Informe de Restauración

 

 

 

 

Columnas del Patio de la Capilla

(Hospital Real, Granada)

 

Por los alumnos de la asignatura Restauración de Materiales Pétreos

(Facultad de Bellas Artes. Curso académico 1996/97)

Alumnos Restauradores:

Isabel Arredondo Rubio.

Maite Cuberos Nuñez.

Raúl Encinar Domínguez.

Cristina Escosura Lucena.

Mª José García del Río.

Luisa Mª Gómez Beltrán.

Paula H. Grela Leira.

Eva Latorre Ciria.

Raquel López Delgado.

Elena Maceira Marcos.

Alicia Pérez Roldán.

Nuria Pérez Villares.

Ana Prieto Martín.

Julia Ramos Molina.

Rafael Ruiz de la Linde.

Victoriano Saéz Escañuela

Mª del Mar Sánchez Carrión.

Alejandro Sánchez Tallón.

Alejandro Suárez Rancaño.

Carmén Travesí Cruz.

Francisco Valls Compán.

Profesor de la Asignatura:

Antonio García Casco.

 

Granada, Junio de 1997

Indice

INTRODUCCIÓN

La obra

ESTADO DE CONSERVACIÓN Y PROCESOS DE DETERIORO

Infiltración Capilar

Eflorescencias y Subeflorescencias Salinas

Formas de Deterioro

CRITERIOS DE RESTAURACIÓN

Preconsolidación

Limpieza

Consolidación

Aislamiento de las columnas al ascenso capilar de agua

Reintegración con morteros

Reproducción de las basas y tambores de los fustes

Texturado de las superfices reintegradas con mortero

RESTAURACIÓN DE LAS COLUMNAS Nº 1, 2 Y 3 DEL CUERPO INFERIOR DEL PATIO DE LA CAPILLA

Eliminación de hormigones y morteros de cemento

Eliminación de anclajes de hierro oxidados

Eliminación de sales

Limpieza de suciedad

Consolidación

Aislamiento de las columnas

Reintegraciones con morteros

Realización de moldes

Texturado y acabado

Hidrofugación y protección de las superficies

Problemas encontrados

BIBLIOGRAFÍA

FOTOGRAFÍAS

 

Capítulo I

Introducción

Introducción

Los trabajos de restauración de las columnas de calcarenita del Patio de la Capilla del Hospital Real de Granada han sido realizados por los alumnos de 5º Curso de la licenciatura de Bellas Artes (Especialidad de Restauración) de la Universidad de Granada durante el período de marzo a abril del curso académico 1996-97, bajo la dirección del profesor de la asignatura Antonio García Casco, perteneciente al Departamento de Mineralogía y Petrología de la Universidad.

Los materiales originales y el estado de conservación de la obra con anterioridad a la intervención han sido descritos en el informe previo (García Casco y Durán Suárez, 1994) y en un trabajo de investigación (Sebastián et al., 1990). Por esta razón, estos aspectos no serán tratados de manera específica en el presente informe, y remitimos al lector a los trabajos anteriores para más detalles. El estado original de las columnas, tal y como fueron encontradas a comienzos de la obra, se puede apreciar en las Fotografías 1-23. Destacamos, no obstante, el nefasto efecto que los morteros de repello y reintegración a base de cemento de tipo portland, y que cubrían una gran parte de las columnas intervenidas, han tenido para la conservación de las mismas. En los pocos años que llevan instalados (no más de algunos decenios), la alteración ha progresado como en siglos de existencia del edificio. No sería necesario incidir en este aspecto, tan evidente por cierto en todos los edificios de nuestro patrimonio, si no fuera por el hecho de que, a pesar de ser un hecho ampliamente reconocido por, arquitectos, restauradores y profesionales de la construcción, aún se sigue “restaurado” con repellos que impermeabilizan las superficies y que persiguen “sanear” un zona donde la infiltración de agua arruina las construcciones, cuando lo que consiguen es acelerar el deterioro. La retirada de estos morteros, y la ulterior reintegración de las faltas con morteros de restauración más apropiados, ha constituido el objetivo más importantes de la restauración llevada a cabo. Aunque los criterios han sido coherentes con el problema (se pretende que los morteros sean porosos y menos resistentes mecánicamente que el material pétreo) su grado de éxito solo lo establecerá el transcurrir de tiempo. En este sentido, y a pesar de que la confrontación decimonónica entre Ruskin y Viollet Le Duc sobre conservar sin intervenir vs. restaurar reconstruyendo ha sido superada desde las CARTAS del RESTAURO de Roma (1931) y Atenas (1933), las palabras de Didron, arqueólogo francés del s. XIX que participó en dicha polémica: “Me pronuncio contra las restauraciones, sean cuales sean. Una restauración oculta pero no cura una enfermedad” recobran cierto valor. A pesar de estas palabaras, confiamos en haber contribuido a la conservación del edificio.

Por último, destacamos también que durante las labores de retirada de los morteros de cemento portland se han encontrado evidencias que demuestran que existe una falsificación en las dimensiones (y posiblemente formas) de las basas de las columnas, tanto las repelladas con cemento como las que fueron sustituidas con reproducciones de caliza de Sierra Elvira. Este hallazgo de interés arqueológico permite concluir que, muy probablemente, la restauraciones precedentes operaron sobre un material totalmente destruido en sus formas externas. El mismo problema, agravado, tenemos nosotros.

La obra

El Hospital Real fue fundado en 1504 por los Reyes Católicos. Su trazado se debe a Enrique Egas, comenzando las obras con retraso en 1511 por orden de Fernando el Católico. A la muerte de éste, sólo se había terminado el piso bajo, retomando el proyecto el emperador Carlos V en 1522 bajo la dirección del cantero Juan García de Pradas y el carpintero Juan de Plasencia. En 1527 ya estaba terminado el segundo cuerpo, a falta de la decoración que fue parcialmente terminada a finales del quinientos. Comienza a funcionar en 1525, y se inaugura inacabado en 1526 por Carlos V. La portada, cuyas esculturas son obra de Alonso de Mena, se terminó en 1640. Las obras y remodelaciones se prolongan durante los siglos XVI-XVIII (Felez, 1979; Gallego y Burín, 1995).

De estilo gótico tardío en el proyecto inicial (influencia de Enrique Egas), la estructura del edificio, toda de cantería como era costumbre para los edificios de rango superior, esta formada por dos naves que se cruzan en el centro inscritas en un cuadrado, dando lugar a cuatro patios que sirven como elementos de distribución de las estancias alineadas a su alrededor. El crucero, con bóveda de crucería, está rematado por un cimborrio. De los cuatro patios, sólo el llamado de la Capilla, localizado en la parte posterior izquierda del edificio (Figura 1), fue terminado completamente, en 1536. Toma su nombre de la Capilla que fue instalada en este sitio. El cuerpo inferior presenta veinte arcos de medio punto que se apoyan en columnas y cuatro pilastras en los ángulos de piedra franca de Santa Pudia en las cercanías de Escúzar (Figura 2). En sus cuatro lados se encuentran 4 puertas que dan paso a las dos naves centrales y a dependencias laterales del edificio. Ninguna de estas puertas presenta una decoración similar: una de ellas es adintelada y las otras tres son rematadas con arcos carpaneles, ninguno de ellos idéntico. En el ángulo occidental del patio se localiza un pozo, existiendo actualmente una fuente en su centro. El segundo piso consta del mismo número de arcos que apoyan en columnas, con capiteles corintios, que a su vez apoyan en pilares enmarcados en la balaustrada (Figura 2). De la decoración del patio destacan los escudos de los Reyes Católicos y el Emperador en las enjutas de los arcos, ocupadas por las iniciales de los primeros F e Y en las esquinas, así como la inscripción que recorre toda la cornisa superior, que hace alusión a la fundación del Hospital Real y a su terminación por Carlos V.

