Tema 15:
Limpieza de Superficies Degradadas
Los
trabajos de limpieza de superficies pétreas de obras arquitectónicas degradadas
persiguen la retirada de todo aquel material extraño adherido al material
original, incluyendo el material atmósférico y los productos de alteración
(e.g., eflorescencias y subeflorescencias salinas). La limpieza de superficies
es una operación muy delicada e importante dado que es totalmente
irreversible
y como en toda restauración de obras de interés histórico-artístico,
el factor humano (buena técnica y sensibilidad artística), y no el
instrumental, es fundamental. De hecho, debe ser llevada a cabo por personal
experto:
·
que sepa utilizar productos peligrosos para la salud y maquinaria
sofisticada,
·
que conozca las propiedades fisico-químicas y mecánicas de los
materiales alterados y,
·
que sepa llevar a cabo pruebas de limpieza (en el laboratorio y en la
propia obra) antes de intervenir.
Por todo
ello, estos trabajos deben cumplir los siguientes requisitos básicos:
·
No deben producir daños en el material original, tales como
disolución, transformaciones minerales, abrasión, microfracturación, aumento de
la porosidad, cambios cromáticos,...
·
Deben realizarse con métodos que sean
Ø
selectivos (capacidad de limitar las superficies donde se apliquen) y
Ø
graduales (capacidad de regular la intensidad de la aplicación).
·
Debe tenerse en cuenta el costo de las operaciones, dado que implican:
Ø
la utilización de mano de obra cualificada,
Ø
de andamiajes,
Ø
el uso de metodologías y productos de elevado coste.
Como criterio general, estos trabajos se realizan al
igual que en el caso de restauraciones escultóricas, i.e.,
sin llegar a limpiar totalmente las superficies,
Este criterio garantiza la conservación de las características
histórico-artísticas y arqueológicas de la superficie y previene de ulteriores
alteraciones al conservar la “pátina”.
No
obstante, el gran volúmen de las obras arquitectónicas, que suponen la
existencia de grandes superficies a intervenir (de orden de varios cientos a
miles de metros cuadrados), condiciona el hecho de que la limpieza es
comunmente llevada a cabo por personal no experto (i.e., bajo costo de
contratación), que puede llevar a cabo limpiezas excesivas. En estos casos es
necesario un estrecho seguimiento de los trabajos por parte de restauradores
cualificados. Además, es recomendable limpiar las superficies cada 5-10 años,
aunque en este caso se suele tropezar con problemas de finaciación.
Por otra
parte, el criterio de selección de los métodos de limpieza debe tomarse en base
a una serie de consideraciones teóricas y prácticas, que incluyen:
·
Examen metódico y completo de la superfice a intervenir.
Particularidades concretas, tales como:
Ø
distintos tipos de piedra,
Ø
distinto grado de alteración,
Ø
partes talladas o lisas,
Ø
presencia de estucos, enlucidos o capas pictóricas, etc,
suelen requerir la utilización de más de un
método. Estas consideraciones deben plantear:
Ø
la necesidad de preconsolidar ciertas partes y,
Ø
una idea de como quedará el edificio una vez limpiado.
·
Examen del entorno del edificio. La
accesibilidad y las posibilidades de ubicación de andamiajes condiciona
la selección ciertos métodos.
·
La naturaleza y origen de:
Ø
suciedades,
Ø
pátinas,
Ø
costras, etc,
condiciona igualmente la selección de los
métodos.
·
Finalmente, una vez tomada una decisión apriorística, los métodos
seleccionados deben ser ensayados en grado de intensidad
variable sobre áreas concretas de las superficies degradadas para estimar su
efectividad y efectos secundarios sobre el material pétreo. Un primer ensayo
que debe realizarse consiste en limpieza mecánica con cepillos blandos (nylon,
cobre o latón), en seco o con agua, que ofrezca una indicación del grado de
incrustación de la suciedad y la facilidad de su limpieza.
Las técnicas de
limpieza pueden agruparse en tres grandes grupos:
·
Limpieza mecánica
·
Limpieza química
·
Técnicas especiales
Ø
Impregnación de la superficie con agua.
