Informe de Restauración

 

 Pilares de Travertino del Patio de la Colegiata del Salvador

 

 Albaycin, Granada

 

 

 

 

Por

 

A.García Casco

Prof. Titular de Universidad

(Universidad de Granada)

y

J.A. Durán Suárez

Becario de Investigación

(P.F.P.I., J.A.)

 

 Introducción

Los trabajos de restauración de los pilares de travertino del patio de la Colegiata del Salvador han sido realizados por los alumnos de 5º Curso de Bellas Artes (Especialidad de Restauración) de la Universidad de Granada durante el período de marzo a julio del curso académico 1993-94, bajo la dirección de los firmantes de este informe. Cada pilar fue trabajado por un grupo de 3 ó 4 alumnos restauradores. Además, se contó con la ayuda de personal de la Escuela-Taller Villanueva (1 maestro cantero y 4 alumnos).

Los materiales originales y el estado de conservación de la obra con anterioridad a la intervención han sido descritos en el informe previo (Proyecto de Restauración, 1991) y en un trabajo de investigación publicado que presentamos en el Anexo I. Por esta razón, estos aspectos no serán tratados de manera específica en el presente informe. El estado original de los pilares, tal y como fueron encontrados a comienzos de la obra, se puede apreciar en las Fotografías 1-6. Es de destacar la abundancia de hormigones de repello a base de cemento portland, que cubrían una gran parte de las superficies, faltas, y estructuras cavernosas de los pilares de travertino. La retirada de estos hormigones, y la ulterior reintegración de las faltas con morteros de restauración más apropiados, han constituido uno de los objetivos más importantes de la restauración llevada a cabo.

Es de reseñar que durante las labores de retirada de los hormigones de cemento portland en el pilar nº 4, se encontró una moneda de bronce en el interior de una caverna del travertino embutida en el mortero mixto de cal+yeso localizado por debajo del hormigón. Esta moneda ha sido identificada por Dña. Angela Mendoza Eguaras (ex-directora del Museo Arqueológico de Granada) como un maravedí de la época de Felipe II o Felipe III (1556-1621). Este hallazgo permite especular con la edad (cristiana vs. musulmana) de la puesta en obra de estos pilares de travertino, sobre la que no existe (hasta donde llegan nuestros conocimientos) información alguna, ya que es costumbre de los obreros insertar monedas en las obras realizadas por ellos una vez finalizadas. La conclusión más inmediata sería que los pilares de travertino fueron instalados en época cristiana entre 1556 y 1621. No obstante, la edad anteriormente mecionada podría corresponderse con una edad mínima de puesta en obra, si los pilares de travertino pertenecieron originalmente al patio de la Mezquita Mayor del Albaycin y la moneda fue colocada en la caverna del travertino durante alguna de las remodelaciones sucesivas que habría sufrido la Colegiata del Salvador.

En cualquier caso, este hallazgo permite corroborar la hipótesis propuesta en el informe Proyecto de Restauración (1991), donde indicamos que el mortero mixto de cal+yeso es un mortero de recubrimiento original (ya sea de época musulmana o cristiana). Como se indica más abajo, este mortero ha sido respetado en los trabajos de la restauración que hemos llevada a cabo.

Trabajos de Restauración

A continuación se detallan los trabajos de restauración efectuados, en orden cronológico aproximado. Las descripciones que siguen son globales, esto es, aplican a todos los pilares, ya que todos han sido trabajados de forma similar, aunque, lógicamente, las operaciones han necesitado de tiempo y trabajo variables en cada pilar según su estado de conservación respectivo.

Retirada de los arriates adyacentes a los pilares

Estos arriates, que constituían una fuente de alteración clara debido a su contínuo riego, fueron eliminados por el personal de la Escuela Taller Villanueva con anterioridad a marzo de 1994 (ver Fotografías 1-6, y compararlas con las presentadas en el Proyecto de Restauración).

Retirada de puntas de hierro

La mayor parte de estas puntas se habrían instalado para conducir el crecimiento de las plantas de los arriates. Se retiraron todas las puntas de hierro, generalmente oxidadas, localizadas en todos los pilares. En los casos necesarios, se protegieron las zonas adyacentes con engasados de papel japonés y resina vinílica para evitar posibles desprendimientos de la piedra al ser extraidas.