Debe destacarse que todos los elementos originales del patio, incluida la decoración, están construidos con el mismo tipo de piedra franca de Santa Pudia, aunque algunos elementos de las columnas del cuerpo inferior (basas y primer tambor) ha sido sustituidos por piedra de Sierra Elvira.

La piedra franca de Santa Pudia es una calcarenita bioclástica, cuyos clastos están formados esencialmente por fragmentos fósiles de organismos marinos aglutinados en una matriz carbonatada de grano muy fino (micrita) y cemento carbonadado de tamaño algo mayor (ver García Casco y Durán Suárez, 1994 y Durán Suárez, 1995 para más detalles sobre la naturaleza y propiedades de los materiales). La proporción de matriz y cemento es escasa, por lo que el material es muy poroso y permeable, de escasa densidad y resistencia mecánica. Todo ello le confiere características que facilitan su extracción de cantera y su labrado (sillares, basas, tambores, cornisas, etc), aunque igualmente implica que es un material escasamente resistente a los agentes de deterioro, particularmente la infiltración de agua por capilaridad (i.e., agua del subsuelo) o por gravedad (i.e., agua superficial, de lluvia o de lavado de los suelos). Por contra, la caliza de Sierra Elvira es un material formado carbonatado fuertemente compactado y con muy baja porosidad y permeabilidad a gases y líquidos, por lo que presenta mejores propiedades mecánicas y de resistencia a la alteración.

Figura 1. Planta baja del Hospital Real (tomado de F. Prieto Moreno).

También es importante señalar que todos los elementos del patio se encuentran enlucidos con varias lechadas sucesivas de cal y yeso. Algunas de estas lechadas se aplicaron con color azul, como hemos podido constatar durante la restauración llevada a cabo en este trabajo. La capa de enlucido más superficial es rica en yeso, y debe haber sido aplicada recientemente ya que también se encuentra sobre los repellos de cemento (no así de los tambores y basas de Sierra Elvira). También es notable la existencia de restos de policromía ocre debajo de las lechadas, posiblemente aplicada durante los trabajos de construcción del edificio.

 

 

 

Figura 2. Alzado del Hospital Real tras su rehabilitación de los años 70 como Rectorado de la Universidad de Granada. Sección longitudinal por la línea mediana de los patios de la Capilla y de los Mármoles (levemente modificado de F. Prieto Moreno).

Capítulo II

Estado de Conservación

Estado de Conservación y Procesos de Deterioro

En este trabajo se han intervenido 1 pilar y 2 columnas del cuerpo inferior (Figuras 4-6), que corresponden a los números 1-3 de la Figura 3. Al estado de conservación previo a los trabajos de restauración de estos tres elementos nos ceñimos a continuación (Fotos 1-12).

De los tres elementos intervenidos, el pilar (por comodidad, denominado a partir de ahora columna nº 1) presenta repellos de hormigón en su basa, que se encuentra completamente reconstruida, y en el fuste hasta una altura de 1.5 m. De las dos columnas, la nº 3 presenta igualmente repellos de hormigón que recubren su basa y fuste, ambos totalmente reconstruidos hasta una altura de 2.5 m). La columna nº 2 presenta, por contra, basa y primer tambor del fuste de caliza de Sierra Elvira, no encontrándose ningún repello de hormigón. Estos elementos constructivos han reemplazado, en época desconocida por nosotros, a los originales elementos de piedra franca, que previsiblemente se hallarían en un estado de conservación muy avanzado hasta el punto de hacer peligrar la estabilidad estructural del edificio. No se entiende sino el esfuerzo realizado en la sustitución de estas piezas, que implica un trabajo complicado (su apuntalamiento mediante la perforación del arco a la altura de la segunda dovela para insertar un cargadero horizontal apoyado en puntales que contrarresten la solicitaciones del arco garantizando su estabilidad durante el desmonte completo de toda la columna) por comparación con el trabajo más rápido y sencillo de repello (realizados en las columnas nº 1 y 3).

En conjunto, los elementos construidos originalmente con calcarenita bioclástica no presentan deterioros extremos e irrecuperables del material pétreo. El principal problema de deterioro es la infiltración de agua en el sistema poroso de la calcarenita. Este ha debido ser el principal problema conservativo en épocas anteriores, ya que la mayor parte de las zonas degradadas y su sustitución ha sido realizada con otros materiales menos porosos (repellos de “cemento” y caliza de Sierra Elvira).

Figura 3. Planta y alzado del patio de la Capilla, con numeración de las columnas del cuerpo porticado inferior.

Infiltración Capilar

La infiltración de agua en el sistema poroso de la calcarenita bioclástica es una de las causas más comunes de su deterioro. Estas aguas atacan y disuelven el escaso material de unión entre clastos (matriz y cemento), lo que da lugar a la pérdida de cohesión interna y arenización. La interacción química entre disoluciones percolantes y la roca carbonatada da lugar a la cristalización de sales en el interior de la roca (subeflorescencias) o en el exterior (eflorescencias), que en su proceso de cristalización y transformación por hidratación deshidratación generan esfuerzos que aceleran el deterioro de la roca.

Así, las basas y los primeros tambores de las columnas nº 1 y 3, que han sido intervenidas en épocas pasadas con repellos de “cemento”, se encuentran particularmente arenizados y han perdido un volumen importante de material, hasta unos 2 m. de altura respecto del suelo , sobre todo en la columna nº 3 (Foto 14). En estas columnas, las partes medias y superiores de los fustes se presentan bastante deterioradas (Foto 15). Por contra, la columna nº 2, a la que se le sustituyeron la basa y la parte inferior del fuste por caliza de Sierra Elvira, no presenta arenizaciones de importancia (Foto 13).

Figura 4.- Columna 1, con indicación de las áreas repelladas y desprendidas.

Esto es explicable por la escasa porosidad tanto de la caliza de Sierra Elvira como del cemento de los repellos. Así, en la columna nº 2 las piezas impermeables de caliza de Sierra Elvira han actuado como aislante a la infiltración capilar de agua, evitando su ulterior deterioro. Por contra, el cemento de los repellos de las columnas nº 1 y 3 no ha constituido una barrera a la infiltración, al existir todavía calcarenita en el interior de las columnas, pero sí ha constituido una barrera superficial a la permeabilidad que ha impedido la transpiración del agua infiltrada hacia la atmósfera, forzando un ascenso capilar ulterior y el consiguiente progreso de la arenización hacia cotas mas altas que, en el caso de la columna nº 3 incluso llega hasta el tercer tambor, anteriormente sin deteriorar.

Figura 5.- Columna 2, con indicación del tambor inferior y la basa sustituidas de caliza de Sierra Elvira.