Ø
Cepillado manual, con cepillos blandos (nunca de acero), y aclarado
abundante. El cepillado y el aclarado debe realizarse siempre de arriba hacia
abajo.
1. Eliminación de sales en
eflorescencias (no en subeflorescencias).
2. Conservación de la pátina
(aunque esto depende del laborante).
3. No deteriora materiales blandos,
frágiles y deteriorados.
4. Es selectivo y gradual.
5. No necesita de personal muy
especializado.
1. Gran consumo de agua.
2. Sistema lento.
3. Elevado coste por la necesidad
de emplear a un elevado número de laborantes.
4. Infiltraciones de agua hacia el
interior del sistema poroso de los materiales, que son particularmente dañinas
si existen sales solubles como parte del material adherido y/o como
subeflorescencias.
5. En lugares donde puedan darse
heladas sólo puede realizarse en verano, debido a las alteraciones inducidas
por la transición hielo-agua.
6. No permite limpiar costras muy
duras
Se basa en
la proyección de abrasivos (e.g., arena silícea, polvo de vidrio, corindón, olivino...)
y agua a baja presión (menor de 50 atmósferas), utilizando grupos electrógenos
(50-60 CV). La distancia a la que debe aplicarse es variable, aunque suele ser
mayor de
1. Rápido y eficaz.
2. Facil apliación sobre grandes
superficies.
3. Muy apropiado para fachadas muy
sucias.
4. La utilización de agua amortigua
el efecto abrasivo del árido y permite reblandecer la suciedad (particularmente
si el agua está caliente).
5. Selectivo (bocas de salida del
agua de tamaño fino) y gradual (presión variable).
6. Ausencia de polvo en suspensión
(se evita el peligro de silicosis en el personal).
7. Limpieza de eflorescencias
salinas por transporte en el agua.
1. Introducción de agua en el
sistema poroso de los materiales pétreos, con el consiguiente peligro de
introducción y removilización de sales.
2. Sólo puede realizarse en verano
en áreas donde puedan darse heladas.
3. No es recomendable su
utilización en superficies labradas.
4. No se puede utilizar sobre
materiales moderada a fuertemente alterados.
Igual que
la limpieza hidronemumática, aunque el abrasivo se proyecta directamente por
aire a presión (5-10 atm). Es menos costoso y no presenta los problemas
derivados de la utilización de agua (i.e., introducción en el sistema poroso de
sales, hielo-deshielo,...), pero es más peligroso dada su mayor efectividad
abrasiva. Debe utilizarse:
·
con bocas de salida pequeñas, para permitir su acción selectiva y
evitar desperfectos en áreas no muy sucias o deterioradas, y
·
sobre materiales no muy porosos para evitar los depósitos de granos
del abrasivos en los poros. Esta deposición obligará, a continuación, a su
retirada con agua.
Este método
ha sido muy utilizado bajo condiciones no controladas (presiones elevadas, no
reguladas, y bocas amplias). Aunque en este caso es un método poco costoso y
rápido, que devuelve a los materiales un hipotético “aspecto original”, está francamente contraindicado ya que:
1. No es selectivo ni gradual.
2. Elimina la pátina natural de las
rocas
3. Produce grandes desperfectos en
paramentos trabajados, aristas, partes más débiles, morteros, etc.
4. Produce heterogeneidades
cromáticas.
5. Genera una gran cantidad de
polvo.
Método
complementario con la limpieza hidromeumática controlada, como paso previo ya
que es útil para la retidada de suciedad poco incrustada y soluble en agua. Se
basa en la proyección de spray de agua (gotas de 0.5-
Al igual
que en el caso del enarenado seco, este método ha sido utilizado de forma no
controlada (no selectiva y gradual), con presiones elevadas (60-120 atm) y
temperaturas variables (hasta
1. Reblandece las costras.
2. Retirada de sales en
eflorescencias (no subeflorescencias).
3. No muy agresivo para el material
pétreo.
1. Muy lento.
2. Poco efectivo y costoso en
cuanto a la cantidad de agua.
3. Problemas de introducción de
sales en el sistema poroso y de posibles heladas.
