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TEMA 10: EFECTOS DEBIDOS A
LAS SALES SOLUBLES
INTRODUCCIÓN
El deterioro inducido por
soluciones acuosas salinas afecta a todos los materiales constructivos
de edificios y monumentos, rocas, morteros, ladrillos, cerámicas,
pinturas, vidrios, metales, etc. De hecho, las soluciones salinas son
reconocidas como uno de los agentes de deterioro más agresivo, frecuente
y efectivo en obras de interés histórico-artístico.
Todas las soluciones acuosas
que circulan en superficie o por el interior de materiales pétreos y
revestimientos presentan cantidades variables de iones en solución.
Estos iones han sido extraídos por el agua al circular por:
·
rocas naturales meteorizadas,
·
suelos,
·
rocas naturales de construcción,
·
morteros de unión y
revestimiento,
·
ladrillos,
etc.,
aunque también pueden
depositarse a partir de la composición de la atmósfera natural o
polucionada y generarse a partir de la actividad
metabólica de microorganismos.
Los iones se transportan en
soluciones acuosas diluidas. Estas soluciones pueden introducirse en los
materiales y circular a través de sus poros y cavidades. La
concentración de estas soluciones varia durante su circulación por los
sistemas porosos de los materiales, debido a:
·
su interacción química con los
propios materiales, que suelen disolverse en mayor o menor
medida, aumentando así la concentración de distintos iones en solución,
·
la evaporación del agua,
que aumenta la concentración de los iones,
·
las variaciones de temperatura,
que al descender induce un aumento de concentración, y viceversa, para
la gran mayoría (no todas) de las especies químicas en solución,
·
las variaciones de humedad
relativa de aire, que al descender induce aumentos de
concentración, y viceversa.
En cualquier momento que la
solución alcance el punto de saturación para una sal concreta, por
cualquiera de las causas anteriores, la sal precipitará en forma de
eflorescencias (veladuras, pátinas o costras) o
subeflorescencias.
Las sales solubles más comunes
encontradas en eflorescencias y subeflorescencias de los edificios
históricos son carbonatos, sulfatos,
cloruros, nitratos y nitritos de
sodio, potasio, calcio,
magnesio y amonio, con grados variables de
hidratación (Tabla 2). Entre estas sales, algunas de las más comunes son
calcita (CaCO3), yeso (CaSO4·2H2O), kieserita (MgSO4·H2O),
epsomita (MgSO4·7H2O), halita (ClNa) y nitratita (NaNO3).
Adicionalmente los oxalatos de Ca (whewellita y
weddellita, Tabla 1) se encuentran en bastantes edificios. Estas sales
se han interpretado clásicamente como el resultado de la interacción de
tratamientos superficiales antiguos (ceras y aceites naturales) con el
sustrato pétreo, aunque existen bastantes evidencias de que también
resultan de la actividad orgánica de microorganismos, particularmente
líquenes (Del Monte, 1990). Por otra parte, los sulfatos
hidratados de Ca y Al, como ettringita (Ca6Al2(SO4)3(OH)12·26H2O),
y de Si, como thaumasita (Ca3Si(CO3)(SO4)(OH)6·12H2O),
se encuentra sobre todo como producto de degradación de morteros de
cemento por ataque de soluciones sulfatadas. No obstante, estas sales
pueden incidir en el ataque sobre las rocas y morteros de cal aérea o
yeso si los muros han sido reintegrados con este tipo de aglomerantes.
Tabla 1. Sales solubles
presentes como eflorescencias y subeflorescencias en edificios
(compilado de Winkler, 1973, y Arnold y Zehnder, 1990).
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Carbonatos |
|
Sulfatos |
|
|
Calcita |
CaCO3 |
Yeso |
CaSO4·2H2O |
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Dolomita |
CaMg(CO3)2
|
Basanita |
CaSO4·0.5H2O |
|
Magnesita |
MgCO3
|
Epsomita |
MgSO4·7H2O |
|
Nesquehonita |
MgCO3·3H2O
|
Hexahidrita |
MgSO4·6H2O |
|
Lansfordita |
MgCO3·5H2O |
Kieserita |
MgSO4·H2O |
|
Hidromagnesita |
Mg5[OH(CO3)2]2·4H2O |
Dodecahidrita |
MgSO4·12H2O |
|
Heptahidrita |
Na2CO3·7H2O |
Darapskita |
Na3(SO4)(NO3)·H2O |
|
Natrón |
Na2CO3·10H2O |
Miralbita |
Na2SO4·10H2O |
|
Thermonatrita |
Na2CO3·H2O
|
Thenardita |
Na2SO4 |
|
Nahcolita |
NaHCO3
|
Arcanita |
K2SO4 |
|
Trona |
Na3H(CO3)3·2H2O |
Bloedita |
Na2Mg(SO4)2·4H2O |
|
Kalcinita |
KHCO3 |
Picromerita |
K2Mg(SO4)2·6H2O |
|
|
|
Boussingaultita |
(NH4)2Mg(SO4)2·6H2O |
|
Cloruros |
|
Syngenita |
K2Ca(SO4)2·H2O |
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Bischofita |
MgCl2·6H2O |
Görgeyita |
K2Ca5(SO4)6·H2O |
|
Antarcticita |
CaCl2·6H2O |
Aphthitalita |
K3Na(SO4)2 |
|
Tachyhidrita |
CaMg2Cl6·12H2O |
Ettringita |
Ca6Al2(SO4)3(OH)12·26H2O |
|
Halita |
NaCl |
Thaumasita |
Ca3Si(CO3)(SO4)(OH)6·12H2O |
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Silvita |
KCl |
|
|
|
|
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Oxalatos |
|
|
Nitratos |
|
Whewellita |
Ca(C2O4)·H2O |
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Nitrocalcita |
Ca(NO3)2·4H2O |
Weddellita |
Ca(C2O4)·2H2O |
|
Nitromagnesita |
Mg(NO3)2·6H2O |
|
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Nitratita |
NaNO3 |
|
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Nitro (salitre) |
KNO3 |
|
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Nitro amónico |
NH4NO3 |
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Cuando las sales cristalizan
en el exterior de los materiales (eflorescencias), no suelen producirse
daños mayores excepto por lo que respecta a la estética del objeto
dañado. En el caso de las pinturas murales, no obstante, las
eflorescencias inducen trasformaciones fisicoquímicas de las capas
pictóricas y sus sustratos, lo que suele implicar modificaciones
cromáticas debidas sobre todo a la modificación de la naturaleza de los
pigmentos. Por ejemplo, en ambientes húmedos, el blanco de plomo
(2PbCO3·Pb(OH)2) puede transformarse en óxido
de Pb (PbO2), de color marrón, y la azurita (2CuCO3·Cu(OH)2)
de color azul puede transformarse en malaquita (CuCO3·Cu(OH)2),
de color verde. Estos y otros cambios cromáticos en los estratos
pictóricos son acelerados por las eflorescencias, incluso en ambientes
relativamente secos, ya que las sales solubles constitutivas de las
mismas son muy higroscópicas, lo que implica el mantenimiento de
micro-ambientes húmedos en contacto con las capas pictóricas (Figura 1).

Figura 1.
Humedad higroscópica sobre ladrillo en función de la humedad relativa
del aire y de la cantidad de NaCl (halita) en la superficie del mismo
(tomado de Winkler, 1973).
Por el contrario, la
cristalización de sales en el interior de los materiales
(subeflorescencias) induce un fuerte deterioro mecánico debido al
desarrollo de esfuerzos por:
·
cristalización
a partir de una solución,
·
expansión por hidratación,
y
·
expansión térmica diferencial,
de sales acumuladas en un
medio confinado o parcialmente confinado. Estos esfuerzos se aplican
sobre las paredes de los poros y cavidades que alojan las sales, dando
lugar a una pérdida de cohesión, generalmente relacionada con la fatiga
de los materiales. El efecto es en algunos aspectos similar al del
hielo, aunque el proceso de cristalización a partir de una solución es
bastante distinto del de solidificación de un líquido.
Aunque las subeflorescencias
son muy importantes en los procesos de deterioro de los materiales
pétreos, la observación de eflorescencias superficiales es de extrema
importancia ya que no sólo indica la presencia de soluciones salinas
dañinas en el interior del material, sino que ofrece una idea del
alcance de la migración de agua en los sistemas porosos, esto es:
·
del nivel de ascenso capilar
o
·
de los canales de infiltración
del agua de lluvia.
A continuación introduciremos
los procesos de deterioro generados por las sales solubles,
particularizando en los relacionados con la formación de
subeflorescencias: cristalización e hidratación de sales, excluyendo la
expansión térmica diferencial que ha sido considerada en el Capítulo 7.
No obstante, antes es interesante considerar brevemente algunos aspectos
relacionados con la infiltración del agua.
INFILTRACIÓN DE AGUA
Las fuentes más importantes de
las soluciones salinas en los edificios son dos:
·
el agua del subsuelo, y
·
el agua de lluvia.
La primera de ellas suele
infiltrarse por capilaridad, mientras que la segunda se infiltra
simplemente por gravedad al encontrar canales propicios (Figura 2).
Adicionalmente, una fuente importante de agua en ambientes muy húmedos
es el agua de condensación (i.e., niebla), que se adsorbe sobre los
muros. Este tipo de agua puede mantener húmedas las superficies de muros
y revestimientos durante bastante tiempo si las condiciones climáticas
son propicias. Sin embargo, su infiltración hacia el interior de muros y
revestimientos es cuantitativamente menor, ya que tiende a evaporarse al
descender la humedad relativa de aire en períodos diarios. No obstante,
de ser efectiva su infiltración sería esencialmente por capilaridad.