El propio mortero de cemento de los repellos se encuentra en un estadio de deterioro muy avanzado, presentándose frecuentemente arenizado y fracturado (columnas numero 1 y 3, Foto 16). Esto viene condicionado por las fuertes diferencias de composición química, comportamiento mecánico, porosidad, permeabilidad, etc. entre ambos tipos de materiales, mortero de cemento y calcarenita. Así por ejemplo, sus diferentes propiedades mecánicas condicionan que se generen esfuerzos diferenciales en la unión de ambos materiales durante las expansiones/contracciones volumétricas diferenciales inducidas por contrastes térmicos diurnos. Esto hace perder la adhesión del mortero al substrato pétreo por fatiga, particularmente si se tiene en cuenta el deterioro no visible de la roca del substrato generado por la circulación de agua, lo que supone que tarde o temprano se produce la separación efectiva entre ambos elementos, llegándose a la inevitable caída del mortero y arrastre de parte del substrato pétreo (Foto 17). Esto puede observarse en todas las columnas del patio hoy día.

Eflorescencias y Subeflorescencias Salinas

Las eflorescencias no son abundantes en el patio de la Capilla, pero pueden observarse subeflorescencias en las áreas más arenizadas y descarnadas (parte inferior del fuste de la columna número 3), aunque la mayoría de las sales detectadas, tanto en el cuerpo inferior como el superior, se han encontrado en muestras de morteros de “cemento” (ver García Casco y Durán Suárez, 1994, para más detalles).

Figura 6.- Columna 3, con indicación de las áreas repelladas.

Durante las labores de restauración llevadas a cabo en este trabajo, se apreció que las sales se localizan preferentemente en la interfase mortero-calcarenita, lo cual es perfectamente justificable en términos teóricos ya que la interfase constituye una barrera impermeable hacia la atmósfera exterior. Esto ayuda indudablemente a la separación efectiva de mortero y substrato pétreo, y a la degradación de este último, debido a los esfuerzos generados por los procesos de cristalización e hidratación/deshidratación de sales solubles.

Formas de Deterioro

Los deterioros sufridos por la calcarenita y la caliza de Sierra Elvira de las tres columnas son los siguientes:

·      Arenizaciones, producto del ataque químico de soluciones acuosas. D notable consideración es el estado que presenta el fuste de la columna número 3, bastante arenizado en la parte posterior del mismo. Fotos 18 y 19.

·      Subeflorescencias de sales solubles, generalmente relacionadas con los morteros de “cemento” (columna número 3 )

·      Suciedad y corrosiones debidas a excrementos de palomas (Fotos 20 y 21) que, aunque localizados preferentemente en los capiteles donde las palomas se asientan con facilidad de forma asidua, se localizan también en fustes y basas, y a la presencia de costras biológicas formadas por organismos (líquenes, musgo, Foto 22), particularmente en las partes inferiores de las columnas repelladas con cemento (e.g., columna número 1).

·      Suciedad variada, que incluye ennegrecimiento, polvo y material suspendido en la atmósfera adherido a las superficies. Esa suciedad se observan particularmente adheridas en las zonas labradas de los capiteles y en algunas partes de los fustes (Foto 23). En la mayor parte de los casos la suciedad se localiza sobre las lechadas de cal y yeso, aunque en aquellas zonas donde faltal, lógicamente se localizan sobre el substrato pétreo.

·      Erosiones, particularmente presente en los capiteles, posiblemente por el “picoteo” de las palomas.

·      Fracturación, de los tambores sustituidos por “cemento” (columna número 1 y 3 ).

Como ya se ha indicado, todas estos deterioros no son de extrema gravedad, por lo que desde el punto de vista restaurador el principal problema de estas columnas es conservativo (en relación con el efecto negativo de los repellos de cemento) y estético (en relación con la suciedad). En este sentido, debemos notar que calificamos como grave el que el “mantenimiento” del patio se esté llevando en la actualidad sin el menor criterio restaurador, ya que se siguen apreciando repellos con mortero de cemento que han sido aplicados muy recientemente.

Capítulo III

Criterios de Restauración

CRITERIOS de Restauración

En este apartado se describirán los criterios seguidos durante el tratamiento y los cambios realizados respecto al proyecto de restauración inicial (ver García-Casco y Durán-Suárez, 1994).

Debemos indicar que estos criterios son, como todos los criterios restauradores, hasta cierto punto subjetivos, que derivan de la experiencia, los condicionamientos de la obra y las disponibilidades materiales y personales. Es evidente que otros criterios podrían haberse planteado y que nosotros no estamos en posesión de la verdad restauradora. Nosotros queremos aquí dar fe de los seguidos en este trabajo para, en el caso de ser contraproducentes, no sean tenidos en cuenta en trabajos ulteriores y, en el caso de revelarse efectivos, sean considerados por los alumnos y profesionales que nos sigan.

Preconsolidación

Considerando que en el proyecto de restauración original se planteaba la preconsolidación de las columnas como trabajo previo, en el caso de las columnas intervenidas no ha sido necesario realizarla puesto que la compactación de la piedra era aceptable. No obstante, en las zonas repelladas con cemento y arenizadas ha sido necesario sanearla (picarla).

Limpieza

Este es un punto importante por su impacto estético y su efecto sobre las lechadas de cal y yeso que recubre parte de las superficies intervenidas.

En el proyecto de restauración original se plateaba la conservación de los restos de lechadas de cal y yeso sobre los que se encuentran depositadas costras de suciedad. No obstante, durante los trabajos de restauración se pudo comprobar que esto es imposible, ya que (1) el estado de conservación de la lechada es deficiente, con escasa adhesión al substrato y (2) como consecuencia de lo anterior, todos los métodos ensayados (previamente en catas de limpieza) que tuvieron éxito en la retirada de la suciedad también tuvieron como resultado el desprendimiento de la lechada. Como se indica más abajo, algunos métodos no llegaron a retirar la lechada (particularmente cuando se usaron en las catas solventes orgánicos), pero tampoco eran efectivos en la retirada de la suciedad. Por tanto, se optó por retirar la suciedad junto con la lechada de yeso y cal a la cual estaba fuertemente adherida.

Dado (1) el mal estado de conservación en el que se encontraba la lechada, (2) su localización irregular sobre las columnas, concentrándose en la parte superior de las mismas y ausente de la inferior y (3) que es constituye una intervención posterior o coetánea al repello con morteros de cemento (i.e., no histórica), se considera que su retirada no viola principios restauradores fundamentales (e.g., conservar antes que destruir). De hecho, los escasos restos de policromía ocre, localizada directamente sobre la piedra y bajo la lechada, particularmente en los capiteles y partes superiores de los fustes, sí ha sido conservada. Además, la protección de las superficies pétreas, que todo revoco y lechada ejerce, será mantenida mediante la utilización de protectivos silico-orgánicos de mayor calidad.

Queda por discutir el efecto estético de este criterio. Por lo que se refiere a las tres columnas intervenidas, el efecto se considera apropiado, ya que su retirada permite homogeneizar cromática y texturalamente el conjunto de las basas, fustes y capiteles (recuérdese que las lechadas aparecen irregularmente, concentrándose en las partes superiores). No obstante, se puede argumentar un efecto estético contraproducente si se tiene en cuenta el de los elementos del patio, que se encuentran igualmente enlucidos con lechadas de cal y yeso. Si los trabajos de restauración se continúan en el futuro, este efecto puede subsanarse, ya sea eliminando todas las lechadas (que en conjunto se encuentran muy sucias) como aplicando una lechada homogénea sobre todos los elementos del patio, pero una vez limpio todo el patio.