4. Puede atacar algo al material
pétreo, particularmente si es carbonatado.
5. No puede utilizarse sobre
material moderada a fuertemente alterado.
Es idéntico
al método anterior, aunque el tamaño de las gotas de agua es mucho menor (1
micra de grosor), lo cual le confiere un mayor poder disolvente de la suciedad.
A efectos prácticos, presenta las mismas ventajas e inconvenientes que el agua
nebulizada a baja presión.
Instalación
de redes de drenaje de agua similares a las utilizadas para riego por goteo.
Las tuberías se disponen a escasa distancia de la superficie (<
Debe:
·
controlarse el consumo de agua, con dispositivos temporizadores que
regulen el riego (e.g., 8 segundos de riego cada 4 minutos),
·
llevarse a cabo un seguimiento del reblandecimiento de la suciedad
mediante cepillados,
·
modificarse temporalmente el posicionamiento de las cabezas de spray
y,
·
recolectar del agua excedente que corre por las zonas más bajas de las
superficies.
Los métodos
mecánicos deben aplicarse según el grado de deterioro y cohesión del material
pétreo. En general, la utilización de abrasivos con tamaño de grano menor es
más efectivo, aunque se recomienda la utilización de agua como propulsor del
abrasivo para reducir la emisión de polvo y reducir la acción abrasiva.
Otros métodos mecánicos, que no deben
utilizarse debido a su agresividad sobre el sustrato pétreo son:
·
la abrasión mecánica con discos
rotantes,
·
puntas de carborundo,
·
espátulas mecánicas,
·
paleles de lija,
·
limpiezas a la llama acetilénica.
Todos los
métodos que utilizan agua presentan problemas comunes, tales como:
·
Aparición de manchas al evaporarse el agua, formadas, al menos en
parte, por sales precipitadas (a veces llamados pasmados).
·
Pérdida de material pétreo poco coherente.
·
Introducción de agua en el sistema poroso de las rocas,
particularmente en el caso de rocas sedimentarias muy porosas y a través de los
morteros de unión (que pueden sufrir disoluciones importantes).
·
Deterioros inducidos por sales solubles infiltradas.
·
Deterioros inducidos por la transformación hielo-agua.
·
Problemas derivados de deficientes conducciones eléctricas en los
edificios (cortocircuitos y peligro de incendio).
·
Se favorece el crecimiento de algas, líquenes, musgo,...
Cuando
existen abundantes sales solubles como parte de la suciedad, en eflorescencias
o subeflorescencias, es necesaria una aplicación previa de métodos específicos
de retidada de las mismas, o utilizar métodos mecánicos anhidros.
Este tipo de técnicas se basa en la
utilización de agentes químicos, generalmente aplicados en disoluciones, que
atacan a la suciedad y la disgregan. No obstante, presentan un problema
general, y es que pueden agredir igualmente al material pétreo, por lo que es
muy importante controlar:
·
las propiedades de los productos
utilizados,
·
su concentración (siempre, de
menor a mayor concentración),
·
la forma de aplicación
(selectivos),
·
y su efecto sobre las piedras.
Los
distintos compuestos pueden utilizarse individualmente o en mezclas
específicas.
Los ácidos
y bases fuertes han sido utilizados con bastante profusión como agentes de
limpieza. Estos compuestos atacan la suciedad y las costras, disolviéndolas y
desprendiéndolas, pero también atacan a las rocas y generaran sales solubles al
interaccionar con las mismas, por lo que son dañinos. Se aplican en
disoluciones acuosas (a brocha o spray), debiendo humedecerse previamente la
superficie. A continuación debe cepillarse para dispersar la solución
homogéneamente sobre la superficie. Tras un tiempo de reacción que generalmente
debe ser escaso (dependiendo de la concentración de la solución), debe
aclararse abundantemente y neutralizar.
Este método
es rápido y efectivo, y puede considerarse a priori como selectivo y gradual ya
que puede controlarse la concentración de la solución y las áreas donde se
aplica. No obstante, es un método que no debe utilizarse indiscriminadamente ya
que ataca también a los sustratos pétreos. Su uso generalizado se abandonó a
finales del siglo XIX.
