Los fenómenos de la mecánica cuántica
vienen perturbando el sueño de la comunidad científica en
el mismo grado en que las leyes de la relatividad lo
hicieran hace pocos años.
Desde mi punto de vista, como observador alejado y
desconocedor de los detalles de la ciencia, aunque con una
formación generalista, se establece una relación
entre ambas situaciones (toda indulgencia será poca
para paliar los errores de bulto y la simplicidad con que se
trata a la ciencia en las siguientes lineas, pero mis
conocimientos no llegan a más).
Naturalmente ya he pensado en que probablemente no sea yo el
primero en detectar esa relación y en establecer una nueva
visión del mundo, pero tengo la sensación de que alguna
forma de inspiración "Aja", ha caído sobre mi
mente y tengo la necesidad de compartirla.
Empecemos por el principio, aunque sin perdernos en los
detalles.
Las leyes de la relatividad nos fueron difíciles de aceptar
porque en lo mas hondo de nuestra cultura residía la idea
de la geometría Euclídea. Cuando ejemplos como el del
juego de tenis de mesa sobre un tren con observadores en
distintos lugares nos acercan al relativismo, se nos hace
menos difícil aceptar que existe una gran diferencia entre
lo que parecen las cosas y lo que "en realidad"
son. Einstein nos dio una nueva forma de ver la realidad.
Con la mecánica cuántica nos ocurre exactamente lo mismo.
Un fotón pasa por dos rendijas a la vez comportándose como
una onda hasta que existe la posibilidad de observarlo,
momento en que colapsa en una única partícula que
indudablemente pasa por uno sólo de los caminos posibles.
En este caso no es Euclides sino la lógica Booleana, que
distingue rudamente entre el "si" y el
"no", la que entra en abierta ontradicción y por
lo tanto casi todas las conclusiones que se derivan de la
generalización de la mecánica cuántica carecen de
lógica, igual que las teorías relativistas y el
espacio-tiempo de Einstein eran impensables hace 100 años.
Quizás nos sea más difícil de aceptar, pero el principio
de incertidumbre de Heisenberg por el cual no es posible
determinar con exactitud unas y otras características de
una partícula en el mismo instante y el gato de
Schrödinger que permanece en el doble estado de vivo
y muerto hasta que el observador abre la caja y de repente
toma una u otra forma, no son más que manifestaciones de
una realidad que nos negamos a ver, empeñados en clasificar
la verdad de acuerdo con instrumentos que ya no son útiles.
Para ser más gráfico. Es como si pretendiéramos explicar
los viajes de Colón a las Indias con los mapas de una
tierra plana que se usaban en el siglo XV. Esto no concuerda
con los principios generales de la geometría plana al uso y
por lo tanto no es lógico.
Las consecuencias del cambio en el punto de vista son muy
importantes y reconozco que ni siquiera puedo intuir hasta
donde podría alcanzar la modificación en el
saber humano si esta idea fuera adoptada por la comunidad
científica.
Tratemos de explicarlo: En la mecánica cuántica subyace un
principio de dualidad de la realidad onda-partícula,
situación- movimiento para Heisenberg, o vivo - muerto para
Schrödinger, pero en el fondo creo que sólo queremos ver
la dualidad para mantener el problema dentro de unos
límites manejables, pero no es descabellado pensar en
situaciones de infinitas posibilidades, que colapsan en una
única "realidad" cuando existe la posibilidad de
medirlas y observarlas.
Bien, partamos de la base de que a nivel cuántico cada
onda-partícula vive en un multiestado de energía -
posición - movimiento con posibilidades infinitas. Este
multiestado, con sus infinitas posibilidades es la
"verdadera" definición de la onda - partícula,
pero en el momento en que se dan las condiciones para poder
ser observada se manifiesta en una única de sus
personalidades. Naturalmente cuando hacemos la observación
sólo podemos apreciar esta personalidad y la identificamos
con la realidad.
Esta visión del mundo cuántico debemos aplicarla a la
totalidad del universo ya que todo él esta compuesto por
cuantos que obedecen ciegamente las leyes de la mecánica
cuántica. Y por tanto es lógico que a niveles
macroscópicos se presenten situaciones de dualidad y de
multiestado que hasta la fecha no he visto relacionar a
nadie, y aquí empieza lo que podría ser una idea
aprovechable.
Empecemos con un sencillo vaso de agua que en el mismo
instante está medio lleno y medio vacio, o con las cosas
que son del color del cristal con que se miran, o con la
geometría de Lovachevski que incorpora esta rara
perspectiva contraria a la aceptada universalmente.