Consolidación

Durante el proceso de consolidación hay que tener en cuenta que cuando se observa en la piedra un grado de alteración que afecta a su estabilidad estructural (degradación total o parcial), es necesario consolidar las zonas específicas, o bien, la totalidad de la pieza. La consolidación pretende mejorar la cohesión de los materiales pétreos, sus características mecánicas y la adhesión entre las partes dañadas y las no alteradas. También se pretende reducir la porosidad evitando la penetración de agua y de sustancias químicas.

Hay que tener en cuenta que los materiales pétreos expuestos a la atmósfera suelen presentar una superficie alterada mas porosa que las partes internas. Es por tanto muy importante el no producir discontinuidades en las propiedades de los materiales tratados y no tratados. De esta forma el éxito de la consolidación depende de la profundidad de penetración del consolidante sobre la piedra dañada que depende de la porosidad de la piedra, de las características del material consolidante y del método de aplicación.

La consolidación debe ser lo más homogénea posible dado que, si quedan zonas libres de consolidante, éstas mantienen su porosidad inicial pudiendo absorber agua. Además, dado que la evaporación del agua resulta obstaculizada, se pueden producir desequilibrios tensionales que provoquen fracturas y pérdida de cohesión en las zonas consolidadas si durante la consolidación se generan fuerte anisotropía en las características mecánicas de los materiales tratados. Es imprescindible utilizar consolidantes impermeables al agua pero permeables al vapor de agua. Por tanto, en la consolidación de este tipo de material es muy conveniente usar productos silicónicos. Estos materiales están total o parcialmente polimerizados, formando grandes moléculas y facilitando la consolidación, lo cual no es un inconveniente dada la elevada porosidad del material a tratar. Poseen además la ventaja de que algunos son fuertemente hidrorrepelentes, por lo que ejercen funciones protectivas.

No se ha considerado oportuno utilizar resinas acrílicas ni vinílicas, dada su respuesta mediocre por comparación con los productos silicónicos (Durán Suárez, 1995; Durán Suárez et al., 1996).

Aislamiento de las columnas al ascenso capilar de agua

Para el aislamiento de las columnas al ascenso capilar del agua se han utilizado productos silicónicos hidorrepelentes inyectados al nivel de las basas. Para su inyección se aprovecharon los orificios que fueron practicados en el material pétreo para insertar los clavos que sustentaran los morteros de cemento. Al retirar los morteros de cemento se apreció que estos clavos se encontraban totalmente oxidados (Foto 24) y, lógicamente, fueron retirados durante esta restauración. Adicionalmente, se practicaron otros orificios nuevos, en el menor número posible, con el fin de aumentar la penetración del consolidante, reduciendo así daños mayores.

Debe indicarse que en el proyecto de restauración original se planteaba la inyección de este tipo de resinas a nivel de las basas, aunque los criterios expuestos por la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía recomendaban inyectar por debajo del nivel de las basas. Sin embargo, existen problemas para este último procedimiento. En primer lugar, existe un sistema de focos que iluminan el patio localizados al bajo el suelo y adyacentes a los lados de las basas de las columnas. Para inyectar bajo el nivel de las basas era por tanto necesario desmotar el sistema eléctrico de los focos, lo cual es un trabajo que no estamos capacitados para llevar a cabo. En segundo lugar, se hacía preciso desmontar las losas que forman la solería. Esto no constituye problema en el caso de la solería del claustro, ya que las losas están en buen estado de conservación (parecen relativamente recientes). Sin embargo, las losas del patio adyacentes a las columnas, se encuentran en un estado de conservación bastante peor debido, no cabe duda, al goteo del agua de lluvia desde el tejado, por lo que su retirada hubiera significado, muy probablemente, su rotura.

Debe tenerse en cuenta que la diferencia entre inyectar al nivel de la basa o por debajo de ella es, a efectos prácticos irrelevante para la conservación de las columnas ya que (1) en ningún caso se garantiza el aislamiento de las basas, dada la elevada porosidad de la calcarenita, que hace imposible alojar consolidante en todos sus poros y conductos (el agua, por tanto seguirá subiendo en ambos casos) y (2) en ningún caso existe efecto estético negativo, ya que los orificios de las basas quedarán ocultos bajo las reintegraciónes que, necesariamente, deben llevarse a cabo sobre las partes inferiores de las columnas.

Por todo ello, y para evitar males mayores, se decidió inyectar al nivel de las basas sobre los orificios ya existentes, como se ha indicado más arriba.

Reintegración con morteros

El tratamiento de reintegración con mortero está determinado por la necesidad de reintegrar las zonas deterioradas para unificar estéticamente el conjunto. Las zonas reintegradas serán las dejadas al descubierto tras la retirada de los morteros de cemento utilizados en intervenciones precedentes.

Los morteros de restauración que serán utilizados en la obra se fabricarán específicamente para las necesidades de la calcarenita. Teniendo esto en cuenta, los criterios fundamentales para la elaboración de estos morteros de restauración serán los siguientes (e.g. Rossi-Doria (1986):

·      Que presenten una elevada porosidad, además de un tamaño de macroporos elevado, similar al de la calcarenita.

·      Que la proporción de poros de dimensiones menores de 1 mm no sea elevada, o en cualquier caso similar a la de la calcarenita, para evitar problemas de infiltración capilar preferencial a través de los morteros.

·      Que presenten una resistencia mecánica inferior a la de la calcarenita, lo que garantiza su degradación preferencial respecto de la misma.

Inicialmente, pensamos que una mezcla apropiada puede ser a base de cal hidráulica y árido de calcarenita en la proporción en volumen 3:1 a 1:1, que garantiza un mortero de menor resistencia mecánica que otros formados a base de cemento portland o blanco. Además, se utiliza un aireante (polietileno expandido en grano, o poliexpán), que aumenta la porosidad del mismo y disminuye su resistencia mecáncia. La elección de este mortero de restauración se justifica por la experiencia y por sus características mecánicas (menor resistencia que la roca) y elevada porosidad que permita la evaporación del agua que pueda infiltrarse en el interior de las columnas. No obstante, pueden fabricarse mezclas alternativas según los casos (con proporciones variables de cal/árido/aireante).

Por otro lado, se ha considerado oportuno realizar la reintegración de las basas de las columnas 1 y 3 con una mezcla, más resistente que la empleada en los fustes, a base de cemento blanco y aumentando al mismo tiempo la proporción de árido. Esto se justifica por que estas zonas serán las más expuestas al deterioro, tanto por infiltración capilar como por el tránsito de el público.

Reproducción de las basas y tambores de los fustes

La única referencia que se tiene de las dimensiones de las basas son las reproducidas en caliza de Sierra Elvira, realizadas en trabajos de restauración recientes. En los trabajos de restauración llevados a cabo, hemos comprobado que estas reproducciones no se corresponden con las dimensiones originales, dado que, al retirar los morteros de cemento que cubrían las basas y primeros tambores del fuste se aprecia que las basas son más achatadas (i.e., el arranque del fuste original se verifica por debajo del nivel que actualmente tiene en las columnas reproducidas con caliza de Sierra Elvira).