Figura 2.
Esquema de circulación del agua de lluvia y del subsuelo a través de
muros de edificios. Ejemplos tomados del Parlamento de Ottawa
(1889-1867), según Blades y Stewart (en Ashurst y Dimes, 1990).
Infiltración de agua por
capilaridad
El fenómeno de la capilaridad,
cuyo resultado es el ascenso (o descenso) de un líquido en el interior
de un tubo fino de un material sólido cuando éste es sumergido en el
líquido, es debido a la existencia de fuerzas en la superficie de las
sustancias sólida (e.g., piedra o mortero), líquida (e.g., agua) y
gaseosa (e.g., aire) en contacto. Estas fuerzas se denominan de
tensión superficial.
La conjunción de estas fuerzas
en sistemas solido-líquido-gas hace que las gotas de un líquido
depositadas sobre la superficie de un material sólido presenten ángulos
de contacto sólido-líquido variados, en función de la naturaleza de los
sólidos, líquidos y gases en contacto. Así, los líquidos “mojan”
a los sólidos cuando el ángulo de contacto está comprendido entre 0 y
90º, en cuyo caso el líquido asciende por el capilar. Si por el
contrario la conjunción de fuerzas de tensión superficial condicionan
que el ángulo de contacto sólido-líquido esté comprendido entre 90 y
180º, el líquido “no moja” al material y desciende por el
capilar. Estas relaciones se ilustran en las Figuras 3 y 4.

Figura 3.
Variación en el ángulo de contacto sólido-líquido. En (a) el líquido
(e.g., agua) moja al sólido (e.g., mortero), y
q
< 90º, mientras que en (b) el líquido (e.g., mercurio) no moja al sólido
y q
> 90º.

Figura 4.
Fuerzas resultantes (F) de la conjunción de las tensiones superficiales
en un sistema sólido-líquido-gas en un tubo capilar (w es el peso de la
columna de agua para el caso a). El líquido se eleva una altura h si (a)
q
< 90º, y desciende si (b)
q
> 90º.
La altura a la que asciende (o
desciende) un líquido en un capilar no es sólo función del ángulo de
contacto, sino que depende también del radio del capilar. La ecuación
que describe la altura alcanzada por un líquido en un capilar es:
 
donde h es la altura (cm),
positiva si asciende o negativa si desciende, SLV es la tensión
superficial líquido-vapor (72.8 dinas/cm para el caso de agua-aire, a 20
ºC), q
es el ángulo de contacto (en radianes, = grados·p/180),
r
es la densidad del líquido (1 g/cm3 para el caso del agua pura), g es la
aceleración de la gravedad (980 cm/s2), y r es el radio de poro (cm). La
Figura 5 muestra las curvas altura-radio de capilar calculadas para el
sistema agua-aire y distintos valores de
q.
Nótese que la altura ascendida (o descendida) es del orden de varios
metros para radios de poro del orden de 1
mm.

Figura 5.
Curvas altura-radio de capilar calculadas para el sistema agua-aire. La
curva de q=75º
corresponde al ascenso capilar del agua en contacto con una caliza
micrítica de Sierra Elvira. Nótese que valores de altura negativos se
obtienen para q
> 90º, lo que implica que el agua descenderá en el capilar.
El ángulo de contacto entre el
agua y las distintas fases minerales presentes en muros de piedra,
ladrillo, y revestimientos de mortero es variable. No obstante, en todos
los casos el agua moja a estas sustancias dado su naturaleza polar
(i.e., enlaces esencialmente iónicos). Por ejemplo, el ángulo de
contacto entre calcita y agua, medido en una probeta de caliza de Sierra
Elvira es de 75.75º (±4.33) (Durán-Suárez, 1995). Tomando como valor
significativo 75º, la altura alcanzada por el agua para radios de poro
de 0.0001 cm (= 1
mm),
existentes en todo tipo de morteros (de yeso, cal aérea y cales
hidráulicas y cementos) es cercana a 5 metros (Figura 5). Aunque la
altura alcanzada también varía en función de la tortuosidad del sistema
capilar (en los cálculos anteriores se asume nula tortuosidad), y ángulo
de contacto sólido-líquido se modifica al variar la concentración de las
soluciones acuosas, el cálculo anterior revela la importancia del
ascenso capilar en muros y revestimientos sometidos a infiltración, y
del potencial deterioro resultante de la precipitación e hidratación de
sales en el sistema poroso de los materiales. De hecho, la observación
de muros, con revestimientos o desnudos, sometidos a infiltración
capilar, revela que alturas de varios metros son absolutamente normales
(Figura 6).
En los cálculos anteriores se
ha supuesto que las soluciones acuosas pueden ascender por capilaridad a
partir de un reservorio infinito. Sin embargo, en la realidad el ascenso
del agua depende de la tasa de aporte de agua del subsuelo
y de la tasa de evaporación en una vez localizada en el
muro. Las variaciones climáticas diarias y estacionales controlan estas
dos tasas, de forma que el comportamiento hídrico del sistema
muro-solución acuosa es bastante complejo a escala de tiempo mayores del
día y del año. Los casos más problemáticos desde el punto de vista
conservativo de edificios y pinturas murales son, lógicamente, aquellos
en los que el reservorio puede considerarse infinito. Estos casos se dan
cuando el subsuelo se mantiene húmedo, ya sea por las características
del clima local (clima lluvioso) como por la localización del edificio
(e.g., cercano a un río, acequias, conducciones de aguas residuales,
etc.). En estas situaciones, el ascenso del agua está controlado por la
tasa de evaporación, y el sistema tiende a un estado estacionario.
Esto es, el agua asciende continuamente hasta una altura constante
controlada por la tasa de evaporación. Para alcanzar este estado
estacionario se necesita que la tasa de evaporación sea constante
durante un tiempo suficiente, lo cual no se corresponde con la realidad.
En consecuencia, la altura del agua un muro que sufra infiltración
capilar variará a escala diaria y estacional, así como entre distintas
zonas de un mismo edificio dependiendo de las características
microclimáticas de las mismas (e.g., interiores vs. exteriores, zonas
orientadas al norte vs. al sur, etc.).
Cuando el subsuelo es
deficiente en agua, como en climas secos y calurosos, el ascenso está
controlado por la tasa de aporte. La deficiencia de agua hace que los
daños ocurridos sobre muros y revestimientos sean menores en esta
situación. Si la tasa de evaporación es, además, relativamente fuerte,
como corresponde a climas secos y calurosos, la altura del ascenso de
las soluciones acuosas es escasa, limitándose los deterioros a las zonas
próximas al zócalo.

Figura 6.
Esquema de ascenso capilar de agua del subsuelo en muros con decoración
mural de la Iglesia del Monasterio de San Jerónimo (Granada). Nótese que
existen dos niveles de deposición de sales principales, a 2 y 3 m
de altura aproximadamente, dentro de los cuales se pueden observar
niveles de orden menor. La existencia de dos niveles mayores
superpuestos se debe probablemente a la fraccionación de las
soluciones salinas ascendentes. A menor altura se concentran las sales
menos solubles (carbonatos y sulfatos) y a mayor altura precipitan las
sales más solubles (cloruros y nitratos) a partir de la solución
fraccionada. La precipitación de estas últimas sales muy solubles indica
que la tasa de evaporación es mayor que la tasa de aporte de aguas
salinas del subsuelo, lo cual es típico de ambientes secos y calurosos
como el de la ciudad de Granada. La existencia de niveles de orden menor
se debe a las variaciones diarias y estacionales de la tasa de
evaporación, que controla la altura de la infiltración capilar y de
la precipitación de las sales.
Infiltración de agua por
gravedad
El agua de lluvia suele
infiltrarse por gravedad (Figura 2). Esta circulación está condicionada
a la existencia de canales preferentes infiltración, que generalmente se
relacionan con discontinuidades mayores existentes en los edificios.
Estas las constituyen las uniones entre los elementos constitutivos de
los edificios, que suelen estar ocupadas por morteros de unión. En el
caso ideal de un edificio bien concebido, estas uniones están bien
protegidas del agua, aunque la casuística general de los edificios
históricos es que los defectos en los sistemas de evacuación de aguas
(tejados, canalones, gárgolas, cornisas, etc.) sean de una magnitud
considerable. Más aún, es relativamente normal encontrar deterioros
estructurales debidos a problemas de asentamiento en el terreno,
terremotos, cargas no compensadas, etc., que son canales de circulación
preferente. En todos estos casos, la infiltración de agua por gravedad
está garantizada (Figuras 2, 7 y 8).