Retirado de lechadas, morteros y hormigones de cemento de tipo portland

Estos hormigonones, que cubrían una gran parte de la superficie expuesta de los pilares (Fotografías 1-6), fueron retirados con métodos mecánicos, utilizando herramientas de cantería (cinceles, gubias, formones, etc) aplicadas con martillo. En los casos en que el travertino de los pilares se encontró fracturado, las superficies se protegieron previamente mediante engasado-empapelado con resina vinílica para evitar daños adicionales. El volumen de morteros de cemento portland retirado fue elevado, como lo muestran las Fotografías 7-8. En todos los casos, el mortero de tipo mixto a base de cal y yeso y árido de fragmentos cerámicos que originalmente podría recubrir todas las superficies de los pilares y que actualmente sólo queda en relictos aislados, fue respetado (Fotografías 9-10).

Los hormigones de cemento portland cubrían no sólo las estructuras cavernosas naturales y las faltas producidas por deterioro de los pilares, sino también las juntas entre fuste y capitel. La naturaleza de estas uniones originales resultó ser totalmente heterogénea, como lo muestran las Fotografías 11-16. Así, aunque en todos los casos el mortero de unión es el original, de tipo mixto a base de cal y yeso y árido de fragmentos cerámicos, en algunos casos el material que sustenta la unión es ladrillo (e.g., Pilar nº 3), fragmentos de ladrillo y cantos rodados de cuarcitas, mármoles y esquistos (e.g., Pilar nº 4), madera y cantos rodados (e.g., Pilar nº 2), o simplemente cantos rodados (e.g., Pilar nº 5). Esta heterogeneidad original hace suponer que las juntas entre fuste y capitel estuvieron originalmente ocultas bajo un mortero de recubrimiento, posiblemente de tipo mixto de cal y yeso similar al que se encuentra sobre las superficies de los pilares en parches aislados. Esta idea encuentra justificación en el hecho de que en el Pilar nº 6 existe un amplio recubrimento de mortero mixto de cal y yeso localizado entre el fuste y el capitel que recubre además la junta entre ambos. Como se indica más adelante, la hipótesis de que las juntas estuviesen originalmente cubiertas por mortero mixto ha condicionado el criterio de restauración seguido en esta obra.

Retirada de enlucidos de cal aérea

La retirada de los enlucidos de cal (constituídos por finas capas de carbonato cálcico), que se encontraban ocupando grandes áreas de los pilares (particularmente los nº 4, 5 y 6, Fotografías 17-20), ofreció grandes problemas, debidos, esencialmente, a la naturaleza cavernosa del travertino. Inicialmente, esta limpieza fue abordada mediante métodos mecánicos. Se comenzó cepillando las superficies con cepillos de cerda no metálica y agua, lo cual no dió resultado apreciable alguno.

A continuación, se utilizaron cepillos de cerda metálica (y algunas herramentas de cantería aplicadas sin martillo, particularmente punteros finos), lo cual deparó un exito parcial, ya que si bien se logró retirar un volumen importante de la cal, no se consiguió retirar las capas mas finas aplicadas directamente sobre el travertino ni las áreas encostradas localizadas en los poros y cavernas del mismo. En consecuencia, fue necesario utilizar métodos mecánicos que pudieran aplicarse de manera puntual, y se aplicaron escalpelos, bisturíes, fresas y microfresas usadas en taladros y microtornos, ultrasonidos y un microabrasímetro de polvo de corindón (estos dos últimos no dieron resultado apreciable alguno, y se abandonaron).

No obstante se logró reducir el volumen de las costras de cal con los métodos mecánicos, el área de los pilares que se mantenía aún con restos muy finos de cal era amplia. Dado que los métodos mecánicos no podían resolver el problema, se recurrió en última instancia a métodos químicos. Se probaron distintas soluciones de ácidos (cítrico, fosfórico y clorhídrico) en concentraciones bajas (menores del 10% en volumen). Finalmente se aplicaron las soluciones de ácido clorhídrico diluídas (5-10 % en volumen), ya que la reacción con el ácido cítrico prácticamente no disolvía las costras de cal, y la reacción con el ácido fosfórico formaba un producto insoluble, posiblemente fostato cálcico, que se mantenía en las costras y era aún más difícil de retirar. La aplicación de las soluciones de ácido clorhídrico se llevó a cabo con la mayor precaución posible (ya que, obviamente, también atacan al sustrato pétreo calcáreo). Así, la aplicación fue en todos los casos puntual, añadiendo la solución ácida con pinceles y brochas finas directamente sobre pequeñas áreas (no más de unos pocos cm2), lavando abundantemente con agua a continuación y cepillando subsecuentemente para facilitar el desprendimiento de las costras de su sustrato. Finalmente se consiguió, no sin problemas y tras un tiempo considerable, una limpieza aceptable (Fotografías 21-24).

