla. Alemania contaba ahora con las comunicaciones más seguras del mundo."

Alemania estaba paralizada tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, los aliados ocupaban una posición de dominio y, como consecuencia, "parece que habían perdido su entusiasmo criptoanalítico", como afirma Simon Singh. Sin embargo, Polonia no podía permitírselo. Establecida como Estado independiente tras la Primera Guerra Mundial, Polonia sentía amenazada su soberanía por todos los frentes. "Al este tenía la Unión Soviética, una nación deseosa de extender su comunismo, y al oeste tenía a Alemania, desesperada por recuperar el territorio que había cedido a Polonia después de la guerra. Encajonados entre estos dos enemigos -afirma Singh-, los polacos necesitaban obtener información y ampliar su inteligencia, y crearon una oficina de cifras: el Biuro Szyfrów." Ante el temor a una invasión alemana, los criptoanalistas polacos aumentaron su interés por atacar la cifra Enigma antes de que fuera demasiado tarde para su joven país. Gracias a la delación de Hans-Thilo Schmidt, un alemán renegado de su patria que trabajaba para la Chiffrierstelle de Berlín, la oficina de cifras del Ejército germano, varios documentos que describían el funcionamiento del modelo militar de la máquina Enigma llegaron a manos de un espía frances y, posteriormente, al Biuro Szyfrów polaco. Allí, un matemático llamado Marian Rejewski tardó más de un año en atajar la clave, pero finalmente lo logró.

Gracias a la aplicación de las matemáticas, en una primera fase, y después inventando un artilugio mecánico que probaba todas lasposiciones posibles de los "rotores" de la Enigma, Rejewski garantizó la seguridad de Polonia, que ahora podía interceptar y descifrar los mensajes del Ejército alemán. El matemático llamó "bomba" a su invento porque, al parecer, la idea se le ocurrió mientras estaba en una cafetería tomando una "bomba", un helado con forma de hemisferio. Desgraciadamente para los criptoanalistas polacos, el Ejército alemán incrementó la seguridad de la Enigma en diciembre de 1938, cuando añadió otros dos "rotores" a los tres con que ya contaba.

Ante la evidencia de que Alemania iba a invadir Polonia antes o después, el director del Biuro Szyfów, el comandante Gwido Langer, traspasó sus avances a los departamentos de criptoanálisis de los ejércitos británico y francés. A mediados de agosto de 1939, dos réplicas de la "bomba" ya estaban en las oficinas de descifrado de Londres y París. Dos semanas después, el 1 de septiembre, Alemania invadió Polonia, lo que provocó la declaración de guerra por parte de Francia y Gran Bretaña y el inicio de lo que sería la Segunda Guerra Mundial.

La "Sala 40" del Reino Unido fue sustituida por la Escuela Gubernamental de Códigos y Cifras (Government Code and Cypher School, CG&CS). Ubicado en Bletchley Park, en el condado de Buckingham, este departamento empezó contando con unos doscientos empleados, para concluir su misión al final de la guerra con más de setecientos. Un profesor de Matemáticas de la Universidad de Cambridge, Alan Turing, se incorporó a la GC&CS el 4 de septiembre de 1939, el día después de que Neville Chamberlain, el primer ministro británico, declarase la guerra a Alemania. Con una Enigma reforzada con dos nuevos "rotores", el descifrado de sus mensajes se hacía más que imposible. Pero Alan Turing aplicó las ideas del criptoanalista polaco Marian Rejewski, las amplió con sus propios descubrimientos, y diseñó una máquina que, en honor a Rejewski, también se llamó "bomba". La primera "bomba" prototipo fue bautizada con el nombre de Victory, pero cuando la probaron no funcionaba como se esperaba. Tardaba más de una semana en descifrar una clave alemana. Los empleados de la GC&CS empezaron a trabajar en equipo para mejorar la "bomba" y el nuevo prototipo llegó a Bletchley Park el 8 de agosto de 1940. Bautizada como Agnus Dei, o Agnes para abreviar, la nueva "bomba" satisfizo todas las aspiraciones de los criptoanalistas británicos [2].

Dieciocho meses más tarde, la Escuela Gubernamental de Códigos y Cifras contaba ya con quince "bombas" trabajando sin parar. Repiqueteando como cientos de miles de agujas de tricotar, estos ordenadores mecánicos dieron la victoria a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial [3].


[1]. Simon Singh, "Los Códigos Secretos". Traducción de José Ignacio Moraza para Ediciones Debate, S.A. Madrid, 2000.

[2]. Para más información sobre la Enigma y el trabajo de los descifradores de Bletchley Park, puede visitar: http://www.bletchleypark.org.uk

[3]. La existencia de las "bombas", las aportaciones de Alan Turing y el trabajo de Bletchley Park permanecieron ocultos durante décadas, hasta que en 1974 se publicó un libro titulado "The Ultra Secret", del capitán F. W. Wintherbotham, uno de los responsables de la inteligencia británica. Sin embargo, Alan Turing murió sin recibir el reconocimiento merecido por su trabajo. En 1952, mientras denunciaba un robo a la Policía, reveló con ingenuidad que mantenía una relación homosexual. Los agentes lo detuvieron, fue juzgado y condenado, tuvo que someterse a un tratamiento con hormonas que le dejaron impotente y obeso, los periódicos informaron del caso, la Defensa británica le retiró su acreditación de seguridad y, el 7 de junio de 1954, Turing se suicidó en su dormitorio a la edad de 52 años.

 


 

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(c) Arturo Quirantes 2007

 


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