Figura 7.
Infiltración de agua de lluvia por gravedad en el muro con decoración
mural de la fachada la Iglesia de Santo Domingo (Granada). Nótese que
los defectos en las uniones entre los bloques que forman el arco
permiten la infiltración del agua en el techo, con el consiguiente
deterioro de la piedra (calcarenita), y de la decoración mural.

Figura 8.
Infiltración de agua de lluvia por gravedad en un muro con decoración
mural de una casa de la plaza de Santa Ana (Granada). Los defectos en la
canalización del agua (canalón metálico) han permitido la escorrentía
del agua sobre en muro, con el consiguiente deterioro de la decoración
mural.
PRECIPITACIÓN DE SALES Y
FRACCIONACIÓN DE SOLUCIONES SALINAS
Precipitación de sales
La circulación de agua por
capilaridad o gravedad en los edificios transporta igualmente los iones
en solución. Este sistema salino es inicialmente homogéneo, esto es,
consta de una única fase, la solución acuosa. No obstante, las especies
químicas (aniones y cationes) en solución son muy variadas, por lo que
pueden precipitar una gran variedad de sales. La precipitación de una
sal en un sistema multicomponente se produce cuando se alcanza una
determinada concentración, denominada de saturación, para
las especies químicas que forman la sal. La reacción que gobierna la
disolución/precipitación de la sal puede simplificarse como sigue:
nCAsol
Û
mC+aq + pA-aq
donde C+aq
y A-aq son la especies catiónica y aniónica,
respectivamente, en solución acuosa y CAsol es la sal sólida,
y n, m y p son los moles de cada especie que intervienen en la reacción.
Cuando la solución acuosa está saturada en la sal CA, las
concentraciones de las especies C+aq y A-aq
en solución no son cualesquiera, sino que vienen descritas por la
constante de equilibrio, K:

donde los corchetes indican
las concentraciones de las distintas sustancias (Nota:
Realmente la constante de equilibrio se describe en
función de las actividades de las sustancias que entran en la
reacción de disolución/precipitación. Las actividades son funciones
complejas de la concentración, pero para soluciones diluidas como
las que aquí nos atañen las funciones de actividad puede asumirse igual
a la concentración, i.e., soluciones ideales).
Si la sal es pura (i.e., no es una solución sólida), la concentración de
la especie CAsol es igual a 1, por lo que la constante de
equilibrio queda:

Este producto también se
denomina producto de solubilidad. El valor de la constante
de equilibrio depende de un gran número de variables, tales como la
temperatura, presión, humedad relativa, pH, concentración de otras
especies, etc. La Figura 9 muestra las curvas de solubilidad en
equilibrio para distintas sales en función de la temperatura. En esta
figura puede apreciarse que la solubilidad aumenta al aumentar la
temperatura para la mayoría de las sales.

Figura 9.
Solubilidad de algunas sales en agua en función de la temperatura a 1
atmósfera de presión (según Babor e Ibarz, 1979). Nótese que la
solubilidad asciende con la temperatura en la mayoría de los casos, y
que las transiciones de fase debidas a estados de hidratación variados
para determinadas sales están marcadas por inflexiones en las curvas de
equilibrio.
La precipitación de una sal
determinada a partir de una solución acuosa, bajo condiciones
ambientales dadas, se producirá cuando la concentración de las especies
en solución constitutivas de la sal sea tal que el producto solubilidad
sea igual o superior a la constante de equilibrio. Cuando ambas
funciones son iguales, la condición es de equilibrio y la
solución se denomina saturada, mientras que cuando el
producto de solubilidad es mayor que la constante de equilibrio, la
condición es de desequilibrio y la solución se denomina
sobresaturada.
Por constricciones de la
cinética de reacción, las sales precipitan cuando se dan desviaciones
del equilibrio, esto es, cuando la solución está sobresaturada. Estas
últimas soluciones presentan cantidades mayores de sal en solución de
las que puede disolver (esto es, de las que predice el equilibrio
químico), por lo que son inestables y tienden a precipitar una cantidad
de sal que haga que la concentración descienda, de forma que el producto
de solubilidad sea igual a la constante de equilibrio (esto es, que haga
retornar a la solución a la condición de equilibrio). El grado de
sobresaturación a partir del que precipitan las sales depende del tipo
de sal y de las condiciones ambientales, aunque suele ser relativamente
pequeño de forma que el producto de solubilidad y la constante de
equilibrio sean muy similares. Obviamente, cuanto mayor sea la
sobresaturación, mayor será la cantidad de sal precipitada.
En las soluciones que circulan
por los edificios, las condiciones de sobresaturación se dan cuando se
produce evaporación del agua o cuando se dan cambios de temperatura,
generalmente descensos, ya que la solubilidad de las sales aumenta
generalmente con la temperatura (Figura 9). Estas relaciones pueden
apreciarse en la Figura 10, que representa las relaciones cualitativas
entre la temperatura y la concentración de una solución saturada. La
cristalización sólo puede ocurrir entre el estado de saturación y el de
sobresaturación, siendo a priori imposible en el campo de la
subsaturación. Partiendo de una solución subsaturada, el estado de
saturación o sobresaturación se puede alcanzar de tres formas:
·
Descenso de la temperatura.
Si el cambio de temperatura infinitamente rápido (instantáneo), la
concentración de la solución se mantiene constante y se sitúa por encima
de la curva de equilibrio, precipitando bruscamente la sal cuando se
alcance un determinado grado de sobresaturación (punto B). La cantidad
de sal precipitada dependerá de la magnitud de la sobresaturación (recta
B-B’). Si el cambio de temperatura es infinitamente lento, la solución
alcanza su punto de saturación (punto A'). En este punto se producirá
una ínfima precipitación de sal, que hará descender infinitesimalmente
la concentración de la solución, que coincidirá con la concentración de
equilibrio descrita por la curva de saturación. El descenso continuado
de temperatura hará que este proceso se repita de forma que la sal va
precipitando en equilibrio, y la concentración de la solución evoluciona
a lo largo de la curva A'-B’. La cantidad de sal precipitada será
idéntica a la correspondiente al caso de sobresaturación descrito antes.
Cambios instantáneos de temperatura no son posibles (la transmisión del
calor por conducción, convección y advección es relativamente lenta). No
obstante, cambios bruscos de la temperatura pueden alcanzarse fácilmente
en ambientes superficiales, tales como en ciclos de temperatura diarios
sobre todo en zonas semiáridas y áridas, lo cual permite la
sobresaturación. En general, el cambio de temperaturas no será lo
suficientemente rápido como para producir una trayectoria de
sobresaturación como la de la línea A-B-B’, sino que será intermedia
entre ésta y la de cristalización en equilibrio A-A'-B’.
·
Incremento de la concentración.
Este proceso puede darse por evaporación del agua. Si el incremento de
concentración es infinitamente rápido, la temperatura se mantiene
constante y se sitúa por encima de la curva de equilibrio, precipitando
bruscamente la sal cuando se alcance un determinado grado de
sobresaturación (punto C). La cantidad de sal precipitada dependerá de
la magnitud de la sobresaturación (recta C-A’’). Si el incremento de
concentración es infinitamente lento, la solución alcanza su punto de
saturación (punto A’’). En este punto se producirá una ínfima
precipitación de sal, que hará que la concentración de la solución
permanezca en el punto de equilibrio A’’. La evaporación continuada hará
que este proceso se repita de forma que la sal va precipitando en
equilibrio, y la concentración de la solución se mantiene en el punto
A’’. La cantidad de sal precipitada será idéntica a la correspondiente
al caso de sobresaturación (recta C-C’). Cambios bruscos en la
concentración que produzcan sobresaturación pueden darse por rápida
evaporación del agua contenida en poros y capilares superficiales de las
rocas porosas y morteros, particularmente cuando el sol incide
directamente sobre los mismos. No obstante, la evaporación no será lo
suficientemente rápida como para producir una trayectoria de
sobresaturación como la de la línea A-C-C’, sino que será intermedia
entre ésta y la de cristalización en equilibrio A-A’’.
·
Una combinación de ambos
procesos. Esta situación es poco
probable, dado que el descenso de temperatura no favorecerá la
evaporación del agua para incrementar la concentración de la solución.