Los ácidos
más comunmente utilizados son: clorhídrico (ClH), fluorhídrico (FH) (ambos
fuertes), fosfórico (PO4H3) y acético (CH3-COOH)
(más débiles). El FH puede utilizarse para costras silicatadas.
Las bases
son sosa caústica (NaOH) y potasa caústica (KOH). En soluciones concentradas
atacan también a los silicatos.
Son jabones
aplicados con agua, preferiblemente nebulizada. Su efecto es el de aumentar el
poder de baño de agua, y por tanto favorecer la disolución de la suciedad. Por
esta razón su uso es particularmente efectivo sobre suciedades que presenten
materiales orgánicos como grasas o aceites y sobre costras negras, formadas
esencialmente por hidrocarburos.
Los
tensoactivos pueden ser:
·
Catiónicos: Altamente absorbentes y reactivos (contraindicados).
·
Aniónicos (alcalinos): Reaccionan con los carbonatos y producen sales solubles
como SO4Na2 (contraindicados).
·
Anfóteros: Presentan grupos cargados positiva o negativamente (no se utilizan).
·
Neutros (no iónicos): Son los más apropiados y utilizados, ya que no suelen
dar lugar a problemas graves, excepto por la dificultad para ser retirados con
lavado, y su alta higroscopicidad (mantienen la humedad en la piedra). Los más
utilizados son los derivados del óxido de etileno (CH2)2O:
H H
C - C,
también denominado epoxi-etano o grupo epoxi.
H O H
H H H
H
Un ejemplo es el 1,4 dioxano (CH2CH2OCH2CH2):
C -
C - C
- C
H H H
H
O
Se aplican en disoluciones acuosas, mezcladas
con material inerte bajo la forma de pastas o papetas y, eventualmente, con
jabones neutros. Las sales más usadas son:
·
Bicarbonato de Na (NaCO3H)
·
Bicarbonato de amonio (NH4CO3H)
·
Sales bi o tetrasódicas del ácido
etilendiamintetracético (EDTA)
·
Bifluoruros de Na
·
Bifluoruros de amonio
Las tres
primeras son aplicadas en rocas carbonatadas, mientras que los
bifluoruros se aplican para costras en rocas silicatadas ya que se produce
ácido fluorhídrico FH. Este último ácido puede añadirse diluido, 2-15 % en
volúmen, para incrementar la agresividad de la solución, aunque es necesario
lavar abundantemente la superficie tratada.
Los
soportes inertes (pastas) son colas celulósicas (metilcelulosa,
carboximetilcelulosa) o arcillas con fuerte poder absorbente (sepiolitas,
atapulgitas). La función de estos soportes es importante, ya que:
·
se adhieren a las superficies verticales, lo que permite una acción
prolongada de la solución acuosa,
·
controlan la penetración de la disolución desde la superficie,
·
ejercen un efecto disgregador sobre la suciedad atacada por la
solución debido a su naturaleza tixotrópica, y
·
permiten extraer la suciedad a medida que se va secando, ya que las
soluciones tienden a volver hacia el exterior.
A medida que
la densidad y grosor de la papeta es mayor, se incrementa el espesor atacado de
piedra y el tiempo de acción. Las pastas celulósicas son preferibles porque son
transparentes y poco costosas, aunque pueden dar problemas en su ulterior
retirado. Además, las arcillas tienen un elevado poder absorbente, por lo que
sustraen rápidamente las soluciones de la superficie e impiden en parte su
acción. No obstante, este problema puede solventarse cubriendo las pastas a
base de arcilas o de colas celulósicas con hojas de polietileno que impiden la
evaporación.
La papeta
AB57, desarrollada por I.C.R. de Roma, se ha comprobado como un excelente
agente de limpieza de suciedad variada y, particularmente, de costras negras.
Su composición es:
H2O .........................................................................................................1l
Bicarbonato de amonio ........................................................................30
g
Bicarbonato de sodio ............................................................................50
g
Sal bisódica del EDTA ..........................................................................25
g
Tensoactivo .......................................................