En todo lo que es observado por la naturaleza humana se
presentan tantas interpretaciones como observadores hayan.
Así pues no es de extrañar que después de unas elecciones
todos los partidos políticos se congratulen de su éxito.
Pero hay más, los peces cambian de nombre, a medida que se
avanza por el litoral, se utilizan idiomas dialectos y
expresiones distintas, llegando a un lenguaje no verbal
distinto para cada individuo. Pero siguiendo en esta linea
nuestra forma de expresar y de observar la realidad cambia
más rápidamente de lo que tardamos en reflexionar sobre
ella misma. Existe en alguna parte algo que nos hace
cambiar constantemente de opinión, de humor, de dirección,
y eso está en alguna parte de nosotros que no acertamos a
reconocer. Y los sueños, ¿qué ocurre en este mundo donde
la "realidad" y la "fantasía" se
mezclan en un atentado a la lógica Booleana? y esa muerte
más allá de la cual la ciencia no encuentra una
explicación mínimamente lógica.
Pero también hay que recordar las eternas discusiones entre
el libre albedrío y esa sensación que me invade cuando
llego a algún sitio y todo está preparado para mi llegada.
Mi opinión es que el universo y nosotros mismos estamos
firmemente gobernados por las leyes de la mecánica
cuántica y por lo tanto eso que observamos no es más que
aquella parte de la realidad que es observable, pero que es
una posibilidad infinitesimal sobre el multiestado
universal en que vivimos.
No sé si la idea es original, pero para mí ejerce una gran
atracción y facilita la explicación de multitud de
paradojas de la vida de todos los días.
Partiendo de la idea del multiestado, el universo es una
inmensa caja de Schrödinger donde todos nos comportamos en
forma ondulatoria y somos algo desconocido para nosotros
mismos en cuanto observadores y donde al mismo tiempo
estamos vivos y muertos, casados y solteros, somos abogados
y hypies..., pero que en el momento en que se dan las
circunstancias para ser
observados, colapsamos, en forma de partículas, en una
única realidad que como observadores nos ciega la
existencia de cualquier otro planteamiento.
Así pues me sumo a la idea de que somos, en cuanto somos
observados, pero al igual que en los experimentos de
mecánica cuántica la posibilidad de medir una partícula
en un extremo del universo determina sin lugar a equívocos
que en el otro extremo el comportamiento de una partícula
asociada debe ser unívoco. También la observación de que
estoy casado conlleva que mi esposa está casada, pero si se
observa que estoy soltero esto también influye en la
situación de mi esposa.
Este planteamiento admite la posibilidad de partículas que
viajen "atrás" en el tiempo como los Taquiones,
sin que debamos preocuparnos por la paradoja del viaje al
pasado para suicidarme y el consiguiente cambio en el rumbo
de la historia, que se convertirá en una más de las
infinitas historias posibles.
Como consecuencia de esta visión, la muerte no es más que
la imposibilidad de ser observado y el consiguiente traspaso
al estado libre y natural, el estado ondulatorio.
¿Pero quién nos observa? ¿Quién hace que nos
comportemos como partículas? ¿Qué hace que de repente nos
comportemos de forma irracional, cambiemos de opinión,
tengamos inspiración, sueños, o la sensación de
"deja vu"?
Todo esto no son más que manifestaciones de nuestra
verdadera y completa personalidad ondulatoria que afloran
curiosamente con más intensidad en los momentos de
relajación, cuando dormimos, y naturalmente cuando dejamos
de observarnos.
Basta con cerrar los ojos para darnos cuenta de que ya somos
algo distintos. También podemos escondernos a la mirada de
los demás en una isla desierta para actuar de forma muy
distinta, y basta con cambiar de escena y de observadores
para desarrollar patrones de conducta adecuados a la
posibilidad de que nos observen o nos midan de una u otra
forma. Sólo pensar que nos pueden ver o que hay la
posibilidad de que en el futuro vean lo que hacemos ahora
produce en nosotros el efecto de cristalización
conductual que tanto nos extraña en las leyes de la
mecánica cuántica.
Pero en las últimas lineas parece que existan infinitos
grados entre el hombre partícula totalmente observable y el
hombre onda inobservable y creo que esto no entra dentro de
los cálculos de los estados cuánticos, pero no hay que
olvidar que la mayoría de estados intermedios vienen
definidos por el funcionamiento del cerebro que, dicho sea
de paso, está lleno de cuantos en constante actividad.
Casualmente reconocemos que esta es la parte más
desconocida e inobservable de nuestro cuerpo y en el se
inducen
comportamientos que vistos desde una perspectiva cuántica
podrían ayudar a los psiquiatras a entender los saltos en
el comportamiento.