·
Figura 10.
Diagrama esquemático temperatura-concentración de soluto, con indicación
de la curva de equilibrio (saturación), campos de sobresaturación y
subsaturación, y puntos de sobresaturación crítica y saturación a partir
de los que se produce precipitación.
Otra de las variables que
inciden fuertemente en la precipitación de sales es la humedad
relativa del aire. En las condiciones de los sistemas porosos
donde cristalizan las sales, la humedad relativa del aire que circula
junto con las soluciones acuosas puede controlar de forma efectiva la
precipitación de determinadas sales ya que cantidades moderadas de sal
se encuentran en contacto con elevadas cantidades de aire húmedo,
particularmente si este último circula con relativa facilidad. En estos
casos, y bajo condiciones ambientales determinadas (i.e., temperatura
fija, etc.), la humedad relativa del aire en equilibrio con la
solución saturada (HReq) viene determinada por la
ecuación:

donde PH2O(solución)
es la presión de vapor del agua en la solución salina saturada, y PH2O(aire)
es la presión de vapor del agua en el aire saturado. Las humedades
relativas en equilibrio con soluciones saturadas para distintas sales se
presentan en la Tabla 2. Las condiciones de sobresaturación y
precipitación se dan cuando la humedad relativa del aire en
equilibrio con la solución salina (HR) es menor o igual a la
humedad relativa del aire en equilibrio con la solución saturada (HReq),
esto es:
HR
£
HReq
Bajo las condiciones de
sistemas porosos, la humedad relativa del ambiente determina si una sal
precipita, y así deteriora una roca, mortero o capa pictórica, o se
disuelve. Siempre que la HR se mantenga por encima de HReq
para una sal dada, el soluto permanecerá en solución o la sal se
disolverá. Cuando HR del ambiente sea menor que HReq, la sal
precipitará. Así, las variaciones de HR de ambiente pueden generar
ciclos de cristalización/disolución para una sal dada,
independientemente de que se produzcan cambios de temperatura o
evaporación del solvente. Como queda reflejado en la Tabla 2, las
sales hidratadas (con H2O estructural) son más
susceptibles a cambios en la HR que las sales anhidras.
Como puede deducirse, estos
ciclos son comunes a escala diaria por causas climáticas, por lo que la
protección de los objetos (e.g., pinturas murales) expuestas al
exterior es prácticamente imposible. En los interiores,
las condiciones ambientales pueden parecer más estables, al quedar el
aire relativamente aislado. Sin embargo, cambios en las condiciones de
HR del aire de interiores pueden ser inducidos por causas que pueden
evitarse con facilidad. Así, el encendido de determinado tipo de
lámparas hace aumentar rápidamente la temperatura del aire y, en
consecuencia, descender rápidamente la HR, lo que facilita la
cristalización de sales. Por otra parte, la transpiración de un
número elevado de personas que visiten el edificio puede hacer
aumentar rápidamente la HR, favoreciendo en este caso la disolución de
las sales. No debe extrañar, por tanto, que la afluencia de público
(turistas, fieles,...) se limite en aquellas salas donde se localicen
objetos delicados o de particular relevancia histórico-artística sobre
los muros (e.g., pinturas murales, estucados trabajados, cerámica, ...).
Tabla 2.
Humedades relativas del aire en equilibrio con soluciones saturadas de
distintas sales (tomado de Arnold y Zehnder, 1990). Nótese las sales
hidratadas son particularmente sensibles a las variaciones en la humedad
relativa.
|
Sal |
|
0ºC |
5ºC |
10ºC |
15ºC |
20ºC |
25ºC |
30ºC |
|
Antarcticita |
CaCl2·6H2O |
41.0 |
37.7 |
33.7 |
|
30.8 |
28.6 |
22.4 |
|
Bischofita |
MgCl2·6H2O |
33.7 |
33.6 |
33.5 |
33.3 |
33.1 |
32.8 |
32.4 |
|
Nitrocalcita |
Ca(NO3)2·4H2O |
59.0 |
59.6 |
56.5 |
54.0 |
53.6 |
50.5 |
46.8 |
|
Nitromagnesita |
Mg(NO3)2·6H2O |
60.4 |
58.9 |
57.4 |
55.9 |
54.4 |
52.9 |
51.4 |
|
Nitro amónico |
NH4NO3 |
|
|
|
|
|
61.8 |
|
|
Nitratita |
NaNO3 |
|
78.6 |
77.5 |
76.5 |
75.4 |
74.3 |
73.1 |
|
Halita |
NaCl |
75.5 |
75.7 |
75.7 |
75.6 |
75.5 |
75.3 |
75.1 |
|
Thenardita |
Na2SO4 |
|
|
|
|
82.0 |
82.2 |
84.3 |
|
Silvita |
KCl |
88.6 |
87.7 |
86.8 |
85.9 |
85.1 |
84.3 |
83.6 |
|
Epsomita |
MgSO4·7H2O |
|
|
86.9 |
|
90.1 |
88.3 |
88.0 |
|
Natrón |
Na2CO3·10H2O |
|
|
|
96.5 |
97.9 |
88.2 |
83.2 |
|
Miralbita |
Na2SO4·10H2O |
|
|
|
95.2 |
93.6 |
91.4 |
87.9 |
|
Nitro (salitre) |
KNO3 |
96.3 |
96.3 |
96.0 |
95.4 |
94.6 |
93.6 |
92.3 |
Transformaciones de fase
por hidratación-deshidratación de sales
Como hemos visto, las
variaciones de temperatura y humedad relativa del aire en contacto con
las sales precipitadas inducen procesos de disolución y precipitación de
sales. Sin embargo, estos procesos están frecuentemente acompañados de
procesos de hidratación/deshidratación en muchas sales
comunes de eflorescencias y subeflorescencias, ya que las variaciones de
temperatura y humedad relativa inducen transiciones de fase.
En general, el aumento de
temperatura induce deshidratación, de forma que las sales
pierden moléculas de agua estructurales. Las transiciones a
estados de hidratación distintos se marcan por inflexiones en
las curvas de equilibrio concentración-temperatura de la Figura 9 (ver
curvas para Na2SO4 y CaCl2). Por lo que
respecta a la humedad relativa, su aumento induce hidratación,
como cabría esperar. En la Figura 11 se muestra el efecto de la humedad
relativa a distintas temperaturas para la transición de fase basanita (o
hemihidrita)-yeso:
CaSO4·0.5H2O
(basanita) + 1.5 H2O
Û
CaSO4·2H2O (yeso)
Dado que la basanita es la
fase menos hidratada, su campo de estabilidad se localiza a mayores
temperaturas y menores humedades relativas. Este mismo tipo de
relaciones aplica a todas las sales hidratadas encontradas en
eflorescencias y subeflorescencias en muros y revestimientos.

Figura 11.
Diagrama temperatura-humedad relativa para la transformación basanita
Û
yeso para 1 atmósfera de presión (Datos de Winkler y Wilhelm, 1970).
El ajuste de las sales a las
nuevas condiciones de T y HR se produce mediante el paso de una fase
mineral a otra con un contenido de agua estructural distinto. Esto
conlleva cambios de volumen en la nueva fase mineral, y el potencial
desarrollo de presiones sobre las paredes de los poros como veremos más
adelante. En general, el proceso de hidratación implica únicamente la
incorporación de agua a la estructura cristalina, manteniéndose la
composición iónica original del mineral anhidro. El proceso es bastante
complicado, implicando el paso de una fase a otra no a través del estado
sólido, sino a través de reacciones de disolución y precipitación. Al
cambiar las condiciones ambientales, la solubilidad del mineral
inestable aumenta, lo que supone que comienza a disolverse; por otra
parte, desciende la solubilidad del mineral estable, que rápidamente
llega a la saturación y precipita.
Fraccionación de soluciones
salinas
Cuando una solución salina que
circula por el sistema poroso de un muro o revestimiento comienza a
precipitar, lo hace a un determinado nivel dentro de la trayectoria
seguida. La posición exacta de precipitación coincide, lógicamente, con
el punto en que la solución deviene en mayor o menor medida
sobresaturada, por lo que este punto dependerá de:
·
las condiciones ambientales del
sistema muro-solución-aire, y
·
la naturaleza de los iones en
solución.
Este último punto es
importante, ya que no todas las sales disueltas en un solvente como el
agua alcanzan la sobresaturación bajo las mismas condiciones ambientales
(ver Figura 9 para el caso de la temperatura). Las sales precipitarán a
partir de una solución multicomponente en una
secuencia controlada por las diferentes solubilidades de las
sales. En función de las condiciones ambientales, puede por tanto
predecirse en qué puntos de la trayectoria seguida por la solución
cristalizará cada sal.
La precipitación episódica o
secuencial de sales debida a sus distintas solubilidades es un proceso
común en la naturaleza. El proceso se denomina cristalización
fraccionada, y conlleva un cambio de composición de la solución
salina a medida que cada sal precipita. Este cambio de composición de la
líquida se denomina fraccionación. El resultado de estos
procesos es:
·
una distribución areal de sales
característica, sobre y dentro de
los muros y revestimientos, siempre y cuando la solución se mueva, y
·
una deposición “estratigráfica
de sales”, en un mismo punto.
Para ejemplificar estos
aspectos, utilizaremos el caso de infiltración capilar, aunque los
mismos argumentos y conclusiones pueden sacarse para la infiltración de
agua de lluvia.
Distribución areal de
sales: Zonación del deterioro de muros y revestimientos
Los muros, con revestimientos
o no, afectados por infiltración capilar suelen mostrar una
zonación en cuanto al deterioro observable externamente. Un
esquema de esta zonación se presenta en la Figura 12. En las zonas más
próximas al zócalo (zona A de la Figura 12), el muro suele encontrarse
bastante húmedo, pero no se observan fuertes deterioros. Justamente por
encima (zona B), se encuentra el deterioro más fuerte, con
desintegración granular y arenización de rocas y morteros, escamación de
revestimientos, pérdida de película pictórica, etc. En esta zona se
encuentran además las mayores concentraciones de eflorescencias salinas,
constituidas esencialmente por sulfatos de Ca, Mg y Na, aunque también
se encuentran carbonatos de Na y nitratos de K. Todas estas sales
presentan una solubilidad en agua débil a moderada. Sobre esta zona, se
encuentra una zona de deterioro menos intenso (zona C), cuya anchura
puede ser de varios metros. Las rocas, morteros y pinturas murales no
presentan generalmente graves daños, aunque se encuentran bastante
húmedos y generalmente oscurecidos. Las eflorescencias pueden estar
totalmente ausentes en esta zona, aunque de si existen están formadas
esencialmente por cloruros y nitratos, sales que presentan solubilidades
en agua moderadas a elevadas. Sobre esta zona, el material se encuentra
seco y sin deterioro asignable a la infiltración de agua (zona D).
Aunque puede considerarse
bastante general, este esquema de zonación no pretende cubrir
lógicamente toda la casuística. Es posible que en muros y revestimientos
muy deteriorados la zona A presente un estado ruinoso con la zona B, y
la zona C puede presentar grados muy variables de deterioro.