Teniendo en cuenta que no existe molde alguno que permita reproducir las basas originales, tanto sus dimensiones como molduras, se decidió tomar como referencia las dimensiones de las columnas reproducidas con caliza de Sierra Elvira. Es evidente que este criterio restaurador viola criterios arqueológicos, pero debe tenerse en cuenta (1) que hemos documentado este hecho (ver más adelante) y (2) que de esta manera se respeta la instancia, ya histórica, y la armonía del patio, que de otra forma quedaría distorsionada a no contemplarse (al menos por ahora) sustituir estas piezas y volver a instalar piezas de calcarenita.

Texturado de las superfices reintegradas con mortero

La reproducción de la textura de la calcarenita bioclástica se abordó en dos vertientes: (1) Se reintegró con un mortero con unas características estéticas similares en cuanto a porosidad y color, y (2) se realizó un acabado superficial empleando materiales de cantería como la bujarda, que imprimen rugosidad a las superficies y, en cierta medida, reproducen el estriamiento que los canteros originales introducían en sus trabajos.

Capítulo IV

Restauración de las Columnas

Restauración de las Columnas nº 1, 2 y 3 del Cuerpo Inferior del Patio de la Capilla

Eliminación de hormigones y morteros de cemento

Esta fase pretende eliminar los materiales a base de cemento aplicados en intervenciones recientes y que afectan la buena conservación de la roca y de las lechadas “históricas”. Para ello se han realizado intervenciones de eliminación mecánica de forma totalmente controlada. Estos métodos serán mas delicados a medida que se aproximen a la superficie original. Los distintos procedimientos de ejecución son:

·      Eliminación mecánica utilizando herramientas de cantería (cinceles, gubias, formones, etc.) aplicadas con martillo (particularmente en zonas gruesas, Foto 25).

·      Eliminación mecánica de retoque con bisturíes, escalpelos, etc... (Foto 26).

·      Saneamiento de las partes arenizadas descubiertas mediante picola y cincel.

Eliminación de anclajes de hierro oxidados

Esta fase ha sido realizada de forma mecánica, eliminando primeramente aquellos anclajes que no presentaban ningún tipo de dificultad, sacándolos simplemente con alicates. A continuación han sido eliminados los mas tenaces cortándolos lo mas cerca de la superficie del pilar y posteriormente son retirados por abrasión con taladro (Foto 27).

Eliminación de sales

Las sales solubles presentes en la superficie actual de las columnas o bajo los morteros de “cemento” fueron retiradas mecánicamente (mediante cepillado), y a continuación mediante disolución acuosa.

Limpieza de suciedad

Con este tratamiento se han eliminado la suciedad, ya sea depositada sobre los restos de lechada o sobre la piedra. Realizadas las pruebas de disolvencia con distintos productos, como agua, jabón neutro (SYMPERONIC-N, Tensoactivo no iónico), tolueno, disolvente nitrocelulósico (tolueno+alcoho etílico), acetato de amilo, dimetil formamida, sal sóldica del EDTA (± jabón neutro), se optó por retirar la suciedad con agua, auxiliándonos de procedimientos mecánicos, empleando para ello espátulas, cepillos de cerda blanda, bisturíes, escalpelos, punteros finos, etc...

Eventualmente, en los restos más adheridos, localizados en la basa de caliza de Sierra Elvira de la columna 2 y en los capiteles, se utilizado con sal sódica del EDTA, añadida en forma de apósito con pulpa de papel y bicarbonato de sodio, en la proporción:

Bicarbonato de sodio__________________________ 30% vol.

Sal bisódica del EDTA_________________________ 70% vol.

Pasta de papel________________________________ (hasta que espesa)

H2O destilada_________________________________ (hasta que espesa)

Estos apósitos reblandecen la suciedad y la disuelven en la pasta, retirándose con posterioridad mecánicamente con ayuda de cepillos y agua (Foto 28). Los agentes limpiadores a base de sales se aplican sobre la superficie dejándolos actuar el tiempo necesario (1-2 horas, dependiendo de la zona y grado de adherencia al substrato). Estas pastas se protegen de evaporaciones aceleradas al ser cubiertas con plástico. Al retirar los empastes aparecieron, localmente, “pasmados” y otros cambios de tonalidad. Estos pasmados se eliminaron posteriormente con la mano de protectivo añadida a las superficies (ver más adelante).

Solo algunas costras muy adheridas necesitaron la utilización de soluciones muy diluidas de ácido fosfórico. Este ácido, como todos, ataca la piedra carbonatada, pero tiene la ventaja de formar fosfato cálcico por reacción con la misma, por lo que el daño es menor.

La suciedad adherida a la lechada de cal y yeso se retiró mediante lavado con agua y cepillado suave, insistiendo con instrumentos metálicos en las zonas donde la suciedad está más incrustada. Así se va alternando el empleo de cepillo, cincel, bisturí y compresor, haciendo pruebas para conseguir la mayor eficacia sin deteriorar el original (al principio se emplea corindón como abrasivo y después se añade una solución ácida -EDTA-), aunque el empleo de abrasivo a presión no es suficiente (Fotos 29 a 31). Como solución óptima son empleadas lijas de diferente grano con las cuales se aligera bastante el proceso (Foto 32).

Finalmente, señalar que después de todas las aplicaciones en las que intervengan productos químicos, son neutralizadas con agua de forma sucesiva las zonas intervenidas, para evitar que estos productos puedan seguir actuando en la piedra original.

Consolidación

Para la consolidación se ha utilizado una resina silicónica, RHODORSIL RC-80 de la casa Rhône-Poulenc, diluida en solvente nitrocelulósico. Se trata de un compuesto orgánico a base de silicio formado por formado por moléculas ya polimerizadas de tipo alquil-alcoxi-silano (Lazzarini y Laurenzi-Tabasso, 1986; Horie, 1987). Por tanto, no se verifica una polimerización ulterior en el interior del material pétreo, lo cual constituye una ventaja ya que no es necesario controlar las condiciones de humedad relativa que condicionan una buena polimerización. Al estar constituida por polímeros, su penetrabilidad es menor que la de aquellas resinas constituidas a base de prepolímeros, pero esta circunstancia no tiene un gran impacto sobre la obra tratada ya que (1) la elevada porosidad de la calcarenita garantiza una buena penetrabilidad y (2) en método de aplicación, consistente en aplicar soluciones cada vez más concentradas, garantiza igualmente buena penetrabilidad. Esto está de acuerdo con los resultados del estudio de Durán-Suárez (1995) sobre materiales de restauración consolidantes y protectivos aplicados a la calcarenita de Santa Pudia.