Limpieza de manchas de hollín y pinturas

Este tipo de suciedad (Fotografías 25-28) fue limpiada con métodos mecánicos y químicos. Se obtuvo éxito en todos los pilares utilizando jabones neutros y soluciones de acetona y alcohol, incluso en los casos de manchas más pertinaces, aunque también se utilizaron disolventes orgánicos como tolueno y nitro (2% de etanol más 98% tolueno) (Fotografías 29-30). Las operaciones de aplicación de los agentes limpiadores fueron seguidas de abundate cepillado y aclarado. Donde se encontraron mayores problemas con este tipo de manchas fué en el pilar nº 1, ya que el travertino de este pilar se encontraba quemado en toda su parte inferior hasta una profundidad de más de 1 cm (Fotografías 25-26). En consecuencia, algunas zonas quemadas de este pilar no pudieron ser limpiadas a pesar de la utilización de un gran número de disolventes (e.g., hipoclorito de Li, dimetilformanida, diclorometano, acetato de amilo, ...), y de otras mezclas como la papeta AB57, cuya composición es:

·      H2O.............................................................................................            1000 cc

·      Bicarbonato de amonio....................................................................         30 g

·      Bicarbonato de sodio.......................................................................         50 g

·      Sal bisódica del EDTA......................................................................        25 g

·      Carboximetilcelulosa........................................................................         60 g

Esta mezcla, desarrollada por el I.C.R de Roma, no fue aplicada para la limpieza general de las superfies, ya que la papeta quedaba alojada en los poros del travertino y era difícil de retirar. Las pruebas que se realizaron aplicando la papeta sobre papel japonés no dieron resultados satisfactorios.

Preconsolidación de áreas deterioradas (arenizadas)

Las áreas deterioradas y arenizadas (Fotografías 31-32) fueron tratadas con mezclas de resinas a base de silicio. En concreto se utilizó una mezcla a base de resina silicónica consistente en silicato de etilo más alquil-aril-polisiloxamo (Rhodorsil RC80) al 5% en disolvente nitrocelulósico aplicada con spray y, en algunos casos, a brocha. En todos los casos, se aplicó disolvente sobre la superficie de la piedra previamente a la aplicación de la solución consolidante, para facilitar su penetración.

Aplicación de morteros de reintegración sobre el travertino

Previo a la aplicación de estos morteros se procedió a la preparación y saneamiento de las superficies. Esta preparacón consistió en:

·      La limpieza de las superficies con chorros de aire comprimido (a 3-4 atmósferas de presión) y abundante agua para retirar todo el polvo adherido que impidiese una buena adherencia,

·      La consolidación de las superficies con resinas silicónicas (la misma mezcla que se utilizó en la preconsolidación)

·      La colocación de hilos y puntas de acero inoxidable a modo de emparrillado de agarre, taladrando las superficies y pegando las puntas con resina epoxídica, dada su excelentes propiedades como adhesivo. Además, estas puntas se protegieron con la misma disolución utilizada en las operaciones de preconsolidación, ya que ésta también presenta propiedades hidrofugantes.

A continuación se aplicaron los morteros de restauración, utilizando encofrados para evitar su despegue de las superficies del travertino (Fotografías 33-36). Los encofrados se mantuvieron durante una semana, regándose a diario para facilitar el fraguado de los morteros. El riego se mantuvo durante varias semanas una vez retirados los encofrados. El mortero utilizado es una mezcla de cal hidráulica, árido de carbonato cálcico (marmolina) y aireante (poliuretano expandido en grano) en la proporción en volumen 1:2:3. La elección de este morteros de restauración se justifica en un epígrafe posterior. Además, este mortero se entonó cromáticamente, añadiendo mezclas de colorantes inorgánicos ocres, verdes, rojos y negros (a base de óxidos de Fe y tierras naturales) durante la elaboración de la mezcla. Estos colorantes son resistentes a los álcalis y a la radiación ultravioleta.