Figura 12.
Zonación del deterioro y cristalización de sales debidos al ascenso
capilar y fraccionación de soluciones salinas en muros y revestimientos.
La distribución de sales a lo
largo de la zonación (Figura 12) es el resultado de la fraccionación de
la solución. Durante su ascenso, la solución comienza a evaporarse desde
el primer momento que el aire está en contacto con el muro. No obstante,
en la zona A la tasa de evaporación no es suficiente para concentrar de
forma efectiva la solución debido al aporte de la misma desde el
inmediato subsuelo. A algo más de altura, en la zona B, la tasa de
evaporación supera suficientemente a la tasa de aporte de la solución,
por lo que la concentración aumenta hasta saturarse en las sales menos
solubles (sulfatos, y algunos carbonatos y nitratos). Se forman de esta
manera abundantes eflorescencias y subeflorescencias, con el
consiguiente deterioro para los materiales. Una vez precipitadas las
sales menos solubles, quedan en solución aquellas cuya solubilidad es
tal que se necesitan tasas de evaporación muy fuertes para concentrarlas
de forma efectiva. Si esto no ocurre, la solución migra transportando
los iones y la zona C queda simplemente húmeda por el ascenso capilar,
pero no precipitan sales. Si la evaporación es muy intensa, la migración
de los iones en solución puede detenerse en la zona C si se alcanzan las
condiciones de saturación, precipitando sales como cloruros y nitratos
en esta zona. No obstante, las cantidades de sal precipitadas en forma
de eflorescencias o subeflorescencias serán relativamente menores debido
a la alta solubilidad de estas sales y su carácter fuertemente
higroscópico. Así, bajo condiciones de humedad relativa elevadas las
posibles sales precipitadas tenderán a adsorber agua de la atmósfera,
condensándola y favoreciendo su redisolución. Sólo en caso de
infiltración de soluciones muy salinas y de tasas de evaporación muy
fuertes en ambientes secos se encontrará en esta zona C abundancia de
sales y fuerte deterioro. Este parece ser el caso de la Iglesia del
Monasterio de San Jerónimo (Granada) ilustrado en la Figura 6.
Este tipo de secuencias se
forman no solo por ascenso capilar del agua. También pueden darse en una
corriente de solución salina que discurre por la superficie de un objeto
(e.g., agua de lluvia). En todos los casos, a mayor solubilidad de la
sal mayor será la distancia a la que precipita respecto de la fuente de
la solución.
Deposición
“estratigráfica” de sales: Eflorescencias y subeflorescencias
La localización exacta de una
sal respecto de la superficie exterior depende del mecanismo de
saturación de la solución. En el caso de deberse a evaporación, el
proceso está controlado por dos procesos difusivos que
actúan simultáneamente. Por un lado, la tasa de evaporación, o de
difusión de vapor de agua a través del material ya seco hacia el
exterior, y por otro la tasa de aporte de solución a través de la red
porosa bañada hacia el frente de evaporación. Si la velocidad de
difusión del vapor es menor que la de migración de la solución, esta
última podrá llegar a la superficie externa donde se evaporará y
cristalizarán las sales. Se forman en este caso las eflorescencias. Si,
por el contrario, la tasa de migración de solución es menor que la tasa
de difusión del vapor de agua, el equilibrio se alcanzará a una cierta
distancia de la superficie, produciéndose en este caso
subeflorescencias. Obviamente, las tasas de evaporación, o de difusión
del vapor de agua a través del material ya seco hacia el exterior,
dependen de la humedad relativa del aire exterior. Bajo condiciones de
humedad relativa más bajas, las tasas de difusión del vapor de agua son
mayores, por lo que se producirá una mayor precipitación de sales en
forma de subeflorescencias.
Lógicamente, variaciones en
las condiciones ambientales hacen que una determinada sal pueda
cristalizar como eflorescencia o como subeflorescencia en distintos
momentos (a escala diurna y estacional), lo cual general secuencias
“estratigráficas” formadas por sales de la misma naturaleza (Figura
13A). Además, si la solución es multicomponente puede darse el caso que
determinadas sales cristalicen como eflorescencias y otras como
subeflorescencias a una misma altura del muro y al mismo tiempo. Este
proceso es semejante al proceso de fraccionación descrito anteriormente,
aunque la escala es mucho menor. Así, si la tasa de difusión del vapor
es suficientemente lenta como para permitir el acceso de la solución a
la superficie exterior, la evaporación tiene lugar sobre esta última, de
forma que incluso una sal moderada a fuertemente soluble en agua puede
precipitar como eflorescencia. Sin embargo, la evaporación también hará
concentrar la solución localizada inmediatamente por debajo de la
superficie en cierto grado, de manera que puede alcanzarse el punto de
saturación para una sal menos soluble que la cristalizada en el
exterior, formándose una subeflorescencia. El resultado es una secuencia
“estratigráfica” formada por sales de distinta naturaleza.
Por otro lado, si el mecanismo
de saturación se debe al descenso de la temperatura, entonces lo más
probable es que se formen subeflorescencias, dado que la solución
contenida en el sistema poroso no se mueve, y las sales cristalizan en
el interior del material donde la temperatura desciende lo suficiente
para saturar la solución.
Estas generalizaciones son
sólo válidas para medios homogéneos. En medios heterogéneos, como los
constituidos por un sistema muro-revestimiento de mortero-película
pictórica, la situación es más complicada. Así, a pesar de que las
condiciones ambientales sean propicias para la formación de
eflorescencias, las sales pueden cristalizar en la superficie de
contacto entre el muro y el mortero, o entre el mortero y la capa
pictórica. Esto es debido a que la nucleación y crecimiento de las fases
sólidas no depende únicamente de la difusión de material, sino de
efectos energéticos de superficie. Así, no es raro encontrar
cristales que crecen preferentemente sobre determinados materiales como,
por ejemplo, cristales orientados de micas.
No obstante, el deterioro de
rocas y pinturas murales de muros no se ve críticamente afectado por los
mecanismos concretos de nucleación y crecimiento. Una vez que la sal se
encuentra en el interior del material, los procesos de deterioro ocurren
de forma similar a como ocurrirían en medios homogéneos.
Morfología de los cristales
de sales
Los hábitos más comunes de las
sales encontradas en eflorescencias y subeflorescencias de muros y
revestimientos son muy variados, desde ecuantes a prismáticos y
aciculares, a menudo similares a pelos que difieren enormemente de las
formas cristalinas de equilibrio de las sales y se denominan
whiskers (barbas, en inglés). Este último tipo de forma
se encuentra sobre todo en eflorescencias muy poco compactas,
generalmente similares a una pelusa muy débil.
Una determinada sal puede
coexistir en forma de whiskers y en formas cristalográficas
(idiomorfas) características de la sal en una misma masa salina (Figura
13). En general, esta coexistencia se debe a estadios de cristalización
distintos, controlados por condiciones ambientales distintas (T, HR,
grado de sobresaturación, humedad del sustrato, impurezas de la
solución, velocidad de la solución,...).