..................................10 cc
Carboximetilcelulosa ...........................................................................60
g
Esta mezcla
presenta un pH algo básico, cercano a 7.5. No debe sobrepasarse un pH de 8, por
lo que, aunque otras proporciones de los componentes son posibles, no deben añadirse cantidades mayores de sales
de amonio y sodio. Así, otra receta recomendable sería (en un litro de agua):
Sal
bisódica del EDTA ...................................................................50-
Bicarbonato de sodio ............................................................................30
g
Carboximetilcelulosa ......................................................................50-
El efecto
del bicarbonato es facilitar el desprendimiento de la costra. No obstante, debe
evitarse su uso en la medida de lo posible para impedir la infiltración de
sales solubles en las rocas. En cualquier caso, deben realizarse pruebas sobre
el material deteriorado. Las sales del EDTA se acomplejan con el Ca de la
costra (presente en forma yeso o calcita), transportándolo en solución. A
medida que su proporción se incrementa en la papeta, la agresividad de la
solución es mayor. Se pueden añadir jabones líquidos neutros (5-10 cc/litro)
para favorecer la bañabilidad, sobre todo si en la costra hay sustancias grasas
como hidrocarburos alifáticos, y sustancias que los disuelvan como el hidróxido
de amonio (NH4OH) y trietanolamina (N(CH2CH2OH)2).
El tiempo
de contacto de la solución con la superficie sucia es variable, dependiendo del
grado de suciedad, aunque suele oscilar entre 1 y 5 horas. La aplicación debe
repetirse varias veces, modificando la concentración de los diferentes
compuestos ya que, finalmente, la solución ataca a las rocas carbonatadas.
Despues de cada aplicación debe bañarse y cepillarse la superficie y retirar
los restos de pasta (con cepillos o espátulas) ya que éstos contienen sales y
además pueden endurecerse. En casos de superficies muy porosas, donde existen
fuertes problemas para el retirado de la pasta, esta puede puede aplicarse
sobre hojas de papel absorbente que se adhieren directamente sobre la roca,
aunque el poder limpiador de la solución se reduce considerablemente en este
caso.
Este método
es muy efectivo y veloz, superando incluso a los métodos mecánicos controlados,
y es menos peligroso que algunos métodos mecánicos efectivos como el enarenado
húmedo. No obstante, es un método costoso por la utilización de compuestos
químicos. Su aplicación no es recomendable en materiales muy alterados, aunque
este problema puede solventarse si previamente se realiza una preconsolidación
con resinas reversibles. Puede aplicarse también sobre pinturas murales o
incrustaciones calcáres de material arqueológico.
Compuestos
como el hexametafosfato sódico (NaPO3)6 o el formato amónico (HCOONH4),
aplicados en disoluciones al 5-10% con o sin tensoactivos, disuelven el yeso de
las costras sin atacar al material pétreo calizo. Se aplican en spray, y tras
el tiempo de ataque, se limpia la superficie con abundante agua.
Son las ya
mencionadas sepiolitas o atapulgitas (filosilicatos
magnésicos hidratados del grupo de la paligorskita). Estas arcillas se
caracterizan por su poder absorbente de agua en relación a su masa. Así,
Antes de
ser aplicadas, debe desegrasarse la superfice para favorecer la humedecibilidad
(con acetona o cloruro de metileno). A continuación se aplica agua destilada y
una mano de arcilla muy líquida, y finalmente la pasta con espátula o brocha,
que se cubre con hojas de polietileno. La pasta debe tener entre 2-
Las
ventajas de este método es que no es dañino para los materiales pétreos, y es
económico ya que las arcillas, aunque
son muy caras, son reciclables. Las desventajas son que es un método lento, no
muy efectivo sobre superficies muy sucias y costras desarrolladas, ni sobre
piedras muy porosas. Por ello, suelen ser más útiles para material de museo.
Cuando los
materiales están muy alterados, se pueden utilizar pastas de arcillas con:
H2O .........................................................................................................1l
Urea ((NH2)2CHOH) ..............................................................................50
g
Glicerina ((CH2OH)2CHOH)............................