Una vez fraguados los morteros, al cabo de un mes de su aplicación, se procedió a su acabado. Esta operación consistió en su texturando con materiales de cantería, procediendo al rebaje y homogeneización de las superficies (Fotografías 37-40). A continuación se eliminaron los granos de poliuretano expandido añadiendo abundantemente acetona sobre las áreas reintegradas (aunque de manera controlada para evitar pasmados sobre la superficie del travertino), consiguiendo una textura extremadamente porosa muy similar a la del travertino. Finalmente, esta operación fue seguida de un entonado cromático de detalle con mezclas de colorantes inorgánicos dado que el color inicial del mortero se diseñó con una entonación cromática inferior a la del travertino. La metodología de reintegración cromática ha consistido en la aplicación de una tinta neutra sobre cada una de las lagunas.

Aplicación de morteros de recubrimiento sobre las juntas fuste-capitel

Como se indicó más arriba, parece evidente que las juntas entre fuste y capitel de estos pilares de travertino estuvieron originalmente cubiertas por un mortero mixto de cal y yeso con árido de fragmentos cerámicos. Por esta razón, las juntas han sido recubiertas de nuevo con un mortero similar, constituido por cal, yeso y arena de ladrillo en la proporción en volumen 2:1:1 (Fotografías 41 y 42). Este mortero presenta un color rojizo debido al polvo de ladrillo, por lo que fue necesario una reintegración cromática con mezclas de colorantes inorgánicos para entonarlo cromáticamente al entorno. En el caso del Pilar nº 3, no se procedió al recubrimiento de la junta ya que la unión quedaba perfectamente definida por una hilera contínua de ladrillo original que quedaba prácticamente enrasada al nivel del pilar de travertino[1]. Esto no pudo hacerse en el resto de los pilares ya que los materiales de unión de las juntas (fragmentos de ladrillo, maderas y cantos rodados) quedaban expuestos a varios centímetros de profundidad respecto del nivel de los pilares. Por esta razón, y por lo expuesto más arriba, se procedió al recubrimiento de estas juntas.

Hidrofugación y protección de las superficies de los pilares

Una vez tratados todos los pilares, con los morteros de reintegración sobre el travertino y de recubrimiento en las juntas añadidos, fraguados y texturados, la operación final consistió en la protección e hidrofugación de toda las superficies. Esta operación se llevó a cabo aplicando soluciones de resinas silicónicas, en concreto una mezcla al 50%  en volumen de dos soluciones:

·      silicato de etilo más alquil-aril-polisiloxano (Rhodorsil RC80) al 50% en volumen en disolvente nitrocelulósico

·      polialquil-alcoxi-silano (Tegosivin HL) al 5% en nitro

Esta mezcla ejerce una acción consolidante, además de una acción hidrorepelente debido a la existencia de radicales alquilo.

El modo de aplicación fue el siguiente. Inicialmente se aplicó el disolvente (nitro) directamente sobre las superficies, con spray, para favorecer la penetración de la solución consolidante-protectiva (Fotografía 43). A continuación se aplicaron las disoluciones antes mencionadas, inicialmente en forma de spray (dos manos sobre cada cara de cada pilar), y subsecuentemente a brocha (otras dos manos sobre cada cara de cada pilar).

El resultado final de los trabajos de restauración llevados a cabo bajo nuestra dirección, una vez entregada la obra a fecha 8 de Julio de 1994[2], puede apreciarse en las Fotografías 44-49.

 

Morteros de reintegración del travertino

Los morteros de restauración que han sido utilizados en la obra realizada fueron fabricados específicamente para reintegrar las faltas en los pilares de travertino. Teniendo esto en cuenta, los criterios fundamentales para la elaboración de estos morteros de restauración fueron los siguientes:

·      Que presentasen una elevada porosidad, además de un tamaño de macroporos elevado, similar al del travertino.

·      Que la proporción de poros de dimensiones menores de 1 mm no fuese elevada, o en cualquier caso similar a la del travertino, para evitar problemas de infiltración capilar preferecial a través de los morteros.

·      Que contuviesen la menor proporción posible de cemento portland (que incluye en torno a 2-5% de yeso), para evitar problemas ulteriores como presencia de sales y ataque químico.

·      Que presentasen una resistencia mecánica inferior a la del travertino, lo que garantiza su degradación preferencial respecto del travertino.