Figura 13.
(A) Deposición “estratigráfica” de eflorescencias y subeflorescencias
salinas. (B) y (C) Morfología de sales en eflorescencias sobre pinturas
murales interiores de la Iglesia de San Jerónimo (Granada). (A) Cubo de
halita (NaCl) recreciendo sobre whisker (pelo) de nitro (KNO3).
(B) Whiskers (barbas) de halita en una eflorescencia de tipo “pelusa”.
Quizás, la variable que más
afecta a la morfología de las sales sea la humedad del sustrato. Esta
variable está, lógicamente, muy relacionada con la temperatura y la
humedad relativa del ambiente. En la Figura 14 se muestran las
relaciones entre la humedad del sustrato y las formas cristalinas
resultantes. Cuando el sustrato presenta una película continua de agua
adherida a la superficie, las formas que se producen corresponden con
las formas cristalográficas de las sales, esto es, las formas de
equilibrio. Esto se debe a la facilidad de movilidad (difusión)
de los iones en la solución. En estas circunstancias las sales forman
costras compactas. Si la película de agua es muy delgada, se producen
pelos (whiskers) que crecen a partir del sustrato casi seco.
Entre estos dos extremos se dan todas las transiciones posibles, con
formas casi ecuantes, prismáticas y aciculares que crecen de acuerdo con
las condiciones de humedad locales, o a medida que el sustrato se va
secando.

Figura 14.
Relaciones entre la morfología cristalina de sales precipitadas y la
humedad del sustrato y paredes de poros. (A) Cristales grandes con
formas características de la sal crecen inmersos en la película de
solución del sustrato húmedo. (B) Cristales granulares más pequeños
forman una costra compacta, escasamente cubierta por la película de
solución. (C) Costra formada por cristales columnares y fibrosos en
contacto con el aire crecidos a partir de la superficie del sustrato
mojada por una fina película de solución. (D) Cristales columnares,
aciculares y whiskers gruesos en contacto con el aire crecen de forma
aislada a partir de la superficie mojada por delgadas gotas aisladas de
solución. (E) Cristales aciculares muy delgados y alargados (whiskers)
crecen a partir de una superficie casi seca, que recibe la solución de
forma puntual a través del sustrato. (Según Arnold y Zehnder, 1990).
Estas variaciones morfológicas
son típicas en distintos niveles de eflorescencias en
muros y revestimientos, encontrándose costras más compactas (formas
ecuantes) en los niveles inferiores más húmedos y pelusa (whiskers)
en los niveles superiores más secos. En las subeflorescencias
localizadas en el interior de los sistemas porosos, las formas más
abundantes son ecuantes y compactas cuando existe un suministro continuo
de agua que garantice el recubrimiento de las paredes de los poros. Esto
aplica generalmente a zonas de ascenso capilar, ya que las áreas
afectadas por infiltración de agua de lluvia se caracterizan por
estadios intermedios de secado debido al suministro irregular del agua
(particularmente en nuestro clima). Por consiguiente, en estas últimas
zonas las sales pueden presentar formas muy variadas.
Mecanismos de deterioro por
precipitación e hidratación de sales
El proceso de cristalización
de sales en el interior de un material poroso debido a la evaporación de
disoluciones acuosas supone el crecimiento de cristales en el interior
de los poros, lo cual genera presiones sobre las paredes
de los mismos que pueden dar lugar a la fracturación y pérdida de
cohesión. Aunque este proceso puede constatarse por las observaciones de
objetos naturales y ensayos de laboratorio, se conoce poco sobre los
procesos reales de detalle que tienen lugar.
Presiones dirigidas en un
medio poroso pueden generarse por cristalización,
hidratación y expansión térmica diferencial.
Obviamente, el deterioro de un material sometido al efecto de las sales
solubles ocurre siempre que las sales se localicen en los poros o
cavidades. En medios no confinados, como la superficie exterior de los
objetos, las presiones dirigidas son nulas. Por ello, el efecto mecánico
de las eflorescencias es nulo, y si existe es debido a que parte de las
sales se encuentran justamente de bajo de la superficie.
Presión de cristalización
de sales
Si bien el proceso de
evaporación no ofrece problema interpretativo alguno, el por qué la
cristalización de sales procede en contra de las paredes de los poros,
esto es, en contra de la resistencia mecánica de la roca confinante sí
ofrece dificultades.
Para explicar este proceso
generalmente se invoca la cristalización a partir de una solución
sobresaturada. Como hemos visto, la cristalización de sales necesita de
una cierta sobre saturación de la solución. La presencia de una solución
sobresaturada en el sistema poroso de rocas y morteros permite explicar
el crecimiento de cristales de sales en un ambiente confinado, en contra
de las paredes de los poros. Las sales presentan mayores solubilidades
bajo presiones elevadas que a presiones atmosféricas (P = 1 atm). Esto
significa que las curvas de saturación en equilibrio para una sal dada
se desplazarán hacia el campo de sobresaturación correspondiente a unas
presiones atmosféricas al aumentar la presión (P2>P1=1
atm, Figura 15). Por lo tanto, una solución sobresaturada a presión
atmosférica puede producir la cristalización de sales en equilibrio a
presiones mayores. De esta manera, es posible explicar por qué los
cristales de sales crecen en contra de las paredes de los poros y
capilares, ejerciendo esfuerzos sobre las mismas.

Figura 15.
Diagrama esquemático temperatura-concentración de soluto, con indicación
de las curvas de equilibrio (saturación) para dos presiones distintas, P1
(e.g., 1 atm) y P2>P1 (compárese con la Figura 15
para más detalles). La curva de solubilidad para P2 se
localiza dentro del campo de sobresaturación para P1,. Nótese
que una solución sobresaturada a P1 (e.g., en una piedra o
mortero de un muro) con una concentración de sobresaturación C mayor que
la concentración de equilibrio a P1 (Cs), puede precipitar
sales bajo un medio poroso confinado. Las sales ejercerían en este caso
presiones de hasta P2 sobre las paredes de los poros. La
presión ejercida P2 es función del grado de sobresaturación a
P1 (C/Cs).
Las relaciones cuantitativas
entre las distintas variables pueden aproximarse mediante la siguiente
ecuación, que describe una situación unidimensional (esfuerzos
lineales):
(P-1)·Vs = R·T·ln(C/Cs)
donde P es la presión lineal
bajo la que cristaliza el cristal, Vs es el volumen molar de
la sal sólida, R es la constante de los gases perfectos (8.3143 J·K-1·mol-1),
T es la temperatura absoluta (K), Cs es la concentración de
saturación sin influencia de la presión, esto es, la concentración de
saturación en equilibrio para la temperatura T, y C es la concentración
de sobresaturación, a la que la solución y la sal sólida están en
equilibrio a la presión P.
Siguiendo esta aproximación,
pueden calcularse las presiones máximas que algunas sales desarrollan al
cristalizar a partir de soluciones con variable grado de sobresaturación
y distintas temperaturas (Figura 16, Tabla 3). En la Figura 16 se
expresan los cálculos gráficamente para distintos grados de
sobrestaturación (C/Cs, en escala logarítmica natural, lo
cual hace que las proyecciones sean rectas), presiones máximas teóricas
alcanzadas (P en atmósferas) y temperaturas (0, 25 y 50 oC)
para el yeso y la halita. En los diagramas se presentan también los
valores de solubilidad máxima (concentración de saturación) para 1
atmósfera de presión y distintas temperaturas (10 y 40 oC en
el caso del yeso, y 20 y 60 oC para la halita). En la Tabla 3
se expresan los resultados de cálculos teóricos para un número amplio de
sales encontradas en las rocas y morteros. Puede observarse, por
ejemplo, que la presión teórica máxima desarrollada por la halita para
C/Cs a 50 oC es de alrededor de 2000 atm, presión
suficiente para fracturar materiales relativamente resistentes.

