En intoxicaciones leves basta con una diuresis normal, pero en ocasiones es necesario administrar sueros por haber vomitado o presentar diarrea. Una o dos ampollas de suero salino o glucosado al 5% puede ser suficiente. Debido a las complicaciones que puede presentar (trastornos hidroelectrolíticos, edema cerebral o edema agudo de pulmón) está contraindicada en las siguientes circunstancias:
- Hipertensión de circulo menor por insuficiencia de ventrículo izquierdo (ya que se puede abocar en un edema agudo de pulmón).
- Lesión renal preexistente o inducida por el tóxico.
- Shock (ya que cursa con disminución del filtrado glomerular).
La pérdida de electrolitos, fundamentalmente K, se corrige administrando 1,5 g de ClK por cada 500 ml de suero.
Hasta hace poco se utilizaba una diuresis osmótica empleando manitol al 10% y glucosa 10% (en proporción 1:1) en la que, además, se manipulaba el pH para ionizar el tóxico, hacerlo hidrosoluble y así poder eliminarlo fácilmente. En la actualidad, existe consenso internacional (de sociedades científicas americanas y europeas) en que la mejor opción es realizar una alcalinización urinaria (no diuresis alcalina ni diuresis forzada alcalina), administrando bicarbonato sódico intravenoso hasta conseguir un pH urinario igual o superior a 7.5. Este régimen terapéutico aumenta la eliminación urinaria de clorpropamida, ácido 2.4-diclorofenoxiácetico (un herbicida), diflunisal, flúor, metotrexato, fenobarbital y salicilatos. La complicación más frecuente es la hipopotasemia, lo cual se corrige administrando suplementos de potasio.