María Moliner
nació en Paniza (Zaragoza) el 30 de marzo de 1900 en el seno del matrimonio
formado por Enrique Moliner Sanz, médico rural, y Matilde Ruiz Lanaja. Era un
ambiente familiar acomodado en el que los tres hijos que superaron los
entonces frágiles años de la infancia —Enrique, María y Matilde—
cursaron estudios superiores.
En 1902, según
testimonio de la propia María Moliner, padres e hijos se trasladaron a
Almazán (Soria) y casi inmediatamente, a Madrid. En la capital, según sus
propias palabras, los pequeños Moliner estudiaron en la Institución
Libre de Enseñanza, donde fue, al parecer, don Américo Castro quien suscitó
el interés por la expresión lingüística y por la gramática en la pequeña
María.
Los primeros exámenes del bachillerato los hizo como
alumna libre en el Instituto General y Técnico Cardenal Cisneros de Madrid
(entre 1910 y 1915). En julio de 1915 pasa al Instituto General y Técnico
de Zaragoza, del que fue alumna oficial a partir de 1917 y donde concluyó el
bachillerato en 1918.
Entre 1918 y
1921 cursó la Licenciatura de Filosofía y Letras en la
universidad de Zaragoza (sección de Historia) obteniendo
sobresaliente y Premio Extraordinario.
En 1922
ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archiveros,
Bibliotecarios y Arqueólogos, y obtuvo como primer destino el Archivo de Simancas.
Tras una breve
estancia en Simancas, María Moliner pasa al Archivo de la Delegación de
Hacienda de Murcia. Será en esa ciudad donde conocerá al que fue su marido,
D. Fernando Ramón y Ferrando, catedrático de Física. La pareja contrae
matrimonio en Sagunto, el 5 de agosto de 1925. Es la unión de dos intelectuales comprometidos
con su vocación y con la sociedad en la que viven, a la que tratarán de dar
lo mejor de sí mismos.
A principios
de los años treinta, la familia se traslada a Valencia, Fernando, a la
Facultad de Ciencias; María, al Archivo de la Delegación de Hacienda de
esa ciudad. La etapa
valenciana cubre el período de su mayor plenitud vital. En ella se produce el
nacimiento y la crianza de sus dos hijos pequeños, se encarga de la atención de la casa,
continua desarrollando su vida profesional, y, sobre todo, comienza su
participación en las empresas culturales que nacen con el espíritu de la II República.
En primer
lugar hay que destacar su colaboración en la Escuela Cossío, inspirada
claramente en la Institución Libre de Enseñanza. María Moliner
enseñó en ella Literatura y Gramática, y, además, formó parte de su Consejo
Director, como vocal, y de la Asociación de Amigos para su apoyo, como
secretaria.
Prestó
asimismo, su colaboración entusiasta a las Misiones Pedagógicas de la
República, ocupándose de la organización de las bibliotecas rurales. De hecho,
escribió unas Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas que se
publicaron sin nombre de autor en Valencia en 1937. Estas indicaciones fueron muy
apreciadas, tanto en España como en el extranjero y su presentación
preliminar —«A los bibliotecarios rurales»— constituye una pieza conmovedora
y un testimonio fehaciente de la fe de la autora en la cultura como vehículo
para la regeneración de la sociedad.
En esta etapa
de su vida ocupó puestos importantes de responsabilidad en el
terreno de la organización de las bibliotecas populares. En 1935, en el II Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía
presentó una comunicación con el título «Bibliotecas
rurales y redes de bibliotecas en España».
En
septiembre de 1936 fue llamada por el rector de la Universidad de
Valencia para dirigir la
Biblioteca universitaria, pero, ya en plena guerra civil, a finales de 1937,
hubo de abandonar el puesto para entregarse de lleno a la dirección de la
Oficina de Adquisición y Cambio Internacional de Publicaciones y para
trabajar como vocal de la Sección de Bibliotecas del Consejo Central de
Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico.
La lucidez y capacidad
organizativa de María Moliner van a quedar plasmadas en las directrices que
redacta como Proyecto de Plan de Bibliotecas del Estado, las cuales se
publicarán a principios de 1939 —Pilar Faus (La lectura pública en España y
el Plan de Bibliotecas de María Moliner, Madrid, Anabad, 1990.) considera
dicho proyecto «el mejor plan bibliotecario de España» (op. cit., p. 132)—.
Al
término de la guerra civil tanto María como su marido y amigos
sufren represalias políticas. Muchos de ellos se exilian. Fernando
Ramón y Ferrando es suspendido de empleo y sueldo, trasladado a
Murcia (1944-1946) y rehabilitado en Salamanca a partir de 1946, donde
permanecerá hasta su jubilación en 1962.
Por su parte,
María Moliner es depurada y sufre la pérdida de 18 puestos en el escalafón
del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, aunque los recuperará en
1958. En 1946 pasará a dirigir la biblioteca de la E. T. Superior de
Ingenieros Industriales de Madrid hasta su jubilación, en 1970.
En esta nueva
etapa de su vida, particularmente cuando se instala en Madrid, criados ya
sus hijos y separada físicamente de su marido una buena parte de la semana,
María Moliner encontrará el tiempo para dedicarse a su interés intelectual
más profundo: la pasión por las palabras. Será entonces
cuando comience, hacia 1950, el Diccionario de uso del español que
publicará la Editorial Gredos entre los años 1966 y 1967 en 2 volúmenes. Una obra que ha conocido, en esa primera edición, veinte reimpresiones, que
ha sido editada en CD-ROM en el año 1995 y que ha sido reeditada en una
segunda edición, revisada y aumentada en 1998.
María Moliner
representa, sin duda, todo un estilo de "ser mujer en el siglo XX": pertenece
al grupo de las pioneras universitarias que ejercen, además, una profesión.
Claramente inteligente, y, al mismo tiempo, vigorosamente
responsable y generosa para con los demás.
Sencilla, espontánea en sus reacciones y elegante, al no ser elegida
académica en 1972, María Moliner recibió su jubilación tan discretamente
como había vivido, gozando con los pequeños detalles cotidianos.
Las notas
tristes de sus últimos años fueron la muerte de su marido y su
terrible enfermedad. Una arteriosclerosis cerebral la privó de su
lucidez desde 1975 hasta su fallecimiento, el 22 de enero
de 1981.