Figura 16.
Presiones de cristalización del yeso y halita a distintas temperaturas y
grados de sobresaturación (C/Cs), en escala logarítmica
natural. (tomados de Winkler, 1973). Nótese que para grados de
sobresaturación extremos pueden alcanzarse presiones de varias centenas
o miles de atmósferas.
Sin embargo, estas condiciones
son bastante teóricas. En primer lugar, hay que tener en cuenta que las
soluciones naturales localizadas en un sistema poroso no suelen estar
saturadas inicialmente, por lo que el grado de sobresaturación por
descenso de temperatura o evaporación es limitado (esto es, C/Cs
es bajo). En segundo lugar, el ya comentado comportamiento intermedio
entre una trayectoria instantánea de sobresaturación y la cristalización
en equilibrio que no genera sobresaturación alguna. Otro punto a tener
en cuenta es la entidad de los cambios de temperatura, que sólo en
algunos ambientes extremos (áridos y semiáridos) serán de entidad
suficiente para generar sobresaturación. Además, no se ha tenido en
cuenta las condiciones de confinamiento limitado, que pueden generar
relajación de los esfuerzos al permitirse cierta adaptación de los
cristales a los poros y conductos.
Tabla 3.
Presiones de cristalización (atm) de algunas sales (tomado de Winkler,
1973). C/Cs=grado de sobresaturación.
|
|
|
Vol molar |
C/Cs=2 |
C/Cs=10 |
C/Cs=50 |
|
Sal |
|
(cc/mol) |
0ºC |
50ºC |
0ºC |
50ºC |
0ºC |
50ºC |
|
Anhidrita |
Ca(SO4) |
46 |
335 |
398 |
1120 |
1325 |
1900 |
2262 |
|
Bischofita |
MgCl2·6H2O |
129 |
119 |
142 |
397 |
470 |
675 |
803 |
|
Dodecahidrato |
MgSO4·12H2O |
232 |
67 |
80 |
222 |
264 |
378 |
450 |
|
Epsomita |
MgSO4·7H2O |
147 |
105 |
125 |
350 |
415 |
595 |
708 |
|
Yeso |
CaSO4·2H2O |
74 |
282 |
334 |
938 |
1110 |
1595 |
1900 |
|
Halita |
NaCl |
28 |
554 |
654 |
1845 |
2190 |
3135 |
3737 |
|
Heptahidrita |
Na2CO3·7H2O |
154 |
100 |
119 |
334 |
365 |
568 |
677 |
|
Hexahidrita |
MgSO4·6H2O |
130 |
118 |
141 |
395 |
469 |
671 |
800 |
|
Kieserita |
MgSO4·H2O |
57 |
272 |
324 |
910 |
1079 |
1543 |
1840 |
|
Miralbita |
Na2SO4·10H2O |
220 |
72 |
83 |
234 |
277 |
397 |
473 |
|
Natrón |
Na2CO3·10H2O |
199 |
78 |
92 |
259 |
308 |
440 |
524 |
|
Tachhidrita |
Mg2CaCl6·12H2O |
310 |
50 |
59 |
166 |
198 |
282 |
336 |
|
Thenardita |
Na2SO4 |
53 |
292 |
345 |
970 |
1150 |
1650 |
1965 |
|
Thermonatrita |
Na2CO3·H2O |
55 |
280 |
333 |
935 |
1109 |
1590 |
1891 |
Estas consideraciones conducen
a no sobreestimar la acción de la cristalización de sales en los
materiales de construcción, aunque en una gran mayoría de los casos,
cierta sobresaturación es esperable, y por lo tanto ciertos esfuerzos
disruptivos. Como ejemplo, tomemos la halita. En la Figura 16 puede
verse que los valores de concentración saturada a la presión atmosférica
son de 264 y 274 g/l para temperaturas de 20 y 60 oC
respectivamente. Si suponemos una solución inicialmente saturada a 60
oC y descendemos instantáneamente la temperatura a 20 oC,
conseguiremos una solución sobresaturada con C/Cs = 1.03788; la presión
de cristalización teórica máxima conseguida en este proceso será de 32
atmósferas, claramente muy inferior a los valores antes apuntados (Nota:
Este resultado se obtiene de la expresión:
8.3143 · 293·ln(274/264) · 0.102 · 100 · 0.9678/28 = 32 atm).
Si tomamos otro ejemplo como el sulfato sódico anhidro (thenardita, Na2SO4),
la presión teórica máxima obtenida por sobresaturación, partiendo de una
solución saturada a 60 oC (453 g/l) y descendiendo
instantáneamente la temperatura hasta 40 oC (Cs = 388 g/l),
es de 72.7 atm.
La expresión anterior puede
despejarse para cualquiera de las variables. Así, por ejemplo, si se
conoce la resistencia a la rotura de un material, se puede investigar
cuales serían las condiciones de sobresaturación de una solución que
podría romper el material. En este caso, consideraríamos la presión
máxima teórica como la resistencia a la rotura del material. Conociendo
el resto de las variables (T y Vs) se despejaría C/Cs,
de manera que:
C/Cs = exp((P-1)·Vs/(R·T))
De esta manera, se pueden
evaluar la capacidad de distintas sales para romper un material
concreto, teniendo en cuenta que estos cálculos son aproximaciones
teóricas, y que no contemplan la posibilidad de un sistema parcialmente
confinado.
Presión de hidratación de
sales
Las transformaciones de fase
que implican hidratación/deshidratación suponen importantes cambios de
volumen. En consecuencia, las presiones generadas por la hidratación de
sales pueden llegar a ser muy importantes. Para condiciones de reacción
de hidratación en equilibrio, la siguiente expresión puede aplicarse
para calcular las presiones de hidratación en función de la temperatura
y la humedad relativa ambiental:
P - 1 = (n·R·T) / (Vh-Va) · 2.3·log(Pw/Pw')
donde P es la presión de
hidratación (atm), n es el número de moles de agua ganados en la
hidratación, R es la constante de los gases perfectos (82.07
cc·atm/mol·K), T es la temperatura absoluta (K), Vh es el
volumen de la fase hidratada (cc/mol), Va es el volumen de la
fase anhidra o con menor hidratación (cc/mol), Pw es la
presión de vapor de agua a la temperatura T, y Pw' es la
presión de vapor de agua en la sal hidratada.
A partir de esta expresión se
pueden derivar diagramas de presión (de hidratación)-temperatura-humedad
relativa, que permiten visualizar mejor sus relaciones. En la Figura 17
se representa un diagrama de presión-humedad relativa sobre el que se
proyectan las curvas de la transición de fase en equilibrio basanita =
yeso, para intervalos de T de 10 oC. Conociendo la
temperatura y la humedad relativa de la transición en equilibrio puede
calcularse la presión de hidratación máxima teórica desarrollada por el
yeso. Por ejemplo, a 0 oC y 90% de humedad relativa (HR), la
presión de equilibrio sería de unas 2000 atm, por lo que la presión de
hidratación máxima sería de 2000 atm; a 30 oC y 90% de HR la
presión sería de unas 1480 atm. En la Tabla 4 se representan las
presiones de hidratación calculadas para algunas sales comunes bajo
distintas condiciones de temperatura y humedad relativa. Tanto en esta
tabla como en la Figura 17, se observa que, en general, bajas
temperaturas y altas humedades relativas producen altas presiones de
hidratación, y viceversa.

