Edad. El niño pequeño presenta importantes diferencias toxicocinéticas con respecto al adulto. Estas diferencias afectan a:
Por su parte, los ancianos también presentan diferente toxicidad por causas farmacocinéticas y farmacodinámicas. Entre las primeras, la absorción no parece afectarse a pesar de tener un jugo gástrico más ácido, una menor motilidad intestinal y cierta atrofia de la mucosa. Sin embargo, la distribución sí se afecta, ya que en el anciano desciende el volumen minuto en un 30-40%, presentan también hipoalbuminemia lo que hace que la proporción de tóxico libre sea un 15-30% mayor. Por otra parte, con la edad suele aumentar el tejido adiposo, mientras disminuyen la masa muscular y el agua total. En consecuencia, los volúmenes de distribución se modifican: aumentan para los compuestos liposolubles y disminuyen para los hidrosolubles, por lo que la concentración en plasma de estos compuestos será menor y mayor, respectivamente, con relación al sujeto joven. En cuanto a la eliminación, hay que tener en cuenta que con la edad disminuye el flujo renal y la filtración glomerular. Esto se agrava si coinciden determinados trastornos (insuficiencia cardíaca, hipotensión y patologías renales), en cuyo caso se prolonga la vida media de los fármacos y tóxicos en los ancianos. Con respecto al metabolismo, la disminución del flujo sanguíneo hepático así como la masa hepática en teoría podrían afectar la capacidad metabolizadora del anciano sano. Se ha comprobado que el anciano tiene disminuidos los procesos de glucuronoconjugación. Por otro lado, las ratas viejas presentan un deterioro de la actividad enzimática (por disminución del citocromo P-450).