En total, se diseñaron 12 posibles mezclas utilizables, cuya composición es la siguiente (expresada en partes de cada componente en volumen):

Mortero

Cal aérea

Cal hidráulica

Cemento Portland

Arido

Aireantes

Acetato de polivinilo

M1

1

-

-

3

4

0.5

M2

1

-

-

2

3

0.5

M3

-

1

-

3

4

-

M4

-

1

-

2

3

-

M5

1

2/3

-

4

6

-

M6

1

1/3

-

4

5

-

M7

1

1/15

-

4

5

0.3

M8

1

1/30

-

4

5

0.3

M9

1

-

2/3

4

6

-

M10

1

-

1/3

4

5

-

M11

1

-

1/15

4

5

0.3

M12

1

-

1/30

4

5

0.3

En estas mezclas, el aireante utilizado consistió en poliuretano expandido (poliespán), ya que es soluble en acetona y puede retirarse una vez fraguado el mortero. La proporción de aireante fue elevada en todos los casos (50% en volumen), para conseguir una porosidad elevada en los morteros, similar o mayor que la del travertino (ver más adelante y Apéndice I). La adición de tal cantidad de poliuretano expandido confirió unas propiedades mecánicas deficientes en la mayoría de los morteros, que resultaron ser demasiado frágiles una vez fraguados y retirado el poliuretano con acetona a pesar de que en algunos morteros se añadió acetato de polivinilo (de acción aglomerante).

Las únicas mezclas que resultaron factibles para su utilización como morteros de reintegración desde el punto de vista mecánico fueron las M3 y M4, ambas a base de cal hidráulica y sin cemento portland. Así, paralelamente a los trabajos de restauración, se llevó a cabo una serie de trabajos de control sobre las propiedades mecánicas y el comportamiento de los morteros de restauración M3 y M4 y el travertino. Este trabajo complementa trabajos previamente realizados cuyos resultados pueden consultarse en el Apéndice I. A continuación se describen los ensayos efectuados y los resultados obtenidos.

Resistencia a la compresión uniaxial

La resistencia a la compresión uniaxial (longitudinal) se mide en una prensa que registra el esfuerzo compresor (l) aplicado sobre una probeta de material en una dirección del espacio, y la deformación lineal (l) inducida. En nuestro caso, las probetas fueron cilíndricas de 4 x 10 cm, y se analizaron 4 probetas de travertino y tres probetas por cada tipo de mortero de restauración.

Los resultados obtenidos se presentan en los diagramas l-l de la Figura 1. En esta figura pueden apreciarse los tramos elásticos de las curvas l-l donde el esfuerzo es directamente proporcional a la deformación (i.e., ley de Hooke). Es en estos tramos donde se han medido las constantes de proporcionalidad, o módulos de Young (), que se indican en los diagramas (expresados en Mpa). Puede apreciarse que los valores de los módulos de Young para los travertinos son bastante mayores que para los morteros de restauración M3 y M4, lo que garantiza una mayor debilidad mecánica de estos últimos. Esto es importante ya que cualquier mortero de reintegración debe responder con menor efectividad que el máterial pétreo original ante cualquier esfuerzo aplicado, como esfuerzos derivados de cambios volumétricos debidos a cambios de temperatura, de cristalización de sales o de la transición hielo-deshielo en el interior del sistema poroso, etc. No obstante, el mortero M4 es preferible al M3, ya que el primero presenta mayores valores de E y las diferencias respecto de los valores de E del travertino son de un orden de magnitud.

Por otra parte, los tramos plásticos de los morteros de restauración M3 y M4 son relativamente amplios, lo cual permite suponer que la deformación se acomodará por deformaciones permanentes, y no por fracturación.

Figura 1.- Diagramas esfuerzo-deformación para las muestras de travertino y morteros M3 y M4. Las cifras que aparecen en los diagramas son los módulos de Young respectivos calculados mediante regresión lineal sobre los tramos rectos de las curvas.

Saturación libre en agua y desorción

El ensayo de de saturación libre en agua persigue evaluar la tendencia de los materiales a absorber agua en el interior de su sistema. La técnica se basa en sumergir las probetas (3 probetas cúbicas de dimensiones 3 x 3 x 3 cm por cada tipo de materia) completamente en agua, a tiempos parciales, y medir el incremento de masa en esos tiempos. Los incrementos de masa permiten calcular la cantidad de agua absorbida:

donde Wt es el contenido en agua en el tiempo t, Mt es la masa medida en el tiempo t y Mo es el peso seco de la muestra. Por lo tanto, Wt representa incrementos de masa en % relativos al material seco. Estos datos permiten construir curvas Wt - tiempo () que caracterizan el comportamiento del material, como las mostradas en la Figura 2 (diagramas de la izquierda) para las muestras de travertino y de morteros M3 y M4.