Figura 17.
Presiones de hidratación de basanita (hemihidrita) a yeso a distintas
temperaturas y humedades relativas.
La expresión anterior es
teórica, desarrollada para un sistema poroso idealmente confinado y que
tenga aporte ilimitado de vapor de agua (humedad) hacia los cristales de
sal. Por lo tanto, las presiones de hidratación calculadas son las
máximas teóricas, que pueden no corresponderse con las desarrolladas en
un sistema poroso real.
Por otra parte, la expresión
está derivada para la transición de fase en condiciones de equilibrio.
Sin embargo, es muy común que las transiciones de fase en estos procesos
de hidratación no se verifiquen en condiciones de equilibrio, sino que
una fase puede persistir de forma metaestable en el campo de estabilidad
de la otra fase. Este hecho realza los efectos de los procesos de
hidratación, ya que las sobrepresiones se alcanzan rápidamente, en
contraste con un proceso en equilibrio que es lento.
Tabla 4.
Presiones de hidratación (atm) para algunas sales solubles a distintas
temperaturas y humedades relativas (tomado de Winkler, 1973).
|
|
HR (%) |
Temperatura (ºC) |
|
|
|
|
|
|
0 |
20 |
40 |
60 |
|
Basanita (CaSO4·0.5H2O)
a yeso (CaSO4·2H2O) |
|
|
100 |
2190 |
1755 |
1350 |
926 |
|
|
90 |
2000 |
1571 |
1158 |
724 |
|
|
80 |
1820 |
1372 |
941 |
511 |
|
|
70 |
1600 |
1145 |
702 |
254 |
|
|
60 |
1375 |
884 |
422 |
|
|
|
50 |
1072 |
575 |
88 |
|
|
Kieserita (MgSO4·H2O)
a hexahidrita (MgSO4·6H2O) |
|
|
|
65.3 |
|
|
|
|
|
100 |
418 |
|
|
|
|
|
90 |
226 |
|
|
|
|
|
80 |
13 |
|
|
|
|
Hexahidrita (MgSO4·6H2O)
a epsomita (MgSO4·7H2O) |
|
|
|
10 |
20 |
30 |
40 |
|
|
100 |
146 |
117 |
92 |
96 |
|
|
90 |
132 |
103 |
77 |
69 |
|
|
80 |
115 |
87 |
59 |
39 |
|
|
70 |
97 |
68 |
40 |
5 |
|
|
60 |
76 |
45 |
17 |
|
|
|
50 |
50 |
19 |
|
|
|
|
40 |
20 |
|
|
|
|
Thermonatrita (Na2CO3·H2O)
a Heptahidrita (Na2CO3·7H2O) |
|
|
|
0 |
10 |
20 |
30 |
|
|
100 |
938 |
770 |
611 |
430 |
|
|
90 |
799 |
620 |
457 |
276 |
|
|
80 |
673 |
455 |
284 |
94 |
|
|
70 |
488 |
264 |
88 |
|
|
|
60 |
243 |
46 |
|
|
|
Heptahidrita (Na2CO3·7H2O)
a natrón (Na2CO3·10H2O) |
|
|
|
0 |
10 |
20 |
30 |
|
|
100 |
816 |
669 |
522 |
355 |
|
|
90 |
666 |
504 |
350 |
185 |
|
|
80 |
490 |
320 |
160 |
|
|
|
70 |
282 |
112 |
|
|
|
|
60 |
60 |
|
|
|
Por lo tanto, las presiones de
hidratación se pueden generar:
·
En un proceso en equilibrio,
siempre que los poros estén confinados (presión máxima), o relativamente
confinados, y exista acceso de vapor a las sales, por cambios
progresivos en las condiciones termohigrométricas del medio. En este
caso las presiones se alcanzan lentamente.
·
En un proceso de transición de
fases en desequilibrio por cambios
en las condiciones del medio y permanencia de la fase inestable en el
campo de estabilidad de la fase estable. En este caso las presiones se
alcanzan rápidamente.
Los efectos de la hidratación
de sales son muy variados, dependiendo del tipo de sales involucradas y
de las características del material y de las condiciones
termohigrométricas del medio ambiente. El yeso, por ejemplo, suele
considerarse como una sal muy agresiva, tanto por su frecuencia en los
materiales constitutivos de muros y revestimientos como por las
presiones que puede llegar a desarrollar. Sin embargo, su efecto depende
drásticamente de la sal de la que derive. Así, si la sal precursora es
anhidrita, las presiones teóricas máximas pueden llegar a 2800 atm,
aunque los efectos no son tan importantes como los desarrollados si la
fase precursora es la basanita, ya que, en el primer caso, la transición
es lenta, pudiendo permanecer la anhidrita como fase metaestable y no
transformarse a yeso, mientras que en el segundo caso la transición es
rápida, pudiendo hidratarse y deshidratarse en ciclos de tiempo muy
cortos (a escala diaria). La hidratación de los sulfatos de Mg
(kieserita a hexahidita, a epsomita y a dodecahidrato) no es muy
importante, dado que no desarrollan presiones elevadas. Los carbonatos
de sodio se encuentran frecuentemente en muchas rocas y morteros
alterados, si bien desarrollan presiones bajas y son muy solubles. El
proceso de hidratación de los sulfatos de sodio (thenardita a miralbita)
es más rápido que el del resto de las sales, pudiendo darse varias veces
al día; esto hace que, aun desarrollando presiones de hidratación
moderadas, los procesos de deterioro pueden ser muy importantes.
Formas de alteración
De todo lo expuesto, puede
deducirse que la acción mecánica de las sales en los materiales pétreos
puede ser muy importante, siempre que se desarrolle en un sistema poroso
confinado o parcialmente confinado. Esto es poco probable en los
sistemas porosos originales de los materiales, aunque localmente puede
producirse un cierto grado de confinamiento debido al bloqueo de los
conductos y poros por la cristalización de las propias sales. En estos
casos, los efectos mecánicos discutidos pueden llegar a disgregar y
romper las rocas. En cualquier caso, una evaluación del comportamiento
integral de las sales en el interior del sistema poroso en muy difícil,
dadas las numerosas variables que influyen, y que suelen ser mal
conocidas (e.g., grado de permeabilidad y confinamiento de poros y
conductos, frentes de humedad, influencia de aguas de infiltración,
gradientes de temperatura en el interior del material, concentración de
las soluciones, etc.). Es por lo tanto muy importante conocer lo más
exactamente posible el sistema poroso para poder evaluar la acción de
las sales.
Existen sin embargo ciertas
evidencias que pueden ayudar a simplificar estos procesos. La
distribución de sales en el interior de un material expuesto a la
atmósfera suele presentar un patrón de fuerte incremento de la
concentración a medida que el material es más superficial respecto de la
superficie expuesta a la atmósfera. La concentración de las sales
aumenta exponencialmente al acercarnos a la superficie, manteniéndose
más o menos constante a partir de una distancia determinada. La causa de
esta distribución es evidentemente el control que la evaporación y los
cambios en las condiciones termohigrométricas del ambiente ejercen sobre
los procesos de cristalización de sales. Por lo tanto, los efectos
causados por estas sobre las rocas y las formas de deterioro que
producen serán superficiales y/o muy próximos a la superficie.
Si la cristalización de sales
se produce en la superficie del material se generan eflorescencias, en
cuyo caso todos los procesos anteriormente descritos no son operativos
dado que los cambios de volumen se dan en un ambiente no confinado. Si
la cristalización se produce en el interior del material, aunque cerca
de la superficie, se generan subeflorescencias, en cuyo caso los efectos
de los procesos anteriormente descritos pueden ser más importantes. Sin
embargo, la proximidad de la superficie implica un sistema poroso poco o
nada confinado, por lo que es probable que estos efectos sean poco
operativos. En cualquier caso, sí se produce un fuerte deterioro debido
a la pérdida de cohesión generalizada que implica la disolución del
material bajo la superficie y la consiguiente escamación de la
superficie.
Por lo tanto, cabe esperar que
los efectos mecánicos de los procesos relacionados con la cristalización
de sales sean poco importantes respecto de los efectos químicos de los
mismos, derivados esencialmente de la disolución del material y el
ataque químico de las propias sales.
Las formas de alteración más
comunes son la formación de eflorescencias y
subeflorescencias, aunque otras formas generalmente atribuidas a
la acción de las sales son las alveolizaciones.
El proceso de formación de
eflorescencias y subeflorescencias depende del
mecanismo de saturación de la solución. En el caso de deberse a
evaporación, el proceso está fuertemente condicionado por dos mecanismos
concomitantes. Por un lado, la tasa de difusión de vapor de agua a
través del material ya seco hacia el exterior, y por otro la tasa de
aporte de solución a través de la red porosa bañada hacia el frente de
evaporación. Si la velocidad de difusión del vapor es menor que la de
migración de la solución, esta última podrá llegar a la superficie
externa donde se evaporará y cristalizarán las sales. Se forman en este
caso las eflorescencias. Si, por el contrario, la tasa de migración de
solución es menor que la tasa de difusión del vapor de agua, el
equilibrio se alcanzará a una cierta distancia de la superficie,
produciéndose en este caso subeflorescencias. Si el mecanismo de
saturación se debe al descenso de la temperatura, entonces lo más
probable es que se formen subeflorescencias, dado que la solución
contenida en el sistema poroso no se mueve, y por lo tanto la sales
cristalizan en el interior del material donde la temperatura desciende
lo suficiente para saturar la solución.
Aunque como hemos visto, sólo
las subeflorescencias son importantes en los procesos de deterioro de
los materiales, la observación de eflorescencias superficiales es
importante ya que indican la presencia de soluciones salinas en el
interior del material y nos pueden dar una idea del alcance de la
migración de agua en el sistema poroso (por ejemplo, del nivel de
ascenso capilar). Además, si las eflorescencias están compuestas por
sales resistentes, como es el caso de la calcita, pueden producir
endurecimientos de la superficie. Esto conlleva el consiguiente
"retraso" en la alteración de la superficie respecto del interior, que
puede llegar a un estado de pérdida de cohesión tal que la roca sufre un
colapso y por lo tanto una desintegración importante casi instantánea
(Tabla 3).
Otra forma de alteración
comúnmente atribuida a la cristalización de sales sobre, todo en rocas
de elevada porosidad, son las alveolizaciones encontradas
en las superficies de los materiales pétreos. Su morfología es muy
típica, con entrantes y salientes más o menos irregulares y profundos
dando un aspecto "craterizado" y acompañado de importante pérdida de
cohesión. Según algunas interpretaciones (cf. Lazzarini &
Laurenzi-Tabasso, 1986) esta forma de alteración de produce cuando se
dan las siguientes condiciones:
·
Elevada porosidad de la roca.
·
Elevado contenido de sales solubles e
higroscópicas.
·
Fuerte turbulencia del aire en
contacto con la superficie rocosa.
Bajo estas condiciones, el
intercambio de vapor de agua entre la piedra y el aire es rápido y
continuo, por lo que pueden producirse ciclos de
cristalización/disolución y de hidratación/deshidratación de sales. Por
otra parte, el movimiento turbulento del aire pone en movimiento el
material incoherente producido durante la alteración, ejerciendo una
acción mecánica abrasiva que acelerará la pérdida de materia en las
zonas especialmente atacadas por las sales. Por lo tanto, mientras que
las eflorescencias y subeflorescencias tenderán a concentrarse en las
partes donde se produce preferentemente la evaporación, esto es, en las
soleadas, las alveolizaciones pueden desarrollarse también en otras
partes.
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