Respecto al método de aplicación, se han aplicado en primer lugar disolvente nitrocelulósico por impregnación con brocha y por pulverización mediante compresor, para garantizar que la mayor parte de la estructura porosa de la piedra es bañada y favorecer la penetración del consolidante. A continuación se añadieron secuencialmente soluciones al 10, 25 y 50%. Entre cada aplicación con soluciones de distinta concentración, se aplicó disolvente nitrocelulósico puro, para favorecer una ulterior penetración de la resina recién añadida y para dejar libre de resina la estructura porosa más cercana a la superficie, que se rellena a continuación con una solución más concentrada. Esto permite distribuir la resina de forma gradual en el interior de la piedra, de forma que las cantidades de materia activa disminuyen a medida que aumenta la profundidad. Así no se crean discontinuidades en las propiedades mecánicas del material tratado, y las partes más superficiales se consolidan de forma más enérgica.

Aislamiento de las columnas

Una vez retirados los repellos de cemento que recubren las basas de las columnas 1 y 3, y para limitar el ascenso capilar del agua en las mismas, se aplicó en los orificios de las basas (existentes o practicados ad hoc) la misma resina que para el caso de la consolidación, RC-80, dadas sus excelentes propiedades hidrorrepelentes. Este tratamiento, que mejora igualmente las características mecánicas de las basas, se lleva a cabo mediante inyección con jeringa de soluciones de consolidante. (Foto 33). La distribución de orificios, de unos 10 mm de diámetro, es tal que circundan en dos o tres niveles la totalidad del perímetro de las basas, dejando una distancia entre cada orificio de 10-15 cm. La inyección del consolidante se llevó a cabo mediante bebederos que permiten la entrada lentamente, introduciendo en primer lugar disolvente nitrocelulósico puro, y, en tandas sucesivas, disoluciones al 10, 25 y 50 % de la resina silicónica. Terminada la inyección, estos orificios se rellenan con mortero de reintegración o se utilizan para implantar varillas de acero inoxidable al Cr-V que servirán para sustentar los morteros de reintegración.

Reintegraciones con morteros

Para conseguir un mortero de reintegración aceptable, desde el punto de vista mecánico (i.e., poroso y no muy resistente mecánicamente) y estético (con textura y color similares a la calcarenita), para las basas y las partes inferiores de las columnas se realizaron primeramente pruebas con tres tipos base de mortero, que difieren en las proporciones de cal hidráulica, árido y espumante (Foto 34):

 

TIPO A: 1 parte de cal hidráulica

             2 partes de árido calcarenita

             1 parte de poliexpán

 

TIPO B:           1 parte de cal hidráulica

             3 parte de árido calcarenita

             2 parte de poliexpán

 

TIPO C: 1 parte de cal hidráulica

             3 parte de árido calcarenita

             1 parte de poliexpán

A estos tres tipos base se le añadieron proporciones variables de pigmentos inorgánicos (ocre, siena, sombra y amarillo):

 

Tipo        ocre       siena     sombra   amarillo

A-1*____ 12 ml        4 ml        1 ml        3 ml

A-2______ 4 ml        2 ml              -              -

A-3______ 6 ml        2 ml              -              -

A-4______ 8 ml        2 ml              -              -

A-5______ 3 ml        3 ml              -              -

A-6______ 1 ml        1 ml              -              -

B-1*____ 12 ml        4 ml              -        3 ml

B-2______ 2 ml        2 ml        1 ml        1 ml

B-3______ 1 ml        1 ml        1 ml        2 ml

B-4_________ -              -        1 ml        2 ml

B-5______ 1 ml              -        1 ml              -

B-6______ 6 ml              -              -        3 ml

C-1______ 1 ml        1 ml              -              -

C-2______ 1 ml        1 ml        1 ml              -

Nota: Sobre cada el mortero fabricado, teniendo en cuenta que una parte es 180 cc, se añanden 1p. = 4 ml)

Independientemente de los criterios texturales, las mezclas realizadas presentaron, tras dos semanas de fraguado una resistencia mecánica moderada, más bien baja, por lo que se decidió aumentar la proporción de aglomerante (cal hidráulica). Tras sucesivos ensayos, se apreció que sólo en la proporción aglomerante:árido = 1:1 se obtenían morteros suficientemente resistentes, aunque no obstante más blandos que la piedra. Esto supuso perder ciertas ventajas desde el punto de vista textural, ya que al perder proporción de árido la mezcla se hace menos parecida a la arenisca calcárea tanto en su granulado como en la pérdida de porosidad. Por esta razón, se introdujo espumante líquido a las mezclas una vez localizadas en la hormigonera, además del poliexpán. Por otra parte, se decidió adicionar cemento blanco a algunas mezclas para hacerlas más resistentes y poder reintegrar zonas puntuales que lo requerían, así como realizar las basas completamente con cemento blanco como aglomerante, por las razones aducidas en el apartado de Criterios de Restauración. Además, debieron realizarse mezclas específicas para reintegrar los morteros de unión que unen los tambores y, en las columnas reintegradas (nº 1 y 3), para simular estos morteros entre las basas y los arranques de los fustes. Estos morteros se realizaron con cemento blanco y árido grueso formado esencialmente por fragmentos de rocas carbonatadas, con el fin de simular el árido de estos morteros originales de unión. Obviamente, estas mezclas no fueron coloreadas.

En conclusión, las mezclas seleccionadas para ser aplicadas a la obra, en base a criterios texturales y de resistencia mecánicas son (en partes en volumen):

 

 

Mortero de basas

Morteros puntuales

Juntas de unión

Mortero de fustes

Cal hidráulica

-

-

-

4

Cal aérea

-

2

-

-

Cemento blanco

4

2

1

-

Arido calcarenita

10

4

-

4

Arido de río

-

-

3

-

Espumante líquido

0.15

0.15

-

0.15

Polietileno expandido

1.5

1

-

1

Ocre

0.375

0.375

-

0.375

Siena

0.15

0.15

-

0.15

Sombra

0.15

0.15

-

0.15

Amarillo

-

-

-

0.025

Previo a la aplicación de estos morteros se procedió a la preparación y saneamiento de las superficies en caso de necesitarlo. Esta preparación consiste en:

·      La limpieza de las superficies con chorros de aire comprimido (a 3-4 atmósferas de presión) y abundante agua para retirar todo el polvo adherido que impida una buena adherencia

·      Suave consolidación de las superficies con resinas silicónica RC-80 (10% en volumen)

·      La colocación de varillas de acero inoxidable sobre las que se agarran hilos de acero inoxidable a modo de emparrillado de agarre en las zonas donde existe fuerte perdida de material, para garantizar la estabilidad del repello al aplicarse. En algunos puntos de los fustes es necesario taladrar (Foto 35). Los elementos metálicos se pegan con resina epoxídica (ARALDIT LI-554, con endurecedor HY-965 al 50%), dada su excelentes propiedades como adhesivo (Foto 36, 37 y 49).

A continuación se aplicaron los morteros de restauración, en sucesivas capas, utilizando moldes y encofrados (Fotos 41 y 42) para evitar su despegue de las superficies de la calcarenita. Después se procedió a la aplicación del mortero a lo largo del fuste aplicándolo de abajo a arriba con palustra, espátula y presionando para conseguir una mejor adhesión (Fotos 44 y 46). La última capa se alisa con una plana con la intención no sólo de presionar sino también de dejar una superficie más lisa y homogénea (Foto 47). Los encofrados se mantuvieron durante una semana y se regaron a diario para facilitar el fraguado de los morteros. El riego se mantuvo durante varias semanas una vez retirados los encofrados (Foto 43).