Basta con que una parte de nosotros sea inobservable para
que mi comportamiento no sea estrictamente
"particular" sino que dé resultados propios de
una relación ondulatoria, dual o múltiple.
Pero hay que ir más allá, la luz es inexplicable si no
tenemos en cuenta sus variables onda - partícula, y lo
mismo ocurre con nosotros mismos.
Hasta ahora los médicos se han empeñado en explicarnos
como partículas pero si por un momento nos admitimos como
ondas se abre un nuevo horizonte frente a la historia.
Los fantasmas que atraviesan paredes, los ángeles que
vuelan, la levitación de los santos, el yoga, el Karma,
muchos fenómenos parapsicológicos y muchas historias
tradicionales empiezan a tener un nuevo sentido.
Después de leer a Popper es dificil mantener el colapso del
paquete de ondas como algo producido por la presencia del
observador.
Pero la explicación de Popper como un problema de
propensiones o de cálculo de posibilidades cargadas de
pesos es muy atractiva y no cambia la esencia fundamental de
lo expuesto anteriormente.
Veamos por otra parte como se puede considerar la teoría de
los muchos mundos de Everett que Popper borra de un plumazo
con un pobre argumento, basado en la imposibilidad de ir
hacia atrás en el tiempo.
Podríamos definir una visión del mundo, capaz de integrar
una buena parte de las realidades materiales y espirituales,
conjugando la experiencia de todos los dias con las citadas
observaciones científicas.
Los puntos fundamentales de esta visión del mundo son los
siguientes:
1º El mundo está compuesto por partículas elementales
asociadas cada una a su función de onda.
Esta función puede entenderse como el conjunto de las
probabilidades indicadoras de su posición y movimiento,
teniendo en cuenta que cada probabilidad va asociada a un
peso de la probabilidad, no siendo en absoluto
posibilidades equivalentes.
2º La historia de cada partícula se desarrolla en el mismo
instante en todos los mundos posibles en los que la función
de onda permite la existencia del salto cuántico, es decir
donde el peso de la probabilidad de que dicha partícula
exista en determinado mundo es superior a una determinada
constante.
Simplificando podríamos decir que una partícula tomada en
el instante 0 existe únicamente en un mundo, pero dispone
de una serie de potencialidades de posición y momento para
el instante siguiente, que se van a producir desdoblándose
la realidad en tantos mundos como posibilidades existen.
Pero no todos estos mundos tienen las mismas posibilidades
de existir, pues existe una propensión mayor a que se
produzca el resultado que denominamos lógico, y existe una
probabilidad menor de que se produzca el resultado que
denominamos improbable. Los resultados que llamamos
imposibles, no pueden producirse sencillamente porque la
propensión es nula.
Para ser más explicito; En el instante 0+t/1, existen
infinitos mundos y en cada uno de ellos la partícula tiene
una función de onda distinta.
En el instante 0+t/2 cada uno de los infinitos mundos se
desdobla de igual forma en un nuevo infinito que haría las
delicias de Aleph.
3º Nosotros y todo lo que nos rodea se comporta exactamente
como las partículas elementales que nos componen.
Así pues, vivimos simultáneamente en cada uno de los
mundos posibles y si tomamos una foto de este instante
podemos intuir fácilmente las posibilidades del próximo
instante en función de la posición y momento de los
elementos que aparecen en la foto. No nos será
dificil asignar a cada una de estas posibilidades un peso de
probabilidad distinto que dibuje una onda de propensión.
La suma ponderada de todas las propensiones que se reflejan
en la función de onda de todas las partículas nos llevará
sin lugar a dudas a la próxima imagen de la película, pero
ello no es óbice para que existan todos los demás mundos.
Simplemente no tenemos conciencia de ellos.
4º El futuro está perfectamente relacionado con el pasado
que determina de forma unívoca un conjunto de posibilidades
que marcan una propensión.
Esto permite aceptar la visión determinista del mundo
respetando al mismo tiempo las posturas más
indeterministas.
Así el futuro es predecible aceptando sin problemas los
oráculos y artes adivinatorias, pero al mismo tiempo es
incierto para cada uno de nosotros, ya que desconocemos a
cual de esos mundos posibles nos llevará nuestra onda de
propensiones.
Esta visión permite perfectamente que nosotros, haciendo
uso del libre albedrío, cambiemos dramáticamente las
relaciones que determinan la propensión hacia un
determinado futuro.
También permite de acuerdo con las leyes de la probabilidad
que para una única situación dada existan
propensiones distintas en función de los elementos
conocidos por cada individuo.
Signat: Sense data i sensa nom, sempre som avui