DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2004, 24, 307-358.
Esteban RODRÍGUEZ; Rosa BALLESTER; Enrique PERDIGUERO; Rosa
María MEDINA; Jorge MOLERO. La acción médico-social contra el
paludismo en la España metropolitana y colonial del siglo XX, Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas [Estudios sobre la
ciencia, 32], 2003, 488 pp. ISBN: 84-00-08184-6.
Nos encontramos ante una monografía colectiva que recoge los resultados
de un proyecto de investigación sobre «La lucha sanitario-social contra el
paludismo en la España del siglo veinte», financiado por el programa de
Promoción General de Conocimiento del Ministerio de Educación y Ciencia
(PB 94-0813-C03). Los autores analizan las principales estrategias antipalúdicas
desarrolladas por la administración sanitaria española en el territorio metropolitano
y las colonias africanas de Marruecos y Guinea Ecuatorial. El espacio
temporal abarca la primera mitad del siglo XX, pero destaca la atención
prestada al período de entreguerras, un momento clave en la organización de
la lucha contra el paludismo. La obra aparece estructurada en un prólogo,
siete capítulos y unos anexos donde se recogen cuatro interesantes textos
contemporáneos que nos trasladan a la diversidad de factores y situaciones que
acompañaban el problema palúdico en la España de aquellos años. Además, a
lo largo del texto aparece intercalado un completo y notable aparato de tablas,
gráficas e ilustraciones.
Bajo el título de «Paludismo, medicina científica y sociedad», Esteban
Rodríguez Ocaña y Rosa Ballester Añón, sitúan el problema del paludismo en
el contexto de la evolución de los conocimientos científicos y técnicos, y de la
moderna salud pública. Dedican una atención especial al papel que ejerció la
Fundación Rockefeller, a través de sus convenios de colaboración sanitaria con
España y, en general, al carácter trasnacional que caracterizó a la lucha antipalúdica.
Como apuntan ambos autores, la lucha antipalúdica ayudó a legitimar un estilo
de ejercer la medicina basado en el laboratorio, contribuyó a configurar la
estructura básica de la sanidad pública, y se convirtió en un ejemplo de
medicina social en acción. El capítulo se completa con unas relevantes reflexiones
que aportan, a modo de adelanto, algunas de las conclusiones que se
derivan de los resultados expuestos en los capítulos subsiguientes. El control
del problema palúdico aparecería ligado a la modernización social y económica
que vivió la España rural en las décadas centrales del siglo XX. Dicho de
otro modo, «el fin de la endemia [...] no fue solo deudor de novedades
terapéuticas y de los insecticidas, sino que fue inseparable de la modificación
del medio social rural español». Asociación que permite enfatizar la vinculación
de lo socioeconómico con lo agroecológico y su importancia para explicar
la prevalencia del paludismo en términos históricos, pero también en la dimensión
actual que le otorga su condición de enfermedad reemergente en amplias
zonas del planeta.
Los capítulos segundo («La organización de la lucha antipalúdica en la
España metropolitana») y tercero («La labor dispensarial: observatorios contra
el paludismo»), firmados el primero de ellos por Esteban Rodríguez Ocaña,
Rosa Ballester Añón y Enrique Perdiguero, y el segundo por Esteban Rodríguez
Ocaña, Enrique Perdiguero y Rosa Ballester Añón, presentan las líneas
directrices que guiaron la lucha antipalúdica en la España metropolitana y el
papel que jugaron los dispensarios antipalúdicos. La falta de fuentes históricas
que permitan seguir de forma adecuada las actividades desarrolladas por la
Dirección General de Sanidad, representa, en opinión de los autores, un
obstáculo importante para alcanzar los objetivos planteados. Tras recordar
algunos de los antecedentes más importantes de la lucha antipalúdica en
España, y subrayar de forma merecida el papel desempeñado por la figura de
Gustavo Pittaluga, se analizan los presupuestos que guiaron las actividades
llevadas a cabo por la Comisión para el Saneamiento de las Comarcas Palúdicas
(1920-1924) y la Comisión Central Antipalúdica (1924-1934), además del Servicio
Técnico de Paludismo (1934-1949) o los Servicios de Epidemiología
Parasitaria (1949-1963). La lectura de los diferentes apartados pone de manifiesto
las dificultades con las que tropezaron los intentos de institucionalización
de la sanidad pública y su dependencia respecto a los avatares políticos que le
toco vivir a la sociedad española del período objeto de estudio. Sólo con la
Segunda República y en el marco de su reforma sanitaria, se produjo la
convergencia de la lucha y la organización antipalúdica con otras tareas médico-
sociales. La labor dispensarial se configuró como una de las estrategias
centrales. Frente a las grandes medidas de saneamiento, en el caso español se
optó por dispensarios-laboratorios dirigidos a la asistencia y el tratamiento. El
retraso con el que se abordó de una forma sistemática la lucha antipalúdica en
España, permitió contar con la experiencia y los resultados de las acciones y los
recursos con que se había abordado el problema en otros países. A partir de
la experiencia fundacional de Talayuela (1920-1922), los dispensarios permitieron
una acción médico-social sistemática, al permitir un reconocimiento de los
ambientes palúdicos, la detección exhaustiva de los enfermos, la aplicación de
tratamientos gratuitos y vigilados, y la puesta en marcha de medidas encaminadas
a combatir los mosquitos. Unas interesantes reflexiones sobre el recrudecimiento
palúdico que acompañó la guerra civil y la epidemia de posguerra,
completan este apartado.