Realización de moldes

Para reproducir las molduras de las basas de las columnas 1 y 3 fue necesario realizar moldes de escayola. Realizado un estudio preliminar y tomando como modelo las basas de caliza de Sierra Elvira de las columnas número 15 y 16 del Patio de la Capilla, se elabora un molde de la siguiente manera:

1.  Se eliminan los restos de cementos con cincel, y con una brocha se limpia la suciedad superficial.

2. Se aplica Paraloid B-72, al 10% en disolvente nitroceulósico, como capa de protección para la piedra. Esta resina acrílica es reversible, a poder ser retirada posteriormente con en mismo solvente.

3. Una vez secas las superficies, se aplican tres capas de Látex y paulatinamente se entela con gasa y tarlatana. Finalmente se dan dos capas más de Látex.

4. Una vez seco el latex, a las 36 horas, se marcan las zonas de corte y se termina el proceso con bisturí, despegándose el molde que se presenta de nuevo en la basa. (Foto 38).

5. Se realizaron unas cajas con aglomerado (30 cm. mayores que la basa) como soporte para una la madre de escayola. Se presentan las cajas en la columna y se sellan las uniones con arcilla. Adicionalmente, se protege el suelo con plásticos que al mismo tiempo facilitan el desmolde de la pieza.

6. Se sellan los moldes de Látex con arcilla y se aplica aceite como desmoldeante hasta el primer nivel (los moldes se realizaron en tres niveles para facilitar el manipulado de los mismos al ser colocados en las columnas, además de para facilitar su rellenado con mortero de restauración). Se divide este nivel en varias partes utilizando barreras de arcilla y se rellena el molde con lechadas de escayola y estopa. (Foto 39).

7. Fraguada una de las partes se retiran las barreras de arcilla y se aplica barbotina en las zonas de unión para repetir el proceso con el resto de las partes y completar el nivel. También se empleará, posteriormente, la barbotina como desmoldeante entre cada nivel.

8. Para aligerar el peso y volumen de la madre se reduce el cajón una vez superado el primer nivel, aproximando los tableros a la basa.

9. Sucesivamente se aplican lechadas de escayola y estopa, cuando fraguan las piezas inferiores, hasta completar los tres niveles con todas sus partes. Además son realizadas muescas a modo de asas para facilitar la manipulación de las diferentes piezas.

10. Fraguado totalmente el molde, a las 48 horas, se separan las diferentes piezas con ayuda de espátulas y martillos de goma. (Foto 40). Expuestas las piezas al sol para aligerar el secado, se eliminan con cepillo y agua los restos de arcilla y escayola.

11. Con un paño se seca la superficie de las columnas tomadas como modelo, impregnadas aún con Paraloid B-72, eliminado finalmente con disolvente nitrocelulósico. Los pasmados provocados por el disolvente se eliminan con la capa de protección final.

12. El molde de Látex se conservó perfectamente presentado sobre las diferentes piezas de escayola y rellenado con arena para evitar así la deformación que pudiera sufrir el molde.

Texturado y acabado

Una vez fraguados los morteros, al cabo de un mes de su aplicación, se procede a su acabado. Esta operación consiste en un rebaje y homogeneización de las superficies mediante cinceles, escofinas y lijas, así como su texturado conseguido con bujarda acoplada al compresor (1 atmósfera de presión).

Han sido necesaria la fabricación de algunos instrumentos que se adaptasen a las necesidades del texturado, tales como una plancha metálica a la que se le han practicado agujeros con puntillas de acero y a la que posteriormente se le han hecho unas “asas” de alambre para su mejor manipulación y que ha servido para el rebaje de la columna y además para conseguir la forma circular de la misma (Foto 50).

Otro de los instrumentos basado en el anterior nos ha servido para dar un aspecto rugoso a las superficies y consiste en láminas pequeñas de hojalata, de tamaño rectangular pegadas sobre un taco de madera y que han sido utilizadas individualmente mediante ligera presión y movimientos circulares.

Una vez rebajados y texturados los repellos, se eliminan los granos de poliexpán añadiendo abundante tolueno sobre las áreas reintegradas. De esta forma se disuelve el poliexpán, dejando una textura porosa similar a la de la calcarenita (Fotos 51 a 65). Adicionalmente, este aumento de porosidad es beneficioso ya que permite una mejor transpiración del agua alojada en el interior de la columna y en el propio mortero.

Hidrofugación y protección de las superficies

Una vez fraguados y texturados los morteros, la operación final consistió en la protección e hidrofugación de todas las superficies. Esta operación ha sido llevada a cabo aplicando soluciones de resina silicónica RC-80, que ejerce una acción hidrorepelente (además de consolidante).

El modo de aplicación consistió en añadir el disolvente nitrocelulósico puro con compresor, directamente sobre las superficies, para favorecer la penetración de la solución consolidante-protectiva. A continuación son aplicadas las disoluciones de resina silicónica y disolvente nitrocelulósica desde una concentración al 10% hasta un 50%. Aunque se añadieron concentraciones relativamente elevadas, esta operación no conllevó la aplicación de cantidades significativas de protectivo-consolidante (sólo se aplicó una suave mano con cada concentración), ya que su finalidad es meramente protectiva de la superficie.

Problemas encontrados

Durante nuestro trabajo de restauración en las columnas del Patio de la Capilla hemos encontrado numerosos problemas, como no podía ser menos de un trabajo de restauración que se precie. He aquí algunos de ellos que, aunque puedan parecer irrelevantes al lector, nos han tenido en vilo más de un día y una noche.

En el proceso de vaciado de morteros en el interior de los moldes, colocados éstos en la posición adecuada en su respectiva columna y una vez fraguados, se retiraron los moldes y se observó que el látex no era un material adecuado para este tipo de intervención. Se optó entonces por emplear como molde únicamente la madre de escayola.

Debido a que el fuste de la columna 3 no tiene la misma sección circular en toda su longitud, no se pudo usar una terraja circular como patrón para todo el fuste. Tampoco dio resultado el empleo de un sistema que consistía en un listón vertical unido por una bisagra a una pieza que giraba en el interior de una circunferencia de las mismas dimensiones que el grosor de la base del fuste (Foto 45). Finalmente, se decide repellar manualmente. Una vez fraguado se rebajaría la superficie y se texturaría como se ha explicado en el tratamiento.

Debido a que en algunas zonas había gran pérdida de calcarenita, la reintegración con mortero se desplomaba por el peso.

En la columna 1 fue necesaria la colocación de un acetato flexible que se adaptara a la curva del fuste. Se sujetó con dos terrajas y cuerdas para evitar que se descolgase mortero mientras fraguaba (Foto 48). Posteriormente se retira observando un desnivel con respecto al original que se solucionaría con el rebajado. En este repello se utilizó un mortero mixto a base de cal hidráulica y cemento blanco. En la columna 3, se evitó el descolgamiento del mortero con un tablón sujeto por un travesaño hasta que fraguó la mezcla.

En zonas puntuales de la columna 1 se encontraron separaciones entre el mortero de reintegración y la calcarenita, que llegan a desprenderse durante el proceso de rebaje texturado. Para consolidar las uniones inyectó resina Epoxi (50% resina epoxi-50% endurecedor).