El ensayo de desorción es similar al de saturación de agua, y persigue evaluar la facilidad de los materiales para eliminar el agua absorbida en el interior de su sistema poroso. El ensayso se realiza con el mismo material utilizado en el ensayo de saturación, y se basa en medir las pérdidas de masa, a tiempos parciales, respecto del peso de la muestra saturada en agua. Este ensayo se realiza bajo condiciones de temperatura (ca. 20 ºC) y humedad relativa (40-50 %) controladas. Las pérdidas de masa permiten calcular la cantidad de agua desorbida:

donde We es la cantidad de agua perdida, Mt es la masa medida en el tiempo t y Mo es el peso de la muestra saturada en agua. Por lo tanto, We representa pérdidas de masa en % relativos al material saturado. Igualmente, estos datos permiten construir curvas We - tiempo (), que caracterizan el comportamiento del material, que también se muestran la Figura 2 (diagramas de la derecha) para las muestras de travertino y de morteros M3 y M4.

Figura 2.- Curvas de saturación libre (diagramas de la derecha) y desorción (diagramas de la izquierda) en las muestras de travertino y morteros M3 y M4. C.A y C.S son los coeficientes de absorción y desorción, respecvitamente. Las curvas se han construido sobre los valores medios respectivos obtenidos para cada tiempo. Se indican además las barras de error sobre las medias para cada tiempo y el error en las regresiones lineales con las que se han estimado los coeficientes.

            Los resultados obtenidos permiten concluir que los morteros de restauración absorben mayores cantidades de agua que el travertino. Esta carácteristica debe ser interpretado como negativa, aunque debe tenerse en cuenta que los pilares de travertino rara vez se encontrarán inmersos en agua (sólo una gran inundación daría las condiciones apropiadas). Además, las curvas de desorción indican que los morteros expulsan mayores cantidades de agua que el travertino en rangos de tiempo similares, lo cual es claramente una ventaja adicional de estos morteros de restauración.

Porosidad

La porosidad se ha obtenido con un porosímetro de inyección de mercurio sobre pequeñas muestras de unos mm de diámetro. Los resultados obtenidos se muestran en la Figura 3, que permite apreciar la gran heterogeneidad en la distribución de poros del travertino y la homogeneidad de la porosidad de los morteros.  No obstante, los mayores porcentajes de porosidad se localizan en ambos tipos de materiales en el rango de 0.001 y 0.01 milímetros (1-10 micras). En términos generales, puede concluirse que la porosidad de los morteros no difiere excesivamente de la de los travertinos.

Debe indicarse que este tipo de ensayo permite evaluar los porcentajes de radios de poro menores de 1 mm de los materiales, por lo que no se obtiene ninguna información sobre la porosidad macroscópica tan elevada que presentan tanto los travertinos como los morteros de restauración fabricados. No obstante, los ensayos de saturación libre en agua y desorción permiten especular con una macroporosidad similar en ambos materiales.

Figura 3.- Distribución de la porosidad en función del tamaño de poro en los travertinos y morteros M3 y M4.

Capilaridad

La capilaridad se obtiene observando el ascenso del agua capilar y el aumento de peso de probetas, en el presente caso de dimensiones 3 x 3 x 10 cm (3 probetas por tipo de material). La rutina de trabajo consiste en la colocación de las probetas sobre una superficie mojada, dentro de una cubeta de material plástico con agua destilada e interfase de papel absorbente para asegurar un flujo de humedad continua, sin llegar a mojar otra superficie que no sea la base de la probeta. Para evitar una rápida evaporación del agua de la cubeta, ésta se cubre con una tapadera de plástico protegida con papel absorbente para evitar el goteo de condensación sobre las probetas junto con las paredes laterales de la cubeta. El recipiente se coloca dentro de una campana aislante con unos valores de temperatura y de humedad relativa constantes.