Los capítulos cuarto («Manejo terapéutico y profilaxis de elección: quinina
y fármacos sustitutivos»), cuya autoría corresponde a Rosa Ballester Añón,
Esteban Rodríguez Ocaña, y Rosa María Medina Doménech, y quinto («La
higiene ecologicida: guerra contra los mosquitos»), firmado por Esteban Rodríguez
Ocaña, Enrique Perdiguero y Rosa Ballester Añón, abordan la naturaleza
y características de los recursos terapéuticos que se utilizaron a lo largo de
la campaña, y las medidas que buscaban erradicar los mosquitos. Entre los
resultados que más llama la atención, hay que destacar las dificultades en la
normalización de los tratamientos y la falta de colaboración de los pacientes
para seguir las pautas terapéuticas, a pesar de la aplicación de medidas coercitivas.
El apartado titulado «higiene ecologicida», nos ofrece una lectura que
puede aportar reflexiones que ayudan a entender desde la perspectiva histórica,
las limitaciones que ofrecen las visiones reduccionistas del problema palúdico.
El capítulo finaliza con unas informaciones que ayudan a recordar la
trascendencia socioeconómica de los problemas de salud y enfermedad como
los que acompañan al paludismo, y la importancia de su prevención. Se analizan
los costes económicos que supuso la enfermedad palúdica y su desproporción
con los recursos que se dedicaron a financiar las campañas antipalúdicas.
La monografía se completa con dos sugerentes capítulos dedicados a
analizar el problema del paludismo en los espacios coloniales del protectorado
español de Marruecos y Guinea Ecuatorial. El primero de ellos, con el título
de «Militares, moros y mosquitos: el paludismo en el protectorado español de
Marruecos (1912-1956)», está firmado por Jorge Molero Mesa; y el segundo,
titulado «Paludismo, explotación y racismo científico en Guinea Ecuatorial
(1900-1939)», por Rosa María Medina Doménech. Ambas investigaciones de
nuncian el uso de la intervención antipalúdica en el proceso de segregación de
la población nativa. En el caso de Marruecos, el factor indígena se transformó
en el vector principal del paludismo. La actuación sanitaria española estuvo
condicionada, desde las limitaciones y la precariedad de la administración
colonial, por la preocupación de las autoridades metropolitanas de importar
enfermedades a la península. En el caso de Guinea Ecuatorial, que llegó a
servir de campo de experimentación de algunas quininas e insecticidas, además
de la ausencia de una campaña antipalúdica organizada, la principal
actividad se centró en el «sometimiento» de la población indígena, a través del
diagnóstico hematológico de nativos varones en edad productiva. La aplicación
de medidas como las que podían informar un saneamiento integral, suponía
cuestionar las condiciones de explotación colonial, y exigía la colaboración de
los terratenientes para mejorar la agricultura y las condiciones de vida de las
poblaciones autóctonas. Dos fueron las causas principales que explicarían la
prevalencia del paludismo en aquellas tierras africanas. En primer lugar, la
alteración del ecosistema provocada por la tala masiva de árboles y la extensión
de terrenos cultivable. En segundo lugar, la disrupción social que comportó
una política colonial explotadora responsable de la depauperación de la población
dedicada a tareas agrícolas y de los desplazamientos a los que se vio
sometida.
Factores como los que apunta Rosa Medina en su capítulo, continúan
mostrando su actualidad en muchas de las enfermedades infecciosas que golpean
a los países más subdesarrollados. Reflexiones como las que acabamos de
apuntar, o las que se recogen en los otros apartados de la monografía que
estamos reseñando, otorgan a las investigaciones históricas un interés y una
utilidad que merecen ser destacadas. Lo indicábamos al comienzo de la reseña,
la lectura de esta obra colectiva, más allá de las indudables novedades
historiográficas que aporta, puede proporcionar claves interpretativas que ayuden
a entender el drama de las enfermedades infecciosas emergentes y
reemergentes que están condicionando el panorama sanitario mundial, y,
aquello más importante, apuntar las soluciones que, como ocurrió con el
paludismo en el caso español, permitan su control y erradicación. Acción
sanitaria sí, pero también progreso socioeconómico y redistribución equitativa
de la riqueza y de los recursos. En futuras investigaciones sobre el problema
histórico del paludismo en España, convendría profundizar, quizás desde la
plataforma de los estudios locales, en los efectos de la acción combinada de
ambos elementos.
JOSEP BERNABEU MESTRE
Universidad de Alicante