.....................................30 cc
Estas
pastas, protegidas con hojas de polietileno, se aplican durante un mes, y
eliminan gran parte de la costra. Debe añadirse un biocida después del lavado
subsecuente a su retirada (o en la disolución) para evitar el ataque de
bacterias nitrificantes (debido al uso de urea).
No se
pueden aplicar los métodos anteriores directamente, sino que debe procederse
previamente a una preconsolidación para endurecer la superficie. Para ello se
aplica una disolución del consolidante reversible y su solvente en forma de
spray. Para homogeneizar la solución aplicada o cualquier otro tipo de
operación que implique tocar la superficie no preconsolidada deben utilizarse
espátulas de teflón (politetrafluoretileno). Este compuesto presenta un elevado
ángulo de contacto con muchos líquidos, incluyendo resinas sintéticas, por lo
que no se adhiere y no se corre el riesgo de despegar las partes deflecadas del
material arenizado o microfracturado. Una vez realizada la operación de limpieza
se añade solvente para retirar el consolidante.
Este tipo
de limpieza se realiza al someter a la suciedad y costras a radiación laser
fuertemente energética, que volatiliza los compuestos que las forman. Al
retirarse la costra, el rayo laser incide sobre la superficie blanca de la
piedra y se refleja, sin producir daño alguno sobre el material sano. Este
tratamiento está especialmente indicado para el tratamiento de mármoles.
Son costras
desarrolladas esencialmente en zonas donde existe una fuerte escorrentía de
disoluciones acousas cargadas en carbonato cálcico disuelto, tales como
fuentes, albercas, piscinas, aljibes, etc. Estas costras son frecuentemente muy
duras y grueas, llegando a esconder elementos decorativos como relieves,
epigrafía, policromía, etc.
Aunque son
fácilmente retirables con la utilización de ácidos fuertes, tales como ClH, y
métodos mecánicos muy abrasivos, no se recomienda su uso, excepto de manera muy
controlada.
Un método
poco agresivo sobre el material pétreo son las resinas de intercambio iónico.
Estas resinas son polímeros sintéticos que tienen grupos funcionales alcalinos
o ácidos, y que reaccionan con el material carbonatado de la costra
intercambiando iones debilmente unidos a los polímeros con los iones del
carbonato cálcico:
H Ca
Resina
ácida + CO3Ca Þ Resina + H2O + CO2
H
OH CO3
Resina
alcalina + CO3Ca Þ Resina + Ca(OH)2
OH
Se aplican
con agua y se preparan en pastas cubiertas de hojas de polietileno. Su efecto
es lento, aplicándose al menos varios varios días. En el caso de costras muy
gruesas (de varios mm de grosor) puede ser necesarios métodos mecánicos (e.g.,
microtornos) antes de aplicar las resinas. Si en las costras hay también yeso,
se recomienda la utilización de resinas alcalinas.
Ya se han
mencionado la utilización de arcillas absorbentes como atapulgitas y
sepiolitas. El método más simple y apropiado es aplicar pulpas de papel o
papetas de arcilla con agua desionizada, dejar unas horas para que se infiltre
el agua, cubrir con plásticos y dejar secar. En este proceso el agua disuelve
las sales del interior del sistema poroso de las piedras, y al ir evaporándose
en la superficie, migra hacia la misma con su carga salina que queda atrapada
en la pasta. Si existen eflorescencias, deben retirarse primero con métodos
mecánicos simples (e.g., cepillo, bisturí) sin utilizar agua para evitar su
introducción en el interior de las piedras. El proceso debe repetirse varias
veces, controlando la concentración de las soluciones que migran a la
superficie.
En la mayor
parte de los casos, el procedimiento es similar al caso de superficies muy
degradadas, necesitándose de preconsolidación. Pueden usarse una gran variedad
de productos, tales como
·
arcillas + urea,
·
amoniaco en disolución acuosa diluida,
·
alcohol + acetona en disolución acuosa (para retirar grasas),
·
acetato de amilo,
·
dimetilformamida en nitro o tricloroetileno,
·
AB57, etc.
En el caso
de las disoluciones se aplican con hisopos. En todos los casos deben realizarse
catas para comprobar la efectividad de los agentes de limpieza.