El ensayo consiste en pesar y medir la altura del agua sobre las diferentes probetas a tiempos parciales. Los resultados que se obtienen con el ensayo son los siguientes: peso en función del tiempo (Mt) expresado en gramos y altura ascendida en función del tiempo (ht) expresada en centímetros. La cantidad  o incremento de agua absorbida de la  muestra, por unidad de superficie en el tiempo se calcula con la siguiente ecuación:

donde M/S es el incremento de masa por unidad de superficie (g/cm2), Mt es el peso de la muestra en función del tiempo (g), Mo es el peso de la muestra seca (g), y S es la superficie de la cara de la probeta en contacto con el agua (cm2). Con los datos obtenidos es posible construir dos curvas, una de absorción capilar y otra de ascenso capilar, en función de  (min1/2). La primera se traza en función del incremento de peso experimentado por la probeta a lo largo del ensayo, la segunda curva representa la altura de agua ascendida en función del tiempo transcurrido. Además de observar el comportamiento de las diferentes probetas, se pueden obtener los coeficientes de absorción capilar, expresados en g/cm2.min1/2, y los coeficientes de penetración capilar expresados en cm/min1/2, obtenidos mediante cálculos de regresión en los tramo rectilíneos de las curvas. Estas curvas se presentan en la Figura 4 para las muestras de travertino y de morteros M3 y M4 analizadas.

            Puede apreciarse que los coeficientes de absorción y penetración capilar son algo mayores en los morteros que en el travertino, aunque las diferencias son mínimas y las formas de las curvas son similares para todos los materiales. En consecuencia, la succión capilar en los morteros de restauración fabricados será algo mayor que en el travertino. La importancia de esta característica negativa puede minimizarse a nuestro juicio, ya que los arriates que anteriormente existían adyacentes a los pilares, y que eran una fuente importante de agua en el subsuelo que ascendía por capilaridad, han sido eliminados. Por lo tanto, el ascenso capilar no debe ser a partir de ahora una fuente importante de degradación en los pilares, ante la ausencia de un reservorio de agua de riego.

Figura 4.- Curvas de succión y penetración capilar en las muestras de travertino y morteros M3 y M4. C.S.C. y C.P.C. son los coeficientes de succión y penetración capilares, respecvitamente. Las curvas se han construido sobre los valores medios respectivos obtenidos para cada tiempo. Se indican además las barras de error sobre las medias para cada tiempo y el error en las regresiones lineales con las que se han estimado los coeficientes.

 

 

Granada, Julio de 1994

 

 

 

A.García Casco

Prof. Titular de Universidad

(Universidad de Granada)

y

J.A. Durán Suárez

Becario de Investigación

(P.F.P.I., J.A.)


 

Foto 1.- Pilar nº 1 antes de la restauración. Nótese la amplia superficie quemada.

 

Foto 2.- Pilar nº 2 antes de la restauración. Nótese la abundancia de repellos de hormigón.


 

Foto 3.- Pilar nº 3 antes de la restauración.

 

Foto 4.- Pilar nº 4 antes de la restauración. Nótense los recubrimientos con lechadas de cal.


 

Foto 5.- Pilar nº 5 antes de la restauración. Nótese la abundancia de repellos de hormigón.

 

Foto 6.- Pilar nº 6 antes de la restauración. Nótense los recubrimientos con lechadas de cal.


 

Foto 7.- Pilar nº 1, una vez retirados los repellos de hormigón. Nótese la falta en la junta de unión fuste-capitel.

 

Foto 8.- Pilar nº 2, una vez retirados los repellos de hormigón. Nótese la profundidad de la falta en el mortero original de unión.


 

Foto 9.- Aspecto del mortero de recubrimiento original de tipo mixto (cal+yeso) en el pilar nº 3, que aparece irregularmente distribuido.

 

Foto 10.- Aspecto del mortero de recubrimiento original de tipo mixto (cal+yeso) en el pilar nº 4, que aparece bajo los repellos de hormigón a base de cemento portland.


 

Foto 11.- Junta de unión fuste-capitel en el pilar nº 2, donde aparecen fragmentos de ladrillo y madera.

 

Foto 12.- Junta de unión fuste-capitel en el pilar nº 4, donde aparecen fragmentos de ladrillo y cantos rodados.


 

Foto 13.- Junta de unión fuste-capitel en el pilar nº 3, donde aparece una hilera de ladrillo continua. Nótese la falta en el capitel.

 

Foto 14.- Junta de unión fuste-capitel en el pilar nº 3, donde aparece una hilera de ladrillo continua. Nótese la fina las lechada de cemento portland sobre el capitel.