Todos los problemas relacionados con la adhesión del mortero al substrato pétreo han podido deberse a (1) una deficiente preparación y/o aplicación de la mezcla, (2) la escasez de anclajes de acero inoxidable, y (3) la preconsolidación (suave) con un consolidante hidrorrepelente. De todos ellos, la segunda de ellas es considerada como la más importante, sin que ello quiera decir que el efecto de las otras dos no haya ayudado al desarrollo de estos problemas (que no obstante han sido puntuales). Recomendamos que este aspecto se tenga particularmente en cuenta en futuras intervenciones.

Columnas 1 y 3 finalizadas

Bibliografía

Durán Suárez, J. (1995). Estudio de consolidantes y protectivos para restauración de material pétreo. Tesis Doctoral. Universidad de Granada. 369 pp.

Durán Suárez, J. García Casco, A. y Rodríguez Gordillo, J. (1996). Alteracion Petrea en Estacion Experimental Ambiental (ensayos no acelerados). VI Congreso Nacional y Conferencia Interancional de Geología Ambiental y Ordenación del Territorio, Granada, p19-34.

Félez, C. (1979) El Hospital Real de Granada. Los Comienzos de la Arquitectura Pública. Tesis Doctoral, Universidad de Granada, 291 p.

Gallego y Burín, Antonio (1995) Granada. Guía Artística e Histórica de la Ciudad. Ed. Comares, Décima edición. Granada, 433 p.

García-Casco, A. y Durán-Suárez, J.A. (1994) Estado de Conservación y Proyecto de Restauración del Patio de la Capilla del Hospital Real, Granada. Informe inédito de la Universidad de Granada. 81 p.

Guardia Olmedo, J., Gómez Moreno, J.M., López Guzmán, R. y Prieto Moreno, J. (1986) Arte y Deterioro en los Monumentos Granadinos. Catedral, Chancillería y Palacio de Carlos V. Universidad de Granada, 140 p.

Horie, C.V. (1987) Materials for Conservation. Organic Consolidants, Adhesives and Coatings. Butterworths, London, 281 p.

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Rossi-Doria, P.R. (1986) Mortars for restoration. Matériaux et Constructions, vol. 19, nº 114, 44-448.

Sebastián, E., Rodriguez Gordillo, J., Soriano, J. y Velilla, N. (1990) Estudio de los materiales, procesos de alteración y propuestas restauradoras en el patio de la Capilla (Hospital Real de Granada, España). Ingeniería Civil, 73, 117-127.

Fotografías

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 1. Columna 1: Vista frontal.

Foto 2.- columna 1: Vista lateral izquierda.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 3. Columna 1: Vista posterior

Foto 4.- Columna 1: Vista lateral derecha



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 5. Columna 2: Vista frontal.

Foto 6: Columna 2: Vista lateral izquierda.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 7. Columna 2: Vista lateral derecha.

Foto 8: Columna 2: Vista posterior.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 9. Columna 3: Vista frontal.

Foto 10: Columna 3: Vista lateral izquierda.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 11. Columna 3: Vista lateral derecha.

Foto 12: Columna 3: Vista posterior.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto13. Columna 2. Basa realizada con piedra de Sierra Elvira (intervención anterior).

Foto 14. Basa realizada con cemento (intervención anterior).Se aprecian las grietas en el cemento de reintegración.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 15 Columna 3. Detalle del fuste realizado con cemento. Destaca una gran grieta.

Foto 16 Columna 1. Detalle de la fractura del cemento de reintegración debido a la diferencia en las propiedades del mortero y la calcarenita. Faltas en la reintegración.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 17 Detalle del fuste de la columna 1. Falta del mortero de reintegración que ha arrastrado parte del sustrato pétreo.

Foto 18 Columna 3. Fuste. Arenización de la calcarenita producida por el ataque químico de soluciones acuosas.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 19 Detalle de la arenización.

Foto 20 Columna 1. Detalle de capiteles y arranques de los arcos. Se observan manchas y detritus de paloma.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 21. Columna 3. Capitel. Se observan manchas y detritus de paloma.

Foto 22. Columna 1. Detalle del fuste se aprecia la existencia de musgo sobre la calcarenita.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 23. Columna 1. Detalle de la superficie del fuste. Acumulación de suciedad y polvo sobre la lechada producto de la contaminación atmosférica.

Foto 24. Columna 1. Clavos oxidados (intervención anterior).


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 25. Eliminación mecánica del cemento de intervenciones anteriores.

Foto 26. Eliminación mecánica del cemento y la lechada.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 27. Columna 1. Llaga. Se observan clavos oxidados.

Foto 28. Columna 2. Aplicación de la papeta en la basa de caliza de Sierra Elvira.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 29. Columna 2. Limpieza química y mecánica superficial.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 30. Columna 1. Limpieza química y mecánica superficial.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 31. Sistemas de limpieza: Compresor, cepillos y papeta.

Foto 32. Columna 1. Testigo de limpieza en el fuste.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 33. Columna 1. Inyección de consolidante en los orificios practicados en el perimetro de la base.

Foto 34. Pruebas de mortero. Color y resistencia mecánica.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 35. Columna 1. Realización de orificios para la colocación de pernos.

Foto 36. Columna 1. Pernos de sujeción de morteros de reintegración.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 37. Columna 1. Detalle de los pernos de anclaje.

Foto 38. Despegado del molde de látex realizado a partir de la columna 15.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 39. Vertido de yeso en el cajón del molde.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 40. Desmontaje de las piezas de yeso.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 41. Columna 3. Colocación de la parte inferior del molde.

Foto 40. Columna 3. Rellenado del molde.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 43. Columna 1. Reprodución de la basa.

Foto 44. Columna 1. Proceso de reintegración. Mortero aplicado con espátula y nivel.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 45. Columna 3. Instrumento para la distribución homogénea del mortero.

Foto 46. Columna 3. Aplicación del mortero de restauración en el fuste.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 47. Columna 3. Alisado de la superficie del mortero con planas.

Foto 48. Columna 1. Sujeción del mortero del primer tambor.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 49. Columna 3. Detalle de la basa momentos antes de colocar el molde.

Foto 50. Plancha metálica utilizada para el rebaje y texturado de las columnas.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 51. Columna 1 una vez concluida la restauración

Foto 52. Columna 2 una vez concluida la restauración


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 53. Columna 3 una vez concluida la restauración.

Foto 54. Vista general de las 3 columnas una vez restauradas.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 55. Vista lateral de las 3 columnas una vez restauradas.

Foto 56. Columna 1. Capitel una vez restaurado.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 57. Columna 2. Capitel una vez restaurado. En la moldura superior se aprecia las reintegraciones de soporte con mortero de restauración.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 58. Columna 3. Capitel una vez restaurado.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 59. Columna 3. Detalle. Se observa el acabado y texturado del mortero de restauración.

Foto 60. Columna 2. Detalle. Se aprecia la porosidad y textura de la piedra original.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 61. Columna 1. Zona superior con el tambor original y zona inferior con el tambor reintegrado, con mortero de unión en la junta.

Foto 62. Columna 1. Detalle tras la restauración.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 63. Columna 1. Detalle posterior.

Foto 64. Columna 2. Detalle de basa y fuste.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 65. Columna 3. Detalle de basa y fuste.


Última modificación: 13 febrero 2020 16:58