Estas
manchas están compuestas por oxi-hidróxidos de Fe3+
(e.g., Fe(OH)3) producto de oxidación de grapas de hierro,
pernos, etc. Estos compuestos son muy poco solubles, excepto en medios muy
ácidos. No obstante, los ácidos fuertes no pueden utilizarse ya que atacan al
sustrato pétreo, particularmente si son carbonatos. En rocas silicatadas pueden
utilizarse ácidos diluidos como fosfórico, fluorhídrico o cítrico. En rocas
carbonatadas, los agentes de limpieza de estos óxidos siempre atacarán a la
piedra, por lo que es necesario controlar el tiempo de aplicación. En estas
rocas pueden utilizarse
·
fosfato amónico en solución saturada más ácido fosfórico para corregir
el pH hasta 6 o 7 (con escaso tiempo de aplicación para evitar el ataque a la
piedra),
·
solución de bifluorato amónico (NH4HF2)
al 1-5 % en agua (este producto puede incluso atacar la cerámica),
·
solución de tiosulfato sódico (Na2S3O3) o ácido sulfuroso (SO3H2)
para reducir el Fe3+ a Fe2+,
y a continuación volver a oxidar con agua oxigenada (H2O2) y
acomplejar los hidróxidos de Fe con ácido nítrico, tartárcio, tioglicólico o
EDTA en solución amoniacal.
La aplicación
de estos compuestos es a base de papetas o hisopos, y su efecto puede realzarse
si las soluciones están calientes.
La
oxidación y el ataque ácido sobre el bronce produce sales de cobre (cloruros,
sulfatos, carbonatos) que quedan adheridas tanto a los objetos de bronce como a
los sustratos pétreos. Pueden ser retiradas con soluciones de EDTA o carbonato
amónico (CO3NH4) al 20 % en agua.
No es fácil
retirarlas. Pueden utilizarse solventes orgánicos, tales como
·
solventes alcalinos débiles (butilamina, trietanolamina) para aceites
y grasas, o
·
solventes clorulados para las ceras.
Su
aplicación es en papetas dispersantes. Las manchas bituminosas (asfalto) y
graffiti (resinas acrílicas o celulósicas coloreadas) pueden retirarse con
solventes aromáticos (tolueno, xileno) aplicados con compresas, o alifáticos
(solventes clorulados). Cuando las resinas de los graffiti envejecen por la
acción de la radiación ultravioleta es mejor utilizar metilcloruro suspendido
en metilcelulosa, limpiando luego con acetona y algodón. Una vez retirado el
graffiti es recomendable proteger la superficie con resinas incoloras, como las
silicónicas.
Como
cualquier otro material expuesto a la atmósfera, los materiales pétreos de
objetos escultóricos y arquitectónicos son afectados por especies biológicas
muy variadas:
·
Plantas superiores
·
Animales superiores (incluyendo el Homo Sapiens
Sapiens)
·
Microorganismos (algas, líquenes, musgos, bacterias, hongos)
El biodeterioro
es el resultado de los procesos fisico-químicos y mecánicos inducidos por estas
especies. Los materiales pétreos constituyen el sustrato sobre el que se
asientan las especies vegetales y microorganismos, extrayendo de las mismas
nutrientes de la misma forma que en los suelos. Los animales, por el contrario,
inducen deterioros indirectos, tanto mecánicos (e.g., perforación de túneles
por roedores) como fisico-químicos (e.g., reacciones químicas entre los
materiales y excrementos de aves).
Como casuística
general, los microorganismos se encuentran (casi) siempre presentes en las
superfies expuestas de los edificios y esculturas expuestas a la intemperie,
mientras que las plantas y animales superiores actuan de forma eventual.
La colonización de una superficie por microorganismos necesita de humedad y ausencia de fuerte evaporación. Las superficies pueden considerarse como auténticos ecosistemas, que una vez generados (i.e., construidos) son colonizados siguiendo la secuencia: algas ® líquenes ® musgos ® bacterias ® hongos. El resultado es la formación de costras biogénicas que, lejos de actuar como barreras que protegen el material de deterioros ulteriores, aceleran la degradación del mismo.
Última
modificación:
13 febrero 2020 16:58