 

Foto 15.- Junta de unión fuste-capitel en el pilar nº 5, donde aparecen cantos rodados de cuarcitas y esquistos.

 

Foto 16.- Junta de unión fuste-capitel en el pilar nº 6, donde aparecen ladrillos y el mortero mixto orginal recubriendo una falta.


 

Foto 17.- Lechadas de cal sobre el pilar nº 6.

 

Foto 18.- Detalle de las lechadas de cal sobre el pilar nº 5.


 

Foto 19.- Detalle de las lechadas de cal sobre el pilar nº 6.

 

Foto 20.- Detalle de las lechadas de cal sobre el pilar nº 6.


 

Foto 21.- Detalle de las lechadas de cal en el pilar nº 4 durante su tratamiento de limpieza.

 

Foto 22.- Estado del pilar nº 4 tras el tratamiento de limpieza de las lechadas de cal.


 

Foto 23.- Detalle de las lechadas de cal en el pilar nº 5 durante su tratamiento de limpieza.

 

Foto 24.- Tratamiento de limpieza de las lechadas de cal en el pilar nº 5.


 

Foto 25.- Manchas de hollín en el pilar nº 1.

 

Foto 26.- Quemados del travertino en el pilar nº 1.


 

Foto 27.- Detalles de los quemados en el pilar nº 1.

 

Foto 28.- Manchas de pintura en el pilar nº 3.


 

Foto 29.- Catas de limpieza de suciedad de origen orgánico en el pilar nº 3.

 

Foto 30.- Detalle de las catas de limpieza de suciedad de origen orgánico en el pilar nº 3.


 

Foto 31.- Detalle de areas arenizadas en el pilar nº 2.

 

Foto 32.- Detalle de areas arenizadas en el pilar nº 2.


 

Foto 33.- Encofrados de los morteros de reintegración en el pilar nº 1

 

Foto 34.- Encofrados de los morteros de reintegración en el pilar nº 3


 

Foto 35.- Encofrados de los morteros de reintegración en el pilar nº 4

 

Foto 36.- Encofrados de los morteros de reintegración en el pilar nº 6


 

Foto 37.- Aspecto del mortero de reintegración una vez texturado (sin aplicar acetona) en el pilar nº 1

 

Foto 38.- Trabajo de texturado del mortero de reintegración en el pilar nº 2.


 

Foto 39.- Morteros de reintegración en el pilar nº 4.

 

Foto 40.- Trabajo de texturado del mortero de reintegración en el pilar nº 3.


 

Foto 41.- Mortero mixto (cal+yeso) de recubrimiento sobre la junta fuste-capitel en el pilar nº 6.

 

Foto 42.- Mortero mixto (cal+yeso) de recubrimiento sobre la junta fuste-capitel en el pilar nº 4.


 

Foto 43.- Aplicación con spray de solución protectiva a base de mezclas de resinas silicónicas en el pilar nº 1.



 

Foto 44.- Aspecto del pilar nº 1 finalizados los trabajos de restauración.

 

Foto 45.- Aspecto del pilar nº 2 finalizados los trabajos de restauración.


 

Foto 46.- Aspecto del pilar nº 3 finalizados los trabajos de restauración.

 

Foto 47.- Aspecto del pilar nº 4 finalizados los trabajos de restauración.


 

Foto 48.- Aspecto del pilar nº 5 finalizados los trabajos de restauración.

 

Foto 49.- Aspecto del pilar nº 6 finalizados los trabajos de restauración.


 

Foto 50.- Foto-recuerdo (Julio de 1994).


 



[1]Este criterio está justificado además, si se entiende que este resto arqueológico presenta la entidad suficiente como para quedar expuesto y servir en posibles investigaciones históricas futuras.

[2]Con posterioridad a la entrega de la obra, han seguido los trabajos de acondicionamiento del patio de la Colegiata del Salvador. Estos trabajos han podido incidir en el aspecto final de los pilares del travertino, particularmente en lo que respecta a su grado de limpieza, ya que se han efectuado labores típicas de obra tales como corte de piedra y ladrillo, fabricación de mezclas de cementos, etc. Estas labores han levantado abundante polvo que ha podido quedar adherido a las superficies de los pilares tratadas con los protectivos indicados en este informe. En consecuencia, no nos hacemos responsables de cualquier desperfecto que se haya producido con posterioridad a la entrega de la obra, en la fecha 8 de Julio de 1994.